Guía Cereza
Publicado hace 1 año Categoría: Hetero: Primera vez 2K Vistas
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El papá de Mateo tuvo una conversación muy sería con él al otro día. Obviamente se había dado cuenta en qué andábamos, esos cachetes colorados no iban a ser por estar brincando en Mario Bross.


Le dijo a Karla que yo era muy chiquita y que no quería problemas con mis papás, a partir de ahora si queríamos estudiar tenía que ser en mi casa. Mi mamá no es tan alcahueta como la suya, siempre estaba pendiente y apenas terminábamos los ejercicios casi que lo sacaba de la casa. Ni siquiera nos daba espacio para robarnos un besito, eso sí las manos debajo de la mesa eran otro cuento.


Por más que traté de convencerlo para escaparnos y hacer real lo que tanto me soñaba, él no va a dar el paso hasta que cumpliera años, no había evolución más allá de sexo telefónico. Que tortura la mía, aún faltaba un trimestre para graduarme y otro mes más hasta mi cumpleaños en pleno diciembre.


Los meses más largos de toda mi existencia, nunca en mi vida, pensé que fuera posible masturbarse tantas veces al día imaginando ese momento, eso sí por mi propia salud mental y para no terminar deshidratada decidí no volver a tocarme por allá atrás en ese lugar prohibido.


---


Al fin era el día de mi cumpleaños, los tan esperados 18 años que te convierten en adulto y te dan licencia para comprar licor de manera irresponsable y tener sexo hasta morir. Ese día me levanté feliz, alegre y me preparé para todo, ropa nueva de adentro hacía afuera.


Me pare frente al espejo con mi ropa interior de encaje, coqueteando y seduciendo la figura del otro lado imaginando que era Mateo. No me quería ver como una niña, cambie por completo mi estilo de maquillaje, unos jeans bien apretados que resaltan mi mejor y trasero atributo, una camisa blanca sin mangas y unos tacones altos. Rimel, maquillaje oscuro, labios carmín y mi mejor perfume: por si acaso --en el cuello--, por si de pronto --entre los senos--, por si las moscas --abri el pantalón y rocíe las tangas--.


- Hoy es el día Agata, hoy te conviertes en mujer --me dije sonriendo y dejando un beso estampado en el espejo--


Mis amigos y amigas que tienen casi la misma edad fueron los primeros en llegar a eso de las 8 de la noche con sus padres. Estuvimos bailando, brincando y tomando un champagne que parecía más agua con soda, emborrachaba más un confite de anís.


Yo solo esperaba ver a una persona y era el único que no aparecía pese a que había puesto a mi madre a invitar a doña Karla como excusa. Alargaba la partida de la torta, disimulaba riendo y bailando, pero no dejaba de mirar la puerta esperando que viniera a rescatarme.


Casi a las 9:30 de la noche, sonó el timbre y corrí a abrir la puerta. Su mamá me saludó con un abrazo y se disculpó por Don Alfonso que aún seguía en el trabajo. Para mí solo era un blah blah blah blah blah, estaba hipnotizada por ese papacito de hombre que estaba detrás de ella todo arreglado, bien peinado y perfumado.


- Hola Agata, feliz cumpleaños --me pasó la mano por la cintura y me dio un beso en la mejilla-- estas hermosa

- Hola Mateo, gracias


Me entregó una caja de tamaño mediano con papel brillante y un moño rojo.


- Espero que te guste, ahorre mucho para comprarlo


Abrí el paquete de inmediato rasgando el envoltorio, era una calculadora científica programable, en esa época podían costar 2 o 3 veces lo que un smartphone ahora.


- Bienvenida a la Universidad

- Wow me encanta, gracias!


Le di un abrazó y un pico cerca de su boca de vuelta. Lo cogí de la mano para llevarlo adentro y me detuvo.


- ¿No la vas a abrir?

- ¿Acaso no es como la tuya?

- Ábrela


Destape la caja, saqué la calculadora y él me la recibió, voltee la caja y cayó en mi mano una pulsera de plata con un dije de una alita.


- ¿Te la pongo?

- Claro, me encanta


Extendí mi brazo y él me la colocó en la muñeca, mientras yo lo miraba a los ojos. Le di otro abrazó colgándome en su cuello y no me aguanté y le di un beso.


- Gracias

- ¡Agata!

- ¿Qué? nadie nos vio y su mamá ya sabe


Lo cogí de la mano y a doña Karla de gancho, los invité a entrar y corrí a mostrarle a mi papá la calculadora. Creo que él estaba más contento que yo de no haber tenido que sacar de su propio bolsillo lo que valía ese aparato.


Estuvimos bailando otro rato y no me despegué de Mateo, era demasiado obvio lo tragada que me tenía y mientras bailábamos nos mirábamos con esa risita coqueta. Subí la música disimulando estar contenta, pero era para poder hablar tranquila con él.


- Ya tengo 18

- Yo sé

- No me vas a sacar más excusas ¿cierto?

- No

- ¿Nos volamos entonces?

- No nos tenemos que escapar

- ¿Ah no y entonces?

- Relax yo me encargo


Bailamos uno de esos merengues eternos que junta una canción con otra de esos que te hacen arrepentir de llevar tacones. Al fin terminó, se apagaron las luces y apareció mi padre con la torta cargada y 18 velas encendidas, mientras todos me cantaban el cumpleaños en coro.


- Espera espera --dijo mi mamá-- piensa tu deseo antes de soplar


Era obvio que ya sabía lo que quería y con quién lo quería, es más creo que me delate demasiado cuando lo mire, los pómulos me dolían tratando de parar de sonreír. Cerré los ojos, tomé aire y exhale «quiero hacer el amor toda la noche con Mateo».


- No lo digas para que se te cumpla

- No madre, es secreto --hice mueca de cierre en los labios--


Prendieron las luces, repartimos la torta con gaseosa, yo me senté con mis amigas y Mateo se sentó con doña Karla y sus papás. Las personas se empezaron a despedir y solo quedaban mis tíos y primos estirados con los que la verdad no hablo mucho.


- Ha sido un placer --escuché que se despidió Mateo y se me enfrió todo ¿cómo así se va ir sin mí?-- hoy es la fiesta de fin de semestre y ya se me hace tarde

- ¿Mijo tan temprano? quédate otro ratito.

- No má, así vuelvo temprano

- Venga mija --me llamó doña Karla-- ¿por qué no invita a la niña entonces? --me volvió el alma al cuerpo--- a los 18 hay que bailar hasta cansarse ¿cierto Lucy?

- Eso sí --contestó mi mamá que ya estaba bastante contenta por el alcohol-- hasta que duelan los pies

- Si don Luis le parece bien --dijo Mateo a mi papá-- no tengo problema y obvio si Agata quiere


Mi papá no hizo muy buena cara, pero mi mamá lo convenció a punta de codazos "disimulados".


- Mateo ¿usted no ha tomado cierto?

- No señor solo gaseosita

- No vayan a tomar en esa moto

- No señor como se le ocurre

- Más bien --se sacó las llaves del bolsillo-- se van en el carro ¿usted tiene pase?

- Claro --interrumpió doña Karla-- si Alfonso le sacó el pase desde los 16 para el poder tomar jajajaja


Mi papá extendió las llaves y cuando Mateo las cogió, volvió a insistir.


- En serio, nada de beber

- Si señor

- Y me cuida la niña

- ¡Pá! Ya tengo 18 no soy una beba

- Usted va ser la niña de nosotros toooooooda la vida --dijo mi mamá--

- Tan lindos --les di un abrazo y pico en la mejilla-- los quiero mucho

- A las 12 acá --dijo mi papá--

- No cuales 12, se embobó a esa hora apenas están empezando --se volvió a meter mi mamá tomándose el resto del vino que le quedaba--

- Tranquilo don Luis que antes de que salga el sol estamos acá --le dijo en broma y mi papá lo miró rayado--

- Máximo a las 2 de la mañana

- Si señor, a esa hora o antes estamos acá


Salimos sin siquiera cogernos de la mano, como un par de vecinos cualquiera que se van de rumba y nos montamos al carro. Mi papá nos miraba desde la puerta esperando que arrancáramos.


- Mija, tiene el celular cargado --me gritó desde la puerta antes de montarme--

- Si pá, toda la batería y minutos

- Listo, me llama si necesita algo --me dio la bendición en el aire--

- Claro pá --hice la seña de la bendición para que él quedara tranquilo--


Mateo me ayudó a subir, cerró la puerta y dio la vuelta para montarse al lado del piloto.


- Parce, su mamá es lo más alcahueta de este mundo ¿ya le habías dicho?

- No, yo le iba a decir a tu papá que íbamos de rumba con tus amigas, las dejábamos en buenas manos con unos amigos de la U y después nos volvamos nosotros dos solitos, pero bueno, siquiera metió la cucharada

- jajajajaja si siquiera, así podemos estar juntos más tiempo

- ¿Dónde quieres ir a bailar?

- Yo no quiero ir a bailar


Nos reímos, giró las llaves de encendido y a la vuelta de la esquina se orilló para darme un beso.


- Lo siento, ya no aguantaba más, estas demasiado hermosa

- Yo tampoco --tomé su rostro en mis manos y lo volví a besar--


Reinicio la marcha descansando su mano en mis muslos cada que metía un cambio y yo ya me empezaba a acalorar.


---


Llegamos a un edificio en un sector bastante exclusivo de la ciudad, se anunció por el citófono con el portero y nos parqueamos en el sótano.


- ¿Dónde estamos? --lo miré extrañada--

- En un motel

- No, esto no es un motel

- ¿Ya conoces como son los moteles?

- No --se me subieron los colores a la cara-- pero esto no es un motel

- Es un apartamento de un amigo de la Universidad, me lo presto esta noche

- Osea que ya tenías todo planeado ¿y si te decía que no?

- Si quieres nos vamos para la casa, no tengo problema

- Ni loca, además ya pedí mi deseo

- Ah sí --se acercó a besarme-- ¿qué pediste?

- Si cuento --bajé la mirada y me mordí los labios-- no se me cumple


Se bajó del carro, me abrió la puerta y me ayudó a salir. Me abrazó por la cintura y se acomodó muy cerquita de mi cara.


- Agata, me he soñado este momento

- Ay Mateo, no te imaginas cuanto

- Si sé cuánto ¿acaso crees que no me daba cuenta como me mirabas cuando llegaba en la moto?

- Tan convencido, a mí me gustan las motos, eso era lo que veía

- Si claro, entonces por eso se puso rojita y salió corriendo ¿cierto?

- Tan bobo. Eso fue hace casi un año que era una niña, ya que soy una mujer y las mujeres no salen corriendo


Me dio un beso, me miró a los ojos y sonrió, entre cruzamos nuestras manos por primera vez como una pareja y pidió el ascensor. Me tomó de la cintura, presionó el botón del último piso y yo me recosté en su pecho mientras llegábamos. Dimos vuelta a la derecha y abrió la última puerta del corredor.


Un aparta-estudio, muy pequeño pero acogedor, en un solo espacio abierto: cocina, sala, comedor y un balcón ancho con una vista impresionante de toda la ciudad. Fue inevitable entrar y no ir directamente hacía allá.


Me apoyé en la barra mirando al infinito tratando de reconocer algunos lugares. Él cerró la puerta, bajó la intensidad de las luces, colocó música a volumen moderado y se acercó por detrás, pasando sus brazos por mi cintura, besándome el cuello y hablándome al oído.


- ¿Cómo me tienes guardado en tu teléfono?

- Mateo vecino

- ¿En serio? --iba dejar de abrazarme y lo tomé de las manos--

- Mentira, Mateo futuro novio

- ¿Ya lo puedes cambiar?

- ¿Por cuál? --me di la vuelta--

- ¿No crees que "Mi novio" se vería bien?

- Me gusta --rodeé su cuello con mis brazos, cerré los ojos-- mi novio


Nos besamos como un par de enamorados, suavecito, delicado, con amor y pasión, eso me encantaba de él daba pie al romance y si han leído hasta acá y aún no se han dado cuenta, eso soy, una romántica.


Estaba sonando una balada "Me gusta todo de ti" de Joan Sebastian y él me empezó a cantar y luego me llevó a la sala para bailar, juntó su frente a la mía, me miraba a los ojos y me cantaba con sentimiento. Se me erizaba la piel, una cosa es que me tuviera tragada, pero otra es que me hiciera enamorar, le callé la boca estampando un beso con todo mi amor, con todas mis ganas.


- ¿Me pellizcas? --me reí--

- Es verdad, me gustas, toda me gustas

- No quiero que nadie sepa

- ¿Por qué?

- Siempre hay alguien que se mete y no quiero que nadie lo haga, quiero estar asi toda la vida, enamorada como caminando en las nubes

- ¿enamorada?

- Si, enamorada de ti


Lo besaba con mi alma, me palpitaba el corazón con dicha y regocijo, sus labios eran como chocolate, sus ojos unas estrellas, sus manos como la seda y su voz, hay su voz cantando era lo que me tenía más que mojada.


- ¿Vamos a beber algo?

- Corazón, yo le prometí a su papá que no íbamos a beber

- Una copita y ya

- Además, quiero que estés completamente consciente de lo que quieres y de lo que haces

- Yo estoy completamente consciente de lo que quiero --agache la mirada apenada--

- Ah si --me levantó de la barbilla-- ¿qué quieres?


Lo hice sentar en uno de los muebles, me miró sonriendo, me le monté encima a horcajadas.


- ¿Dónde nos habíamos quedado? --le cogí las manos y las coloqué en mis nalgas-- creo que íbamos acá ¿no?

- Si --me beso con ternura y apretó sus manos-- más o menos


En segundos nos encendimos, nos tocábamos de arriba a abajo, nos llenamos de besos, la respiración agitada y mis gemidos ya se escuchaban más alto que la música. Le saqué la camisa, abrí los botones y metí mis manos acariciando su torso, sus pectorales, besándole el cuello, abriendo su correa y el botón de su jean.


- Agata, calma amor que tenemos toda la noche

- Yo sé, pero te dije que quería hacerlo ¿o no te acuerdas de la llamada?

- Nunca se me va olvidar


Él se levantó un poco, deslizando sus pantalones y su bóxer, dejando a la vista su miembro. Yo miré hacía abajo, me mordí los labios encantada por lo que veía. Cerré los ojos y empecé a acariciarlo mientras lo besaba. Si, era un poco torpe, era la primera vez que tenía uno en mis manos y no en mis pensamientos, pero lo disfrutamos.


Mateo me quitó la camisa y me hizo levantar las manos para sacarla. Me avergoncé un poco por mis senos pequeños y me tapé con ella.


- No, no hagas eso


Me la quitó despacio y me colocó las manos a los lados, se inclinó hacia atrás y me miró de arriba a abajo suspirando.


- Eres hermosa

- ¿Si te gusto?

- Demasiado, me encantas


Pasé mis manos hacía atrás, solté el broche del sostén y dejé que se deslizara lentamente por mi piel hasta quedar desnuda.


- ¿No son muy pequeños?

- Ay amor, son perfectos


Tomé su mano y la descargue sobre uno de ellos, estaban tibias y suaves. Me acariciaba con ternura sin dejar su cara de asombro, se inclinó hacia adelante y metió su cara entre ellas suspirando, pasando sus manos, sus labios. Sentí la calidez de su aliento en una de ellas, ni siquiera la tenía en su boca, solo respiraba sobre ella mientras la sostenía con su mano sintiendo como mis pezones se endurecían, cerré los ojos tirando la cabeza hacía atrás y cuando sentí su lengua mi cuerpo brinco de forma involuntaria.


- Ay Mateo


Metí mis manos detrás de su pelo, jugando con su cabello, sin poder controlar mis gemidos, porque cada que él chupaba sentía como si mi sexo fuera a explotar y no sabía si iba ser capaz de no venirme antes. Me abrí el pantalón y me lo iba a quitar sin cuidado y él me detuvo.


- Déjame verte


Me coloqué de pie y di unos pasos hacia atrás, a ese punto me sentía la mujer más hermosa en toda la faz de la tierra. Me quité los tacones y bajé el jean despacito, me encantaba su cara con la boca abierta y todo.


- ¿Te gustan? --le dije luciendo mis tangas de encaje--

- Si, te ves muy sexy

- Las compre pensando en ti


Metí los dedos en los elásticos para quitármelas y brincó del mueble a cogerme las manos.


- No, no mi amor, no me quites ese placer


Me acercó a él, me besó el vientre. Se terminó de quitar la ropa, me tomó de la mano y me invitó a acostar en el mueble y luego se hizo encima. Me corrió el cabello detrás de las orejas para poder verlo y besarme con pasión. Me encantaba poder sentir su piel contra la mía, su respiración, sus manos acariciando mis senos, delineando mi ropa interior y apretando mis nalgas, su perfume, su cuerpo, su miembro erecto rozándome las piernas.


- ¿Quieres que mejor nos vayamos a la cama?

- No --mire la ciudad a través del balcón-- me gusta acá

- ¿Si en algún momento no te sientes bien me lo haces saber?

- Si amor --le dije sin pensarlo y me dio un poco de risa--

- ¿Qué? --se rio--

- Nada, me pareció raro decirte así

- ¿Cómo? --me besaba el cuello camino a mis senos-- ¿amor?

- Si --respiraba agitadamente--

- Me gusta como lo dices --pasando en medio de mis senos besando mi piel hasta el ombligo--

- Si --cerré los ojos-- te gusta

- Mucho --me separó las piernas desde los muslos-- dilo de nuevo

- Si amor ---volví a reírme, ni me lo podía creer--


Me empezó a besar los muslos y ya me temblaba todo, me acariciaba por el contorno de las tangas con sus dedos y me respiraba con su boca y nariz en mi sexo. Ese calor era reconfortante y muy poderoso, me sentía como si estuviera preparando la caldera de una locomotora a vapor. Pasó su dedo pulgar sobre el encaje y salté por las "cosquillas" que me produjo, un corrientazo que me hizo arquear la espalda.


- Ay Mateo

- ¿Qué pasa cariño? ¿quieres que pare? --con tono irónico--

- ¡NO! ni loca

- ¿Entonces puedo seguir?

- Si amor


Me corrió las tangas a un lado, apenas y sentí su dedo pulgar pasar de arriba abajo por mi labio derecho y me tapé la boca para no gemir demasiado duro.


- No, no, no te tapes

- Es que --su dedo paso sobre mi clítoris-- aaaaahhhhhh --me tapé de nuevo--

- Te quiero escuchar

- No quiero que nos escuchen

- Corazón no estamos en mi casa, eso no importa


Por la cantidad de calor, intuía que su boca se estaba acercando a mi sexo, me beso con sutileza dejando que me acostumbrara a la sensación, mi vientre se contraía de la emoción marcando mis costillas y mis pulmones ni siquiera eran capaces de aguantar mucho aire.


Su lengua pasó de abajo a arriba separando mis labios externos, se detuvo justo antes de tocar mi clítoris, respiro llenándolo de calor y luego lo acarició sutilmente con la punta de la lengua.


- Ay mateo, mateoooo


No iba a poder aguantar, me tocaba una vez más así y me iba a venir, me daba vergüenza que eso me llegara a pasar tan rápido y apretaba las piernas tratando de contenerme, pero eso también hacía que él no pudiera alcanzarme.


- Shh shhh tranquila amor, relájate


Se separó y me miró a los ojos con una gran sonrisa, me levantó las piernas y me sacó las tangas. Me volvió a abrir las piernas y se inclinó hacia mi sexo, aun sin tocarme me repetía


- Relájate amor, no te contengas, si te quieres venir hazlo


En la mente me hablaba de forma sarcástica «¿qué si me quiero venir? Ay mateito estas que me haces explotar»


- Shhh shhh --me movía las piernas para que no las tuviera rígidas-- eso eso, relájate amor, solo disfruta


Con calma me volvió a llevar lentamente, besando mis muslos, alrededor de mi sexo, pasando su lengua entre la ingle. Me sostenía de donde podía, si no encontraba de donde me agarraba los senos y los apretaba.


- Shh shhhh, relájate --me volvía a mover las piernas--


Esta vez lo hizo más despacio, con calma, centrándose más en mis labios que en mi clítoris, eso me daba la posibilidad de disfrutar un poco más sin el peligro de explotar en su cara. Miraba al techo, sin poder entender completamente lo que sentía, mis manos y mis piernas perdieron la fuerza, era como si de repente estuviera levitando.


Él se bajó del mueble, colocó una de mis piernas sobre su cuello y empezó a besarla de lado como si se tratara de mis labios, succionaba uno y luego el otro, se sentían como cuando flotas boca arriba en el mar y te sacuden las olas con suavidad. Estaba en otro mundo.


Con sus manos separó mis labios y metió su lengua en mi agujero, la metía en punta lentamente y al sacarla la movía en círculos pasándola por todo el contorno. Tuve que cerrar los ojos y morderme la mano igual que lo hice esa noche entre el pulgar y el índice. Ahí estaba de vuelta esa sensación extraña, el hueco de mi trasero palpitaba al ritmo de mis pulsaciones, quería que se desviara solo unos centímetros, pero no era capaz de decírselo.


Tomó rumbo en dirección contraria y suspiré aliviada, hasta que sentí como envolvía mi clítoris entre sus labios y pasaba su dedo de arriba a abajo entre mis labios empapado en mis jugos. Mis piernas empezaron a temblar y luego perdí el control del resto del cuerpo, hasta los dientes me castañeaban.


- Mateo --coloqué una mano detrás de su cabeza-- mateo, amor, amor, mateo mat...


Su dedo entró con cautela, acariciando la pared posterior a mi clítoris, lo hacía suave y delicado, apenas y presionaba con la yema de su dedo. Sentía un calor que llegaba de todas las extremidades de mi cuerpo y se acumulaban en mi vientre. No era capaz ni de hablar ni de respirar, ahí estaba con la espalda arqueada, los ojos en blanco, la boca abierta y con un calor en todo el cuerpo que me quemaba.


Una luz blanca inundó mi mente, sentía como si mi vida, como si mi alma no tuviera cabida en mi cuerpo, como si hubiera sido expulsada por mi vagina. Abrí los ojos y la habitación daba vueltas, ahí estaba él acostado sobre mí, acariciándome el rostro y llenándome de besos. Lo abracé con todas mis fuerzas, necesitaba aferrarme de algo para dejar de temblar.


- Ay mateo, me voy a morir --el corazón me latía demasiado rápido como si se me fuera a salir del pecho--

- jajajajjaa no mi vida, no te vas a morir


Él me abrazó más duro y eso me ayudó a calmarme. Su miembro palpitaba en una de mis piernas, no quería esperar más.


- Mateo, quiero estar contigo

- Yo también hermosa --me acariciaba el rostro con ternura--

- Quiero --le abrí los ojos irónicamente--


Él trató de separarse y yo lo abracé con más fuerza.


- ¿A dónde vas?

- Por un condón

- No --me dio un poco de vergüenza-- quiero sentirte de verdad

- Amor, pero... --le coloqué la mano en la boca--

- Solo la primera vez, porfa


Mateo, se acomodó entre mis piernas y colocó su miembro en mi sexo lo mojaba con mis fluidos pasando su glande de arriba a abajo, lo acomodó y ajustó, podía sentir como me separaba los labios, mi cuerpo le daba la bienvenida, pero me asusté tanto que empecé a temblar.


- ¿Me va doler?

- ¿Ágata, es tu primera vez?

- Si --dije tartamudeando-- si, lo siento

- No no, hermosa, no te disculpes, solo que no lo sabía


Él se movía hacía atrás separando su miembro de mi sexo, acariciándome las mejillas y llenándome de besos.


- Relájate, hablemos primero ¿sí? ¿por qué estás asustada?

- No sé, es que creo que me va doler

- Si puede que te duela un poco amor, pero no es nada insoportable, en realidad es más placentero que doloroso, además yo estoy acá para cuidarte

- Lo sé, por eso quería que fueras tú el primero

- Ay mi amor, eres divina

- ¿Lo intentamos?

- ¿Segura? ¿estás bien?

- Si amor --le di un beso y sonreí--

- ¿Te quieres hacer arriba?

- No, amor, quiero que tú lo hagas

- Esta bien


Él se volvió a acomodar, lubricó su miembro con mis fluidos, se recostó sobre mí. Nos empezamos a besar, a acariciar, nos mirábamos a los ojos. Sabía que su miembro estaba ahí, pero ni siquiera me dejaba pensar en eso, me comía a besos y me enloquecía con sus caricias.


Fue demasiado paciente y espero con calma cada una de las etapas para que su miembro entrara prácticamente solo sin que él lo tuviera que meter a la fuerza. Era una sensación extraña, mi cuerpo iba en una disyuntiva que se preguntaba porque eso estaba en mi interior y porque a pesar de que dolía un poco me hacía sentir tan bien. Él se quedó quieto, espero a que abriera los ojos y me sonrió, luego movió sus nalgas hacía adelante y término de meterlo, me arranco un gemido que retumbó más allá de las paredes, cerré los ojos, mis uñas se clavaron en su espalda y monté una de mis piernas detrás de la suya.


- ¿Te duele?

- No, hazlo de nuevo


Sentir salir su miembro fue muy raro, como si tu cuerpo ya extrañara algo. Volvió a empujar sus nalgas y su miembro recuperó el camino que ya había recorrido. Maldita sea, era tan delicioso.


- Otra vez, hazlo


Era un movimiento uniforme, lineal, pero su pelvis iba de arriba a abajo y me tocaba en diferentes partes en el interior. Lo sacaba y extrañaba esa presión, ese calor, esa dureza dentro de mí y cuando regresaba mi cuerpo lo abrazaba con todo su deseo.


- Mi amor, mi amor


Mateo no paraba de besarme, de mirarme a los ojos, me tomaba de las nalgas y cada vez lo metía con más fuerza, pero a la misma velocidad. Ese calor se acumulaba de nuevo en mi vientre, sentía como si el palpitar de mis venas solo trabajaran para llevar toda la sangre hacia el mismo lugar.


Metí mi mano detrás de su cabeza entre su cabello, lo abrazaba con todas mis fuerzas, él gemía en mi oído y eso me volvía más loca. Ahora movía sus nalgas en círculos y su miembro entraba y salía en direcciones que no me esperaba, tocando cosas en mi interior que desconocía.


- Mateo, mateooo, amor amooooorrrrrrrrr aaaaaahhhhhhhh


Lo apreté con mis piernas y él no paraba de hacerme el amor mientras yo me venía, era imposible lo que me estaba pasando, cada que me lo volvía a meter sentía como si tuviera otro orgasmo, ya ni podía respirar.


- Agata, amor --me dijo un poco angustiado-- amor


Él estaba a punto de venirse, se estaba aguantando para no hacerlo adentro, trataba de separarme las piernas, pero yo no era capaz de soltarlo. Le clavé las uñas en la espalda y un último orgasmo me dejó sin aliento, él lo sacó apresurado y sentí su miembro bombear su semen caliente, desparramándose entre nosotros.


Los dos jadeábamos y reíamos, él me besaba con ternura y me acariciaba el rostro como si fuera su princesa.


- ¿Estas bien?

- No --con una sonrisa de oreja a oreja--

- ¿Te duele? --me dijo preocupado--

- No, estoy más que bien --me reí con el poco aliento que me quedaba--


Me abrazó descargando el peso de su cuerpo sobre mí, jadeando en mi oído tratando de recuperar las fuerzas al igual que yo. Nos acostamos de lado y él no paraba de mirarme, de acariciarme el cuerpo con la yema de los dedos.


- Gracias, por ser tan lindo

- Contigo no podría ser de otra forma

- No voy a olvidar esto ¡NUNCA!

- Créeme que yo tampoco


Nos dimos un abrazo fuerte y al separarnos sentimos nuestra piel unida por el pegote de su semen.


- ¿Nos bañamos?

- No, todavía no, déjame sentirte


Se acostó boca arriba, yo me acosté sobre su pecho, él dibujaba en mi espalda con sus dedos y yo con mis dedos en su semen, nunca había sentido ese tipo de textura, pero con el viento del balcón se empezó a secar y cambiar a una consistencia más pegajosa.


Mire su reloj. Maldita sea ¿por qué el tiempo pasa tan rápido cuando quieres que se detenga?


- ¿Qué hora es?

- La una y media

- Agata, me va matar su papá

- Relax que ya debe de estar borracho

- No creo, le apuesto a que no se va a dormir hasta que no llegues

- Es verdad


Nos metimos a la ducha, él me enjabonó y me enjuago mientras yo me preocupaba por mantener mi cabello seco, me pasó una toalla y me sacó. Iba a cerrar la puerta y yo la detuve mirando su miembro que colgaba sin fuerza.


- ¿Acaso no puedo ver?


Él sonrió y se metió a la ducha, embadurnándose con jabón de la forma más sexy posible. Si antes me deleitaba viendo como pasaba vestido en la moto, ver como se bañaba completamente desnudo era todo un placer. Sus brazos, sus piernas, su espalda, sus bíceps y hay dios tengo que confesar me encantaba su miembro, se veía tan delicioso con la cara debajo del agua.


---


Salimos en toalla a la sala y nos comenzamos a vestir, me coloqué las tangas y cuando lo vi secándose el cabello alocadamente su miembro se meció de lado a lado, me provocó un poco de risa, era como ver a un bebe elefante.


Igual no me aguante, me hice de rodillas mirándolo a los ojos y acariciando su miembro.


- Agata

- ¿Qué?

- ¿Qué haces?

- ¿No puedo?

- Agata, ya nos tenemos que ir


Empecé a darle lametazos en el glande y su miembro empezó a reaccionar, lo metí dentro de mi boca y mientras chupaba iba sintiendo como crecía y se endurecía. La verdad no sabía muy bien lo que hacía, me guiaba por lo que me habían contado mis amigas. Me encantaba ver las venas todas brotadas y seguirlas con la punta de la lengua, mi sexo se mojó de inmediato cuando me metí sus bolas a la boca y empezó a gemir.


- Vamos Agata, no quiero problemas con tu papá

- No nos demoramos

- Necia

- Si, mucho


Lo empujé en el abdomen para que cayera sentado y lo miré con cara de hambre mientras me montaba a horcajadas. Me corrí las tangas a un lado, agarré el miembro con la mano y me lo acomodé para meterlo logrando meter solamente su glande antes de que me tomara de la cintura y me detuviera.


- En serio, vamos

- ¿Y si consigo más tiempo?


Hizo mueca de duda, pero le gustó la idea. Me estiré para tomar mi teléfono sin que se me fuera a salir y al regresar aproveché para descargar el peso y terminar de meterlo, cerré los ojos y sonreí.


Le escribí un mensaje de texto a mi mamá "Má la fiesta está buenísima y todavía no me duelen los pies jajajaja ¿me puedo quedar un rato más?". Se lo mostré, tiré el teléfono a un lado y lo empecé a besar.


El no dejaba de mirar el teléfono y aunque lo obligaba a verme, hacía repulsa con su cuello, esperando la respuesta.


- ¿Acaso no quieres? --lo miré enojada--

- Es que no soy capaz de concentrarme sin...

- Esta bien


Agarré el teléfono haciendo pucheros. En esa época era un fastidio, porque no podías saber si lo había leído o al menos si estaba escribiendo, solo te quedabas ahí mirando la pantalla y esperando.


Brincamos de susto cuando veo que en vez de mandar un mensaje me estaba llamando. Nos mirábamos sin saber que hacer, porque si contestaba de una se iba a dar cuenta de que no estaba en ninguna fiesta. Mateo reaccionó rápido, estiró la mano y le subió el volumen a la música. Le sonreí mientras presionaba la tecla verde y me tapaba un oído para poder escuchar.


- Hola má, no te escucho casi

- Hola mi vida, ¿estás pasando bueno? --me respondió gritando--

- Si má, estoy pasando muy muy --moviendo mis caderas-- muy bueno


Mateo fruncía las cejas para que me portara sería y me quedara quieta. Sinceramente creo que era mi forma de calmar los nervios que me daba esa llamada, nunca en la vida me imagine estar teniendo sexo y hablando por teléfono con mi mamá.


- ¿Qué bueno mi amor? ¿Están tomando?

- No má, solo bailando -- sin ropa, pero es una forma de bailar-- y pasando rico

- ¿y Mateo? ¿si te está poniendo cuidado?

- Claro má, no nos hemos despegado toda la noche --literalmente--

- Que rico mi amor

- Má --con voz mimada-- pero no me quiero ir todavía, ¿me puedo quedar un rato más? porfis porfis porfis ¿siiii?

- Solo una hora más ¿listo?, yo hablo con tu papá

- Gracias má, te quiero mucho


Colgué la llamada y respiré profundo por haber salido bien librada de esa mentira. Mateo le bajó el volumen y cogió mi teléfono para asegurarse de que si estuviera bien colgado.


- ¿Estas locas?

- Si, por ti

- ¿Ahora sí? --tome su rostro entre mis manos y los bese con pasión--

- Ahora si mamacita


Me cogió de la cintura y me atrajo hacía él, sentí como su miembro me entraba más de lo que imaginaba y me dolió un poco, pero cerré los ojos y me mordí los labios.


- Ay amor que rico es esto


Abracé su cabeza, acariciando su cabello, su cuello y su espalda. En un instante me tenía loca a punto de volver a llegar «¿maldita sea porque me provoca esto tan fácil?», se metía mis pezones en la boca y me movía de la cintura para llevar el ritmo.


- Ay amoooooooooohhhhhhhhh


Ni siquiera creía posible que me fuera a venir tan rápido después de la forma en que ya me había hecho venir con su lengua. Ese orgasmo me puso peor de caliente y esta vez fui yo la que empezó a marcar el ritmo.


Se sentía diferente en esa posición, entraba y salía un poco más fuerte y crudo, pero me gustaba un poco más esta combinación entre sexo y pasión, no era capaz de parar, no quería parar. No me importaba si me escuchaban o no, no tenía cabeza para pensar también en eso.


Lo besaba, le mordía los labios y le gemía mirándolo a los ojos. Él se apoyó en el respaldo del mueble, me gustaba su mirada morbosa, mirando mi cuerpo y mis caras mientras estaba encima de él.


- Me encantas mamacita hermosa


Estaba a punto de venirme de nuevo, lo abracé y traté de quedarme quieta unos segundos, pero eso fue peor, él solo movió su pelvis unos centímetros y una serie de espasmos me delataron. Lo besé y miré a los ojos algo apenada.


- No mamacita, me encanta


Me agarró de la cintura y en plenos espasmos el me penetraba sin parar, yo apretaba inconscientemente cada que entraba y vi su cara de placer, le gustaba. Sus manos fueron a parar a mis caderas y desde allá me atraía hacía él, movía más y más rápido mi cuerpo, sus manos fueron bajando hasta agarrarme de las nalgas y enloquecí.


Definitivamente algo pasaba con esa parte de mi cuerpo que me hacía enloquecer y fue peor cuando las agarraba con sus dedos y las separaba. Mi culito de nuevo estaba palpitando y si me llegaba a tocar ahí me iba a morir. Sus dedos en cada apretón iban más cerca, más cerca, más cerca y más cerca, no llegaban a donde quería y me daba vergüenza pedírselo.


Nos movíamos de forma salvaje y gemía sin control. No entendía cómo pude vivir antes sin esto y cómo no lo había probado antes, esto era el paraíso.


Su último apretón estuvo tan cerca que podía sentir como se separaban los pliegues anales, ese calor que antes sentí se empezó a acumular en mi vientre, se iba acumulando la energía desde cada extremidad, cerré los ojos y sentí como si me cayera un rayo.


- Ohh ohhhh aaaayyy aaaayyyyy ddddddddioooooooooooooooooooooooosssssssssssss


Abracé su cabeza, metiéndola entre mis pechos, ni siquiera sabía que me estaba pasando, pero mi sexo no paraba de bombear, casi como la sensación del primer orgasmo, pero no había terminado uno y seguía otro y otro y otro y otro. Apretaba mi sexo esperando que la sensación se detuviera, pero al contrario se hacía más intensa, brincaba como si me cogiera la luz y luego todo el cuerpo me empezó a temblar.


Mateo me abrazó y trató de quedarse quieto, solo me acariciaba el cabello y con su otra mano me acariciaba la espalda, esperando pacientemente a que todo pasara. No era capaz de abrir los ojos, me sentía avergonzada por no haberme podido controlar. Trató de poner su rostro frente al mío y yo lo abracé más fuerte tratando de evitarlo.


- Shhh shhh --me acariciaba la espalda con dulzura-- déjame verte amor

- No, me da pena

- ¿Pena? ¿por qué si no hiciste nada malo?


Aflojé mis brazos y lentamente me hice frente a su rostro. Él me corrió el cabello detrás de las orejas, me acariciaba las mejillas y me llenaba de besos.


- Perdóname

- No tengo nada que perdonarte ¿estás loca?

- Me deje llevar y...

- Esa es la idea amor, disfrutar al máximo

- Tu ni siquiera te has venido

- No y no me importa, me acabas de dar el regalo más grande de mi vida y yo no soy el que está cumpliendo años

- ¿En serio?

- ¿En serio? dices --se ríe y me contagia-- estas locas mi amor


Me empecé a mover, no quería que él se quedara sin terminar, pero para serles sincera mi sexo estaba tan encalambrado y adolorido que no se sentía bien.


- No no no, quédate quieta --me abrazó-- ven acá déjame escucharte --pegó su oído a mi corazón--

- Pensé que se me iba a salir

- Aún está que se te sale

- Amor, no quiero que quedes empezado

- No te preocupes amor, además no teníamos condón


Con las pocas fuerzas que me quedaban, me levanté y acomodé de rodillas a un lado de él en el mueble.


- No te voy a dejar así

- No hace...


Me incliné metiendo su miembro en mi boca y él se quedó callado. Traté de simular con mi boca los mismo que con mi sexo, apretando al entrar y un poco más suelto al salir.


- Ufff Agata, me matas


Su miembro estaba completamente empapado con mis jugos, podía oler y saborear mis orgasmos. Recordé que una amiga me decía que les encantaba que los masturbaran a la vez y jugaran con sus bolas y por la forma en que gemía parecía ser verdad.


En ese momento se me vino a la mente esa conversación que tuvimos en clase de química sobre el sabor del semen. La gran mayoría no le había gustado por la sensación viscosa. Solo a Caro y Milena decían que era lo más delicioso del mundo y que les encantaba mamar a los novios para que se vinieran en la boca.


- Agata, Agata, amor amor amor


Yo sabía que significaba eso, trató de quitarme con las manos, pero estaba decidida a probarlo por mí misma y al contrario con más fuerza apreté mis labios.


- Agata amor, me voy a..... aaaaaaaaahhh aaaaaahhh aaaaaaaaaaaahhh


Su miembro se puso duro, duro, dejó de palpitar por un instante. Sus bolas se contraían, su miembro escupía en mi boca un líquido viscoso y caliente que no me parecía para nada desagradable. La verdad me gustaba su sabor y me encantaba como brincaba cada que se lo volvía a chupar después de venirse.


Me levanté a mirarlo, me limpié la boca con los dedos y me reía mientras terminaba de tragar su semen.


- Ay Agata ¿dónde estuviste toda mi vida?

- En la casa del lado pendejo


Nos soltamos a reír, él se recostó en el mueble abrazándome y yo me acosté frente a él. No paraba de acariciarme con la yema de sus dedos por todo el cuerpo, darme besos y mirarme a los ojos.


- Te quiero mucho Ágata, me encantas

- Yo también te quiero mucho mi novio


El corazón no me cabía en el pecho de la emoción. Esta había sido la noche más perfecta y hermosa del mundo, no quería que terminara.


- Amor, ya nos tenemos que ir

- Noooooo --le hice cara de puchero-- ¿deberíamos dormir juntos?

- Ojalá mi muñeca, ojalá

- No me quiero separar de ti --lo abracé encaramando una pierna detrás de sus nalgas--

- Yo menos, pero no quiero que la primera noche de novios y tu papá me quede odiando, prefiero llegar a tiempo y ganarme la confianza del suegro

- ¿Recuerda lo que te pedí? No quiero que nadie sepa, por favor

- Yo no le voy a contar a nadie mi vida

- Ni lo que pasó, ni que somos novios ¿listo?

- ¿Por qué no? si yo le quiero decir a todo el mundo que eres mi novia

- No quiero que nadie se meta entre nosotros ¿sí? please

- Esta bien, voy a guardar el secreto


Nos dimos el ultimo duchazo rápido para quitarnos el olor a sexo, nos vestimos a toda prisa y arrancamos para la casa. Él se detuvo unas cuadras antes para podernos dar los últimos besos y meternos manos por donde más íbamos a extrañar.


- Me prometes, que vamos a repetir esta noche

- Te lo prometo muñeca, no veo la hora de volver a estar juntos


---


Llegamos 15 minutos antes de la hora y como era de esperarse mi papá tenía las luces prendidas esperando que llegara. Mateo me llevó hasta la puerta de la casa y esperó a que me abrieran.


- Don Luis --le entregó las llaves del carro--, buenas noches, acá le traigo la cumpleaneañera cansada de bailar, pero sana y salva

- Gracias Mateo, que descanse


Solo nos dimos una mirada y él bajó caminando las escalas volteando a mirarme cada rato y agitando su mano. Mi papá obviamente me vio la cara de estúpida enamorada.


- Es buen muchacho ese Mateo ¿cierto?

- Si pá, muy caballeroso y educado

- Venga --me abrazó por la cintura-- vamos a dormir mija que hay que descansar


Me acompañó hasta la habitación, me dio un beso en la cabeza como lo hacía desde pequeña y me miró con los ojos aguados.


- Ya se me creció la niña

- Ay pá


Le di un gran abrazo, me señalo mi mesita de noche y estaba una pequeña cajita con un moño. Cerró la puerta y se despidió.


Me senté en la cama, tomé la pequeña caja y la abrí, era un papel doblado con uno de los dibujos que le hice cuando estaba en preescolar y al fondo de la caja escrito:


"Siempre vas a ser mi pequeña princesa. Ahora que empieza tu vida de adulta, recuerda que puedes contar con tu papá. ¡Te amo!"


Se me salieron las lágrimas, me sentía un poco mal por haberle mentido. Él sabía que no estábamos bailando y de alguna forma me quiso recordar que podía confiar en él y siempre iba a estar ahí para mí. Acababa de darle el cierre perfecto a una noche maravillosa que nunca voy a olvidar.


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Escrito: Agata

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