Guía Cereza
por: masterturgon Publicado hace 1 año Categoría: Sadomasoquismo 998 Vistas
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Algunos jueves en la noche Alice nos tiene acostumbrados a hacernos visitas sorpresa. Ya estaba preparando la cena cuando escuché el timbre.


- ¡Hola ama! --me saludo apoyada al marco de la puerta con sus ojitos coquetos y una botella de vino en la mano--


- Hola cachorra --la tomé de la cintura y le di un gran beso--


Por lo general la hago que se acomode en un rincón a esperar a que llegué su amo, pero esta noche estaba tan sexy y deliciosa que no fui capaz.


La hice pasar y se sentó al otro lado de la barra. Mientras yo terminaba de preparar la cena le pase un sacacorchos y un par de copas para que sirviera. Ella estaba feliz por haberse ganado un mejor lugar esta vez.


Apagué el fuego, tapé las ollas para que no se enfriara la comida y miré el teléfono extrañada porque Axel ya debería haber llegado. Justo antes de guardarlo en el bolsillo me vibro en la mano. Lo levanté contenta, esperando que fuera él, pero me decepcioné cuando vi el nombre de mi nueva jefa.


Ella había olvidado decirme que tenía que firmar unos papeles para enviar un contrato a primera hora con los abogados. Así que le escribí a Axel, sin decirle nada sobre la visita de Alice


- ¿Amor te demoras?

- No, estoy a 20 minutos en un trancón del demonio

- Tengo que ir a la oficina a firmar algo. La cena está preparada no la dejes enfriar

- Ok


Mi nuevo trabajo está a unas cuadras caminando y creo que por eso abusa mi jefe. Pasé por encima de la barra para darle un beso a Alice y se me ocurrió una idea.


- Esa risita me la conozco --me dijo--


Sin perder tiempo la cogí de la mano y la llevé al fondo del corredor donde hay una pequeña mesa que usamos para poner flores y un espejo redondo con borde negro en la parte superior.


Yo misma la desnudé a toda prisa y me encontré con unos deliciosos panties con transparencia tipo cachetero de color blanco y un fino encaje. Me gustaba como se le veían, aparte que resaltaban demasiado su delicioso trasero. Le terminé de quitar el resto y la dejé solo con sus deliciosos panties.


De espaldas a la puerta de entrada la hice apoyar con los codos en la mesa. Agarré toda su ropa del suelo y la tiré dentro del armario sin cuidado. Saqué una soga y una barra extensora.


La primera la pasé por debajo de la mesa dando vueltas en las patas y luego la subí hasta sus muñecas y las anudé juntas. Me hice detrás de ella le abri las piernas y metí mi nariz entre su sexo para olerlo, gimió encantada. Coloqué la barra separando sus piernas y cerré los grilletes apretando las correas a la altura de sus gemelos.


Me retiré un poco hacía atrás, apoyando mi mano en el mentón y el índice sobre mis labios. Se veía y me gustaba, pero aún le hacían falta algo más, la sazón. Corrí de nuevo al armario y saqué unos cuantos accesorios.


Me acomodé desde atrás empujando mi pelvis empujando su trasero, abrió la boca para gemir, le metí la bola en la boca el gag con la bola más grande que encontré y ajusté las correas detrás de su cabello. Encendí un pequeño huevo vibrador y mientras le metía la lengua en el oído, metí mi mano por debajo de su cuerpo y jugué por encima de su panti sobre su clitoris, cerró los ojos gimiendo. Metí mi mano entre su ropa interior, pasé un dedo y ya estaba bien mojada, le acomodé el huevito para que el roce la enloqueciera, pero sin que se lo pudiera meter.


Di unos pasos hacia atrás para verla, mientras me chupaba el dedo y saboreaba sus jugos.


- Ahora sí, perfecta


Me encantaba como juntaba sus piernas tratando de soportar la vibración. Ese culito se veía demasiado delicioso y no me pude resistir en darle una buena palmada que le quedara marcada, necesitaba que Axel supiera que de alguna forma esta noche ella había sido primero mía. Sin quitarle la mano y apretando con mis dedos sus nalgas le dije en voz alta.


- Asegúrate de que Axel coma y luego me pasan a recoger


Ella asintió con su cabeza y salí corriendo a toda prisa para tratar de recuperar el tiempo. Demás que mi jefa ya estaba renegando por mi demora.


---


Había tenido un día pésimo y ese trancón me había dejado peor de agotado y malgeniado. Solo quería comer y darme una buena ducha de agua tibia antes de ir a dormir. Abrí la puerta y me cogió un ataque de risa, de repente se mejoró mi día al ver a Alice al final del corredor. Ahora tiene sentido el mensaje de Ágata.


Cerré la puerta más rápido de lo que quería porque escuché la campanita del otro ascensor llegar al mismo piso, la verdad no me disgustaba compartir semejante visión con otras personas, pero mis vecinos no son muy sociables que digamos.

Aunque la tentación de ir a follarme a mi regalo era demasiado, el delicioso olor me llevó a la cocina. Al ver las delicias que había preparado y la copa de vino que me dejó servida, no sabía si me había dejado a Alice como comida o como postre. Igual me estaba partiendo de hambre así que tomé un plato, una cuchara y me serví un poco de cada cosa. Me paré al otro extremo del corredor y decidí comer de pie disfrutando un poco más esa delicia.


Me encanta ver esas piernas gruesas que se necesitan para sostener ese gran trasero, pero lo que más me llamaba la atención era ver ese delicioso triangulito que se asomaba entre sus muslos y sus glúteos. Cuando se alcanza a ver su sexo cubierto por esa pequeña tela de su ropa interior me pone a mil y me dan ganas de hacerle de todo.


No me tomé la delicadeza de trinchar la carne, la agarré con las manos y le arrancaba pedazos a mordiscos pensando en hacer lo mismo con ella. A mi miembro le empezaba a gustar la idea y se endurecía preparándose para el postre. Me chupé los dedos, llevé el plato a la cocina y aproveché para lavarlos y asearme las manos.


Caminé lento a través del corredor, deleitándome con la vista. Me apoyé en el marco de la puerta de la habitación para que ella me pudiera ver. Ni siquiera me miró a los ojos, fue directo a mi entrepierna y de sus labios escurrió un brillante hilo de saliva.


- Pobre cachorra, siempre te delatas tan fácil


Bajé mi mano por la espalda hasta sus nalgas. Las apreté con fuerza y me miró con dicha a los ojos curvando las cejas. La agarré del pelo y me froté el miembro sobre el pantalón con su cara.


Mi mano caminaba por su espalda, iba por sus pezones y los retorcía un poco, bajaba hasta sus panties caminando sobre la tela transparente, dibujando figuras para enloquecerla. Liberé su cara levantándola del cabello y soltándola como una cosa, como el tipo de cosa que me gusta usar para mi placer.


Me hice detrás para poder verla mejor. Metí mi mano entre sus nalgas con el índice hasta su sexo y el pulgar en su delicioso culo que se podía ver a través del panti. Estaba empapada y hasta algunas gotas bajaban por sus muslos. Ágata ya había estado por acá y ese juguetito suelto por ahí era la cereza del postre. Pasé mis cuatro dedos hacía adelante empujando el huevito contra su sexo, lo fui llevando y como por arte de magia el solito se metió en su vagina.


- Creo que estabas más hambrienta que yo


Se retorció un poco, juntando sus rodillas y como si una canilla se abriera y me terminara de empapar los dedos. Saqué mi mano para verla y brillaba con sus jugos. La sequé en su rostro sin tener tacto.


Me hice de cuclillas tras ella, con su gran trasero a la altura de mi cara y me tomé el tiempo para verla y tomarle algunas fotos con mi teléfono.





- Sí, definitivamente tengo que compartir ¿puedo exhibir a mi cachorra?


Ella me volteó a mirar sobre el hombro, me confirmó moviendo su cabeza. Tome varias fotos en diferentes ángulos donde la pudieran apreciar, pero sobre todo antojar. Esos panties todos mojados iba a ser todo un disparador de fetiches, deleite y pajas. Las publique en twitter con el hashtag #postre #cachorra.


Coloqué el teléfono en el piso, lo acomodé entre sus piernas y empecé a filmar así le podía devolver el favor a Agata más tarde.


Subí las manos acariciando sus piernas desde los tobillos hasta sus caderas, metí los dedos a los lados de sus panties y los empecé a bajar desesperantemente despacio. Me encanta hacerlo porque la saca de quicio.


Sus nalgas iban apareciendo por encima con la piel de gallina, hasta que su delicioso asterisco hizo acto de presencia. Se contraía y relajaba, palpitando de emoción como si me estuviera tirándome besitos.


Como buen amo y atento a sus señales, decidí no bajar más su ropa interior, igual era claro lo que quería. Le abrí las nalgas, le pase solo la punta de la lengua acariciando en círculos los pliegues y luego me ocupe de llenarla de saliva. Más gotas bajaban por sus muslos, eso quería decir que mi instinto era correcto.


Me levanté y ella volteo a mirar sobre el hombro para ver cómo me quitaba el cinturón, levantando su trasero esperando el acostumbrado azote, pero frunció sus cejas cuando lo tiré al suelo. No me gusta convertirme en alguien predecible.


Me bajé el pantalón hasta las rodillas y cubrí con saliva el glande escupiendo en mi mano. Lo coloqué por debajo de sus piernas, justo en su sexo húmedo y tibio, empujando a través de sus panties metiéndolos un poco la tela dentro de su vagina.


Sabía que no iba a poder entrar demasiado y hasta sentía un poco la vibración del huevito en mi cabeza, pero me daba tiempo para enloquecerla y llenarme la boca de saliva. Solté una espesa línea en su culo, subí mi miembro y con el glande resbaladizo empujé cuidadosamente hasta meterlo por detrás.


Ella gemía encantada, su espalda se estiraba, su cuello se levantaba y apoyaba su frente contra la pared. Movía su trasero hacía atrás y renegaba porque no terminaba de meterlo. Me encanta hacerla sufrir, que se desespere por querer tenerme adentro.


Cada que ella se movía hacía atrás se lo sacaba como castigo y le pegaba con mi miembro en las nalgas. Le pasaba el miembro entre las nalgas, masturbándome con ellas y cuando me cansaba volvía a buscar su asterisco y meterle solo el glande. Ella no se daba por vencida y tocó castigarla varias veces, con una mano sostenía sus nalgas para que no pudiera empujar hacía atrás y con la otra me agarraba el miembro y la levantaba como un gancho de pesca viendo como la piel de su trasero se levantaba y la enloquecía.


Me gritaba cosas y seguro me estaba puteando, lástima que el gag no me dejara escuchar lo que decía, me encanta cuando se vuelve grosera y altanera. Al fin entendió que lo mejor era quedarse quieta y me dejó disfrutar de solo penetrarla con el glande, metiéndolo y sacándolo despacito, me encanta esa sensación de presión que solo se siente cuando te comes un delicioso culito.


Ya estaba relajado, casi en automático con los ojos cerrados y le iba metiendo un poquito más. En un descuido ella levantó sus nalgas, empujó hacia atrás y se lo alcanzó a meter casi por completo. Volteó a mirarme sonriendo con su carita de picardía.


Me enojé y ella lo podía ver claramente en mi frente arrugada y mis cejas juntas. Se lo saqué y le di un par de nalgadas que hasta las manos me quedaron con un hormigueo que no se quitaba.


- Te quería tratar bien cachorra, pero no te dejas


Ella volteó la cara y se agarró apretando sus manos contra la mesita. Sabía que lo que seguía, se lo había buscado, sabía que iba a doler, pero precisamente era lo que estaba buscando. Le encanta que me la folle como una perra, sin nada de cariño o compasión.


Le separé las nalgas, quería ver su culito bien abierto antes de partirlo en dos. Acomodé el glande en posición, me agarré de sus caderas con ambas manos y se lo metí de un solo empujón tan fuerte que hasta su cabeza sonó al golpearse contra la pared y los pies le quedaron en el aire.


Aún con el gag pude distinguir su grito de dolor. La sostuve unos segundos, empujando con mis caderas un par de veces y luego la dejé caer. Me volteó a mirar sobre él hombro, con algunas lágrimas en los ojos, pero de dicha, a la muy maldita le había encantado.


- ¿Eso es lo que quieres? --se lo volví a meter hasta el fondo--

- Aaahhhhmmmm

- Si yo sé, así es que te gusta, duro como una perra


Me enrollé su pelo en la mano, la empecé a follarla duro y fuerte sin compasión alguna, sin pensar en su dolor o su placer, solo en mi satisfacción. Ya no me importaba, solo quería sacarme todo lo malo que había tenido en el día.


Jalaba tan fuerte su cabello que frente se levantaba y golpeaba contra la pared. Cada que se lo metía su sexo se acercaba más a la mesita y el sonido de la vibración me indicaba que su sexo estaba justo presionando contra el borde. Aprovechaba para empujarla más duro.


El jalé del cabello hacía abajo en dirección a sus nalgas, para poder que su cabeza se fuera hacía atrás y poder verla desde arriba.


- Eres mi perra --plasf-- mi cachorra, eres mi propiedad


Los ojos se le fueron hacía atrás, sentía como me apretaba el miembro con el trasero cada que tenía un orgasmo. La empujé hacia adelante y su cara quedó pegada al espejo, respirando aceleradamente y empañándolo. Ella solo podía verme con uno de sus ojos porque el otro estaba contra el espejo. Mi cara era de furia, de rabia, pero por algún motivo ella sonreía al verme así.


Sus nalgas se movían como olas en una tormenta, sus senos brincaban disparejamente de un lado a otro. Sabía que ya había tenido varios orgasmos porque su ojo se entrecerrada y arqueaba su ceja. Me la culeaba tan duro como quería, ella sin fuerzas en sus piernas y manos se empezó a resbalar dejando una línea de saliva en el espejo. La jalé del cabello para separarla del espejo y me pudiera ver claramente.


- ¡TOMA MALDITA PERRRAAAA!


Tuve un orgasmo delicioso, le llené todo el culo con unas cuantas ráfagas de leche y continué penetrándola hasta que la adrenalina ceso y quedé jadeando apoyado en su espalda con mi peso encima lo que le provoca peores espasmos por la presión del borde de la mesa contra su sexo.


- Ufff me encanta darte por el culo cachorra


Me separé abriéndole las nalgas para poder ver cómo le sacaba el miembro. Me encanta ver como su culo dilatado vuelve titubeante a la normalidad. Un líquido blanco y espeso empezó a brotar cayendo lentamente como lava caliente en sus panties armando un pozo de semen.


- Ahí tienes tu postre cachorra


Levanté sus panties dejándolos bien arriba. Le solté una de las manos mientras me aseaba en el baño y ella se soltaba.


- Vamos por Agata

- Amo, pero me puedo dar una ducha rápida --me dijo tratando de acomodar su mandibula después de tener tanto tiempo el gag--

- No --a secas--

- Pero es que...

- ¡Que no!

- Si amo, como usted quiera


Ella levantó los hombros, sonrió y fue a buscar su ropa. Le di un beso antes de salir de la caza y separando sus nalgas para que bajara un poco de semen por sus muslos.


---


Esta vez la hice caminar delante de mí, como si fuéramos extraños. Quería ver cómo reaccionan los demás al sentir su olor a sexo al pasar entre las terrazas de los restaurantes y los tumultos de gente. Por lo general se roba unas cuantas miradas, pero hoy era como si tuviera un letrero en la frente que gritaba: ¡SEXO!


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Escrito: Axel

Edición: Agata


Inspirado y dedicado a nuestra dulce y deliciosa Alice.

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