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Una chica de la limpieza nos encontró en la cama de nuestra habitación en un aparta-hotel cerca a Unicentro en Bogotá. Mi novio, él arriba y yo abajo, me penetraba sin descanso. Yo alcanzaba mi segundo orgasmo. Ella ahí de pie nos observaba. Fueron tres segundos.
Yo había escuchado el timbre sonar, pensé en parar, levantarme de la cama y cerrar la puerta. Pero, yo quería que sucediera.
"Ve acostumbrándote" resuena aún.
No ha vuelto a suceder.