
Compartir en:
Sábado, 10 am. Sola, sin planes, sin nadie con quién salir, estábamos mi ansiedad sexual y yo en la cama, pensando qué hacer diferente a la masturbación para saciar esa sed con la que había quedado por culpa de Leo, una cita fallida que me canceló todo el plan de escape un día antes de ejecutarlo. Me decidí por buscar "masajes eróticos para mujeres", lo cual no es tan popular en Medellín por lo que pude evidenciar, ya que no hay demasiados Spa de este tipo para nosotras, las mayoría son para hombres. Afortunadamente, encontré uno, con una atención impecable, trato cordial y una bandeja de opciones que iban desde 150.000 hasta 400.000, dependiendo de los "servicios" que se quisieran. Me decidí por uno de 200.000, para ser mi primera vez, era un precio razonable.
Llegue al lugar, impecable, oculto, con olor a pecado pero al mismo tiempo a aventura. Ingresé a un cuarto con luz tenue, un olor delicioso y música suave en un TV que proyectaba unas llamas, lo cual proporcionaba un ambiente cálido y lujurioso. Me senté en una pequeña silla, ansiosa, con el corazón a mil y con mi entrepierna ya húmeda de la agitación, cuando ingresó Andrés, un hombre sencillamente hermoso, olía delicioso, supremamente profesional, me explicó de que se trataba el masaje, y éste incluía un cuerpo a cuerpo con él desnudo encima de mi. Me pidió que me desnudara y me acostara cómoda sobre una especie de colchoneta que estaba en el suelo. Lo hice y pude ver como se acercó a mi con toda su masculinidad y su cuerpo al desnudo y más se aceleraron mis pulsaciones. Se puso de rodillas entre mis piernas y comenzó el masaje, sentí como sus cálidas y suaves manos tocaban todo mi cuerpo, despacio, sin prisas, con la fuerza de un hombre pero con la delicadeza de un masajista experto, y lentamente llegaban a mi entrepierna, rozaban levemente mi vulva y mi respiración se tornaba cada vez más rápida. Luego sentí como introducía sus dedos a través de mi vagina, los movía lento y de una forma que aún no descifro, pero que terminó por dejarme escapar algunos gemidos...justo en ese momento de excitación tan alto, siento como se acuesta encima de mi y empieza a masajear mi cuerpo con su propio cuerpo, sentí por completo su calor, su respiración desde mis pies hasta el cuello, el aceite se mezclaba con nuestro sudor y el calor que emanaba de nuestros cuerpos excitados, pude sentir como su pene estaba erecto a medida que se movía y se aceleraba también su respiración. Cuando me pidió que me volteara para realizarme el masaje de manera frontal, fue totalmente inevitable que me penetrara, fue tal la excitación de ambos que aun sin pedirle nada, mis gemidos y mi respiración fuerte y agitada terminaron por romper las reglas iniciales (que no incluía la penetración) y terminó siendo un orgasmo de otro planeta. Fue el momento más erótico de toda mi vida, con un completo desconocido, pero que definitivamente me enseñó una faceta del sexo que no conocía, y que sin duda alguna volveré a repetir.