Guía Cereza
Publicado hace 1 año Categoría: Tríos 2K Vistas
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Para este relato decidimos que nos llamaremos Amellia ella de 26 años y yo, Andres de 23, nos excita inyectarle emoción al sexo, la mayoría de veces tomo la iniciativa y ella se deja llevar, lo que me despierta aún más arrechera.


Ella estudiaba, y tenía muchas compañeras de clase, un día una de ellas nos invitó a una celebración de cumpleaños; era algo informal, aceptamos para cambiar de rutina y que ella disfrutará con su grupo de estudio.


Me vestí con jean y una camisa, ella se llevaba un jean y una blusa mostraba su abdomen y algo escotada, por lo cual se podría ver un poco la parte superior de sus senos, por cierto, son la parte que más le fascinan a ella de su cuerpo y a mí me encantan.

Debajo de su ropa llevaba puesto un conjunto de brasier y brasilera blanca de encaje con textura delicada que incitaba a palpar; con dos triángulos diminutos, uno más grande que el otro

Como ya se pudieron dar cuenta esta última prenda me enciende, me pone a mil y ella es consiente que si se la lleva puesta en una salida la noche terminará con un delicioso orgasmo.


Estando listos y de que ella me tentara, nos dirigimos hacia la casa de su compañera, cuando llegamos nos sentamos junto a los demás compañeros y comenzamos a tomar suavemente, después de la fiesta de cumpleaños, ya pasada las 9 de la noche solo quedamos los adultos y fue cuando comenzamos a bailar y tomar licor de manera un poco descontrolada.


Entre el baile y el alcohol, el ambiente se fue tornando un poco más apasionada entre Amellia y yo, como siempre pasa, la arrechera se nos fue subiendo, a mí más que a ella; aunque no solo era con ella, debo confesar, había una compañera.


Su nombre era Sara, de cabello negro, de ojos que denotaban picardía e inocencia, de no más de 1.60 de altura, lo que más llamo mi atención fue su enterizo muy ceñido al cuerpo, que dejaba ver lo sensual de su cuerpo, una cinturita, unos senos pequeños aunque apetecibles y por último unas nalgas que ufff…


Por mi atención al detalle noté que traía puesta una brasilera, que hacía resaltar aún más el volumen y la forma redonda de sus nalgas, y de por sí ya estaba arrecho, este último hecho hizo me hizo sentir una erección.


Después de haber bebido relativamente bastante y pasada la media noche, la situación se fue tornando cada vez más interesante, debido a que Amellia y sus amigas estaban muy animadas; las observaba bailando entre ellas, cantando y moviendo sus cuerpos.

Mi mirada fue captada por Sara, que entre trago y trago me fue pareciendo más atractiva y sensual, especialmente mientras se movía a ritmo de la música, el conjunto de sus piernas, su cintura, sus nalgas y su rostro sudado y sonrojado hacían la imagen más excitante.


Y cuando bailábamos, la excitación que había sentido se multiplicó, por su olor, por la suavidad de sus manos, en general mis sentidos se deleitaron con lo que podían percibir de ella.

Sus movimientos que eran, a ojos externos, muy normales, pero yo que podía sentirlos, palparlos y disfrutarlos hacían que comenzara en mí un deseo que en aquel momento no eran más que una fantasía, la cual creía, que solo se iba a quedar en eso.

Entre baile y baile, hubo una ocasión en la que teniendo mis manos en su cintura quise sentir sus nalgas y baje suavemente una mano, a lo que ella me miró a los ojos y no hizo ningún gesto, y se recostó un poco a mi pecho, por lo que quise interpretar que ella no le disgustaba del todo y seguí acariciando hasta que la canción termino.

Después de esto, cuando bailábamos sentí que había más química, pero por respeto a todos preferimos no seguir tentando al deseo.


Estando ebrios y ya todos, teníamos ganas de irnos a nuestras casas, Sara, que vivía en otro municipio, casualmente no tenía dónde quedarse, por lo que le ofrecimos que se quedara en nuestra casa, al principio se sintió apenada y le dijimos que tranquila que no había problema, al final acepto, no sé si por necesidad y por algo más.


Continuará....



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