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A la mañana siguiente, me levante con mis pechos algo duros e hinchados y muy sensibles al toque, con algo de molestia cerca de las axilas, algo que no me sucedía frecuentemente.
“Que te pasa?“ Me pregunta Alejandro en cuanto me vio.
Con algo de retraimiento le digo: “Hace bastante que no le doy de tomar leche al bebe y tengo molestias”
“Puedes mostrármelas?”Me dice
“Si, por supuesto”le contesto sin pensarlo demasiado, porque ya me las había visto ya muchas veces.
No sentí, ningún tipo de inhibición para exponerlas, todo lo contrario, así que me desabroché la camisa y me subí el sostén. Solo las observo, sin llegar a tocarlas.
“Las toco a ver dónde te duele” me dice
“Si está bien, quiere que me saque la camisa?” Le dije
“Como quieras” me contestó.
Sin pensarlo, como esperando esa respuesta, abrí la camisa desabrochando mi sostén, quedando por segunda vez mis tetas al alcance de mi tío. Ahí comenzó a tocarlas suavemente, oprimiendo en determinados lugares, en ese momento mi excitación comenzó a hacerse notar, aunque trataba de no demostrarlo demasiado.
Sus dedos me frotaban por el contorno de ambos pechos y casi agarrándome los pezones que se me comenzaron a poner duros delante de sus ojos.
“Creo que están muy cargadas, deberías darle de tomar al bebe” me indica
“Es que está durmiendo” le conteste, como descartando esa posible solución.
Termine por quitarme la camisa, sentándome en la silla ya con las tetas al aire a la espera de su intervención.
El dolor se iba pasando, el prosiguió con las caricias de sus dedos que sobaba por toda la superficie, y mi excitación estaba agravándose. Apoye mi cabeza sobre el hombro de Alejandro disfrutando de ese enérgico y continuo “masaje”. El sabía como hacerme sentir así de acalorada, sofocada por la calentura, ni mi marido en los dos años de casado había logrado llegar a que yo estuviera desinhibida de esa forma ante él.
Así continúo masajeando y acariciando mis senos, rosando mis pezones que parecían enervarse, mi respiración se notaba algo jadeante, ante esas lujuriosas caricias, provocándome una lenta y continua excitación, instintivamente me mordía el labio inferior de mi boca soltando más que un gemido.
Si bien no impedía esa intromisión, pensaba que no era lo correcto, aunque tampoco me opuse a sus “frotaciones”. Sus manos se fueron apoderando de mis tetas, apretando suavemente mis pezones, gimiendo al sentir cada vez que lo hacía, moviendo mi cabeza, oprimiendo más los extremos de mis tetas.
El conjunto de mis pechos comenzó a recibir un “tratamiento” más agresivo, sintiendo que mi vagina empezaba a segregar humedad incontenida, algo que casi nunca me pasaba con mi marido. Sentía mi ropa interior mojada, mi clítoris hinchado sin siquiera haber sido expuesto, acariciado o lamido, lo palpitante del interior de mi vagina me llegaba hasta el cerebro, tal vez por aquellas incursiones sexuales con mi marido muy básicas que no me permitían llegar a tener un orgasmo decente.
Sus manos se apoderaron de mis pechos, apretándolos apasionadamente, hasta que sentí que comenzaron a evacuar mi leche materna. Era una extraña sensación, entre alivio al evacuar leche, dolor por su manera de oprimirlas, pero más que nada excitación, mientras su boca comenzaba a besar mi cuello, apretaba más asiduamente mis senos, proyectando continuos chorritos de leche que le llegaban a sus brazos y pecho.
Lleve mi mano a mi entrepierna, tocándome a través del pantalón, tratando de que no se diese cuenta de mi estado. Ni mi esposo me había trasportado a un estado similar, sus embates continuaron y a pesar que en un momento traté de impedir que siguiera, me llevo a un estado de total excitación, finalizando con un orgasmo, que, si bien trate de contenerlo, no pude evitar jadear con la respiración entrecortada me salió una exclamación de placer. Supuse que de continuar se desencadenaría en algo mayor.
Aún en mi estado de autoestimulación, con la mano apretando mi vagina por encima del pantalón y Alejandro abrazándome y yo toda abochornada con mi leche goteando sobre el pantalón, le digo a mi tío
“Está bien Alejandro, creo que es suficiente”
Dejo de acariciarme, me beso en la frente y se fue a su habitación. Sabía que estábamos procediendo mal, aunque me dio algo de tristeza saber que se pudo haber quedado algo excitado. No niego que me había atraído su intervención, aunque realmente fueron solos caricias, pero sabía que esto podría desencadenarse en algo mayor.
Durante la semana de Mauro se encontraba de descanso aprovechamos de salir, pasear, el tío nos facilitó su vehiculo Suv, aprovechando de conocer la región y algunos lugares al interior. Unos días después traté de evitar de hablar de lo sucedido o de amamantarlo frente a Alejandro, aunque no puedo negar que era tentador sentir sus ojos mirándome de pie a cabeza, sobre todo mis pechos, no obstante, por su parte tampoco hubo nuevas intenciones. Hasta que un día que estábamos conversando, no se si consiente o inconscientemente le confesé que me había gustado lo que me había hecho. Tal vez mi mente me jugó una mala pasada, o tal vez mi subconsciente quería seguir explorando y tentando para llegar a más
“Cuando gustes, lo repetimos” me dice riéndose.
Esas palabras me quedaron dando vueltas, aunque si bien no dije nada, al día siguiente le di de mamar al bebe con mi dorso completamente desnudo. Alejandro se acercó en ese momento, de manera sorpresiva, recosté a mi hijo en el cochecito, me senté en el sofá y volqué mi cabeza hacia atrás, cerrando mis ojos.
Inmediatamente sus manos se adueñaron de mis tetas, apretando más tenazmente mis pezones a la vez que apretujaban mis pechos hasta sacar la leche, que sentí rápidamente bañar mi abdomen.
Así rápidamente, se fueron alterando mis hormonas, llevando mi propia mano a mi entrepierna.
Cuando me dice Alejandro: “Baja tu cremallera”
Me dio algo de vergüenza al oír sus palabras, pero estaba muy alterada, así que con algo de timidez y respetando su orden, me baje el cierre, y un poco mis jeans, metiendo mi mano para masturbarme, pase mis dedos por bajo el elástico de mi tanga directo a mi clítoris que ya lo sentía palpitante y húmedo, frote levemente entre mis dedos con un apreté suave que iba frotando entre mis yemas de los dedos, mientras mi tío masajeaba mis tetas con total maestría.
Sentí como si una ola de electricidad recorriera mi cuerpo. Comencé a sentirme cada vez más excitada, como estaba muy mojaba no tuve problema en comenzar a estimular mi clítoris, suavecito, muy despacio, así como mi tío me lo hiciera, cerré los ojos recordando las escenas encendida de Alejandro dándose placer propio, en mi cabeza podía ver entre mis piernas haciéndome un delicioso sexo oral, él me acariciaba las tetas con gran maestría.
Ante mi sorpresa un poco antes de venirme, su boca succionaba mis rígidos pezones, percibiendo como mi leche pasaba a su sedienta boca. Eso me hizo comenzar a gemir fuertemente, ya no tenía que contener los ruidos que provocaba cuando mi esposo me daba sexo, era libre y así fue gimiendo y dando grititos, mi respiración acelerada y jadeante eran signos que me venía el orgasmo, así fui acabando deliciosamente, y al momento de sacar mis dedos de mi entrepierna, estos goteaban mis jugos, que Alejandro tomo mi mano y se los llevó a la boca, lamiendo cada uno de mis dedos.
Alejandro me alzo del sofa, y bajo más mis pantalones sintiendo sus dedos rozar mi sexo, no oponiéndome, era todo una locura, pero no podía frenar ese frenesí que me invadía.
Con mi jeans por los tobillos, me hizo apoyar mi pecho sobre la mesa del comedor, a la vez que bajaba mi tanga, dejando mi trasero al completo descubierto y a merced de lo que él quisiera. Pensando que me penetraría de un solo espolonazo, se arrodillo abrió mis piernas y sentí su lengua explorarme completamente, jamás un hombre me había hecho algo similar, acostada con mis tetas apoyada, las piernas totalmente abierta recibía su húmeda y caliente lengua desde mi clítoris a la entrada anal, tras lamidas y otras más lamidas comenzada a sentir sus dedos jugar sobre mi vulva, cubierta levemente de vello púbico, sentía como sus dedos abrían mi canal vaginal para ir sintiendo sus dedos hurgar y penetrar. La mezcla caliente de su saliva y mis jugos hacían que no solo goteara mis tetas sino también desde mi concha. El Clítoris palpitante, los fluidos que bajaban por mis piernas me hicieron ya no aguantar un segundo orgasmo, ahora más intenso que el anterior, ahora si me sentía una puta a disposición del hombre que por primera vez me hacía gemir gritar y hablar palabras que jamás habían salido de mi boca, “Si tío, asi asi, hazme venirme, asi quiero acabar en tu boca, ohhohh ohh, si si si, yaa ve me vengooo ahhh ahhh,ahh siii ohhh siii me vengo, me vengooo, ohh que puta me haces sentir”.
No alcanzo a pasar ni un minuto, se puso de pie y su pelvis se adhirió a mis nalgas ubicándose al medio de mi culo, efectuando unos leves movimientos, muy suave… pensé que trataría de penetrarme, aunque no sé si estaba totalmente dispuesta.
Pero por suerte no sucedió, solo metió su mano entre mis piernas, eso hizo que me relajase, abriendo más mis extremidades, sintiendo sus dedos jugar con mi raja, ya muy humedecida por ese loco acoso y el enorme orgasmo que me hizo sentir.
Dos de sus dedos me volvieron a penetrar sin demasiada ceremonia, a lo que me hizo pegar un gritito de dolor, hasta que sus dedos conformaron un movimiento rápido y continuo en mi vagina que aún goteaba mis jugos. Mi cuerpo fue asimilando ese acometimiento, comenzando a llevarme rápidamente a un estado de total éxtasis, entre gemidos y una respiración entrecortada.
Yo con mi conchita aún sensible por ese orgasmo que me entrego su lengua, sentía palpitante el interior, más cuando sus dedos comenzaron a estimular mi punto G. Mis manos apretaban los bordes de la mesa, hasta que ese vaivén ágil y perspicaz me llevo a un tercer y más fuerte orgasmo, ahora sentía que me orinaba, se proyectaba chorros entre sus dedos, nuevamente mis gemidos se esparcían por el departamento, mis piernas temblaban y se mojaban aún más por la cantidad de líquidos que iban bajando, ya hasta no las sentía, solo el estremecimiento y contracciones musculares desde mis muslos viajando al interior de mi vagina, ese orgasmo realmente me hizo casi desmayar con mi respiración agitada y entrecortada, pasaron unos minutos así casi con total desaliento que lentamente iba recobrando la respiración normal,
Me sentí ridícula con mis prendas bajas y mi torso desnudo, pero me giré y le di un beso a mi tío en los labios como de agradecimiento o de calentura no sé, pero no puedo negar que me hizo disfrutar muchísimo.
A pesar que estaba algo arrepentida de lo sucedido ese día, no dejaba de pensar en ese acontecimiento, Alejandro no comentaba sobre el hecho, y en parte me sentía algo culpable por no aplacar la calentura a mi tío. Aunque creo que el disfruto tocándome y llevarme al orgasmo más placentero que hasta el momento había experimentado. Pensaba en mi esposo, pero hasta el momento no había ocurrido nada contundente, pero de proseguir con estos locos encuentros, en algo mayor se iría a desencadenar.
Continuará...