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A la mañana siguiente, al despertar me sentía bastante adolorida por la sesión de sexo con Leonor y mi padre, me puse una bata transparente y acudí a la habitación matrimonial, tal vez con la intención de volver a ser una voyerista empedernida, pero no había nadie, habían salido ambos temprano. Me tendí en la cama y las sabanas aún olían a copulación, una mezcla de aromas a semen y fluidos vaginales, que me llenaron la cabeza de ideas e imágenes, que rápidamente comencé a pasar una película en tres dimensiones… por lo que mi mano agarrando la sabana me la llevé a mi nariz para oler ese exquisito olor… mientras que con la otra acariciaba en círculos mi clítoris, así estuve un momento, saque un preservativo del velador de mi padre y lo enfunde en un tubo cilíndrico de unos 5 centímetros de diámetro, con una longitud de unos 15… me lo fui introduciendo lentamente en mi vagina ya que no quería sentir el frio al contacto del metal de manera que fuera tomando mi temperatura corporal. Mientras seguía con la sabana pegada oliéndola, el éxtasis era maravilloso, hasta que comencé a sentir los primeros espasmos en el interior de mi vagina… entre la introducción del pene improvisado, la refriega a mis labios y clítoris de mis dedos y ese olor hipnotizaste, me llego un orgasmo intenso, mis líquidos comenzaron a aflorar de mi vagina, mojando aún más las sabanas de aquella cama, fue exquisito sentirme asi.
Estaba llegando fin de año, A mi padre lo invitaron a un evento de empresas, y bueno dado el acontecimiento mi padre me había comprado un vestido largo para esa ocasión, me lo puse, pero al notar que se marcaba mi ropa interior, opté por sacármela, y dado el gran escote me puse un collar que era de mi madre, que después de finalizar de vestirme mi padre comenta:…“Cada vez te pareces más a tu madre” palabras que me alegraron muchísimo, aunque prefería que fuese su amor por mí, no por mi madre..
Evidentemente fui la atracción de la fiesta, dado que el vestido ayudaba a destacar las curvas y la desnudez de mi cuerpo, está de más decir que papá estaba muy orgulloso de su amante-hija.
Al regresar a casa, mi padre estaba algo estimulado por lo que había tomado, la forma de mirarme y su manera de abrazarme, me dio a entender que me deseaba. A pesar que habíamos considerado cortar con esa relación, la que llevábamos más de 10 meses, sin llegar a concretarlo.
Nos sentamos en el sofá, y me beso en la mejilla, sus suaves caricias me comenzaron a incitar, me acurruqué a su lado a la espera de su calor, fue levantando la falda de mi vestido, sintiendo como el satén se desplazaba sobre la piel de mis muslos, mis pezones se erizaron y sentí como una descarga húmeda entre mis piernas. Su mano, se deslizaba entre mis piernas, las que fui abriendo lentamente, al llegar a mi entrepierna, percibió que carecía de bragas, eso pareció aumentar su sentido sexual. Me giró, dejándome boca abajo, levantando el vestido hasta la altura de mi cintura, quedando mí pomposo culito al descubierto, acaricio mis cachetes, abriéndolos para exponer mi orificio, friccionándolo con su dedo, he intentando introducirlo. Lo que me hizo recordar aquella tunda que me propinó, mi corazón latía apresuradamente, aumentando mi agitación, su lengua jugueteo en mi ano, mis pezones se erizaron completamente, su saliva humedecía mi cavidad que la sentía en toda mi entrada, evidentemente para lubricarlo, sin oponerme permití su juego.
En escasos minutos, sentí su dedo intentar penetrarme, me fui relajado lo que pude para permitir su ingreso, sentía deliciosamente esa frotación en mi esfínter, que ya se iba sintiendo en mi recto, cada vez más profundo, lo lubricado que estaba me permitía sentirlo dentro de mí, creo que me lo introduzco completamente, sentía como subía y bajada de mi conducto anal. Posteriormente sentí que se anchaba mi entrada, puesto que ese dedo era acompañado por otro, así sus dos dedos ingresaron y salieron por varios minutos, la fricción que se producía más mi clítoris oprimido hacia que me sintiera en el cielo. Al rato él se fue posicionando sobre mis muslos, yo aún boca abajo en el sofá solo atinaba a esperar lo que siguiera, sentí su miembro recorrer mi raya hasta detenerse en mi abertura, para hurgar alrededor de mi ano, me relaje dispuesta a satisfacer su intención. El frotaba la cabeza de su miembro contra mi esfínter. Su glande comenzó a penetrarme unos centímetros, me invadió un dolor que podía soportar, pero a pesar de ese malestar permanecí inmutable a la espera de su penetración, a pesar de conocer el tamaño de su aparato. Me agradaba que mi padre fuese el primero en desvirgarme analmente, su glande se oprimía contra mi orificio con la intención de penetrarme, mi esfínter parecía dilatarse por las caricias y fricciones dadas por sus dedos. A pesar de nunca haber tenido sexo anal, eleve mi culo, como aceptando su intención, mientras me quitaba mi vestido, dejándome como dios me trajo al mundo.
Acariciaba mi espalda para darme tranquilidad mientras la punta de su pene permanecía oprimiendo mi acceso anal. Al pretender introducirlo, exhale un gritito de dolor, se detuvo de su propósito, y girándome llevo su miembro a mi boca para que se lo lubricase. No hacían falta muchas palabras, como una buena hija abrí mi boca acatando su pedido. Fue algo delicioso hacerlo, mi saliva lo lubricó, sin dejar de succionarlo, con entera satisfacción, me sentía alagada, quería hacerlo gozar más que las veces anteriores, mi boca trataba de alcanzar todo su tronco, llegándome al final de mi garganta, la que me producía arcadas, pero aguantaba y seguía mi labor, mi lengua lo dejo muy ensalivado. Cuando terminé de sorberla, me giré nuevamente quedando otra vez boca abajo, elevando mi trasero a la espera de la visita de su pene, en mi virgen conducto anal. Aunque comenzó a darme una serie de nalgadas , bastantes fuertes, donde mis gemidos no era de dolor sino de placer, Temblaba como una hoja, como si esa fuese la primera relación que tenía, que después de finalizar con ese sensual castigo, inmediatamente percibí su punta introducirse, algo más rápida, tomándome de la cintura, empujo, sintiendo un dolor más fuerte que el anterior, al que traté de no anunciarlo.
Lo sentía entrar dolorosamente centímetro a centímetro, usurpando poco a poco la intimidad de mi recto, presumo que cada vez más enrojecido por el elemento penetrador, hasta que el esfínter parecía latir, tolerando mejor la incursión, dilatándose aún más. Sentía las palpitaciones de su aparato reproductor a través de la membrana de mi recto, sus manos apretaban mis senos, hasta que al fin terminó de entrar y la cabeza se alojó profundamente, dejando sus testiculos pegados a mi ano, anunciando que sus 20 cm se cobijaban en mi recto. Mis gritos y gemidos parecía que lo provocaba, porque sus empellones se acentuaban, provocándome una sensación de ardor en mi recto ya algo afectado por tal violento acoso.
Era algo cruel sentir su falo metido hasta mis entrañas, dando la sensación de partirme, a pesar del dolor que me provocaba que lo soportaba, me encantaba ser tratada con ese ímpetu. Le rogué, que no se moviera, quería disfrutar su aparato en mi interior, mientras mi conducto se amoldaba a su tamaño Percibía los latidos de su falo en mi íntimo conducto, que no dejaba de hacerme vibrar. Estrechaba mi ano, aprisionando su verga, hasta que súbitamente empezó su impetuoso bombeo, fue fabuloso, lo hacía de una manera algo brutal, al punto de hacerme sentir una prostituta, no era como otra veces, era algo irracional, como si en ese contacto anal estuviese descargando su voracidad, en parte me asusto pero a su vez me incitaba esa comunión anti natura.
Cada vez que penetra su verga, mi cabeza se elevaba, esa circunstancia parecía excitar más a mi padre, quien me bombeaba con mayor violencia. El dolor y el goce se mezclaban, haciendo ese contacto en algo impresionante. Era todo tan delicioso, que si bien mi actitud era pasiva, recibía constantemente el ímpetu de su actividad, manteniendo mi cuerpo en un estremecimiento continuo.
Gritaba como desaforada, ese roce en las paredes de mi conducto, era alucinante. Exhalando, gemidos y gritos de placer hasta mi último aliento, cuando una maravillosa convulsión inundó mí ser. No tardé en tener un segundo orgasmo tan fuerte, al percibir el esperma de mi padre, colmando el recinto de mi recto. Después de haber eyaculado, su cuerpo extenuado cayó sobre mi espalda, sin quitar su miembro de mi interior, así permanecimos abrazados, hasta que no dormimos.
Continuamos así como amantes, esposos, o simplemente padre e hija por un tiempo, llegado el verano, decidí pasarla fuera de la cuidad, alejada, tal vez para recomenzar mi próxima etapa de mi vida, al llegar a casa después de los tres meses de las vacaciones, encontré a Leonor instalada en casa… no tenía mayor información, por lo que decido marcharme a vivir sola cerca de la universidad…
Palabras de la protagonista: Hay gente que juzga sin conocer la reales situaciones que las originan, opina y discrimina… sin embargo si bien siempre estuve enamorada de mi padre como cualquier hija, lo que llegue a hacer solo fue para sacarlo de una situación casi mortal, su angustia, pesimismo por la vida y sobretodo la depresión en la que cayo era necesario entregarle amor, no solo amor de alma sino carnal.
Al leerlo una y otra vez, fue a volver a vivir aquella experiencia, con la finura de las letras quede más que extasiada repitiendo en mi cabeza el hacer el amor con mi padre.
FIN.--