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La habitación prohibida.
Luego del momento del dedo en mi culo, decidió que era momento de arrastrarme a otro sitio. Cuando menos pensé abrió la puerta de la habiatació de mi hija, me reusé, pero no pude hacer mucho el se tendió en la cama y sin saber como, terminé encima de él entereada de su falo, haciendo movimientos de paso, luego trote y cuando la emoción se fue apoderando de mis sentidos… lo galopee como tal amazona.
No hubo moral que pudiera contra el deseo. No hubo pudor, solo el deseo insano de que sentirlo dentro de buscar mi placer con el roce de mi clítoris en su estomago. Y así fue. Un nuevo orgasmo me alcanzó, en esa posición mis piernas se encalambraron del placer tan intenso que me embargó. El cielo queda cerca si pienso en ese momento, porque me elevé de una manera tan infinita que el cielo no podía ser el limite.
Colocó luego mi cuerpo en posición de rodillas ( mi seductor sabe que arrodillada mis orgasmos son brutales) me enterró los dedos en mi interior buscado mi punto debil y sensible , estímulo mi paladar interno y el placer me llevó a bendecir esa cama (la puta cama de mi hija) con una lluvia de oro que salió de mi interior. Busque quedarme en la tierra, pero fue imposible. Estaba en un éxtasis tan incontrolable que no pude contenerme y menos pensar en el lugar en donde estaba. Solo sé que disfruté de cada latido acelerado de mi corazón y de cada corrientoso que pasaba por mis venas.
Si, fue una habitación prohibida, pero más que eso, fue la habitación de la lujuria porque de mi cabeza nunca podrán salir las palabras que mi seductor me dijo. “en tú puta vida te volverán a comer así” y menos se le olvidará mi respuesta. “y a ti en tú puta vida te lo volverán a dar así”
Me morí de deseo, de desenfreno y de lujuria en un lugar que tenía un sello grandísimo de alerta, pero no me importó, no porque fue mi seductor quien me devolvió la vida, luego de perderla en un maldito puto orgasmo.