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Otro día en la oficina


 


-Quiero leche! - me dice Lucía


Aunque estamos tratando un tema laboral, y sus palabras parecerían no tener sentido, entiendo perfectamente lo que ella quiere decir. Me quiere hacer sexo oral y me lo está proponiendo sin importar el lugar donde estamos. Estamos en la empresa donde ámbos trabajamos. En una sala de reuniones, sentados en una gran mesa, ella en un extremo y yo en el otro. Yo tengo bien clara su propuesta porque ella ya me ha demostrado hasta la saciedad que le encanta el sexo oral. A ella le encanta que yo le llene la boca con mi pene. Le encanta tragar mi semen.


Aunque soy consciente del riesgo de hacerlo allí, me paro de mi silla y voy a cerrar con seguro la puerta de acceso a la sala de reuniones. Después me vuelvo a sentar y le digo retadoramente: -Ven por ella! -


Desde que me confesó su adicción al sexo oral, mi amiga no desaprovecha ninguna oportunidad de ofrecerme sus favores. Me lo propone en los lugares más diversos e “inapropiados”, donde ser descubiertos tiene un alto riesgo y consecuencias potencialmente desastrosas. Y es que la adrenalina que genera ese riesgo es parte inseparable de su adicción. Ella no concibe el sexo sin esta adrenalina. Para ella lo uno sin lo otro es caer en un sexo insulso, predecible y que termina siendo aburridor. Yo no tenía ese gusto por el riesgo, pero he aprendido a seguirla en sus extravagancias y en ese proceso he disfrutado de algunas de las mejores experiencias sexuales de mi vida.


Lucía suelta su libreta de apuntes y su bolígrafo y los deja sobre la mesa, luego me mira seductoramente y se desliza bajo la mesa y se acerca gateando, siempre bajo la mesa, hasta la silla donde estoy. Cuando llega hasta mí, yo no alcanzo a ver su cara, pero siento inmediatamente su mano en mi paquete. Me acaricia hasta sentir su crecimiento. Me abre el cierre del pantalón. Mete su mano. Busca hasta agarrar mi pene. Lo saca. Lo acaricia. Lo besa. Lo engulle sin miramientos. Tiene mucha habilidad en este arte y lo demuestra. Es capaz de tragarlo totalmente, hasta que llega a su garganta. Ella sabe que eso me enloquece


Lucía es una hermosa mujer de 46 años, 170 de estatura, complexión delgada, buen trasero y senos de buen tamaño. Es una profesional en sicología que labora en el área de Recursos Humanos de la compañía. Nunca se ha casado porque para ella eso es “matar la pasión” según sus propias palabras. Yo tengo algún personal a cargo y debo estar pasando reportes y planificando horarios y demas asuntos laborales con su área. Eso implica que debemos pasar muchas horas trabajando juntos. Y con ella, eso implica mucha actividad sexual. Aunque siempre desaprobé las relaciones dentro de la empresa, ahora no pierdo oportunidad de ser atendido por ella.


Lucía continua con la felación como si de ello dependiera su vida. Alcanzo a ver por momentos bajo la mesa su cara de perversión y sus hermosos ojos grises. Por momentos interrumpe el accionar de su boca y se ayuda con las dos manos. Con una de ellas agarra mis testículos y los frota y con la otra me estimula mi pene. Después besa y succiona el glande. Luego retoma la mamada profunda y engulle totalmente mi pene. Sus labios llegan hasta la base de mi pene, prácticamente hasta mis testículos, y cuando llega hasta allí se detiene por unos instantes haciendo que la mamada estilo garganta profunda se alargue por unos maravillosos momentos. Estoy a mil.


Aunque con Lucía no tengo sexo con penetración, si me permite tocar y acariciar todo su cuerpo. Inclusive en un par de ocasiones se ha dejado quitar su blusa y su brasier. Sus senos son de buen tamaño y hermosos. En algún momento ella me confesó que siempre le ha gustado hacer sexo oral. Y de verdad que lo disfruta. Cuando soy yo quien se lo propongo, inmediatamente aparece un brillo en su mirada que me da a entender lo mucho que disfruta hacerlo. Pero casi siempre es ella quien lo propone. Donde sea. En mi oficina o en la bodega de materiales aprovechando aquellos momentos en que estamos solos. Inclusive hubo un día que lo hicimos en un baño de la empresa mientras escuchábamos charlar a otros empleados que estaban almorzando al otro lado de la puerta en una cafetería. Cuando estamos fuera de la empresa lo hacemos también en lugares donde existe el riesgo de ser descubiertos. En mi carro o en lugares públicos, tipo restaurantes o cafés, que tengan algún lugar con algo de privacidad que lo permita. A ella no le gustan los hoteles. Eso es demasiado “soso” para ella. Como ya lo dije, su adicción al sexo oral está íntimamente ligada a su adicción a la adrenalina.


Estoy llegando. Abro los ojos desmesuradamente y procuro no hacer mucho ruido. Descargo mi semen en la boca de Lucía. Ella no se detiene inmediatamente. Continúa por un buen rato chupando y tragando todo lo que puede. No desperdicia ni una gota. Luego con su lengua me limpia con esmero mi pene. Cuando está segura de dejar todo en orden, me lo guarda y me sube el cierre del pantalón. Luego se devuelve por debajo de la mesa hasta su silla, se pone de nuevo el tapabocas, me mira con malicia y me dice: -En que íbamos Ingeniero? -


Ha sido otro buen día de trabajo.







Jot

Soy hombre heterosexual

visitas: 1197
Categoria: Hetero: General
Fecha de Publicación: 2023-04-08 08:44:52
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1 Comentario

Que envidia, con una amiga así, no faltaría nunca al trabajo

2023-04-09 06:17:17