
Compartir en:
Aunque somos de esas amistades que nunca se han separado, que a pesar de las distancias que nos han caracterizado, siempre hemos estado conectados, nos volvimos mejores amigos en pandemia, la mejor compañía que podía esperar al ambos salir de nuestros trabajos y llegar a casa.
La vida nos ha separado y cada uno de nosotros tiene su pareja, vivimos con ellos, pensamos en planes a futuro y aunque a pesar de los problemas, los amamos. Pero seamos sinceros, no podemos dejar de ser los mejores amigos, aunque a escondidas para evitar reclamaciones.
Cierto día por temas de trabajo tuve que viajar a Cali, ciudad a la cual tu hace pocos meses te habías mudado y recién te instalabas junto a tu esposo. Después de sufrir lograste conseguir un trabajo en el principal hospital privado de Cali, eres la mejor doctora que conozco, no solo en lo profesional sino en tu humanidad. Dado que estabas con tu pareja era consciente de que no nos podíamos ver, aunque nos queremos hemos tratado ante todo de evitar las tentaciones. Razón por la cual preferí no advertirte de mi visita a la ciudad.
Me encuentro en el hotel, quería recargar energías había tenido unas semanas un poco duras laboral y personalmente, una cerveza de las que tanto sabes me gusta recorre mi torrente sanguíneo, pido un Rappi, la verdad no quiero salir, ceno mientras veo como se esconde el sol y me acuesto, al otro día debo de madrugar. De manera sorpresiva me despierta un fuerte dolor en mi abdomen, un dolor que me hace retorcer, que me incapacita. Como puedo me comunico a la recepción, necesito ayuda, una ambulancia llega y me lleva al hospital.
¿Será coincidencia, casualidad o destino?, nunca lo sabremos, pero al abrir mis ojos al entrar a la sala de urgencias, me encuentro con una sonrisa de oreja a oreja tan blanca que hasta podría decir me encandila y unos ojos oscuros que, aunque me encuentro confundido y adolorido, se muy bien son los tuyos.
Tu profesionalismo hace que en el momento no digas nada, me recibes, me mandas a una habitación privada, beneficio de mi póliza de salud y de ser un hospital privado, me haces inyectar medicamentos y solicitas ayudas diagnosticas. Te noto nerviosa, estas esperando que el personal de ambulancia y enfermeros terminen sus procedimientos para quedarte a solas conmigo, y si te soy sincero de no ser por los medicamentos también lo estaría.
– ¿Qué haces aquí? ¿Desde cuándo estas en la ciudad? – son las preguntas que haces en el mismo instante en que quedamos solos en la habitación. Obtienes una sonrisa como respuesta al mismo tiempo que te cuento que por temas de trabajo estaría una noche flash en la ciudad. Me das un beso en la mejilla, nos damos un abrazo de esos fuertes que en nuestras conversaciones tanto soñamos, me dices que te alegras de verme y vuelves a tu rol profesional; me explicas sobre mi dolor y las sospechas que tienes sobre la causa del mismo.
Mientras a mi me realizan los exámenes que me enviaste, te retiras de la habitación para dar vuelta a tus otros pacientes, al volver me explicas que tus sospechas eran correctas y me dices que debo quedarme para temas de medicamentos pero que por lo menos, no era necesario una cirugía.
Sobre la media noche tu turno se tranquiliza, no hay ingresos y a los pocos pacientes que tenías ya los habías enviado para la casa. Vas a mi habitación y nos ponemos a hablar, nos contamos de nuestras vidas, de como va tu estadía en tu nuevo hogar, las relaciones de pareja de cada uno de nosotros, la aburrida vida de adultos. Sin querer queriendo la conversación se empezó a tornar un poco mas picante, empezamos a recordar nuestras conversaciones en pandemia, como en su momento aun siendo solteros éramos amantes virtuales, como hablábamos y las fotos que nos enviábamos.
Estas sentada sobre la cama a mi lado y poco a poco te acercas cada vez más a mí, las energías del lugar cambiaron, se siente la tensión en el ambiente, nos quedamos viendo y aunque nuestra conciencia diga otra cosa, nuestro corazón hace que nuestros rostros se acerquen poco a poco, los labios se enfrenten y de manera lenta se unan en un beso soñado, un beso cargado de pasión, un beso que perdiendo la noción del tiempo busca hacer realidad lo soñado años atrás.
Te retiras de golpe, nuestra respiración se encuentra agitada, la conciencia te empieza a cuestionar, veo en tus ojos que hablan sin palabras el caos que ese beso formó dentro tuyo, te tomo de la mano y pido perdón por permitir esto suceda, te pido no te vayas y te quedes conmigo.
Aunque apenados volvemos a conversar, buscamos el ambiente se tranquilice, me tomas de la mano y me dices – daré una vuelta para ver cómo está todo en el hospital y vuelvo – te pido me lo prometas, de no ser por ti sería una noche de soledad para mi en un ambiente totalmente desconocido.
Cruzas nuevamente la puerta con esa sonrisa que tanto me enamora, de manera inconsciente cierras con seguro la puerta, te sientas nuevamente a mi lado, nos miramos a los ojos, y sin palabra alguna nuestros labios se vuelven a encontrar, esta vez es un beso distinto, es un beso donde la pasión brota por nuestros poros, nuestras lenguas se encuentran, mordidas de labios nos hacen gemir, la respiración se agita y nuestras manos buscan acercarnos mas el uno al otro.
Nuestros labios se separan por un momento, pero nuestras miradas se encuentran, parece que por medio de nuestros ojos brotara fuego, me quitas los medicamentos que tenía puestos, te abres paso en la cama para quedar a mi lado y nuestros labios vuelven y se juntan – ¿estas segura? – te pregunto en un respirar de nuestros labios – cállate y bésame – es la respuesta que me das, tus deseos son órdenes para mí, me encantan tus labios y fue mucho lo que soñé con ellos, ahora son míos y me aprovechare de ello.
Nuestras manos se empiezan a poner inquietas mientras nuestras bocas no se separan, con temores empiezo a acariciar tu cuerpo por encima de tu uniforme, soñaba tanto este momento que los nervios intentan aparecer, pero no quiero dañen la fantasía hecha realidad. Tus manos recorren mi pecho, mis brazos, mi rostro y poco a poco se acercan al bulto que se nota a través de la bata de enfermo que me habías obligado a poner.
Nos miramos de forma picara, nos retiramos, te levantas, revisas nadie nos pueda ver, y lentamente te acercas a mi mientras te desprendes de tu bata y de ese uniforme de medica que tan sexy sabes que te hace ver, por lo menos para mis ojos es así. Lentamente vas quedando en una lencería de color lila, una lencería que te hace ver tan sexy, mucho mas de lo que siempre imagine. Una lencería que sin que nos hubiéramos puesto de acuerdo tenías puesta, como que tu interior sabía que hoy me seducirías, te giras para mi y veo como esa lencería realza toda tu figura, figura que es mucho mas sensual y hermosa de lo que soñé.
Es inevitable mi pene crezca a tal punto que hasta la bata del hospital me estorba, como puedo me la quito y me acerco a ti, las feromonas en el ambiente se sienten, te beso nuevamente de manera apasionada, te siento sobre la cama, mis labios se separan de los tuyos para tomar dirección hacia tu cuello, paso respirando por el lóbulo de tu oreja y en el momento en que mis labios rozan tu cuello un gemido ahogado brota de ti. Sigo mi camino y lentamente voy bajando sobre tu cuerpo, me acerco a tus pechos y sin quitarte el brasier empiezo a besarlos, los saco por encima del brasier, los miro, son mas perfectos de lo que soñé, con mi lengua empiezo a acariciar haciendo círculos desde afuera hacia tus pezones, siento como te erizas y como tus pechos se ponen duros, me acerco a tus pezones, les paso mi lengua y mis labios los atrapan, otro pequeño gemido brota de ti, al mismo tiempo que empiezo a chuparlos.
Me retiro, me pongo de rodillas y empiezo a besar tus pies, lentamente mi lengua empieza a subir por tus piernas hacia tu ingle, sintiendo como cada vez estas mas caliente, al llegar te recuesto sobre la cama donde hace unos minutos estaba yo con medicamentos por la vena, llego a tu vagina y sin quitarte esa braga lila de tu lencería con encaje y ligueros, te doy un beso y paso mi lengua sintiendo lo mojada que ya estas y teniendo un primer sabor de tus abundantes fluidos. La muevo hacia un lado y poco a poco me acerco con mi lengua primero pasando por tus labios externos, poco a poco abriéndome paso hacia los internos y a tu ya excitado clítoris, siento el calor de tu cuerpo, siento tus fluidos, siento tu excitación y si te soy sincero me encanta. Mientras mi lengua juega en tu clítoris haciendo movimientos en círculos y de arriba abajo, dos de mis dedos empiezan a penetrarte, siento tus piernas temblar, tanta excitación, el lugar, lo prohibido, hacen que poniendo una almohada para que ahogue tus gemidos tienes el primer orgasmo de este tan soñado pero inesperado reencuentro.
Me pongo de pie, tus ojos demuestran estas entregada a la pasión, me mueves para tu poderte arrodillar y llevarte mi pene a tu boca, empiezas lentamente besando la cabeza de el mismo, bajas y de la base a la punta subes tímidamente con tu lengua, al llegar me haces círculos y poco a poco te lo introduces en tu boca. Siento ese calor y como empiezas a moverte lentamente apretando con tu boquita la extensión de mi pene. Mientras lo haces levantas los ojos buscando los míos, si supieras lo sexy y traviesa que te ves así, entenderías lo que siento.
Me separo de ti, sino lo hago estoy seguro terminaría antes de lo que deseo, te pongo de pie, te giro para que quedes de espaldas a mí, flexiono tu cintura para que estando parados tu torso superior quede sobre la cama, te abro de piernas, me agacho para pasar nuevamente mi lengua en ti, me pongo de pie y voy acercando mi pene a tu vagina, siento ese calor y lo mojada que a pesar de tu orgasmo aun te encuentras. Siento el calor y lo apretada que estas al ir introduciendo mi pene al mismo tiempo al estar tu cara sobre la cama esta ahoga tus gemidos, espero te acostumbres a mi pene y empiezo a moverme lentamente disfrutando del momento, llevo tus manos a tu espalda y las tomo para impulsarme y hacer penetraciones más profundas.
Nos montamos sobre la cama se lo mucho que te encanta estar en cuatro, pero sin apoyarte de tus brazos cabeza, te agarro de las muñecas y nuevamente empiezo a penetrarte, muerdes la almohada para evitar tus gemidos se escuchen por todo el hospital, como puedo empiezo a acariciar tus pechos y en el momento en que aprieto un poco uno de tus pezones siento como nuevamente empiezas a temblar casi a punto de que tus piernas pierdan la fuerza, un nuevo orgasmo brota de ti.
Cambiamos la posición, te montas sobre mi y empiezas a moverte de la forma mas sensual que hasta hoy nunca había sentido, es un placer tener tu cuerpo encima de mí, cada vez me siento mas cerca de perder el control y no poder aguantar más, te bajas y pones de rodillas, me paro a tu lado, llevas tu boquita a mi pene y combinando el mejor sexo oral de mi vida con una masturbación haces que llegue en tu boquita, me miras sexy, me pones de rodillas frente a ti y me compartes ese elixir que inundó tu boca.
Miras la hora y ya va siendo hora de tu cambio de turno, te ayudo a poner en pie y volver a poner tu uniforme, me dices que mi tratamiento ya esta listo, me recetas unos medicamentos adicionales y me recomiendas visitar a un especialista, me das de alta no sin antes pedirme la llave de la habitación del hotel y dejarle un mensaje a tu esposo diciéndole la compañera que te recibía no podría llegar a tiempo y te tocaba doblar turno.
Tomo un taxi hacia el hotel voy directo al restaurante y desayuno sin quitar un ojo de la puerta pendiente a tu llegada, te ofrezco algo de desayunar y me respondes – en la habitación estará lo que quiero – me tomas de la mano, tomamos el ascensor, no dejamos de besarnos ni siquiera en el camino hacia la puerta, entramos y nuevamente empezamos a despojarnos de nuestra ropa, en esta ocasión esa lencería tan sexy que traías si te la quito, te dejo totalmente desnuda, te llevo al baño y hago que mientras te empiezo a penetrar veas la cara que pones, una cara de completa excitación, esto ayuda a que con unas embestidas penetrándote fuerte nuevamente te vengas con mi pene dentro tuyo, vamos a la cama y cambiando por varias posiciones siento tu cuerpo desinhibido, eres una diosa en la cama y nuevamente estoy a punto de llegar, en esta ocasión me pongo sobre ti y lo hago sobre tus pechos aunque un poco cae en tu rostro, me miras excitada, volteas tus ojos indicándome el semen, entiendo tu indirecta, me acerco los tomo con mi lengua y los llevo a tu boquita, fundiéndonos así en otro apasionado beso el cual dura hasta que enredados en la sabana y abrazados el uno al otro nos quedamos dormidos.