Guía Cereza
por: andyomar Publicado hace 4 meses Categoría: Gay 1K Vistas
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Me tenía que sacar el estrés acumulado durante la semana de trabajo. Después de tomar varias copas de vino, bañarme y ponerme un bonito pantalón sin calzoncillo, porque sabía lo que quería esa noche enfilé para la disco, no quería encontrarme con nadie que se pusiera a hablar de su vida, de política, de religión o de cualquier cosa, la verdad era que quería encontrar un hombre caliente que me arrinconara en una parte oscura de la disco y me metiera mano, para luego terminar penetrándome en su auto, en la calle, en un hotel, donde fuera, esa noche quería acción no palabras, ni pasos de baile, a mis 30 años ya estoy mayorcito para andar buscando príncipes azules o rojos o verdes en una disco.

Pasaba el tiempo y nada, sentado con un trago en la mano miraba pasar hombres por mi lado, y no es que no me gustaran, pero a todos les veía cara de entablar conversación, ganas de decirme como iban a salvar o destruir al mundo, me sentí feo, acabado, fuera de lugar, no es que sea una belleza caminando, pero tampoco soy feo y no tengo mal cuerpo, pero lo que nunca he aprendido es a poner cara de caliente o a mostrar ansiedad de pene. Desde que me gustan los hombres o sea, desde mi nacimiento mismo, no he tenido necesidad de gritar: necesito peneeee escúchenme! pero claro ya tengo 30 años, tal vez de aquí en más voy a tener que gritar a los cuatro vientos mis necesidades sexuales.

La música seguía fuerte, los tragos iban y venían, las caras alegres, las mirada y yo ahí con otro trago en mi mano y los ojos perdidos en algún punto fuera del espacio. En algún momento miré el reloj y supe que ya no había vuelta atrás si seguía allí me moriría de aburrimiento. Salí a la calle, hacía un poco de frío, pensé en darme por vencido, llegar a mi casa, una buena película porno gay, una paja, otra paja, otra paja y a dormir, en ese momento se encendieron todas las ampolletas en mi cabeza y como una epifanía divina llegó a mi cabeza ese parque que años atrás solía frecuentar, me pregunté casi de inmediato si seguiría siendo un lugar de encuentro, ahora con tanta aplicación en el teléfono, con tanto cibersexo tal vez ya nadie iba a esos lugares que antaño eran nuestro refugio y nuestro paraíso. Como estaba cerca me encaminé hacia allá.

Los árboles y la oscuridad lo cubrían todo, parecía un tanto abandonado, la verdad es que había dejado de ir a mi querido parque desde que me puse en pareja que obviamente iba a ser para toda la vida, pero él tenía su propia agenda y al cabo de un tiempo descubrió que no era para estar en pareja y salió tan campante de mi vida como había entrado. Después de la depresión correspondiente, me centré en el trabajo y uno que otro oral en algún baño público, pero no volví al parque.

Caminé por entre los árboles, parecía completamente vacío, de repente algo se movió entre los arbustos, me acerqué y pude ver a dos hombres casi en bolas que se prodigaban caricias y besos, me volvió el alma al cuerpo, caminé hasta ellos, no me rechazaron cuando estuve a s lado. Sentí como me abrazaban y metían sus manos por mi camisa, me la abrieron completamente y uno de ellos que tenía bigotes y barba empezó a chupar mis tetillas, el placer me invadió entero, me entregué. En unos segundos los 3 estábamos empelotas y nos chupábamos y nos langüeteábamos por todas partes, me arrodillé y mamé ambas vergas. nos recostamos en el césped. Ansiaba ser penetrado así que separé mis piernas y le tomé la verga a uno de los hombres, ensalivé la cabecita de su verga caliente y me ensalivé mi hoyito que deseaba sentir un macho, puse su miembro a la entrada de mi culo y yo mismo comencé a moverme, a empujar, atraer a ese pedazo de carne para que entrara todo, poco a poco se fue abriendo paso, mis manos abrían mis nalgas para hacerle más fácil el trabajo al desconocido, su palo duro entró sorteando las trabas que ponía mi culo, hasta que estuve enteramente empalado, ensartado en esa rica verga. El otro hombre me metió su trozo de carne en mi boca, lo tragué entero, caía baba por la comisura de mis labios, mientras el otro me ensartaba profundamente. Me sentí en la gloria, el desconocido que me tenía atragantado con su miembro por la boca se corrió, tragué todo el semen que pude, pero parte de ese delicioso manjar se escabulló por mis labios y fue a dar a la cabeza del otro hombre, limpié bien ese tronco hasta que se retiró el hombre, se acomodó la ropa y se marchó. El otro siguió culeándome profundamente, yo lo apretaba de las nalgas, le decía: dámelo entero, lo quiero todo dentro mío mi macho rico. Lanzó un gemido y me perforó lo más profundamente que pudo, se estremeció y lanzó su semilla dentro mío, pude sentir los chorros de semen golpeando las paredes de mi culo, me aferré a él, no quería que se saliera de dentro mío. Lo retuve no se cuanto tiempo pegado como perro a su mástil de carne ensartándome, luego su verga salió solita de mi agujero, me sentí abierto, sentí como un chorro de leche corría ente mis nalgas. El hombre desapareció en la noche.

Me quedé tendido ahí sobre el pasto, desnudo tocándome el hoyo totalmente abierto, me pajeé, estaba en eso cuando un hombre me alumbró con una linterna, supe de inmediato que era un policía, me preguntó que estaba haciendo, no le iba a mentir, así que le dije que recién habían terminado de culearme dos hombres y estaba ahí tratando de recuperarme, el policía me miró y me dijo: o sea que te dejaron el culo abierto, quiero ver, me volví mostrándole, sentí como el policía se acercaba y metía un dedo en mi culo:- vaya si te dejaron bien abierto y lleno de moco, y casi en el acto pude sentir el ruido de sus pantalones al caer sobre el pasto, sin decir nada y de un empujón metió su verga gruesa y caliente como fierro en mi hoyo que celebró la llegada de otra verga, el policía me decía al oído: con los maricones no hay caso, se prohíbe que vengan a este parque o si no se van detenidos, pero igual están entre los arbustos, entre los árboles donde no llega la luz ofreciendo las nalgas, y uno no es de fierro. Me culeaba muy rico hasta que se corrió dentro mío, limpié su verga con mi boca, el policía se dio cuenta que yo no había acabado, se arrodilló y se metió mi verga en su boca, se la comió entera y no había que ser adivino para darse cuenta que no era la primera vez que chupaba una verga, lo hizo como los dioses hasta que me corrí abundantemente en su boca, se lo trago todo y luego se puso se pie, me dijo: ahora que ya estás descargado dudo que sigas aquí así es que vete o te llevaré preso, luego nos besamos y cada uno tomó un rumbo distinto.

Hoy es domingo, no tengo sueño, estoy caliente, voy a ir a mi parque favorito, quiero que me vuelvan a ensartar y ver el cielo, si tengo suerte hasta me encuentre con mi policía.

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