En este relato les vamos a contar lo que significa en la vida real aquel dicho de “saber esperar”. Hace 18 años un buen amigo se entero que nosotros disfrutamos de los placeres de la vida swinger. Me contactó por teléfono, no había WhatsApp y me pregunto si eso era cierto, a lo que le respondí, que sí. Como siempre, se lo comenté a mi esposa, que me dijo en ese momento que pensaba que era difícil salir con él porque tenemos un vínculo comercial. A nuestro amigo, para efectos de este relato lo llamaremos Miguel. Miguel insistía mucho en querer salir con nosotros, siempre me ha dicho que mi esposa le parece muy sexual, y yo le decía que a ella le parecía difícil salir con él por el vínculo comercial que les he comentado, y allí la embarro. Como tiene nuestros números de contacto, le pareció simple llamarla directamente a ella y proponerle salir, lo que para ella es una razón de prohibición pues sintió que la estaba invitando a salir sin mí, cosa que no hacemos. Ella me contó que Miguel la había llamado, le había dicho que ya sabía que somos swinger y le dijo que le encantaría experimentar con ella este estilo de vida. La reacción de mi esposa fue definitiva, JAMAS saldremos con Miguel. Cuando le conté a Miguel lo que mi esposa había decidido se excusó, me contó que no tenía experiencia, pero si muchas ganas. Le dije que ahora tocaba esperar a ver si ella olvidaba el suceso, lo que todos ustedes saben, no pasara nunca. Varias veces, a lo largo de los años me contacto para cuadrar una salida, a lo que mi esposa tajantemente respondía, NO. Miguel nunca dejo de invitarnos a cenar o a tomar algo y mi esposa siempre trato de darme una escusa para no salir con él. Pero, así como les comenté al comienzo de este relato, Miguel supo esperar su momento y por fin llego. Hace unos meses, por cosas de trabajo, requerimos de los servicios de la empresa que Miguel tiene, fuimos a su oficina y fue todo un caballero, la atendió muy bien, atendió el requerimiento que teníamos y al final de la charla nos dijo a los dos, “cuando vamos a cenar y conversamos de otras cosas mas divertidas”, mi esposa me miro, y esta vez no respondió que no, de hecho, dijo cuadremos algo. Muy rápidamente Miguel me escribió para que coordináramos algo, me pregunto que debía hacer, como seria el encuentro, de que cosas se habla, muchas preguntas. Le respondí de manera sencilla, es una cita con una mujer que te quieres comer, lleva la conversación a ese plano sin mostrar las ganas. Pocos días después de la visita a la oficina de Miguel estábamos cuadrando una salida a cenar, fuimos a una pizzería que nos encanta y donde se puede conversar calmadamente. Era noche de feria y mi esposa se vistió como para ir a bailar después de la cena, un pantalón negro pegado a su hermoso cuerpo que hace que sus curvas se vean geniales y un top de tiras negro, pequeño pero discreto que ella sabe usar para provocar muchas miradas. Llegamos al restaurante y pude ver en los ojos de Miguel la sorpresa de ver a mi esposa toda sensual, como el varias veces había visto en nuestras fotos, que él confeso morbosear con frecuencia. Mi esposa lo saludo de beso en la mejilla, nunca antes lo había saludado así, y note su sorpresa. La conversación fue amena, empezamos por lo que ya sabíamos, de trabajo, de ocupaciones, de relaciones comerciales, llego la cena y Miguel le pregunto, “que es lo que mas te gusta de tu vida swinger”, desde allí la conversación se puso mas entretenida, le contamos de las cosas divertidas y eróticas que hemos vivido a lo largo de estos años, le habló de algunos desencuentros, de los que tratamos de no hablar mucho, pero que curiosamente todos los nuevos quieren conocer. ¿Miguel le pregunto, como es una noche erótica y rica? Ella le respondió, salir a cenar, conversar rico, bailar y después ir a rematar con menos ropa. Miguel tenia que atender compromisos laborales muy temprano a la siguiente mañana por lo que planteo vernos para ir a bailar y ver si podíamos rematar como lo planteo mi esposa. Ella dijo, bueno, salgamos en esta semana, algo que usualmente no dice. Seguimos conversando, Miguel quería planear la noche siguiente a lo que mi esposa le dijo, “entre mas planeas, menos cosas pasan” eso sumado a algunas historias en las que tanta planeación nunca llevo a nada. Pocos días después nos citamos en una salsoteca, nosotros no la conocíamos y era una buena oportunidad para hacerlo. Mi esposa se vistió para la ocasión, un vestido negro corto y pegado al cuerpo que buuuuuuffffff, que buena que se veía. Aunque el lugar no fue tan bueno como lo esperábamos, el tequila y las habilidades de Miguel para bailar lograron el objetivo, después de unos cuantos tragos ya bailaban pegaditos, Miguel llevaba la mano de mi esposa a su pene mientras bailaban, y él tocaba su culo, bailando y en la mesa. Las imágenes en mi cámara eran geniales, se veía venir una noche de sexo. Miguel le dijo a mi esposa, “estoy muy arrecho” a lo que ella respondió, “pues vámonos”. Salimos de la disco a un motel cerca, al entrar en la habitación Miguel abrazó a mi esposa, la detallo de arriba abajo, la acaricio sobre la ropa y la apoyo de frente a un espejo, allí subió su pequeño vestido y toco su vagina ya húmeda de excitación, paso unos minutos así y luego la desnudo despacio, la beso por todas partes y la llevo a la cama, me dijo, “por fin me puedo comer a tu mujer” y sí que lo hizo. Le hizo sexo oral, se la metió despacio y luego rápido, volvió a hacerle sexo oral, se la volvió a meter, y así por un largo rato, la tenia gimiendo de placer, ella le pidió hacerse arriba pero el no acepto, en cambio la puso en cuatro y le dio por un buen rato. Ella muy excitada le dijo, déjame hacer arriba, el acepto y se enfrentó a unas embestidas sexuales muy calientes, ella así se viene de una forma espectacular. Cuando pensé que habían terminado, Miguel le pide que se pasen a la maquina del sexo, casi todos los moteles tienen de eso. Allí, ella boca arriba recibió una tanda de sexo oral que le completo la venida que acababa de tener. Miguel la penetró de nuevo, después de varios minutos le pidió que se sentara para venirse en sus tetas, lo que ella acepto gustosa, se sentó, agarro ese pene entre sus manos y su boca y lo hizo venir de forma estupenda, fue un momento muy erótico que mi cámara registro con total placer. Mi esposa entró a la ducha, mientras tanto Miguel me decía que era mucho mas de lo que había pensado, que mi esposa es un polvo brutal. Cuando ella salió del baño me miro y me pregunto si me había gustado, le respondí que sí, que mucho. Me pidió que le hiciera sexo oral, que la noche no quedaba completa sin que yo la hiciera venir. Se acostó boca arriba en el desorden de la cama y se dispuso a mí, le hice lo que tanto disfruta, no se tardo mucho en invitar a Miguel a que tocará sus senos, él muy obediente acepto, esa escena es muy erótica. Nos pidió que nos pusiéramos de pie, nos la quería mamar a juntos, y así fue. Se sentó de nuevo en la base de la maquina del sexo y nos dio una mamada deliciosa, Miguel estaba de nuevo erecto, pero me dio espació para que yo la clavara, ella se acomodo y penetre su culo con la pasión acumulada de lo que había visto esa noche. Volvió a la ducha, esta vez más rápidamente salió pues Miguel estaba listo y ella no desaprovecho esa oportunidad. Se acomodo en la cama y Miguel la clavo de nuevo hasta venirse en un orgasmo profundo que nos dejo a los tres agotados. Después de unos minutos nos vestimos y salimos del motel con los visos de la madrugada ya en cielo y la conversación de lo bien que la habíamos pasado. Fue muy divertido, Miguel logro estar con mi esposa después de muchos años. Si llega a pasar de nuevo, se los contaremos en otro relato. Pd: en el álbum “Buuuufff, después de 18 años se la pudo comer” están las fotos de esa noche.
