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Una tarde baje con él bebe a la piscina del condominio, ya que no había gente, así que aproveche de estar refrescando a mi hijo en la piscina de niños, nos mojamos los pies y luego de una hora subimos, al entrar al departamento Alejandro andaba en puro short, yo en cambio llevaba traje de baño bajo una bata… lo mire y mis deseos afloraron como explosión de un volcán, lleve a mi hijo al dormitorio para cambiarlo a lo que se quedó dormido.
Alejandro ya conocía la expresión de mi cuerpo por lo que se acercó a mí, una idea llegó a mí y creo que a él también. Lo notaba es su mirada. Me veía igual que Mauro cuando tiene ganas de sexo.
Sucedió en un segundo, El abrazo, El beso, Las caricias. Sus labios sobre mi boca
Su boca recorriendo mi cuello, Su mano tocando mis tetas ya duras y erectas ante su contacto.
Mauro nunca hace eso. Estoy rendida ante el tío de mi marido, que con tan solo unas pocas caricias…
Metió su mano por debajo de mi pequeño traje de baño y no me negué, yo también esperaba sus caricias, deseaba que notará mi humedad que en realidad era suya. Sus dedos la sintieron de inmediato y una sonrisa llena de morbo llegó a su boca
Acercó su boca a mi oído y preguntó. —¿Puedes correrte en menos de un minuto?
Esa sola pregunta me puso en modo perra y me dejé llevar cerrando los ojos por sus caricias dije:
—No lo sé.
Luego obediente y cómplice sonreí y abrí los ojos de nuevo.
Me quito la bata que cubría mis senos. Cuando mis tetas estuvieron libres de nuevo, las miró sin dejar de jugar con sus dedos entre mis piernas, un par de pezones rosados estaban esperando por sus besos que no demoraron. Con una mano los acuno uno para luego llevarlos a su boca: besaba, chupaba, succionaba, y en cosa de minutos ya mis tetas comenzaban a brotar leche materna, que le escurría por la boca de mi tío
Todo fue maravilloso, caliente e inesperado. Sus dedos tomar prisionero mi clítoris, frotarlo y presionarlo sintiendo como el pequeño botón se ponía rígido ante aquellas caricias. Sentí la explosión dentro de mi cuerpo y luego la pierna flaquear. Un orgasmo intenso que nacía en el interior de mi vagina se transportaba por todo mi cuerpo hasta mi cerebro, lo que me obligó a colgarme de su cuello para no caer.
Todavía no me reponía del placer cuando mi tío me dijo:
–Fueron exactamente 43 segundos cuando tus piernas flaquearon -y con esa sonrisa agregó-.
“Pues sí, no has durado ni un minuto zorrita”.
Escucharlo hablarme así me puso en modo calentona toda una Zorra, aún más si es que eso es posible. Y el solo lo conseguía.
Pero no se detuvo, siguió acariciando mis tetas sin piedad basándose en las reacciones de mi cuerpo mientras yo seguía abrazada a él y con la cabeza en su hombro.
Me levantó en peso y caminó cargando mi peso hasta su cama, ahí suavemente me depósito, comenzó a bajar mi traje de baño, le ayudé levantando mis caderas y salieron por mis pies, él beso cada una de mis rodillas luego siguió besando mis piernas hasta mis tobillos y terminar con el dedo gordo de cada pie dentro de su boca. Esa sensación que jamás la había experimentado hacía que mi vagina expulsara flujos que nunca antes tuve con mi esposo, me sentí algo cohibida ante su mirada, pero continúe con mi aptitud. Temerosamente abrí más mis piernas y las subí a sus hombros, sintiendo como sus dedos penetraban libremente mi matriz.
Mi sexo húmedo brillaba lo note cuando metió sus dedos entre mis pliegues y luego me los mostró. Se fue ubicando entre mis piernas, su cabeza calzaba entre mis muslos, dándome el primer beso que le encantó el sabor de mi flor. Su lengua ávida de mi esencia disfrutaba subiendo y bajando sobre mi vulva y eso me volvía loca. Mis piernas comenzaron a tensarse de nuevo, otro orgasmo se iba apoderando rápidamente de mí. Comencé a gemir, a suspirar en cada lamida.
Pará mí sorpresa se retiró justo a tiempo, me dejo a un lengüetazo del orgasmo, pude notar como le divertía mi frustración. No me esperaba lo que hizo, pero probé mi sabor en su boca, dándome un beso muy apasionado, nuestras lenguas se enredaban entre sí, de esa forma me dio a probar mis jugos con su lengua y me encantó.
—“Casi casi”… Dijo entre beso y beso.
—“Que malo eres tío”. -Conteste
—“No seas desesperada, la paciencia tiene sus recompensadas”. Me respondió.
Abrió de nuevo mis piernas antes de volver a poner su cabeza entre ellas. Y nuevamente levante una para apoyarla en su hombro, mientras la otra la extendía lo más posible. Esta vez comenzó lento, su lengua recorría cada centímetro de mis pliegues lentamente, llegaba a mi botón más sensible succionaba y jugaba en él con movimientos circulares que hacían que me retorciera del placer. Repitió el proceso muchas veces hasta que encontró la velocidad y ritmo adecuados que me llevaron de nuevo al éxtasis, mientras iba diciendo …“ooohh aahhh, sigue, sigue, que me voy a correr, ahh ahhh ohhhm. “yaa yaa, no aguanto… no puedo no puedo, no aguanto, ohhh ahhh, sii. Sii, sii voy a acabar si si si voy a acabar, yaaa yaaa acaboooo”…, y esta vez sentí como mis jugos estallaron en su boca.
Nuevamente subió hasta mi boca para besarme, lamí sus labios limpiando mis fluidos que emanaban a chorro desde mi interior, después de unos minutos se levantó y volvió a su dormitorio. Me fui directo a la ducha ya que esa noche llegaba mi esposo.
Esa semana con Mauro en casa todo fue normal, tuvimos dos sesiones de sexo, como de costumbre era rápido y sin mucha motivación a pesar que en mi mente estaba Alejandro penetrándome, quería que fuese él, aunque mi consiente sabía que no podía pasar. Quería sentir con mi esposo lo que mi tío me hacía sentir, pero no era posible, su repertorio no contemplaba que me hiciera sexo oral o yo a él, así que me quedaba quieta en la cama a la espera de sentir su eyaculación caliente en mi interior.
Un día ya con mi esposo en la mina, me había terminado de duchar, aun no estaba vestida, el llanto de mi hijo, hizo que corriese a verlo, solo atine a envolverme con el toallón. Alejandro había salido, así que tranquilamente me senté en la silla de la cocina, desaté la parte superior a fin de liberar mis tetas y darle a tomar al bebe. Mientras lo hacía pensaba en las locas succiones que me había proporcionado mi querido tío tanto en mis tetas como en mi conchita, y recordando esos momentos comencé a incitarme, tanto cuando lo espié dándose una exquisita sesión masturbatoria o cuando me hizo venirme entre uno y otro y otro orgasmo.
cuando oí la puerta de entrada abrirse, si bien me sobresalto, pero consciente o no, me mantuve sin intentar cubrirme, esperando su presencia, sentada en la cocina.
Entonces lo llamé. “Alejandro, es Ud.?” Pregunte en voz alta
“Si, necesitas algo? Me contesta
“No solo quería saber.” Respondo, en espera de su presencia, la cual no se produce.
Algo molesta, alzo al bebe para cambiarlo, vuelvo a envolverme con el toallón, paso por su habitación lo saludo y me dirijo a la mía. Mientras estaba limpiándolo, su voz me sobresalta, diciéndome si necesitaba algo.
“No, todo bien Alejandro” le contesto. Mientras continuaba con mi labor de cambiar a mi hijo.
Cuando lo acuesto en su cuna, hice un movimiento brusco y se desata el toallón quedando totalmente desnuda ante mi Tío. Nos miramos durante unos segundos sin intentar levantar lo que me cubría. Lentamente el Tío se acercó, nos abrazamos casi mecánicamente y empezamos a besarnos como dos jóvenes insaciables. Dentro de mi deseaba sentir su boca en la mía, su lengua junto a la mía, sentí como su mano se introdujo inmediatamente en mi vagina, sentí sus dedos recorrerme desde mi vulva bajando hasta mi segunda entrada, volvía a mi clítoris el cual magistralmente lo acariciaba, lo frotaba introduciéndolos hasta llegar a mi punto G, sentía como me llenaba el espacio vaginal para volver al recorrido así iniciando mis primeros jadeos, me volcó sobre la cama, sin quitar sus dedos de mi sexo.
A partir de ese momento me deje llevar por ese loco arrebato, apretó mis tetas hasta hacerlas emanar nuevamente con la expulsión de leche, que regaban parte de mi cuerpo desnudo. No sé si estaba dispuesta a tener sexo con él, o solo sería nuevamente una sesión de sexo oral, pero no me frenaba ante sus acometimientos. Volcada sobre la cama, totalmente desnuda, me relaje aceptando lo que pretendiese hacerme. Abrió mi entrepierna, quedando mí intimidad ante su vista.
Ese arrebato me superaba, de un hombre tan cálido, se estaba convirtiendo en un ardiente amante, mientras mi abertura no dejaba de segregar mis flujos vaginales. No besábamos con desesperación, mientras mi cuerpo reflejaba mi total excitación, mis tetas como producto de ser estrujadas continuaban emanando leche y mi vagina no cesaba de mojarse. Esos líquidos que mi cuerpo iba segregando, reflejaban el estado de excitación en el que me encontraba.
Me daba algo de vergüenza, emanar esos líquidos frente a Alejandro, aunque aparentemente le encantaba ponerme en ese estado libidinoso.
Hasta que abrió bien mis piernas y como las veces anteriores y se ubicaba para meter su cara entre ellas, mamando despiadadamente mi sexo, su lengua habida recorría entre mis labios vaginales llenándolos de su cálida saliva sintiendo como mi clítoris era adsorbido, lamido, succionado por su delicada boca, a la vez que su dedo se iba introduciendo ahora por mí recto abriendo el paso por mi argolla anal, penetrando mi esfínter. Ese acosamiento de las partes más íntimas, me transportaban a una experiencia que desconocía totalmente. Mi cuerpo se convulsionaba de una manera demente sintiendo como las paredes de mi conducto eran perturbadas, por su grueso dedo, friccionando su lengua en mi clítoris erguido, hasta hacerme estallar en una progresiva convulsión, arqueándome ante ese acosamiento sexual, gimiendo con la respiración entrecortada quedando extenuada al llegar al fin de mi orgasmo que se venía con chorros de líquidos que eran expulsados desde mi conchita.
Mi cuerpo estaba empapado de sudor, mientras trataba de recuperarme, comprendí que Alejandro debería de estar muy estimulado, si bien era algo que con mi esposo trataba de evadirlo, supuse que en ese momento seria lo adecuado.
Me arrodillé frente a él, abrí la cremallera de su pantalón, introduje mi mano y saqué su gran verga, quedando sorprendida por su tamaño y su rigidez, si bien lo había visto ya, tenerlo frente a mis ojos me poseyó queriendo ser la mejor puta.
“Rayos!! que herramienta!!! De cerca se ve más grande de lo que recordaba”.
Antes de hoy solo he estado con mi esposo y nunca he visto a otro hombre desnudo y aunque no me quejo del tamaño de Mauro la verdad es que la verga de su tío es mucho más grande y gruesa, con las venas marcadas.
No era una experta en eso, trataría de complacerlo, así que con algo de aversión inicie una serie de lamidas, encontrándola rápidamente algo atrayente. Besé su glande, lo lamí, mientras mis manos lo masturbaban, no pude contenerme, que no tarde en comenzar a tragármela, sentir ese aparato carnal en mi boca era algo seductor.
Mi boca lo chupaba con total ahínco, introduciéndolo hasta que me producía arcadas, besaba sus testículos y los chupaba fervientemente. Su erección no disminuía y mi desesperación tampoco, mis chupadas eran cada vez más intensas y prolongadas, hasta que logre mi objetivo, haciéndolo venir con un fuerte chorro en mi boca y en resto sobre mi pecho. Por primera vez pude sentir el sabor del semen, y a pesar de mi rechazo hacia él, terminó cautivándome su sabor. A pesar de tener parte de su esperma en mi boca me beso, me abrazo fuertemente y nos besamos. Había efectuado cosas con mi tío que su sobrino no había logrado.
Me fui a bañar nuevamente para quitar esa cantidad de líquidos que humedecieron mi cuerpo. Mientras lo hacía, Alejandro me observaba, satisfecha de lo sucedido, mis labios le enviaban besos.
La noche cuando llego mi esposo de faena me sentí mal ante él, por lo ocurrido, pensando que esa noche trataría de pagar mi culpa haciéndole cosas similares. Pero estaba muy distante de la experiencia y deseos que Alejandro me había otorgado.
Habían pasado los 7 días de descanso de Mauro y como siempre nuestras relaciones no eran del todo satisfactorias para mí, aunque el acababa bien y siempre quedaba extasiado, yo en cambio con ganas de quedar tan satisfecha como me dejaba su tío.
Me despedí de mi esposo que salió a las 6 de la mañana a tomar el bus que lo llevaría a su trabajo. Antes de irse Mauro me puso en 4 y comenzó a penetrarme, en un par de minutos eyaculo en mi interior, por lo que se fue con una cara llena de risa, se duchó, se vistió y me levanté a despedirlo, por lo que solo me puse una bata, con mi cuerpo desnudo, regresé a mi dormitorio me acosté y en mi mente daban vuelta todas las imágenes de lo que había pasado con Alejandro. Inconscientemente veía su pene en mis manos y yo ardiente pensaba “Ya quiero tenerla por todos lados”
Había transcurrido unos 20 minutos a lo que el tío se para frente a la puerta diciéndome que, si había gozado del encuentro sexual con mi marido, había escuchado los leves gemidos que me había proporcionado, Yo aún sentía en mi interior los fluidos de mi marido, pero no era de mi interés y creo que a Alejandro tampoco le interesaba. Rápidamente se metió a mi cama sacándome la bata que cubría mi cuerpo, sus manos se fueron directo a mis tetas, apretándolas y llevando mis pezones a su boca, fue una deliciosa sesión de mamada a mis tetas. Se quitó el bóxer que traía, dejando su enorme herramienta a merced de mi entrada, hoy sería el día que probaría por fin aquel aparato en el interior aun lleno de la sustancia de mi esposo. Tomó su verga con la mano pegada a los huevos y la dirigió a la entrada de mi gruta.
Se me escapó un gemido de placer cuando sentí como empezaba a abrirse camino por mi interior. Posiciono su glande a la entrada y por la lubricación de mi marido comenzó a penetrarme, sentía el grosor que abría mis paredes. Por fin lo tenía dentro caliente y duró.
Espero un poco para que me acostumbrara al tamaño y luego comenzó a moverse. Me penetraba en un ángulo desde arriba, el tronco de su falo estimulaba mi hinchado clítoris en cada movimiento, mientras la cabeza que no llegaba a salir de mí acariciaba zonas sensibles, pensaba “es un maestro del placer”.
Me sentía en la gloria. De repente cambiaba el ángulo a veces con mis piernas en sus hombros, otras abajo apoyada en la cama, sentía como entraba directamente desde abajo fuerte y más profundo, más intenso, más salvaje y placentero. Un sube y baja que me llevó al cielo una vez más, nunca había tenido tanto placer en mi vida y sentía que ya no podía más, pero él aún no acababa conmigo. Y sinceramente, aunque yo estaba agotada tampoco quería que aquello acabará.
Me giró de forma que yo quedara recostada con mi cintura encima de la almohada y con él culo en alto
—“Tienes un culito precioso”. Me mencionó.
Se ubicó sobre mí, con sus piernas a cada lado de mis nalgas, apoyando sus manos sobre mi espalda o a los costados. Acarició con descaro cada una de mis glúteos y luego sentí el escozor que causó su mano al nalguearme varias veces. “Perfecto, ahora tienes el color correcto”. Me indico
Entró nuevamente en mi sin piedad yo estaba tan húmeda que entraba y salía de mí sin el menor esfuerzo, esta vez tape los gritos de placer con un cojín. Sus manos me sostenían firmemente de las caderas y de repente azotaba de nuevo mi culo que agradeció las caricias. Uno de sus dedos resbaló por las secreciones acumuladas, el semen de mi esposo con mis propios fluidos y fue a rozar mi ano lo que provocó un nuevo nivel de placer que él notó.
Después de eso su erecto pene busco mi cavidad vaginal para introducirlo, me abría las nalgas con sus manos para tener una mejor visión de mi cavidad, esto permitía abrir la entrada a su máxima expresión. Él fue poniendo la cabeza de su miembro a la entrada y lentamente me lo fue incrustando, perdiéndose el tronco en mi cavidad, dio 3 o 4 estocadas y comenzó un frenético movimiento de entrada y salida, cada vez tomando una aceleración en la penetración y a cada embestida, los huevos me golpeaban fuertemente en el culo. Yo trataba de cerrar mis piernas, lo que provoco que la verga quedara prisionera en mi interior, la lubricación permitía sentir los golpes al fondo de mi túnel, la sentía más hinchada, que mis paredes eran frotadas por su gran tronco, así estuvo varios minutos que fueron maravilloso, hasta comenzar a agitarme fuertemente, sentí mis piernas que comenzaron a temblar, unas contracciones que venían de mi estómago, bajando por mi pubis, centrándose en el interior de mi conchita y llegaba a mis piernas, así sentí que me llegaba un orgasmo intenso, demasiado fuerte, que no tenía control de nada, por fin tenía toda la verga incrustada en mi interior, sentía todo el ancho del tronco como llenaba toda mi cavidad y sentía los golpes al final de la pared de mi vagina… ese pene poderoso, grande y rígido hacia que me llenara de fluidos, tuve un orgasmo intenso, duradero, que a cada momento me provocaban grandes temblores entre mis piernas y pubis.
Mientras lo sentía iba diciendo entre mis gemidos y gritos… ooohh aahhh, ahh ahhh ohhhm. Yo gemía y decía “yaa yaa, no aguanto… no puedo no puedo, no aguanto, ohhh ahhh, … me haces venirme, siii me vengo, estoy acabando y de pronto mis fluidos salían disparados, ohhh ohhh ahhh uumm ahhh, en tanto con la respiración entrecortada y jadeando de gozo…
Él estaba a punto lo pude sentir más duro y firme eso me encanto. No podría prolongar por mucho tiempo ese ritmo.
—“Quiero correrme en tus tetas”. Me dijo
—“Hazlo”- le respondí
Salió de mí, me gire para recibir su descarga, se arrodillo frente a mis tetas y comenzó a masturbarse rápidamente como en su habitación la ves que lo espié. Unos pocos segundos después el primer chorro de su caliente eyaculación cayó sobre mis tetas, mi rostro cerca de mis ojos, los demás quedaron derramados por mi boca, cuello y abdomen.
Luego con uno de sus dedos tomó un poco de la leche sobre mi teta izquierda y la llevó a mi boca.
—“Esto es algo que no se desperdicia”. Me dijo
Me gustó como me ordenaba y abrí mi boca obediente. Mientras sentía mi entrepierna dolorida y satisfecha por primera vez en mi vida.
Pasaron 6 meses hasta que con Mauro pudimos tener nuestro propio hogar, si preguntan si seguí viendo al tío, se los dejo a su imaginación.
FIN.