De regreso a El Volador, pasado un tiempo decidí revivir esa adrenalina que ya había sentido sólo al disponerme a ir a aquél lugar, desde tomar el metro hasta subir las escaleras y recorrer sus senderos; la adrenalina se me pone a mil, seguramente por una mezcla de morbo y miedo por estar en un lugar potencialmente peligroso desde muchos puntos de vista.

En esta ocasión decidí ir en la tarde, tipo 2 o 3, lo cual ya es tarde para estar allí porque ya se va poniendo solo. Una vez en los senderos empecé a ver a algunos mancitos, actuando muy sornero igualmente porque uno no sabe qué intensiones tengan, sin embargo tras un ir y venir decidí entrarme a un bosquecito en el que sé que hay acción porque es tapadito y los empaque de condones tirados son suficiente señal para intuirlo. Para entrar en ambiente me fumé un porrito mientras me pajeaba un poco detras de los arbustos desde donde se puede ver a los mancitos pasar, e incluso a la policía que en ocasiones pasa haciendo ronda, lo cual me ha elevado mucho más la adrenalina y el miedo, pero con quienes no he tenido hasta el momento ningún encuentro incómodo.

En ese bosquecito y en otros lugares se ve actividad constante, desde el par de neitas que uno no sabe qué quieren, hasta el señor de 40 (que para mi gusto no hacen parte e lo que busco). Mientras estoy fumando llega un man, le comparto de mi porro y hablamos un rato, mientras tanto él no oculta que tiene la verga parada, que tampoco le queda dificil porque iba en pantaloneta. Luego de una morboseada y entrados en calor por la traba y el momento, nos adentramos un poco en el bosquecito y empiezo a darle verga, una chimba, terminamos y nos despedimos.

Al rato me encontré con un man de unos 35 años, tal vez o un poco más, el man todo serio y experimentado me puso a mamar verga, una chimba, e incluso me corregia (y yo que me creía experto, siempre se puede ser mejor) jajaja. El caso es que el man me producía un poco de miedo porque tenia actitudes un poco agresivas, por lo cual, de manera muy sornera seguí un rato con él pero para terminar rápido y salir de ahí.

Ya rumbo a los parqueaderos y a la salida de los senderos decidí (muy en contra del sentido común) meterme por otro caminito en que también hay actividad. Allí me encontré con un mancnito, le hice señas y nos fuimos juntos en busca de un lugar para divisar el paisaje , porque clarsmente a eso va uno, jajaja. Parce, culiamos una chimba, incluso ahora no me preocupo tanto por evitar que me vean, el que quiera ver que disfrute.

El caso es que en ese cerro se dan muchos parches, uno también hace que pasen dependiendo de la disposición y la mentalidad, sin embargo hay que ser precabidos, así sea uma piedra que encuentre uno en el camino sirve de algo en caso que algo malo suceda.

Chimbas de parches en lugares abiertos, me traman mucho, me gusta mucho esa adrenalina de lo prohibido.

Cuenten sus experiencias buenas y malas en El Volador. Los leo.