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Mi nombre es Trinidad, aunque me llaman Triny, tengo 22 años, casada y un hijo de meses. Me casé a los veinte, mis amigas me decían que era muy joven para contraer matrimonio, pero estaba muy enamorada para evitarlo. Fue un flechazo a primera vista hasta, ese momento yo no era muy popular entre el sexo opuesto. Pienso que es por mi físico: tengo el cabello rubio y ondulado, en mi rostro lo que más me gusta son mis ojos alegres y vivarachos, mi nariz es alargada y tengo unos labios gruesos para la geometría de mi cara, pero creo que es lo que más les llama la atención a los chicos, era en esos años una mujer delgada, al principio me afectaba mucho, pero con el tiempo dejó de importarme.
Cuando conocí a Mauro y me comenzó a cortejar. yo no lo podía creer y me enamoré con el primer ramo de rosas rojas que me regaló. Nos casamos luego de 6 meses de relación.
Mi esposo se llama Mauro tiene 27 años, y también fue con el primer hombre que tuve relaciones sexuales, fue quien me desfloró, aunque admito que no fue algo para relatar. Pará ambos somos nuestras primeras experiencias y hasta ese momento yo no conocía nada referente al sexo más que lo que mis amigas me contaban en medio de las charlas entre nosotras.
Lo cierto es que yo nunca he sentido nada de lo que ellas describen del placer. Mi marido apenas entra en mí y se corre a los pocos movimientos antes de que yo pueda sentir rico. Al principio no me importo lo amo y sé que se esfuerza por complacerme en ese aspecto me ha regalado algunos tímidos orgasmos con un par de juguetes, su mano o con su boca. Incluso aprendí luego de cada encuentro muchas veces que Mauro me monta y termina le doy un par de minutos, el tiempo suficiente para que se quede dormido luego pongo mis manos entre mis piernas y con su semen aún en mi vagina me tocó pensando en otra cosa hasta sentir esa sensación de alivio y poderme dormir.
A principios del 2022 Mauro recibió una oferta para trabajar en una minera cercana a la ciudad de Iquique, con buena remuneración, beneficios, bonos y una serie de incentivos económicos. Nosotros somos de la ciudad de Santiago, y hasta el momento vivíamos en un pequeño departamento. Lo bueno que él trabajaba y llegaba a casa a eso de las 8 de la noche donde yo lo esperaba con mucho amor. Ahora nos iríamos a otra ciudad donde el trabajo se hacía por turnos, es decir lo perdería por varios días, eso me preocupaba por quedar sola con mi bebe.
Por el tema del trabajo se le solicito viajar a hacerse los exámenes de salud y todo lo que lleva a los cursos para ingresar a la minera, mínimo estaría un mes en Iquique, por lo que decidimos irnos juntos. Todo fue rápido en un par de días ya tendría que estar allá.
Mauro tiene un tío que trabaja en la misma minera que de cierta manera fue quien lo ayudo a ingresar. Por lo que él le pidió a su tío que si podía tenernos a lo menos unos meses hasta que el pudiera arrendar una casa y poder movilizarnos en forma independiente.
Cuando llegamos a Iquique nos fue a buscar su tío, un hombre separado de 46 años, físicamente delgado, es sexi y guapo, veo que a dónde quiera que vamos se lleva las miradas indiscretas de muchas mujeres, siempre está bien vestido elegantemente con alguno de sus trajes a la medida, aunque a mí se me gusta más cuando está en casa vestido de forma casual con alguna playera de algodón y short. Es alto, se rasura la cabeza dejando levemente su cabello algo blanco, al igual que su barba cerrada lo que lo hace muy atractivo, eso y su personalidad. Su presencia impone y mucho, a dónde va siempre lleva la voz de mando sin la necesidad de ser autoritario. Y como persona es muy amable con todos, buen carácter, amigable que nos recibió en su departamento, un lugar bien amplio con 3 dormitorios, vista al mar, me sentía feliz de poder rehacer nuestra vida ahí. Lo bueno que él vivía solo, era separado ya sus buenos años. Su ex e hijos estaban en otra ciudad, por lo que yo veía él solo se dedicaba a su trabajo.
Mauro comenzó sus cursos y su turno era de 7x7, y aún en pandemia el Tío Alejandro como jefe tenia teletrabajo, así que permanecía todo el día en su dormitorio, en reuniones y cosas que le escuchaba. Salía esporádicamente a realizar compras. Así paso la primera semana, con muy poco contacto y conversación ante la ausencia de Mauro. Esa primera semana casi no salía de mi habitación no por temor, sino más bien por no conocer al tío de mi esposo.
Nuestra convivencia con Alejandro era buena. Y a pesar de estar con mi hijo poco a poco fuimos compartiendo más tiempo, entre el desayuno, almuerzo comenzamos a conversar más y lo mejor que notaba que a él le gustaba que estuviéramos ahí porque jugaba bastante con él bebe, le compraba juguetes y hasta lo tomaba en brazos. El era quien hacia todas las compras para todos incluso alimentos para él bebe.
Con mi esposo tratábamos de tener sexo dos o tres veces por semana, cuando el tío salía en las noches con sus amigos o con alguna que otra mujer o bien callados para no levantar sospechas, aunque creo que él bien sabía cuándo a mí me daban por que yo por lo menos gemía algo. Con Mauro notaba que las relaciones se habían convertido en algo bastante rutinario. No había podido llegar a tener un buen sexo, pero bueno, la verdad que siempre fue así, por lo que no era importante para mí.
Todo comenzó a cambiar cuando me dirigía a la sala donde está su lavadora de ropa que esta contigua a su habitación, a eso de las 4 de la tarde donde aprovechábamos de dormir una siesta y él también lo hacía rutinariamente, estando el departamento en un silencio sepulcral, fue al pasar estaba la puerta junta y algo, un movimiento llamó mi atención.
Al devolverme me detuve pensando que dormía, miré con más cuidado entre la ranura que dejaba la puerta semijunta y descubrí a Alejandro desnudo masturbándose mientras miraba la pantalla de su portátil. Me quedé plantada en ese mismo lugar sin saber cómo actuar. Pude irme como si nada ocurriera, pero lo cierto es que me quedé ahí hipnotizada con los movimientos de su mano sobre su paquete. Me metí en su intimidad y no hice ruido ni movimientos para que no me descubriera espiando. Su mano subía y bajaba por su miembro mucho más grande que el de mi marido, a distintos ritmos, más lento a veces y luego a una velocidad feroz, luego acariciaba sus bolas de repente o se concentraba en tocar solo la cabeza de su verga, note como ese movimiento le hacía temblar las piernas de placer. Luego me concentré en sus gestos, en la manera en que su rostro se iba transformando, en cómo se ponía de puntitas cuando su mano estaba en la parte más alta de su erección, en el movimiento de cadera que lo acompañaba. Era como si estuviera follando con alguien invisible. Y por las relaciones de mi cuerpo podría decir que yo también estaba follando ahí con él…
El calor me invadió, en mi boca mordí mis labios, lamí imaginando mi boca en su dureza, casi podía sentir los movimientos de su cadera chocando contra mi garganta y sentí placer, cosa que jamás le hice a mi esposo, podría decir que ese hombre me hizo sentir más placer sin tocarme a más de tres metros de mí que lo que me provoca mi marido cuando invade mi cuerpo.
Su explosión fue brutal vi como su simiente salía disparado a gran velocidad y distancia de su cuerpo, pero lo mejor fueron sus gemidos de placer que llegaron hasta donde yo estaba, ahí sí que me moje, casi corrí a mi habitación a desnudarme deslice mis dedos entre el vello dorado de mi pubis y seguí bajando hasta mis labios húmedos y calientes, me deje llevar pensando en el hombre que acababa de derramar su semen sobre el suelo de la habitación deseando que me bañara con una de sus descargas.
Pasado ya unas semanas y ya más en confianza, cuando en un principio amamantaba a mi hijo, el tío pasaba por el living o la cocina y a veces observaba como alimentaba a su sobrinito, situación que me ponía algo tensa, pero no le decía nada para no afectarlo.
Un día me preguntó sin mayor rodeo: “Te molesta que mire cuando le das de tomar pecho a mi sobrinito?”
“No para nada Alejandro, además aprovechamos de conversar y me es más llevadero el día” fue mi respuesta.
Pero si bien me iba acostumbrando a tenerlo cerca mientras lo hacía, ya que al final era yo la que estaba de “invitada” y no podía hacer escándalo por esas cosas, además nunca deje ver mis pechos, que por cierto estaban mucho más voluminosos que hasta antes de embarazarme. Nuestra vida transcurría si bien de una manera bastante rutinaria admito que era feliz con esa convivencia, además mis charlas con él tío se iban incrementando día a día.
Otra semana transcurriendo que llegaba Mauro de la Mina, estábamos juntos, hacíamos el amor, ahora yo gozaba un poquito más cada vez que cerraba los ojos y tenía ante mí al dueño de casa con su miembro a todo relucir dándome como yo quisiera. Hasta que Mauro tenía que volver a marcharse por otros 7 días. Así poco a poco me fui acostumbrando a tener a Alejandro frente a mí, mientras amamantaba a mi hijo, que más de una vez se lo entregaba para yo arreglarme después de su alimentación. Por supuesto que en ningún momento pensé al punto que podría haber algo entre nosotros. A pesar de soñar con aquel momento que me hizo deleitar.
Una tarde después de dar teta a mi hijo, se lo entregué un momento como lo hacía habitualmente, pero no presté atención que mi blusa estaba bastante desabrochada, así que uno de mis pechos quedó al aire al producir el traspaso del bebe.
Algo ruborizada, solo atiné a taparme mientras le decía
“Perdón” le dije
“Todo lo contrario, fue algo muy bello que has obsequiado a mis ojos” me contesta con una sonrisa.
“Bueno entonces gracias por la galantería” le respondí
Realmente me puso contenta su respuesta, a veces esas respuestas, hacían que día a día, lo admirara más. No solo su virilidad si no también su actitud hacia mí. No me canso de decir que es una muy buena persona, en ningún momento había malas intenciones en sus palabras, ni dichos de doble sentido. En ese primer y segundo mes se fue gestando una linda amistad.
No sé porque me sentía en deuda con él, tal vez por aquella maravillosa visión que pude tener, así que considere no ocultar demasiado mis tetas, dejando abierta mi camisa y permitirle que me observase o por lo menos no taparme tan rápido y tratar de demostrar que eso es algo natural. Siempre en mi mente estaba esa imagen de él proyectando su elixir por los aires en una descarga fenomenal.
Un día me dice: “Tienes unos hermosos pechos, Trini”
“No, están algo deformados por la lactancia, y además estoy algo rellenita” cosa que era verdad pues aún tenía como 10 kilos de más.
“Pues a mí me encantan, además la mujer algo gordita es más apetecible” fue la respuesta que recibí.
Sentí una extraña sensación, ni mi esposo había hecho alusión a mis tetas y menos a mi cuerpo, pocas o nunca me piropeaba Mauro en este último tiempo, pero al venir del tío de mi esposo fue como una hermosa gratificación. Ya a esa altura también en algunas ocasiones le llamaba tío.
“Gracias Alejandro” fue lo único que atiné a comentar riéndome de su ocurrencia.
Eso creo que fue más que suficiente, para que su compañía como espectador, me fuese cada día más grata, además oírlo con sus anécdotas y encontrando algún tema para contarme. Se había convertido en un momento muy especial.
Con el pasar de los días, me fui acostumbrando a su presencia, mientras amamantaba a mi bebe, a veces levantaba la camiseta (remera) permaneciendo breves segundos con un pecho al aire, o abierta mi camisa viéndose parte de ellos, mientras él sonriendo cálidamente ante la presencia de mis desnudos pechos.
También yo lo hacía, en donde parecía una travesura, en que ambos compartíamos. A veces me decía que se producía una aureola, producto de estar algunas horas sin darle de mamar a mi hijo. En definitiva, actuaba libremente sin tomar reparos cada vez que alimentaba al bebe.
Una mañana mientras alimentaba a mi hijo, después de darle de tomar y depositarlo en el cochecito, empecé a mover el cuello, pues lo sentía algo tensionado. Por lo que mi suegro me dice:
“Que te sucede?”
“No sé, me duele algo el cuello” Le respondí
“Quieres unos masajes? Fue su propuesta
“¿En serio, me lo dice?” le retribuí
“Si, si quieres, acá me tienes” fue su respuesta
A lo que le dije: “Bueno, dele”
Alejandro se puso tras de mí, no me había quitado la blusa y mi sostén lo tenía levantado sobre mis pechos, así que opté por desabrocharlo y mantuve la camisa algo abierta, a la altura de mis brazos.
Trajo unos aceites aromáticos a base de hierbas y con sus grandes manos comenzaron a masajear mis hombros produciéndome un suave dolor, que a su vez me iba relajando mis músculos. Si bien tenía algo de resquemor, en pocos minutos me empezaron a atraer, sintiendo como se iba relajando ese sector afectado. Cerré mis ojo y veía sus manos que frotaban mi espalda, cuello. brazos y hombros la forma en que se masturbaba la otra tarde, las mismas manos que tocaban su miembro erecto ahora lo hacía en mi cuerpo.
En un momento él abrió un poco mi camisa intentando descubrir más mis brazos, la que al estar desabrochada término desplazándose quedando toda mi espalda al descubierto.
“Oh, perdón Trini, no fue mi intensión” tratando de subirme la camisa.
“No, está bien Alejandro, es preferible, dejar mis brazos al descubierto, se siente mejor así” le respondí
Continúo con sus frotaciones, durante bastante tiempo, cuando contraía los dedos sobre mi piel, llegaba a mover mis pechos, percibiendo que uno de mis pezones comenzó a gotear, me dio algo de vergüenza lo que me sucedía, aunque era algo natural que me ocurría, fundamentalmente cuando pasan varias horas sin alimentar a mi hijo.
Si bien se comportó como un caballero, hubo un momento en que desee que no lo fuese, sentía la necesidad en que me apretase mis tetas. Supongo que él, tendría el mismo pensamiento, aunque entiendo perfectamente su posición.
Cuando termino me levanté y le di un beso en agradecimiento por su labor.
Admito que pensé bastante sobre ese momento y hasta tuve unas azarosas fantasías eróticas al momento de irme a la cama, en soledad sentía sus manos ávidas que recorrían mi cuerpo desnudo, sus masajes viajaban desde mi cuello al final de mi columna, y yo también tomando su mástil erguido con ambas manos lo llevaba a mi boca, cosa que jamás le permití a mi esposo, pero en mis sueños era lo que más deseaba, y sentía sus dedos bajar por mis hombros en dirección a mis tetas, recorriendo mis pezones endurecidos que clamaban su boca… no aguante más y lleve mis dedos a mi clítoris y como muchas veces lo hacía con el fluido seminal de mi esposo comencé a darme friegas en la vulva, caminando mis dedos hacia mi botón el cual comencé a frotar con mayor rapidez, introduje mi dedo en el interior de mi vagina apoyándose por un segundo y tercer dedo, mis frotaciones fueron dando resultado, por lo que sentí un exquisito orgasmo, creo que es el primero con tanta energía que me hizo estremecer, por lo que me quede dormida inmediatamente.
Continuará...