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Desinhibida en el mueble.
Debo confesar que su llegada aumentó mi ritmo cardiaco, hacía mucho tiempo no nos veíamos. Bueno, no en estos términos, porque en el trabajo, si, allí solo nos mirábamos y disimilábamos el ardor que nos recorría, yo anhelaba este encuentro porque mi deseo por él aumenta con el tiempo, sentí unas incontrolables ganas. Abrí la puerta y salí hasta el descanso de las escalas, él estaba en la parte de abajo me miró como un depravador mira a su presa. Fue tan excitanteesa mirada, tan dominante y tan llena de deseo. Iba subiendo las escalas y yo de manera descarada iba bajando una a una mientras lo miraba a los ojos, unos ojos brillantes y lujuriosos. Cuando nos encontramos me di cuenta que ni siquiera había mirado si los vecinos estaban pendientes de mi contoneo desnudo y descarado porque en ese momento, tenía un único propósito seducir la magia que había en este seductor.
Mientras él daba un paso adelante, yo iba subiendo las escalas de espaldas sin perder en ningún momento la mirada entre nosotros. Llegamos a mi casa y luego de cerrar la puerta, el deseo ganó. Ganó, cuando de manera descontrolada nos comimos con ansias la boca, hubo una danza de lenguas que como espadas pelearon y una guerra de mordiscos llenos de saliva. Esos besos fueron tan llenos de deseo que las caricias empezaron hacer desesperadas un toqueteo que estaban llenos de rudeza de fuego, de un montón de sentimientos que solo el cuerpo contra el cuerpo podían saciar.
La magia de mi seductor, empezó como un profesional cuando de manera premeditada empezó a orquestar un escenario en donde iba hacerme una a una las cosas que en el sexgting dijo iba hacerme.
Corrió uno de los muebles para la ventana que da a la calle movió mi cuerpo hasta lograr que yo quedara arrodillada de frente a la calle, con mis tetas al desnudo porque la camisa se había caído de tantas caricias que nos habíamos dado.
Mientras tanto, el se tendió en el piso, con su cabeza en el mueble, mirando hacia mi entrepierna y con una única intención clara en su mirada. Chuparme hasta saciarse. Mientras él lo hacía, yo iba narrándole quién pasaba, quién estaba a punto de descubrirnos, quien con solo voltear la mirada me vería disfrutando de una mamada espectacular una mamada que me estaba delirando los sentidos, que me tenía al borde de un orgasmo inmensamente grande, tanto así que estaba segura le daría lo que una y otra vez me había pedido. Una chorro, un maldito chorro de esos que yo creía, pasaban en las películas porno.
Que me vieran no me importaba, solo el maldito placer que me estaba dando este seductor de mierda Con la magia de su lengua, sus dientes y su saliva.
Luego de chuparme hasta el alma y darme mi primer orgasmo, me senté en el mueble, con mis piernas elevadas y rodillas dobladas. Totalmente abierta y expuesta a él que se encontraba en el mueble del frente. Me masturbe con un debo, luego con dos. Toqué el botó de mi placer de manera incontrolable, mientras que mi seductor solo miraba fijamente hasta que me dijo: “si me das el chorro, te lo entierro” y adivinen que pasó… Si, el chorro llegó mientras mís dedos estaban clavados en mi interior, gozando de la manera más descarada de mi propio placer, me temblaron las piernas, me sentí desfallecer, en mi vida había sentido algo tan parecido al abismo infinito. Creí caer y caer y me disfruté este orgasmo como ningún otro.
Me levantó de manera urgida de allí, me llevó hasta la cocina y subió una de mis rodillas en la encimera, quedé con mi culo totalmente expuesto y él arrodillado me chupó, me chupó el culo de una manera exquisita, enterró sus dedos en mi interior, sin control, desinhibido mordiendo mi interior y dejando huellas en mi piel porque su calentura controlaba sus sentidos y no me importaba, nada lo hacia en ese momento, solo quería que me clavara, que me llenara, que me rebosara con toda su leche.
Enterró un dedo en mi culo, y grite de placer, me sentí partida en dos y era solo un puto dedo, un dedo que cuando lo movía, me envolvía en una nube de deseo y placer, quería más. Siempre quiero más de él .
Mi tercer orgasmo llegó así, mientras me lamia y tenía su dedo en mi culo y que señor orgasmo, duro con un toque de incredulidad porque estaba descubriendo que me encantaba sentirme tan llena y tan mojada a la vez. Un culo que ya quería que reemplazara ese trozo de carne por otro, por uno más grande, más grueso y sobre todo mas certero con su empuje.