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A mí todavía me parece gracioso que traten de ponerle otros nombres para adornar lo que hacemos: prepago, acompañante, escort. Desde que empecé a hacerlo sé muy claramente lo que soy: una puta. Eso sí una puta exclusiva, de las que se dan el lujo de cobrar caro y elegir sus clientes.
Me he construido una muy buena "reputación" entre las personas de alta alcurnia por mi discreción y porque se pueden encontrar conmigo en cualquier lugar sin que los delate con una pinta bien loba que grita con luces de neón: ES UNA PUTA. Al contrario, soy educada, tengo encima una carrera de administración de empresas, sé hablar 3 idiomas: español, inglés y alemán. Además, me visto bien, elegante. Inclusive tengo clientes con los que me he reunido estando con sus esposas en el club para cerrar el trato y se quedan con la idea de que soy una ejecutiva y empresaria. Algo no muy alejado de la realidad.
No sigo el estereotipo repetido de moda, me gusta llevar la contraria, no verme igual a todas y eso les encanta a mis clientes, que ni de cerca me vean parecido a sus esposas ni mucho menos a sus mozas. Soy trigueña, de esas que con 5 minutos al sol adquiere un hermoso color canela. Mido 1.78 y el señor me ha regalado un cuerpazo con cintura pequeña, caderas amplias, un culazo grande y unas piernas gruesas para poderlo sostener. No soy muy voluptuosa y no aspiro a hacerme cirugía para tener las mismas tetas de todas, a mí me gustan las que tengo, un tamaño perfecto para lucir un buen escote, que cuando me desnude no se vean colgadas y se deleiten con mis deliciosos pezones color chocolate.
Dicen que todo eso es un extra, porque lo que más les encanta a mis clientes es mi rostro. Si, debo aceptarlo, tengo una cara hermosa con ojos grandes y negros, cejas gruesas, nariz perfilada, boca grande, sonrisa amplia y un lunar coqueto justo en el medio del mentón. Me gusta llevar el cabello corto, peinado de lado y patillas en punta porque me hace ver más alta y que mi cuello se vea estilizado. Una "sexy muñeca con poder" es como me han llamado.
Nunca me encuentro con desconocidos, si alguna vez llegas a mi es porque alguien con quien ya he estado varias veces te ha recomendado. La gran suma que pido, siempre la solicitó por adelantado con una semana de anticipación porque me gusta invertir parte de ese dinero en mis clientes. No me interesa solo satisfacerlos sexualmente, les preparo y entregó una experiencia completa.
Las sumas son elevadas, precisamente lo hago para garantizar la exclusividad, si no son capaces de cumplirlas es porque no tienen el dinero suficiente para contratar mis servicios. Además, porque a veces te pueden pasar cosas que no te imaginas... como la que estoy a punto de contarles con un cliente bastante peculiar.
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Una tarde de Agosto estaba de vacaciones en Miami, acostada en la playa privada del hotel, aprovechando el sol para broncearme boca abajo y quitarme la parte de arriba para que no quedaran marcas. Recibí un mensaje en mi "número privado".
Mr. Smith un cliente de Estados Unidos se enteró que estaba de visita y me envió como recomendado a un empresario alemán que iba a estar en New York con el que estaba haciendo negocios. Estaba dispuesto a enviarme su jet privado, pagar todos los gastos de mis traslados, ropa, accesorios que necesitará y hasta hoteles con tal de consentir a Boris.
Me envió su foto del susodicho y me sorprendió lo guapo que era, dejé caer los lentes oscuros a la punta de la nariz y amplié la imagen para verlo con más detalle. Un hombre en sus cuarentas o empezando los cincuenta, con espalda amplia, recta y maciza, mandíbula cuadrada con una fina barba rojiza, ojos claros y el cabello pintando algunas canas. Un delicioso y malencarado teutón.
Debo confesarles que esos hombres maduros, fornidos, bien vestidos, que huelen rico, con ese aire de ser dueños del mundo y tener dinero hasta botar el dinero al cielo me hacen mojar y sé que la tanga de mi bikini ya debe haber delatado. Lo gracioso, es que a veces pienso que con ellos hasta lo haría gratis, pero negocios son negocios, además no tiene nada de malo en esta profesión combinar el deber con el placer.
La respuesta, más que obvia: nos vemos en 2 horas en el aeropuerto.
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El mismo Mr. Smith me fue a recoger y aprovechamos el vuelo de regreso para divertirnos un poco. Si algo le encanta es mi boca y a mí me encanta complacer su fetiche al momento de aterrizar: tenerme de rodillas mientras me meto su miembro en la boca, lo miro coquetamente con las pepas negras que tengo por ojos y recibo su semen justo cuando las ruedas tocan la pista.
Al llegar al hangar, sacó una tarjeta de crédito de su bolsillo entre sus dedos índice corazón.
- Compra todo lo que necesites. Mañana te paso a recoger
- ¿A qué horas estoy lista?
- Empezando la noche
- Si señor --me incliné para darle un beso y para que metiera la tarjeta entre mis senos--
Ellos saben que cuando hacen eso se van a gastar una buena cantidad de dinero, igual tienen tanta que eso no les hace ni cosquillas a sus estados de cuenta, más de lo que lo afectan sus esposas. No me pongo a malgastar, eso no lo hace una puta fina y exclusiva, lo que compro lo hago pensando en su disfrute.
- Algo mas Madam
- Claro dime --me volví a inclinar apoyando mi rodilla en medio de sus piernas--
- Necesito que recojas algo --entregándome un papel doblado--
- Con mucho gusto --lo agarré con los dientes--
Al darme vuelta, incliné un poco mi cadera. El curvó su labio encantado por el gesto y me dio una buena nalgada que me impulsó a la salida del jet.
Me estaba esperando uno de sus conductores que me ayudó a bajar las escalas y tenía orden de llevarme a donde quisiera sin importar la hora o distancia. Primero nos detuvimos en el hotel para dejar el equipaje y luego estuvimos andando por unas cuantas boutiques comprando ropa, maquillaje, bisutería, zapatos y una pasadita de varias horas al paraíso: Victoria Secrets a comprar unos cuantos conjuntos de lencería.
Antes de regresar al hotel pasamos a la dirección que me había dejado anotada y me entregaron una maleta de cuero negra, no muy grande, no muy pequeña con un candado que no me dejaba abrirla. Eso no se sintió muy bien que digamos, me hizo dudar que tan lícitos eran sus negocios y si estaba usando mi belleza como distracción para hacer de las suyas.
Traté de husmear dentro del maletín en el hotel, pero fue imposible abrirlo. Era mejor no pensar más en lo que había ahí escondido. Mejor saqué las compras de las bolsas, probé cuál combinación me iba a quedar mejor y no me acosté a dormir hasta estar completamente satisfecha.
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El siguiente día me recogieron temprano porque me tenían una cita reservada en un SPA, toda una mañana para consentir mi cuerpo y mi alma. No paraban las sorpresas, salimos para un salón de belleza a hacerme servicio completo de latonería y pintura. Salí hecha una diva rumbo al hotel para terminar de vestir y llevar la maleta misteriosa.
A eso de las 7 de la noche, envió a uno de sus escoltas hasta la habitación para acompañarme y para que no cargara ese maletín. Afortunadamente, porque no combinaba para nada con lo que me había puesto.
Llevaba un vestido blanco que contrastaba con mi piel, hombros y espalda descubierta, ceñido al cuerpo con un escote profundo que se cerraba en diagonal al frente y dos tiras más adentro que seguían las líneas superiores de mis senos. Dos aberturas desde los muslos hasta los tobillos en cada pierna. Una gargantilla de brillantes y aretes que le hacían juego con los brillos de mis sandalias de tacón alto. Maquillaje con colores sutiles, los ojos delineados un poco faraónicos y para los labios un hermoso coral brillante.
Mr. Smith esperándome con la puerta abierta en una limusina. Mientras caminaba hacia él sabía que por su sonrisa le encantaba lo que había hecho con su dinero y creo que hasta dudo por un momento no enviarme con Boris y robarme para él.
Colocó su mano en la espalda para saludarme de beso en la mejilla y me ayudó a subir caballerosamente al vehículo sosteniendo mi mano. Se sentó a mi lado y le recibió el maletín a mi acompañante. Al cerrar la puerta, metí su tarjeta de crédito en el bolsillo de su traje.
- Madam, está usted hermosa --sirviendo un vaso de whiskey--
- Gracias Mr. Smith pero la mitad de esta obra es gracias a usted
- Me alegra saber que soy útil
Aunque el servicio no era para él igual me gusta coquetear y dejarlo antojado, es un hombre bastante apasionado para el sexo y siempre disfruto prestarle mis servicios. Cruce mis piernas para que mi muslo saliera por la abertura de la falda y pudiera ver la lencería, con el dorso de su mano y para nada morboso me acarició con suavidad.
- Que afortunado es Boris
- Cuando quiera Mr. Smith
- Ya estaremos celebrando pronto
Sacó una pequeña llave de su bolsillo y le quitó el candado al maletín, creo que fui demasiado obvia al demostrar mi interés por ver qué había adentro. Abrió el cierre y me dejó darle un vistazo, yo creía que iba a estar lleno de bloques de polvo blanco, pero resultaron ser un montón de juguetes sexuales.
- Son para que se diviertan
- Tiene gustos exóticos --sonreí-- tomando una fusta
- Yo los escogí, seguro me acabo de delatar querida
- ¿Usted o yo? --sonreí pícaramente golpeando la palma de mi mano--
- Ay Madam, siempre sabes que decir...
- Yo estoy acá para complacerlo
- Hoy necesito te necesito para algo diferente...
Se levantó de la silla, alcanzó un portafolio. Hizo rodar los números de la clave y un doble clic de los seguros sonó al abrirse. Sacó una carpeta y me la entregó abierta.
- Si logras que firme este acuerdo, te podrías ganar una buena comisión
- mmm despediste a tu abogado --le solté una risa burlona--
- Le quedó grande --se rio de vuelta--. Necesito enviar la artillería pesada y por eso llamé a la mejor
Agarré el folder, le di una mirada a los papeles y los metí dentro del maletín. En estas esferas es hasta grosero preguntar de cuánto sería la comisión, pero sí lo conozco bien puede llegar a ser que en una noche me haga ganar lo que hago en un año. No lo iba a rechazar.
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La limusina se detuvo y al bajar del vehículo me di cuenta de que la zona era un lugar de carga apartado cerca al muelle. Justo el tipo de lugares que siempre trato de evitar porque si se presenta una emergencia no vas a poder pedir ayuda a nadie.
Uno de sus guardaespaldas se bajó de una camioneta que nos seguía y con una seña Mr. Smith le pidió que me acompañara.
- Madam --tomó el dorso de mi mano para besarla-- cuando termines tu trabajo le dices a John que me llamé y te pasamos a recoger
- Sí señor --contesté nerviosa mirando para todos lados--
- ¿Pasa algo muñeca?
- Mr. Smith este lugar --hice una mueca de incomodidad--
- No es lo que parece Madam, pero te aseguro que está a la altura
- Esta bien --recibí la mano del guardaespaldas para ayudarme a salir--
- Igual no estés asustada que John está acá para protegerte --entregándole el maletín de cuero--
- Si señor, gracias
Mr. Smith se subió a la limusina alejándose del lugar y el carro de los escoltas se quedó parqueado en el mismo lugar con las luces apagadas. John me enseñó el camino, íbamos entre un laberinto de contenedores apilados en varios pisos y de no ser por las marcas en el suelo, ya me habría perdido.
Llegamos a una especie de callejón, el guardaespaldas tocó la puerta de uno de los contenedores de forma peculiar, como una seña secreta, sonaron varios cerrojos, palancas de hierro y una de las pesadas puertas chirrió hasta abrirse.
- ¿Qué demonio es...? --me quede callada y sorprendida abriendo la boca--
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Nunca alguien imaginaría que algo así estuviera en este lugar. El interior del lugar estaba formado por tres contenedores que habían sido soldados juntos en el suelo. Un lugar excesivamente detallado en lujo.
Borís me ofreció su mano, al hacerme pasar al interior me levantó la mano y me hizo girar para poder verme de arriba abajo.
- Que buen gusto tiene Mr. Smith, por favor adelante --con tono amable--
Le recibió el maletín al guardaespaldas y halo las pesadas puertas para cerrarlas, pasando una pesada varilla de hierro como cerrojo. Esto era casi como viajar en el tiempo y llegar a la habitación de un castillo, lujo exuberante pero finamente cuidado de no ser vulgar, muebles tipo Luis XV tapizados en un elegante terciopelo rojo y obras de arte con desnudos renacentistas.
La exquisita presencia de ese hombre que olía a dioses, impecable en su trato y vestimenta me hicieron sentir bienvenida. Descargo el maletín en una barra llena de botellas.
- ¿Deseas tomar algo?
- Whiskey, por favor
Tomó un par de vasos anchos y lo sirvió hasta alcanzar sus dos dedos. Se dirigió hacia mí y en el camino se disculpó.
- Hielo ¿cierto? ¿Acá lo toman así?
- Yo no, un buen whiskey no se debe contaminar con agua
- Creo que me acabo de enamorar --con una sonrisa divina--
- No soy el tipo de mujer que hace eso
- Bueno, si sigues diciendo esas cosas igual terminó por pedirte matrimonio
- jajajaja --me reí como loca--
Al menos era un buen conversador, sabía cómo romper el hielo y hacerme olvidar de todas esas preocupaciones y nervios que tenía minutos atrás. Estuvimos hablando un poco sobre su país natal y hasta pude practicar un poco mi oxidado alemán. El hombre era un caballero total.
Colocó unos cuantos valses de música clásica y estuvimos bailando por un rato. Me encanta este tipo, no solo me contrato para una noche de sexo, le gusta cortejar a las mujeres y ponerlas en un pedestal. Si que me voy a divertir esta noche.
Los pies me dolían un poco, me invitó a sentarme y me quitó con delicadeza las correas de los tacones. Apoyó su rodilla en el piso y mientras me miraba con esa sonrisa embobadora me masajeaba los pies y las pantorrillas.
- Que viejo zorro es Mr. Smith
- ¿Por qué? --pregunté tratando de hacerme la estúpida--
- Artillería pesada
- No entiendo
- Apuesto a que te dijo que eras artillería pesada y tiene razón
- jajajaja como lo supiste
- Ya lo conozco hace unos años, además es una persona que obtiene lo que quiere
- Eso si no lo dudo
- Lo extraño es esto
- ¿Qué?
- Ceder una de sus mujeres más hermosas
- Yo no soy mujer de nadie
- ¿Acaso no estás trabajando para él?
- Es más un favor
- Bueno, yo también quiero un favor
- El que quieras --le sonreí pícaramente inclinándome hacía adelante para que viera mi escote--
- Pero primero son los negocios...
- ...y después placer --lo interrumpí--
- Exacto
- ¿Puedes sacar un folder que hay en ese maletín?
Me dio un beso en cada pie y descargo mis piernas con suavidad en el piso. Tomó los vasos y mientras los rellenaba de líquido dorado me miraba inquisitivamente. Me levanté hacía el mismo lugar, contoneando mi cuerpo a cada paso y sonriendo al mirarlo fijo a los ojos. Me agarré de su cinturón metiendo mis dedos y empiné un poco para robarle un beso.
- Te lo has ganado
- Algo hice bien
- Varias cosas
Gire hacía el maletín, abrí el cierre, sacando el folder para colocarlo sobre la barra de mármol negro.
- Mr. Smith quiere cerrar este negocio hoy mismo
Tomé el vaso, deslicé sobre la mesa el papel y di un trago viendo su expresión mientras leía su contenido.
- Viejo Zorro es poco --riendo a carcajadas-
- ¿Vas a firmar?
- Con este contrato él y yo nos forramos, pero ¿vos qué ganas?
- Lo que más me gusta
- ¿Dinero?
- No, ganar dinero haciendo lo que me gusta hacer
- Me encantas mujer, necesito una negociadora como vos para mi próxima empresa
- Bueno, ya sabes cómo encontrarme
- Entrevista rápida --tomó un trago sonriendo-- ¿cómo puedes mejorar este contrato? --me pasó la hoja--
- No soy abogada --se la regrese sin leerla-- y ni me importa lo que dice
- Cambiemos un poco la pregunta ¿cómo puedes mejorar este negocio?
- Haciéndome ganar más dinero, obviamente
- ¿En serio no te interesa el matrimonio?
- No, ese es el peor negocio del mundo --soltamos la carcajada--
- Es cierto, es cierto ¿cómo ganarías más dinero?
- Primero, necesito que firmes esto --señalando la línea del papel--
Sacó una pluma de su traje, lo firmó rápidamente, metió en la carpeta y deslizó hacía mi lado. Eso fue más fácil de lo que esperaba.
- Listo ¿Ahora?
- Mr. Smith sabe que si me contrata puede obtener lo que quiera --metí mis manos entre su saco agarrando sus pectorales y acercando mi boca a la suya--
- ¿Pero? --sacándome las manos--
- Pero nada de azotes, nada de golpes, nada de marcas
Al contrario, a Mr. Smith le encanta hacerme cuanta maldad se le ocurre y yo encantada, disfruto demasiado una nalgada o una buena cachetada con la fuerza precisa, pero Boris no los sabe y el dueño de la información es quién tiene la ventaja para negociar. Así que estoy a punto de venderle algo que ya tenía.
- Es obvio, una mercancía de tu calidad no debe ser tratada de esa forma
- Puedo hacer una excepción
- Interesante ¿y cuánto me va costar?
- Lo mismo que me pague Mr. Smith vos lo vas a duplicar
- ¿Cuánto es eso?
- No lo sé, pero siempre ha sido muy generoso
- Ok, eso no es problema ¿y qué gano yo?
- En ese maletín hay varios juguetes, puedes elegir uno --hice una pausa--, solo uno --levanté mi dedo índice--, el que quieras y voy a dejar que lo uses a tu antojo
Hizo una mueca interesado, levantando una ceja y mirando hacia arriba mientras apoyaba su mano en la barbilla.
- ¿En serio?
- Si, excepto en la cara, no quiero marcas visibles
- ¿Y si te pagará el triple?
- Si estás dispuesto a pagar el triple --dije sorprendida, no pensé que pudiera pedir eso-- es porque me puedes pagar más todavía
- Puede ser
- Pero lo que debes querer, no debe ser algo normal ¿o sí?
- No, para nada normal
- Si me pagas cuatro veces el valor, puedes usar todo lo que hay en el maletín y rompo todas las reglas, excepto la de la cara
- En tremenda mujer tan hermosa nunca lo haría --estiró su mano-- trato hecho
- Trato hecho, Boris --tomé su mano y me atrajo hacía él-- cuatro veces
- ¿Lo que yo quiera?
- Si, lo que quieras
Nos empezamos a besar, me levantó de las caderas y descargó sobre la barra de mármol. Aprovechando para restregarme su miembro erecto contra mi sexo. Abrió el maletín e iba pasando cada artículo en medio de nosotros, las cosas que le interesaban las pasaba al otro lado las que no las tiraba hacía atrás sobre su hombro.
- Gag --me miró la boca-- no lo que quiero es escucharte --lo tiró al suelo--
- Esposas --me miró las manos-- nunca en la vida, esas manos deben ser poesía --al suelo--
- Paleta de spanking --la pasó al otro lado--
- Fusta larga con punta triangular de cuero --me la colocó en los labios, le di un beso y sonrió. La pasó al otro lado--
- Flogger --se golpeó el brazo y me miró a los ojos. Confirme moviendo la cabeza y la pasó al otro lado--
- Sogas --hizo una mueca como si le pudieran servir para algo, las paso--
- Un dildo doble de longitud exagerada --levantó los hombros-- aburrido --lo desecho--
- Guantes de latex negros --los paso al otro lado sin pensarlo--
- ¿Un arnés con un dildo? --me miró extrañado--
- A veces traen compañía --le respondí--
- Oh claro, claro, compañía ¿y también atiendes mujeres?
- Claro que sí, son unas de mis mejores clientas
No es del todo cierto, pero a la mayoría de hombres les encanta escuchar que la mujer con la que van a estar no tiene límites y hasta fantasean con contratarme con sus mozas. No lo pasó de lado, pero lo dejó sobre el mesón.
- Tengo una amiga que se puede interesar en tus servicios --mientras terminaba de sacar otra serie de elementos que inmediatamente descarta y tiraba al suelo--
- Excelente, más clientes, más dinero para mi
- ¿Una lata vagina? ¿para qué una lata vagina si te tengo a vos?
- Se me ocurren unas ideas
- No me convence, pero te creo --lo paso de lado--
Se separó y se quedó mirando los elementos que quedaron por un momento. Levantó su ceja e hizo una mueca casi diabólica.
- Ya esta
- ¿Con cuál vas a empezar?
- Con el más divertido
- ¿Y cuál es ese?
- Vos
Se metió entre mis piernas separándolas, dándome un delicioso beso que me dejó atontada de más. Metió sus manos por debajo de mis muslos y yo le pasé las mías por su cuello. Me cargó en el aire caminando por la habitación hacía uno de los extremos del container que aún no había visto. Ni siquiera lucía como si estuviera haciendo fuerza para cargarme.
Me sorprendió bastante ese lado del container. El lugar rarísimo y re-lobo, cubre cama con animal print, luces de neón fucsia y una pantalla al fondo del tamaño de la pared, justo detrás de la cabecera de la cama. No parecía para nada diseñado por la misma persona con buen gusto de la otra sala, pero por algo está ahí.
Me apoyó contra una de las vigas sutilmente y me dieron escalofríos al sentir el frío del metal contra mi espalda. Me besaba con total desespero, se notaba que lo había calentado demasiado por la rudeza de sus movimientos y por su agitada respiración. Me empezó a levantar con sus brazos hasta tenerme casi en el techo, dio un paso adelante y buscó poner mis pies en sus hombros. Le entendí el juego, le metí una de mis manos entre el cabello agarrándome con fuerza por temor a caer.
Respiraba entre mi sexo como un toro, llenándome de aire caliente, pasando su lengua por encima de mi ropa interior, tratando de correrla con sus dientes. Le ayudé con mi otra mano a hacerla a un lado y luego me sostuve de una de las vigas del techo. Empuje las nalgas hacía adelante para restregársela en la cara y él se zambulló saboreando mi sexo.
Su destreza era total, un experto comiendo coños haciendo brotar naturalmente mi clítoris endurecido debajo de su capuchón. Cerré los ojos y gemía encantada, ni siquiera estaba fingiendo como me toca hacerlo algunas veces. Me agarraba con mis dos manos de su cabeza, empujaba tan fuerte que ya no sentía mi espalda apoyada.
Medio abrí los ojos y descubrí que se había movido, caminando mientras hacía malabares con mi cuerpo patiabierto como una gárgola sobre sus hombros. Estaba en el aire, al borde de la cama, daba miedo, al igual que emoción. Cerré los ojos, agarré aún con más fuerza su cabello, me dejé llevar hasta que me hizo explotar y justo en ese momento siento el vacío al caer de espaldas a esa altura y casi se me sale el corazón.
- ¡AYYYYY JUEPUETTAAA! --grité del susto--
Reboté en la cama, lo miré con los ojos bien abiertos y después me empecé a reír. Se quitaba la ropa con prisa y me miraba como un toro a punta de embestir. Oh si, al fin dejó su pantalla de príncipe de Disney y me va mostrar su lado oscuro, ese que solo deja salir con las mujeres como yo.
Que maldita delicia de cuerpo tenía ese hombre, al ver esos músculos entendí como me había logrado levantar de esa forma. Levanté una ceja y lo miré interesada, me apoyé en los codos y pasé del susto a la emoción.
Se colocó un condón y brincó a la cama. El colchón se levantó a mi lado indicando la diferencia de peso. Me levantó las piernas en los hombros, me subió las manos por encima de la cabeza y las sostuvo con una de las suyas. Me miró con sus ojos llenos de fuego y me lo metió sin ser nada gentil, me encantaba y se lo hice saber con mis gestos.
Me follaba como lo que era, una cualquiera, una muñequita de carne. Ni siquiera había alcanzado a detallar bien su miembro, pero adentro se sentía espectacular, gruesa y dura, sin ser demasiado grande para llegar a lastimar.
El fino y elegante vestido blanco, lo rasgó con sus propias manos al frente hasta dejarme en lencería con una de las tiras del sostén rota. Maldita sea me encanta ese poder animal, cuando dejan que sea el instinto el que los guíe y no la mente. Así es como me gusta que me coman, con rabia, con ganas, que se note que pagan por sacar todo eso reprimido, todo eso que no pueden hacer normalmente con sus parejas.
Mis ojos se volteaban automáticamente hacía atrás, me agarraba del borde de la cama y mi espalda se arqueaba. En esos momentos trato de no decir nada, ni siquiera gemir, eso hace que enloquezcan más porque creen que aún no lo están haciendo suficientemente bien, pero con este hombre era casi no imposible gemir.
Sentía como descargaba todo su peso para penetrarme y mi pelvis se abría cada que él empujaba. Volví a arquear la espalda, pasó la mano por detrás de mi cintura y me levantó contra él. Me follaba como una muñequita de trapo, mientras me mordía los labios. Segunda vez que me carga, le encanta demostrar su fuerza, es algo que tengo que usar a mi favor.
Subía y bajaba mi cuerpo como si no pesara nada. Le metí las manos detrás de su cabello y cerró sus ojos, estaba a punto de venirse, por lo general espero a que ellos se vengan primero y después hago lo mío, o finjo hacerlo, pero con él no fui capaz.
- ¡OHHHH GGOOOOODDDD!
Me agarré con fuerza de su cuello y todo se detuvo por un momento. El maldecía con palabras en alemán que yo no conocía, pero me encantaba como sonaba. Me penetró unas cuantas veces, bajando el ritmo hasta detenerse. Me soltó las piernas, descargué mis rodillas en el colchón y sonreía pegada a su frente encantada por lo que me había hecho sentir, pero al abrir los ojos noté que él no lo hacía y tenía una mirada de frustración inconfundible.
Algo malo pasaba, disimuladamente miré su miembro y noté que no había nada. En esta profesión uno aprende a no preguntar si no te dan pie para hacerlo, lo menos que quieres es hacer sentir incómodo a alguien.
Me arrodillé y metí su miembro a la boca para buscar que terminara, pero no me dejo ni darle dos chupadas, cuando me cogió del cuello y me hizo dar la vuelta, me abrió las piernas y me lo metió en cuatro. Me agarraba duro de las caderas y me follaba sin tregua hasta que empezó a cansarse y yo relevé sus intenciones empujando mis nalgas hasta que sonaran chocando contra su cuerpo. Agarre una de sus manos y lo anime a darme unas cuantas nalgadas.
- ¡SI SI QUE RICO, FOLLAME FOLLAME!
Les juro que traté de aguantarme otra vez, pero me lo metía tan delicioso que cuando cerró los ojos y volvió a gruñir esos insultos inentendibles no pude. Aún menos porque mientras me venía no paraba de comerme. Estuvo a punto de hacerme venir de una forma peligrosa, en la que me sale uno tan potente que luego no soy capaz de venirme y eso no es buena idea empezando la noche. Afortunadamente me dio una palmada en las nalgas y me empujo hacía adelante justo antes de que sucediera.
Disimuladamente volví a mirar su miembro y nada, creo que ya empezaba a comprenderlo. No es algo muy común de ver en un hombre, Boris podía sentir la libido, pero en el momento justo antes de venirse algo le impedía tener un orgasmo. Se tiró a la cama boca arriba soltando una bocanada de aire un poco frustrado. Yo me acerqué como si nada pasándole el brazo por encima del torso, la pierna sobre las suyas y llenándolo de besos esperando que se volviera a animar.
- Es hora de que te vayas
- No me gusta darme por vencida
- Es imposible, no se puede
- ¿Puedo? --agarré su miembro con mi mano--
- Dale
Me monte encima de él, metiendo su miembro con calma, cerrando los ojos y regalándole una buena sonrisa que lo llenará de confianza. Estando empecé a moverme despacito y apretarlo para darle un rico masaje en su glande.
- ¿Esto te gusta?
- Si, se siente bien
- ¿Sientes más así? ¿O así? --metiendo y sacándolo rápido--
- De las dos formas siento, pero es imposible
Me apoyé en su pecho y me levanté colocando la espalda recta, quitándome el sostén y dejando mis senos al aire. Tomé una de sus manos y las coloqué sobre ellos para que los acariciara, cerré los ojos al sentir la calidez de sus manos y sonreí.
- Podemos intentarlo toda la noche si quieres
- Es lo mismo
- No, no es lo mismo, conmigo puedes hacer cosas que no haces con nadie más
- Al menos, vos estás disfrutando
- Y mucho --tomé una de sus manos y la coloqué en mi sexo-- mira cómo me tienes de mojada
Aprovecho para tocar y tratar de correrme la tanga para acariciar mi clítoris, pero estaba tan estirada con mis nalgas que no se podía.
- ¿Y si me las arrancas?
- Sería una lástima --le coloqué mi dedo en la boca--
El bajo su mano de mi seno, cogió las tangas con sus manos fuertes y las rompió a los lados como si se tratara de hojas de papel, me levante un poco y el las jalo para terminarlas de sacar.
- ¿Te puedo decir algo?
- Claro, estamos en confianza
- Creo que te estas preocupando más por el final que por el viaje
- Acaso no es la idea
- No, cosita rica --le sonreí-- un buen viaje te lleva a un gran final
- Tiene sentido
- Disfrútalo, trata de no pensar en lo demás
Le quité las tangas de la mano, acaricié sus pectorales con ellas, lo ahorqué un poco regalándole una risa macabra que me correspondió y luego se las metía en la boca poco a poco con dos dedos mientras movía mi cintura en círculos.
Lo cabalgué despacito, le mostré mi lado más erótico y sensual, cada que le veía esa cara de preocupación variaba la forma en que me movía y le gemía al oído. Un par de veces estuvo a punto de venirse, pero se llenaba de angustia, desespero y no pudo lograrlo.
Lo volví a tranquilizar, intentamos e intentamos e intentamos e intentamos usando todas las formas, velocidades y poses posibles. El sexo anal no es algo que me guste demasiado, por lo general a muy pocos de mis clientes les permito hacerlo, pero con él hasta por allá lo intentamos y nada.
De verdad el pobre hombre, ya no sabía qué más hacer, se acostó boca arriba en la cama, pensativo con sus ojos mirando al techo. A mí se me estaban acabando las ideas.
- Te lo dije, es imposible
- Oye --lo cogí de la mandíbula-- pero ¿te ha gustado?
- Si claro, eres una diablita encantadora
- Eso es lo que importa --me recosté en su pecho acariciándolo con los dedos--- divertirse e intentarlo todo
- Si, al menos casi todo
- ¿Casi todo? --sonreí intrigada--
Me levante cruzando las piernas y me quede mirándolo a los ojos intrigada y con una sonrisa de ilusión.
- Dime, que más quieres hacer
- Es algo un poco raro, un fetiche que tengo
- Bueno pues, juguetes es lo que tenemos y ni los hemos usado
- Creo que es un poco más raro que eso
- No importa, dime, yo hago lo que sea
- ¿Si te muestro no te asustas?
- No
Se levantó de la cama, fue a la barra y me trajo algo de beber para que recuperara los líquidos que había perdido.
- Es muy raro
- Te dije que no importa
- Esto no se lo vas a contar a nadie
- No, lo que hago con mis clientes es sagrado
- Ok, ya regreso
---
Se escuchaba que abría unas puertas porque rechinaban igual que la de la entrada. Me intrigaba demasiado lo que estaba haciendo, pero después de todo lo que había pasado no quería interrumpir su iniciativa.
Apareció frente a mí y no lo podía creer, la verdad sí que era demasiado raro y no es que haya sabido disimularlo muy bien con mi cara porque daba un poco de miedo. Sus manos estaban juntas, traía todos los juguetes que había elegido y los dejó caer sobre la cama.
Boris, estaba ahí de pie, con correas amarradas en cruz en sus pectorales, otras en sus brazos, muñecas y piernas bastante apretadas. Una correa de cuero con una argolla en su cuello. Eso no sorprende a nadie, en realidad en mi mundo no tiene nada de anormal, pero lo que era un poco terrorífico era una máscara hecha con la piel de un marrano con trompa y todo y unos huecos redondos en los ojos que cazaban con el color de su piel. Estaba amarrada con huecos a los costados y un cordón que iba en cruz detrás de su cabeza.
Él me miraba emocionado, sus ojos brillaban, su pecho se inflaba constantemente y su miembro no paraba de dar saltos.
- Tenías razón, es muy raro... --no tenía cómo decir lo contrario sin que no lo notara--
Él bajó la mirada y trató de darse la vuelta, pero lo cogí de la mano impidiendo que se fuera.
- ...pero me excita lo raro --palmeé la cama-- ven acá
Sus ojos se iluminaron de nuevo y aceptó sentarse a mi lado explicándome lo que quería que le hiciera. No era raro, era rarísimo, pero ya ni siquiera lo quería hacer solo por el dinero, se me había vuelto una obsesión y un reto personal.
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Boris se acomodó en cuatro en la cama, me pidió que le amarrara pies y manos a cada pata de la cama. Encendí un proyector que mostraba una imagen en la pantalla gigante detrás de la cama, apreté el botón que me indico y empezó un video. Se trataban de varias tomas de cerdos copulando, otros que los dejaban montar en la cerda pero que engañaban para sacarle muestras a mano en probetas. Mostraba como se venían por litros y si eso no era lo suficientemente enfermo, cuando los cerdos se venían les enfocaban la cara capturando ese placer tan indescriptible que sentían al venirse.
Él mismo había filmado esos videos, le excitaba verlos, porque su fetiche, era imaginar ser uno de ellos, un cerdo padrón que torturan y usan para sacarle muestras de semen y venderlo. Él sabía que no era algo que cualquiera se animara a hacer, pero me entregó la confianza de no solo decirlo sino de mostrarlo, por eso acepté hacer su sueño realidad.
Empecé a darle azotes con la fusta, el flogger y hasta con la paleta de spanking en las nalgas, eso definitivamente le gustaba. En vez de gritar chillaba igual que los marranos del video. Ni una palabra más salió de su boca, toda su comunicación era a través de sonidos guturales y chillidos estridentes.
Me hice detrás de él, me llené la mano de lubricante y empecé a acariciar sus testículos y su miembro, no me aguanté y le pasé la lengua en el culo dejándolo llenó de saliva, al parecer por la forma en que chillaba les estaba gustando.
- A ver cerdito, me vas a dar toda tu lechita
Agarré sus testículos apretándolos en la base, jalándolos hacía abajo y mientras le lengua en el culo en círculos, ordeñaba su miembro con la otra mano como si estuviera ordeñando una vaca. Estuvo a punto de venirse lo sé, pero de nuevo llegó a ese punto sin retorno en el que se frustra por no poderlo sacar y todo su cuerpo se tensa.
Al ver que no le había molestado lo que le había intentado, tomé los guantes de látex, el arnés que estaba tirado en la cama con la lata vagina y decidí pararme entre él y la pantalla. Lo dejé ver todo el proceso con todas esas imágenes proyectándose encima de mi cuerpo, colocándome los guantes, quitándole la tapa a la lata, vistiéndome el arnés y masturbando el dildo negro para llenarlo de lubricante.
Tomé la lata vagina y se la coloqué empujando la nariz de cerdo de su máscara. Lo cogí de la mandíbula y lo miré a los ojos frunciendo el ceño.
- Cerdito, no me vas a hacer perder más tiempo ni dinero
Le di una cachetada. Volví a levantar la mano y entrecerró los ojos como asustado porque lo fuera a golpear de nuevo.
- Necesito vender tu semen y quiero que lo llenes hasta acá --mostrándole el borde superior-- ¿entendido?
- ¡OINK!
- ¡¿ENTENDIDO?!
- ¡OINK! ¡OINK!
Me di la vuelta acariciando todo su torso y de paso tomé el control remoto presionando el botón que me había indicado, la proyección de los cerdos se detuvo y ahora en la proyección nos podía ver a nosotros. La segunda parte de su fetiche, quería verse y ser filmado como uno de esos cerdos que le encantaba grabar cuando se venían.
Me arrodille a su lado, el dildo chocaba contra su miembro y aprovechaba para frotarlos mientras llenaba la lata de lubricante y encendía la vibración. Con el cuerpo erguido y sin mirar, bajé la lata y con la ayuda de mi mano introduje su miembro en la vagina del látex masturbándolo lentamente.
- Damelo cerdito, dámelo
- ¡OINK! ¡OINK!
Le daba palmadas en las nalgas, se las agarraba con fuerza y lentamente a cada palmada me acercaba más al medio, baje mi mano para acariciar sus testículos y luego subí con mi dedo índice por su nies, apuntando a su agujero, voltee a mirar a la cámara para que me viera la expresión. Mientras lo masturbaba con la otra mano, lentamente empecé a mover el dedo en círculos por detrás, metiendo y sacando las primeras falanges hasta meterlo hasta el fondo.
- ¡OINK! ¡OINK!
- Con que esto era, cerdito degenerado
Un segundo dedo empezó a hacerle compañía y Boris no paraba de chillar y sacudirse, igual que lo hacían los cerdos cuando notaban que los estaban engañando y no lo tenían dentro de la cerda.
- ¡UUIIIIIII UUIIIIIII UUIIIIIIIII! --chillaba frenéticamente--
Agitaba la lata con rapidez y movía los dedos en su interior buscando estimular su próstata. Medio se sacudía, sus chillidos cesaban, estaba a punto de venirse, se quejaba y podía sentir como su cuerpo rígido lo lamentaba. Le saqué los dedos y dejé de sostener la lata, la cual se deslizó a causa de la gravedad y cayó en el colchón derramando el lubricante en su interior, no vi ni siquiera un poco de líquido blanco.
- Muy bien cerdito, te lo buscaste
Tomé una soga delgada restante, hice un nudo que aprendí en los scouts que sirve para cargar agua, coloque la lata vagina y la sostuve hasta meter su miembro. Luego pasé cada extremo de la soga por detrás de sus muslos y los junté de nuevo para pasarlo por la argolla en su cuello. Le di una vuelta alrededor para que me sirviera de ancla y las puntas las pase hacía su espalda por encima de las clavículas.
Me acomodé detrás de él, le abrí las piernas para que me quedara más abajo y poderlo meter cómodamente sin empinarme. Quién lo creyera, hasta ese culito palpitaba de emoción.
- Ahora si maldito cerdo --empujé el dildo en su interior-- ¡dame tu leche! ¡dame --lo sacaba y volví a meter-- tu --de nuevo-- leche! ¡dame tu leche! ¡dame tu leche! ¡dame tu leche!
- ¡UUIIIIIII UUIIIIIII UUIIIIIIIII UUIIIIIIIIIIIIII!
Le di una vuelta a las sogas en mis manos y empecé a jalar con fuerza, no importaba cuanto tallara o doliera no iba a dejar de jalar hasta lograrlo. La lata vibraba aún peor porque cuando su miembro se endurecía lo levantaba hasta su abdomen, las cuerdas se tensaban y transmitían esas vibraciones por todo su cuerpo. Las sogas le quemaban los muslos por el roce y su cuello se sofocaba al perder la capacidad completa de respirar.
- ¡dame tu leche! --lo sacaba y se lo empujaba hasta el fondo-- ¡dame tu leche! --de nuevo--
- ¡UUIIIIIII UUIIIIIII UUIIIIIIIII UUIIIIIIIIIIIIII!
Me apoderé de su trasero, fallándomelo de una forma deliciosa, nunca me imagine hacerle esto a un hombre y maldita sea sí que me encantaba. Tenerlo amarrado era una ventaja, sino me habría quitado hace rato, me encantaba estar en esa posición de dominio y control sin que él pudiera hacer algo por evitarlo.
Agachó la cara por un segundo, jale las sogas tirando todo mi peso hacía atrás y las amarré en una sola mano, con mi otra mano agarré las tiras detrás de la máscara y le levanté la cara para que no dejara de ver cómo me lo culeaba.
- ¡UUIIIIIII UUIIIIIII UUIIIIIIIII UUIIIIIIIIIIIIII!
- ¡ES MIO! ¡MALDITO CERDO! !ES MIO MALDITO!
Los chillidos cesaron, vi en la pantalla como uno de sus ojos se entrecerraba de forma inconsciente, era el momento decisivo. Apretó tanto sus nalgas que me tocó empujar con fuerza para volverlo a meter y como una oda el hombre surgió del animal.
- ¡OHH FFUUCCCCKKK!
Sus ojos estaban completamente blancos, podía sentir cómo las cuerdas se tensaban cada vez que su miembro se endurecía y explotaba. No podía de la alegría, chorros y chorros acumulados de semen brotaban de su interior. Él ni lo podía creer y en vez de quedarse quieto, más empujaba hacía atrás para que se lo metiera, era tanto el líquido blanco que salía que claramente se podía ver en el video como se desbordaba de la lata y caía en la cama.
- ¡OHH FFUUCCCCKKK!
Solté las sogas, la lata cayó en el colchón y rodó hacía un costado cayendo en el piso derramando la muestra recogida. Él perdió la fuerza un instante, cayó acostado y yo encima de él, le temblaba todo el cuerpo, escuchaba su risa de satisfacción detrás de esa máscara, pero me habría encantado haberlo visto. Me apoyé en su cadera para levantarme y me detuvo.
- No, no lo saques, por favor
- Cerdito goloso
Le solté la máscara y la arranque desde atrás, le quería ver la cara, pero lo primero que hizo fue esconderla.
- No, no, no me la quites
Me hice encima de su hombro. Pasé mi mano hacia adelante para masturbarlo al mismo tiempo que lo penetraba con el dildo.
- Mírame -- se negaba a hacerlo--
- Que me mires --le agarre la cara y lo obligue a hacerlo--
Uff ahora era yo la que estaba a punto de tener un orgasmo, esa carita de culpa y dolor me encantaban. Si todos los hombres se veían igual de esto, acababa de hacerme adicta a romperles el culo.
- No eres un monstruo --se lo empuje hasta el fondo--
- ¡AHHH AHHH AHHH! --gemía de placer--
- No lo eres
- Si, soy un cerdo
- No lo eres y no te tienes que esconder detrás de una máscara para disfrutar lo que te gusta
Bajé mi mano hasta su miembro, recuperé semen en mis dedos y le mostré cómo colgaban tiras blancas de ellos.
- Este semen es de humano
Me miró por encima del hombro, le sonreí y lo llené de besos, mientras empujaba con mis piernas para penetrarlo.
- Quiero más, Boris, quiero más de tu semen
Terminamos casi de lado, con mi brazo delante de su cuello, mi pierna por encima de la suya y mi mano masturbándolo insistentemente, llevando su semen a mi boca y devolviéndola llena de saliva para frotar su glande.
- Es mío Boris, es mío, dámelo dámelo
Ya estaba por venirse, su cara iba rumbo a la misma frustración, le apreté el cuello con mi brazo y le dije al oído.
- Ni creas, eso ya tiene dueño
Me agarré de su miembro en el glande apretándolo con fuerza y justo cuando empuje el dildo hasta el fondo baje la mano hasta la base. Un delicioso estallido de semen voló hasta la pared y no paré de masturbarlo hasta ver que ya no salía más líquido.
- ¡OH FUCK MADAM! ¡OHH FFUUCCCCKKK!
Se que me apuré a sacar el dildo de su trasero, le tuvo que doler un poco porque apretó los ojos, pero no podía perder la oportunidad de probar a qué sabía el semen de una persona que quién sabe por cuantos años no pudo eyacular. Me metí su miembro en la boca y hasta pasé la lengua por la sabana recuperando el semen que había quedado chorreado.
- Estás loca --me increpó jadeando con una sonrisa--
- Afortunadamente para vos --le devolví la sonrisa y le di unas cuantas chupadas más--
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Lo ayudé a desamarrar, él se quedó boca arriba. Recuperé la lata llena de semen, le coloqué la tapa.
- ¿Cuánto me pagarían por esto?
- Millones --respondió en broma--
- Solo por esta vez, te lo voy a regalar
- Que amable Madam
Lo coloqué en el piso al lado de la cama y me le acosté encima, con los pies doblados, moviéndolos como una niña inquieta, la cara apoyada en los codos y mirándolo fijo a los ojos.
- Imposible --lo decía mirando al techo y se reía--
- No hay nada imposible en la vida, cariño
- Apuesto a que si
- Pruébame
- ¿Te quieres casar conmigo?
- Eso si es imposible
Nos morimos de risa y no paramos hasta que me dolía el estómago. Me recosté sobre su pecho y él se quedó acariciándome el cabello con dulzura y amor.
- Con gusto pagaré cinco veces tu precio
- El negocio eran cuatro
- Solo por una noche
- ¿Acaso me estás contratando?
- ¿Cuánto es lo máximo que puedo hacerlo?
- Una noche
- Que lastima
Nos levantamos y fuimos a dar una ducha de agua tibia, me recibió fuera para envolverme en una toalla y me abrió una puerta donde tenía varios vestidos finos, seguro de su esposa. Me dio a escoger el que quisiera a cambio del que me había dañado.
Salimos a la barra, le dio la última ojeada a la carpeta y antes de dejarme salir le hizo una llamada a Mr. Smith.
- Comparado con esta mujer, esta fusión no vale nada
- Asi es mi amigo, ella vale oro
- Es la mejor negociante que he conocido, inclusive más que vos viejo zorro
- Tiene un don natural
- Ni siquiera tienes idea
- Si no lo supiera, no la habría enviado
- Ahora todo tiene sentido, ahora todo tiene sentido
- Nos vemos el lunes para empezar la fusión
- Ok perfecto y dile a tu abogado que prepare el papeleo para que el 20% de mis acciones queden a nombre de ella, se las ha ganado
- Como tu digas viejo amigo
Yo ni sabía que decir, la verdad me avergonzó un poco lo que acababa de escuchar, no les niego que me encantaba porque ya había visto la cifra en el contrato, pero igual era algo raro.
- Boris, eso es demasiado
- Muñeca, ni la mejor terapeuta del mundo logró lo que hiciste vos en una noche
- Gracias, pero insisto que es demasiado
- No lo es tanto, además así garantizo que en algún momento nos volvemos a ver
- Mr. Smith no es el único zorro astuto
Me empiné para darle un beso, lo miré a los ojos y le apreté las nalgas curvando mi boca y levantando la ceja. Estuve tentada a decirle que ese culito ahora tenía dueña, pero eso sería darle una excusa y si algo se es que en mucho tiempo no voy a querer verlo porque tuvimos algo más íntimo que solo una noche de trabajo.
John me recibió a la salida y me llevó a descansar al Hotel donde dormí como una princesa casi hasta el mediodía cuando me despertaron a avisarme que ya estaba listo mi vuelo de regreso a Miami.
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Se que muchas de ustedes se estaban haciendo ilusiones. Se que hasta creyeron que de verdad iba aceptar la invitación de este señor, que me iba a dejar seducir y hasta enamorar de él. No, mis amigas, a las putas como yo, solo les ocurren cosas así en las películas de Hollywood.
Además, todos los clientes son iguales después de hacerlos felices, te prometen el cielo y la tierra igual que se lo prometieron a sus esposas. En este negocio el que se enamora pierde, porque deja de cobrar por lo que no hace ganar dinero: el sexo.
Ah... y mis amores, si mis hombres deliciosos, si sus mujeres son tan audaces de decirles que se les van a comer el culito, aprovechen para experimentar cosas nuevas y entregarse a uno de los mejores orgasmos que puedan tener. Boris fue el primero, pero no el único con el que he experimentado el pegging y lo han disfrutado tanto que me he ganado muy buenas propinas extras.
Besos a todos y todas, otro día les cuento que tal me fue en la primera reunión de accionistas con Mr. Smith y Boris en la misma sala de reuniones.
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Escrito: Natasha
Edición: Agata