
Compartir en:
¿Cuántas veces te has alejado de mí? Somos una de esas amistades que va y viene, una amistad cargada de confianza pero que nos hemos alejado constantemente. Estábamos cursando una separación más de esas, cada uno tenía sus planes y su búsqueda de sueños, tú estabas en París estudiando, yo en Medellín trabajando.
Por mi trabajo me enviaron para Bogotá por un tiempo, debía estudiar después de tanto tiempo, para eso lo haría en la escuela de mi empresa, bien sabes es una ciudad que no me gusta mucho, pero me adapto a ella buscando salir a tomar café, o un restaurante de moda y no pensar en el caos de la ciudad ni de su ambiente.
Este fue el caso de aquel día en particular, me encontraba en un café muy reconocido por su buen aroma y sabor cuando de repente volteo sobre mi porque creí haber escuchado una voz conocida, una voz que hace muchos años no escuchaba, cuando enfoco mi vista veo una gran sonrisa acompañada del brillo de unos ojos encantadores, una sonrisa que hace muchos años deseaba ver en persona y que por fin tengo la suerte de ello, estoy en shock y como puedo cojo el celular busco tu nombre en la lista de WhatsApp y te escribo mientras cambio de puesto para poderte ver mejor y que tú a mí no.
J – No sabía que habías regresado a Colombia, que linda te ves, te sienta bien volver a tu tierra, estás más bella que nunca y en persona se te nota más todavía.
Te demoras en revisar tu celular, tiempo que yo aprovecho para observarte, esa sonrisa perfecta que tienes que brilla de oreja a oreja, el brillo de tus ojos, ese cabello lacio con toques de rubio que tan bien te hace ver, tus curvas que resaltan y adornan esa belleza, tu forma de vestir sin complicaciones pero que te hace ver más hermosa todavía.
Te paras camino al baño y revisas tu celular, en ese momento quedas en shock, te detienes y buscas con tu mirada, me buscas a mí, no me encuentras, me escribes,
I – ¿Acaso estás aquí?, ¿Dónde estás? No entiendo nada.
J – Termina con tus amigas, y te diré dónde estoy.
Salgo del café no sin antes dejar una nota con la cajera con destino para ti – Te espero en el restaurante de la esquina –
Llegas pasada media hora con una sonrisa y mil preguntas en la cabeza, me buscas, te tiendo un abrazo gigante, no te quiero soltar, después de tantos años por fin nos encontramos en persona, nos sentamos, conversamos y poco a poco se convierte la felicidad en nerviosismo, esa química que siempre hemos tenido de complicidad empieza a surgir.
El tiempo ha pasado, es mucho lo que hemos hablado y sin darnos cuenta llevamos ya dos botellas de vino consumidas, la complicidad empieza, y poco a poco nos empezamos a acercar más, la sonrisa pasa de felicidad a picardía. Cuando menos nos damos cuenta, estamos fundidos en un beso, un beso que hace que se ericen cada uno de nuestros poros. Un beso que no sé cuánto tiempo lleva, un beso profundo y largo que solo la mesara pudo interrumpir para informarnos que están próximos a cerrar.
Nos miramos frente a frente, nuestros ojos no parpadean y te digo de manera tímida – ¿quieres seguir la fiesta en mi hotel? – te pones roja, me das otro beso, tomo ese beso como la respuesta, pago la cuenta, te agarro de la mano y salimos a buscar un taxi. Mientras vamos en el auto, los besos no paran, me miras, sonríes, nos volvemos a besar, un beso lento, apasionado, con esa característica que a ambos nos gusta, mordidas leves y fuertes que hacen que el deseo se avive en nuestro interior.
Cada vez estamos más cerca del hotel, empiezo a sentir esos nervios en mi estómago, esas mariposas que no se pueden controlar, el ambiente se siente caliente, las feromonas están alborotadas, nuestra piel erizada, nuestros labios no se despegan y cada vez nuestras manos más inquietas.
Antes de subir a nuestro piso, te ofrezco un trago del bar, pides un shot de un trago fuerte, buscas controlar un poco tus nervios, aunque es una tarea un poco difícil. Entramos al ascensor, nos besamos sin compasión, no nos importa haya cámaras en él, nos bajamos y sin despegar nuestros labios te guío al cuarto, como puedo abro la puerta y entramos en él.
Con una mano en tu nuca y la otra en tus glúteos te tengo pegada a mí, sientes mi cuerpo contra el tuyo, sientes como miembro sigue reaccionando a tal momento, paso mis dedos por tu cabello y te beso con más ganas, no aguanto el deseo, empiezo a besar tu cuello mientras te dirijo a la cama, lentamente te dejo caer sobre ella mientras yo caigo contigo.
El beso se detiene para tomar aire y lentamente sin dejar de verte fijamente a los ojos, empiezo a desabotonar una por una las ataduras de tu blusa, te empiezas a poner un poco roja pero continuo en mi tarea, voy descubriendo tu cuerpo, la retiro completamente dejándote solo con tu brasier, un brasier negro de encaje que muy bien adorna mientras contiene ese par de pechos hermosos con los que tanto había soñado.
Vuelvo a besarte, un beso apasionado y profundo, un beso que no puede contener nuestras lenguas locas por conocerse, un beso acompañado de mordidas que producen más deseo y excitación. Lentamente voy desviando ese beso hacia tu cuello, pasando lentamente por el lóbulo de tu oreja, bajando por tu cuello, momento en el cual produces un gemido que no puedes contener, tomando ese camino al sur, llegando al canalillo que forman esos dos senos hermosos que tienes.
Empiezo a besar tus senos aun cubiertos por la tela de tu brasier, siento tu piel como se empieza a erizar con el roce de mis labios sobre tu piel, lentamente empiezo a desabrochar tu brasier y dejar descubierto tus pechos adornados por un par de pezones hermosos, ya excitados que me provocan a mas no poder.
Lentamente sigo besando tus pechos, haciendo círculos con mis besos alrededor de tus pezones, acercándome a ellos lentamente, pero sin llegar a acariciarlos aún. Siento cada vez más como tu respiración se agita. Llego a tus pezones y con mi lengua los acaricio en círculos, siento como un gemido llena la habitación que hasta el momento se encontraba en silencio, sonrío pícaramente, empiezo a chuparlos mientras te veo fijamente a tus ojos y veo como muerdes tu labio inferior.
Hago una pausa la cual aprovecho para dejar un poco tenue la luz de la habitación y complementar con música suave, música que nos acompaña y no dejará los gemidos de ambos salgan de la habitación; en este momento mientras suena la primera canción “Dreaming in Luv” tu aprovechas, para lentamente y sintiéndote sexy remover el jean que aun tenías puesto, quedando solamente en unas bragas muy sensuales que combinaban a la perfección con tu ya extinto brasier.
Te acercas a mi caminando lentamente, intento darte un beso y te retiras impidiéndolo, quieres tomar por un momento el control de la situación, empiezas a desabrochar lentamente mi camisa, dejando mi pecho desnudo al pasar de cada botón, sueltas mi correa y pantalón y dejas que este caiga, quedo con el bóxer el cual marca un bulto, un bulto producto de la excitación, producto de ti.
Me besas el cuello, bajas a mis pechos, me muerdes las tetillas, y sigues bajando con besos por mi abdomen mientras te pones de rodillas, besas la cabeza de mi pene por encima de la tela aun existente, me miras a los ojos y sin dejar de mirarme empiezas a bajar con esa boquita sexy el bóxer. De un brinco sale mi pene agradeciendo dicha libertad que le das, te quedas viéndolo, depilado, venoso, duro y con la cabeza pasando de color rosa a rojo debido a la excitación, te muerdes el labio, me miras nueva y lentamente te acercas a él, le das un beso, lo tomas con tus manos, lo detallas y de manera coqueta lo llevas a tu boca simultáneamente como de la mía brota un gran gemido.
De manera muy sensual me das el mejor sexo oral de mi vida, una mamada profunda, húmeda, intensa. De vez en vez sacas mi pene de tu boca, me miras con una sonrisa ardiente, juegas con tu lengua pasándola desde mis testículos, subiendo por el pene y haciendo círculos en la cabeza, para nuevamente volver a engullir por completo en ti. Por mi parte mientras lo haces solo puedo gemir, que sensación tan deliciosa, siento como cada vez el deseo aumenta, mi piel está de gallina, mis gemidos más intensos.
Como puedo debido a la postura en que estamos, empiezo a acariciar tus senos nuevamente, así como recibo placer siempre he pensado tiene que ser correspondido y me gusta brindarlo de regreso, – siempre me habías dicho cuan sensible eran tus pezones, es hora de comprobarlo por mí mismo – te digo mientras te pongo de pie y de fondo suena la canción “Love Is A Bitch”, son tantas las cosas que siempre soñé con hacerte que ahora pienso por cual empezar, de forma lenta con mi brazo te dejo caer en la cama, beso tu boca nuevamente, me retiro y quedo viendo tus senos mientras mis dientes aprisionan mi labio inferior, los deseo e imaginaba, me acerco a tus senos lentamente y aunque quiera solo puedo dedicarme a un pezón al tiempo, con mi lengua empiezo a rodearlo haciendo círculos, siento como tu respiración se agita a medida que me acerco a él, en el momento en que llego y lo tomo entre mis labios siento como un gemido confundido en grito se toma la habitación, lo chupo, lo beso, juego con mi lengua de manera coqueta, con mis dientes lo roso sin llegarlo a morder, mientras con una de mis manos acaricio tu seno en libertad quien espera sea su turno de recibir calor y placer.
Sin dejar de hacer lo que estoy haciendo y con mi mano libre, lentamente empiezo a acariciar tu abdomen, tus brazos, tu cintura, tus piernas, acercándome a ese manantial que tienes entre tus piernas, sin tocarlo siento el calor que emana de ti, sabes que pasara y tu cuerpo se empieza a tensar, dejo que mi dedo índice sea quien marque el camino desde tu ingle, adentrándose en medio de tus labios y subiendo hacia tu clítoris, en un sinfín de fluidos acompañado de un gran gran – ahhhhhh – que sale de lo mas profundo de tu interior a la vez que arqueas tu cuerpo.
Es hora de abandonar temporalmente tus pezones y descubrir que tan sensible eres en otras partes de tu cuerpo, voy bajando por tu abdomen besando y succionándolo, llego a tu cintura y me deslizo por tus piernas, beso y muerdo suavemente tu ingle, haciendo que me desees más, si es posible, llega el punto en que no te aguantas mas y llevas con tus manos mi cabeza a ti, con mi lengua penetro tus labios mayores tal como hicieron mis dedos, subo a tu clítoris, el cual de la excitación encuentro ya duro, me encanta como sabes, tu calor, tu humedad. Con mi lengua empiezo a masajear tu clítoris, a hacer círculos a lo largo de tu vagina, busco penetrar tu cavidad vaginal, no me olvido de tu clítoris y lo acaricio en forma circular y es ahí cuando siento que viene tu primer orgasmo de la noche, un orgasmo profundo y fuerte el cual siento con mi boca aun pegada a ti, un orgasmo que hizo tus gemidos compitiera con “Quick Musical” canción que sonaba de fondo.
Cuando te repones de este orgasmo, te sientas, me miras y fue como desatar la fiera que hay en tu interior, me besas con una pasión indescriptible, con desespero vuelves a mi pene, me lo chipas por unos cortos minutos, y me dices – hazme tuya – por fin llega ese momento después de tantas conversaciones, – sé que tu posición favorita es en cuatro y así será exactamente como te penetraré por vez primera – te digo mientras te ayudo a ubicarte como tanto nos gusta. Me pongo detrás de ti, con mi mano agarro mi pene y lo empiezo a pasar desde tu clítoris hasta tu entrada vaginal sin llegar a penetrarte, te noto ansiosa, desesperada no aguantas mas y me dices – métemelo ya – no me hago de rogar, lo ubico en la entrada y sin fuerza pero de un solo empujón te penetro, permitiendo así abrirme paso en ti a medida que sientes uno a uno los centímetros de mi pene, un corrientazo que recorre desde tu vagina hasta tu boca lleva consigo un nuevo gemido que de no ser por la música fuerte “Moment” suena en el momento, se escucharía en todo el hotel.
Espero que te acostumbres a mi pene y empiezo un bombeo primero suave, haciéndote sentir y disfrutar todo mi pene, al mismo tiempo que mis manos te recorren tu cuerpo, siento tus brazos, tus senos, tus nalgas, sabes que para mí es imposible contenerme y te doy una fuerte nalgada que resuena en la habitación, gimes y automáticamente empiezas tu a mover tu cuerpo también, buscas incrementar la velocidad, te tomo del pelo y te complazco, empiezo a moverme para ti más rápido, más fuerte, más intenso.
“The Devil In I” suena y sin cambiar de tu posición te tomo de tus brazos, los llevo a tu cintura y de ellos me sujeto para penetrarte más profundo y fuerte, los dos gemimos, el placer es mutuo, te tomo del pelo dejando tus brazos libres y de nuevo una nalgada suena cae sobre ti.
Te cambio de posición, necesito verte, ver tus ojos de placer mientras te penetro, te pongo boca arriba, tus piernas las monto en mis hombros, nuevamente paso de arriba abajo mi pene sin penetrarte aun, te muerdes los labios y me das una mirada suplicante, tu mirada me suplica te vuelva a penetrar, pongo mi pene en tu entrada vaginal y lo meto en ti, vuelvo a sacarlo y así lo hago por unas cuantas veces, hasta que ya te penetro a un ritmo constante, gimes, te muerdes tus labios, me miras con deseo y ambos lo disfrutamos.