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Mi tiempo cuesta. Claro. Si tomo mi salario (soy una persona común y corriente que trabaja en una empresa pequeña) y lo divido por el número de horas al mes, puedo saber cuánto vale una hora de mi vida... O al menos tener una idea. Entonces, si alguien que no conozco me pregunta¿Qué hay que hacer para estar contigo? Antes de contestar yo me quedo pensando: si tengo que dejar de ir a mi cita de masaje o no ir al centro comercial a una vuelta pendiente o no ver a mi amiga con quien hace dos meses no me tomo un café... Entonces, por cambiar mis horarios y aceptar una cita con un desconocido y correr el riesgo de que sea un tonto, un pésimo conversador, o un mal polvo... Contesto: ¿Te molestaría que te dijera que tengo precio?
La primera vez me mandaron a la porra. La segunda vez, el tipo me escribió un párrafo sobre lo bajo que sería para él pagar por sexo. El tercero, ya ni me acuerdo qué contestó. Lo cierto es que uno me ofreció USD50.
Así fue.
¿Poquito? ¿Mucho?
Lo que recuerdo bien son los 6 o más orgasmos que tuve.