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¡Sorpresa!

Por fin, una tarde pudimos acordar una cita con una amiga común. Teníamos tiempo de planear y fantasear con la idea de poder llevar a cabo una velada erótica con ella, pues a mi esposa le calentaba la posibilidad de que yo me la cogiera, estando ella de testigo. A mí, por supuesto que me encantaba la idea de cogérmela hasta decir basta, pues esa amiga está muy buena y siempre muestra sensualidad y desparpajo en el tema del sexo. Ella acababa de terminar una relación con su amante en turno y siendo la tercera vez que se lo proponía, esta ocasión aceptó acompañarnos en esta tórrida aventura. Ya yo me había besado alguna vez con ella, pero la cosa no pasó a mayores aquel día.

Ésta era la tercera vez que tendríamos un trío y al decirle a mi esposa que sería con Claudia, le calentó la idea, pero me reclamo que esta vez tocaba con un hombre, pues las últimas dos veces habían sido con chicas. Me insistió que fuera así, pues tenía ganas de verga y ya le había echado el ojo a un conocido. Le prometí que la próxima vez sería de la manera que ella quisiera, además la idea original fue de ella, pues una vez que me la estaba cogiendo, me dijo que le encantaría que se la metiera a Claudia, esa idea nos llevó esa noche a varios orgasmos de mi caliente esposa. Por eso decidí apurar el trato con Claudia, inclusive, les confieso que le ofrecí dinero y eso la excitó y, creo, fue definitorio para que aceptara plenamente.


Llegó el día de la reunión y todo el día nos estuvimos preparando para que nada fallara. Organizamos lo que íbamos a cenar, a tomar, la ropa que usaríamos, la música, en dónde iba a ser; si en nuestra recámara o en la habitación de visitas. Acomodamos estratégicamente los condones, lubricantes y juguetes por si hacían falta. Todo estaba listo y la hora se acercaba. Nuestra paciencia fue castigada, pues Claudia llegó una hora después de lo acordado. Pero sentimos un gran alivio cuando, finalmente la vimos aparecer. Su vestimenta no era nada exagerada, pues no mostraba gran parte de sus atributos; unos pechos abundantes y unas nalgas bastante jugosas. Sus rasgos, un poco toscos pero muy interesantes y atractivos. Esto de su vestimenta y aspecto se comprende bien, pues su falta de frivolidad va muy de acuerdo a su profesión de maestra de filosofía. Esto no disminuye para nada lo imponente de su energía sexual


Ya los tres reunidos, sin reclamos por la tardanza, empezamos a charlar amenamente, sin ninguna alusión sexual o erótica. más bien aquello parecía una reunión de tópicos culturales, sociales y artísticos. Empezamos tomando vino, con lo que acompañamos la cena. Todo giraba en una excelente atmósfera de buena comunicación y empatía, pues coincidimos mayormente en los diversos aspectos que tocamos. El vino nos había puesto de un excelente humor y disposición para conocernos mutuamente. Eso aligeró y facilitó las cosas para lo que seguía.


Después de la cena cambiamos a beber tequila. Yo sabía que a Claudia le gustaba y a nosotros nos ponía en la atmósfera adecuada. A media botella, ya las cosas empezaron a encaminarse hacia lo que nos interesaba y, abruptamente, mi esposa nos pidió que nos besáramos Claudia y yo. Nos sorprendió lo intempestivo de la propuesta, que nos quedamos congelados, a pesar de saber a lo que veníamos. Después de salir del desconcierto, Claudia me jaló hacia ella y me empezó a besar delicadamente. Yo, fascinado, me dejé llevar por el sabor de aquella carnosa boca y poco a poco empecé a reaccionar. No quería yo precipitar nada, así que no me abalancé con alocadas caricias y toqueteos. Quise disfrutar primero el placer que sentía y el placer que esperaba.

Mi esposa estaba muy calmada y atenta a la acción que atestiguaba, como adivinando lo que yo estaba pensando. Tampoco se precipitó de ninguna forma. Parecía que gozaba, igual que yo, la calma y mesura de nuestro largo beso.

No fue hasta que Claudia comenzó a rozar mi verga erecta, que decidí empezar con mis manos a recorre lento el cuerpo de la amiga. Tuve mucho cuidado en empezar por las partes alejadas de sus tetas, de su vulva y nalgas, esto para disfrutarlas ya que ella estuviera muy caliente, cosa que funcionó de maravilla.


Ya cuando había despojado del vestido a la amiga y le había acariciado y tocado el cuerpo entero y su panty estaba ya empapada, fue cuando mi esposa se acercó a nosotros y empezó a participar. Empezó por quitarse la blusa y el sostén y frotarme sus tetas en la espalda mientras yo tenía a claudia recostada en un sillón lamiéndole los pechos. Se retorcía Claudia de placer, gemía y susurraba cosas cosas que apenas yo entendía, pero que me ponían cada vez más caliente.

Acomodé a Claudia para chuparle la vulva, cosa que aprovechó mi esposa para tomar mi verga, acariciarla un poco y luego chuparla muy lento. Yo sabía y esperaba que la noche sería larga.


No supe cómo mi esposa nos condujo a la habitación, pues yo estaba fascinado y en una especie de estado de trance, que el tiempo y espacio se tornaron irreales. Cuando tomé conciencia, ya estábamos los tres en la cama.

Mi esposa tomó el papel de construir las escenas y nos iba diciendo y moviéndonos para hacer lo que a ella se le ocurriera. Me ponía las manos en la el cuerpo de Claudia, así como dirigía la cabeza de la amiga para que me chupara la verga. Nos manipulaba de una u otra posición, cosa que me tenía al borde del éxtasis. Claudia chorreaba sin parar dejándome la cara brillosa por la cantidad de sus jugos dejados ahí. En esa dinámica, mi esposa me la chupaba y ponía su rico y mojado chocho en mi cara para que ella también pudiera gozar. Por fin, mi esposa decidió que se la metiera a Claudia, La puso en cuatro, le abrió las piernas y me llevó literalmente agarrado de mi verga hasta acercarla a la panocha de Claudia. Se la metí lento, conforme me iba indicando mi esposa, quien tomándome de las nalgas, empujaba y jalaba mi cadera unas veces lento y otras más rítmicamente. Claudia seguía gimiendo, gritando y declarándose una puta de primera que le urgía que se la cogieran.


Estábamos en ese disfrute, yo metiéndosela a Claudia, mi esposa besándome y acariciando mis nalgas y espalda, me ponía los pechos para que se los mamara y al mismo tiempo que restregaba su mojada vulva por todo mi cuerpo y poniéndomela también en la cara para tomarme sus fluidos y masajearla con la lengua, estaba al borde de la histeria del placer que estaba mostrando. En eso estábamos cuando se da cuenta mi esposa que en lugar de una pierna mía, estaba acariciando la de Claudia. Al percatarse de ello, retira la mano de inmediato al darse cuenta que Claudia estaba reaccionando a la caricia. Noté que como que se asusto, se desconcentró un poco, pero al rato ya estaba nuevamente inmersa en el placer compartido. Como jugando, Claudia tomó una mano de mi esposa y se la puso para que le acariciara un pezón. Mi esposa, con firmeza rechazó de inmediato la invitación. No le dimos importancia y seguimos con nuestro juego colectivo. Varios sutiles intentos de Claudia de involucrar a mi esposa en tocamientos hacia ella por parte de mi esposa, no obtuvieron tampoco respuesta de ella, por lo que era un hecho que mi esposa no quería jugar así.

Le saqué la verga a Claudia y me dispuse a metérsela a mi esposa, quien me pedía a gritos que ya se la metiera mientras sudaba y chorreaba abundantemente. Dejé a Claudia y me dirigí hacia mi esposa, la puse boca arriba, le abrí las piernas y, antes de metérsela, quise jugar otro rato con sus hermosas y grandes tetas, me puse a un lado de ella y procedí a mamarle los pezones. Cerré los ojos para disfrutar de ese manjar, cuando la escucho que empieza a gemir cada vez con más vehemencia y completamente extasiada. Me extrañó, pues ella se pone en ese estado cuando realmente está muy excitada. Abro los ojos, bajo la vista y me doy cuenta que Claudia le está chupando la vulva y mi esposa, quien sabiendo eso, se puso a disfrutar sin ningún reparo. Me extraño pues suponía que eso no le iba a gustar por los anteriores rechazos y me sorprendió y me calentó lo cachonda que se puso mi esposa, al grado de reaccionar y participar del placer que le estaba proporcionando la amiga. Me separé de ellas y me puse a disfrutar ese bello e inesperado espectáculo. Mi esposa siendo cogida por otra mujer, teniendo una infinidad de orgasmos, chorros, gritos, espasmos y todo tipo de reacciones de placer ante esa sorpresiva embestida. ¡Qué sorpresas da la vida!

dosamorosos

Somos pareja swinger

visitas: 1950
Categoria: Fantasías
Fecha de Publicación: 2023-04-22 19:25:41
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2 Comentarios

Rica experiencia.

2023-05-08 16:54:03

Excelente relato, felicitaciones 👏👏👏

2023-04-27 22:25:02