Guía Cereza
Publicado hace 1 año Categoría: Intercambios 2K Vistas
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Hemos compartido íntimamente con parejas, mujeres y hombres. Todas estas personas nos han parecido agradables; pero no es fácil que, fuera de Ander, un hombre me guste mucho. Tal vez hemos interactuado con tres hombres que realmente me han agradado y atraído bastante.


Generalmente vamos a sitio swinger entre semana, pero queríamos probar un sábado donde la entrada es exclusiva para parejas. Aquí en Guiacereza nos había escrito Pablo, diciendo que deseaba conocernos y pasar momentos ricos con nosotros. Le contamos que queríamos ir un sábado donde sólo permitían el ingreso a parejas. Como vimos mucho interés de su parte y además nos pareció una persona agradable por su amable forma de expresión y por sus fotos, le sugerimos que hiciera "pareja" con nuestra amiga Pamela. Los pusimos en contacto y entre ellos se comprendieron rápidamente y pudimos cuadrar para vernos "las dos parejas" un sábado en la tarde en el sitio swinger. De Pamela ya hemos comentado varias cosas, su compañía en un encuentro sexual es muy relevante para asegurar placer y diversión. A Pablo apenas lo íbamos a conocer cara a cara, teníamos expectativas pero con cierta reserva pues algunas veces no se encuentra la empatía suficiente para interactuar sexualmente.


Varios años después de este encuentro, todavía no sé explicar bien con palabras lo que me sucedió con Pablo. Siento que me gustó muchísimo. Físicamente me pareció atractivo, su sonrisa muy bonita y cálida, hombre de pocas palabras pero me parecían muy acertadas y pertinentes todas las que le escuchaba. Una mirada cautivadora, una higiene impecable. Sus caricias, besos y lamidas muy deliciosas... sin duda sabía tratar íntimamente a una mujer. Ander y yo llegamos al sitio, tomamos la acostumbrada ducha al llegar y nos ubicamos en una mesita al lado de la pista de baile para ver película porno y charlar mientras llegaban Pamela y Pablo. Ellos llegaron a los pocos minutos, ya se conocían por referencias y antes de entrar ya venían charlando y riendo. Nos saludamos y nos acompañaron ahí en la mesa. Pamela tenía un lindo conjunto tanga-brasier rojo, Pablo estaba sólo con su toalla ceñida, al igual que Ander, yo tenía un conjunto tanga-brasier negro.


Ahí en la mesita charlamos, reímos, tomamos un poquito de aguardiente. Cada pareja se besaba y se acariciaba entre sí, aún no había intercambio. Tomamos una duchita y entramos al sauna. El sauna siempre nos ha parecido un espacio propicio que invita a juguetear... Pamela y yo nos sentamos una enseguida de la otra y ellos se arrodillaron frente a nosotras para lamer nuestras vulvas... Primero Ander a mí y Pablo a Pamela y luego intercambiaron. Todos estábamos cómodos disfrutando ese momento. Luego nosotras les hicimos oral a ambos, por turno cada una a uno y también entre las dos a cada uno. Recuerdo sentirme muy complacida y con ganas de muchas cosas más.


Tomamos una ducha y nos encerramos los cuatro en un cuarto del piso de arriba, detrás llegó otra pareja que pedían participar pero esta vez queríamos estar sólo entre las dos parejas. La cama era grande y podíamos estar cómodos los cuatro. En medio de besos y caricias ellos nos dejaron completamente desnudas. Ander se hizo sobre mí y me penetró. Pablo estaba recostado y Pamela se hizo sobre él, cabalgando su pene. Todo se sentía y se veía rico, además las palabras y gemidos llenaron el ambiente de un erotismo muy placentero. Pamela se acostó boca arriba y Pablo se hizo sobre ella y la penetró, yo me arrodillé y Ander me penetró, mientras ellos empujaban sus penes en nuestras vaginas, las dos nos besamos en la boca y nos lamimos mutuamente los pezones... eso sí que les excitó a ellos. Por un momento ellos sacaron sus penes y nosotras aprovechamos para hacer un 69... mientras nos lamíamos las vulvas ellos nos acariciaban y nos daban besitos por donde podían.


Con la mirada y alguna señal, Ander y Pablo acordaron intercambio para penetrarnos. Ambas nos acostamos boca arriba, la una enseguida de la otra, Pablo acercó su pene a mi boca y se lo lamí por todas partes, de manera similar hacía Pamela con el pene de mi esposo, luego ambos se pusieron condón y nos penetraron. Pablo era muy cuidadoso en sus movimientos y en apoyarse acostado sobre mí. Ander y Pamela ya se entendían bastante en la intimidad. No acostumbramos a besar en la boca a las personas con las que tenemos encuentros swinger. Son contadas las excepciones y la mayoría han sido con mujeres, pero esta vez disfrutaba mucho sentir la boca de Pablo sobre la mía. Era tanta la química, la comodidad, el agrado... que parecíamos pareja enamorada. El me besaba la boca, el cuello, los pezones... lo hacía con pasión y con delicadeza al tiempo, qué delicia todo, realmente disfrutaba cada cosa que me hacía y eso me inspiraba a besarlo más, a acariciarlo más, a darle más placer. Ander y Pamela también estaban en su deleite... yo ya estaba acostumbrada a verlos a ellos disfrutando entre sí, aunque no se besaban tanto en la boca como yo lo estaba haciendo con Pablo. Hicimos una pausa y tomamos un poquito de aguardiente y ginger fría que habíamos entrado al cuarto, me acerqué a Ander y nos preguntamos disimuladamente si estaba todo bien y así lo confirmamos, abracé y besé a mi esposo en la boca tiernamente como dándole gracias por permitirme ese disfrute tan especial que tenía en ese encuentro.


Pamela abrazó y besó a Ander y lo hizo recostar en la cama haciéndose sobre él, mientras que Pablo me tomó de la mano y me acercó a él. Pamela se hizo sobre Ander y hacían un delicioso 69... qué rico se veía, se notaba que lo disfrutaban mucho. Pablo y yo nos quedamos de pie fuera de la cama y resultamos en un rincón del cuarto. Ese hombre me tomaba tiernamente la cara con las dos manos y me besaba en la boca como si fuera mi novio, por momentos me tomaba de las manos para separarme un poco de él y me miraba los senos mientras me decía lo hermosos que le parecían, me acercaba y chupaba suavemente mis pezones mientras con una mano acariciaba mi vulva que estaba empapada. Me hizo girar dándole la espalda para mirarme por detrás, luego me acercó quedando yo recostada sobre su pecho y después de darme un suave mordisco en la nuca me susurró al oído cuánto le gustaba mi silueta, mis piernas y mis nalgas. Yo le correspondía acariciando su pene, que al sentirlo duro, lubricado y caliente... me arrodillé frente a él para recorrerlo completo con mis labios y lengua, también acariciaba su pene con una mano mientras lamía sus testículos mirándolo fijo a sus ojos. El me tomó de las manos y me levantó para darme un beso muy apasionado... su lengua entraba en mi boca y luego mi lengua en su boca... no recuerdo haber besado a alguien así fuera de Ander. Después me giró y me hizo estar frente a la pared, dándole la espalda a él y con mis manos apoyadas hacia arriba, él se arrodilló y con sus manos abrió mis nalgas y luego besó, lamió y chupó mi ano hasta hacerme gemir de placer.


Mientras esto sucedía, mi esposo y Pamela hacían cosas deliciosas en la cama, pero lo cierto es que Pablo y yo estábamos como desentendidos de ellos, como si los hubiéramos olvidado, como si estuviéramos sólo los dos en ese cuarto. Ya había pasado un buen rato sin que yo volteara a mirar a mi esposo. Estaba embriagada de placer con Pablo. Ander y Pamela nos miraban como buscando en qué momento volvíamos a integrarnos los cuatro, pero lo único que veían era a una pareja besándose, acariciándose y lamiéndose de manera desenfrenada, ya sintieron extraña la situación y luego me di cuenta que no sabían qué hacer... si interrumpirnos, si prolongar más el juego entre ellos dos, o lo que dijo Ander para hacernos aterrizar... "Pamela, pues vámonos los dos para otro cuarto". Y es ahí donde a pesar de ese cargamento de placer, el momento se tornó incómodo, penoso. Qué pena con Ander, qué pena con Pamela. Esas palabras de mi esposo me hicieron volver en sí, también Pablo cayó en la cuenta y ambos nos acercamos a ellos y nos disculpamos. Qué momento tan tenso. Pamela no podía ni mirarme a la cara. Abracé a Ander, lo miré a los ojos y le pedí que me perdonara ese descuido. Me contestó que estuviera tranquila, que luego hablábamos bien del asunto. Pablo sugirió que fuéramos a relajarnos un rato al jacuzzi y después de tomar una ducha nos metimos los cuatro, ahí Pablo de nuevo al lado de Pamela y yo al lado de Ander, tomamos otro poquito de aguardiente y ginger mientras disfrutábamos esa agua tibia. Le pregunté al oído a mi esposo si quería que volviéramos al cuarto los cuatro o que si prefería que cada pareja estuviera en un cuarto aparte... pensando en las lechitas, para no dejar el encuentro inconcluso. Me contestó que quería que estuviéramos todos en el mismo cuarto. Después de ducharnos fuimos nuevamente al mismo cuarto.


Mientras subíamos las gradas, Ander me pidió que no me cohibiera de hacer lo que deseara, que diera rienda suelta a mis deseos. Le di un besito para sellar esas palabras. Al entrar al cuarto nuevamente nos desnudaron y a mí me acostaron en la cama con las piernas abiertas, entre los tres me lamieron delicioso por todas partes... que delicia sentir esas tres bocas en mi vulva, ano, pezones y boca; luego fue el turno de Pamela a quien también lamimos por todas partes entre los tres. Después les pedí a los dos hombres que se acostaran boca arriba, uno hacia una esquina de la cama y el otro hacia la otra esquina con sus piernas entrelazadas para que los penes quedaran muy juntos. Luego me hice sobre Ander en forma de 69 y Pamela de igual manera sobre Pablo. Ellos nos lamían la vulva y el ano a cada una mientras nosotras mamábamos sus penes, a veces un pene en cada boca y cambiamos de pene, otras veces las dos bocas sobre el mismo pene y también las dos bocas abarcando los dos penes al tiempo. Luego ellos se pusieron condón y yo me senté sobre Pablo para cabalgar su pene mientras Pamela cabalgaba el de mi esposo. Después Pamela y yo nos arrodillamos y Ander me penetró a mí y Pablo a Pamela, así empujaron fuerte y profundamente sus penes hasta que en medio de gemidos, nuestros cuerpos temblaron por los orgasmos conseguidos. Nosotras estábamos ya satisfechas, ya era un buen momento para que ellos eyacularan pero no habíamos definido bien cómo sería... si sobre nuestros senos o sobre nuestras nalgas.


Nos bajamos de la cama, ellos se pararon uno al lado del otro, nosotras nos arrodillamos para acariciar, lamer y mamar sus penes. Pamela mamaba el de Ander, yo el de Pablo y cambiábamos, también lamíamos cada pene al tiempo entre las dos. Luego mi esposo me tomó de la mano y me hizo estar de pie frente a ellos, Pamela quedó arrodillada frente a Pablo y le acariciaba y mamaba el pene. Ander me besó en la boca mientras Pablo besaba mi cuello, cuando Ander besó mi cuello, instintivamente busqué la boca de Pablo y nos besamos. Cada uno me chupaba un pezón y me acariciaban la espalda, las nalgas y la vulva, yo estaba muy excitada, disfrutando tanta ricura. Apoyé una mano en la nuca de mi esposo y la otra en la de Pablo y así acercaba cada boca a la mía para turnarme besándolos a mi antojo; era un momento loco que jamás había disfrutado de manera tan fluida y cómoda. Pamela mamaba y acariciaba el pene de Pablo cada vez con mayor intensidad hasta que lo hizo gemir fuertemente por la expulsión de su semen que chorreó sus senos y mi pierna izquierda. De inmediato Pamela se hizo arrodillada frente a mi esposo y literalmente me arrebató su pene que tenía en mi mano... lo acarició y mamó mientras que ellos seguian besándome en la boca, en el cuello, en los senos y no paraban de acariciar mi vulva y mis nalgas. No pasó mucho tiempo cuando Ander se estremeció de placer dejando salir un fuerte gemido... eyaculó chorreando la cara de Pamela y unos chorritos calienticos sentí sobre mi pierna derecha. Después Pamela se puso de pie y nos dio un besito a cada uno. Quedamos exhaustos por la intensidad de ese momento final. Tomamos lo que había quedado de ginger, nos duchamos y salimos para la casita.


El momento incómodo y tenso en este encuentro, sirvió para tener presente cosas así en los siguientes encuentros, creo que nos unió más como pareja.
--- Fin del relato ---



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