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Habían pasado varios años desde que lo hicimos por última vez. Determinamos dejarlo a pesar de que lo disfrutamos mucho en su momento. La razón era muy simple, era complicado con los hijos cada vez más conscientes. Pero había quedado pendiente una idea con la que fantaseábamos rico pero que no llegamos a concretar por una cuestión de distancia. Nosotros vivimos en USA y el amigo que teníamos en mente en México. Pero la ocasión llegó en un viaje de verano y no la íbamos a dejar pasar.
Lo citamos en un bar discreto, y aunque en realidad era amigo más bien de ella, el pretexto de no dejarla sola le daba sentido a que yo estuviera presente. Todo fluía como una reunión normal para ponerse al día y el se comportaba muy respetuoso. Cómo así lo anticipábamos, diseñamos un plan que pusimos en marcha.
Era en realidad muy simple. Cuando ya hubieran pasado los suficientes tragos para romper el hielo, mi mujer iría al baño luciendo su linda figura en un vestido blanco entallado. Una vez ahí, ella comenzaría a textearle a él, retomando una plática subida de todo que llegaron a tener a distancia. Cuando llegara el momento justo, ella me mandaría un mensaje a mi para hacerle la propuesta.
Todo salió a pedir de boca. Al minuto o dos de ella irse al baño, un mensaje en el teléfono de él interrumpió nuestra conversación. El quedó estupefacto al leer el siguiente mensaje de ella:
Ella: me siento mojada pensando en lo que hablábamos y tenerte ahora frente a mí
Después de una pausa en la que no levantó la vista, el respondió:
El: Que tanto?
Ella: Quieres verlo?
El: Claro
Y ella le mando una foto de su tanga mojada. El solo pudo responder con un “wow” y enseguida recibí el mensaje que yo esperaba para hacerle la propuesta de ir los tres a otro lugar más íntimo. Con esa palabra el lo entendió todo y accedió sin dudar. Mi mujer regresó sin mencionar el tema, yo pedi la cuenta y 10 minutos después estábamos camino a un motel de la periferia de la ciudad.
Decidimos ir al motel a pesar de tener la casa sola para nosotros pues los hijos pasaban la noche con sus primos en la casa de los abuelos. Era nuestra noche libre después de muchos años. La decisión era más bien por nostalgia que por otra cosa, muchas veces siendo novios habíamos ido a ese motel donde lo hacíamos toda la noche. Ese era el plan también pero con la presencia del amigo. Habíamos dejado su auto estacionado en un supermercado de camino, y no hablamos del tema sino justo antes de entrar al motel. Nos dijo que no era gay y le explicamos que no era así el plan. Que sería una noche con ella y para ella. Y que el plan era darle todo el placer y cariño entre los dos o por turnos, tanto como los alcanzará la leche. Eso lo dejo muy aliviado justo cuando cerraba la cortina del garaje. Lo que sucedió después lo relató en la siguiente entrega…