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"Irrecuperables Fragmentos" (1)

Sombras de Nieve

El viento helado acaricia mi piel,

dejando su huella,

(es parte de este vacío que me rodea).

Todo es distante, 

ajeno,

Definitivamente, 

este invierno en Kreutzberg no me pertenece.

Las distancias no se miden aquí,

son imposibles de cruzar,

y en la nieve que cae, 

veo sombras,

fragmentos de lo que alguna vez fuimos,

perdida en la bruma espesa de un pasado

que ya no sé si existió.

Los copos cubren el suelo,

pero nada borra las cicatrices del alma.

Cada paso que doy cruje la escarcha,

y cada aliento se convierte en eco,

un susurro de lo que jamás volveré a tocar.

El frío,

eterno, 

me invade,

pero no es el invierno lo que me congela,

es la soledad, 

esa, que lo envuelve todo,

la que aprisiona,

y me recuerda que el tiempo

se escapa 

sin dejar más que silencio.

Miro al horizonte,

pero el cielo no responde.

Nublado, 

sin promesas,

sin respuestas,

los árboles desnudos gritan,

pero el viento se lleva sus lamentos,

  • lejos,

donde ni siquiera podemos alcanzarlos.

Aquí,

en este invierno interminable en Berlín,

los días se disuelven en sombras sin forma,

y mis pensamientos, 

como las hojas caídas,

se pudren,

sin lograr encontrar

un nuevo comienzo.


* * *



Frágil es el Viento


 (Viktoriapark. Berlin)

 

El frío se filtra entre las ramas desnudas,

mientras los árboles dejan caer sus hojas,

yo pierdo mis fragmentos,

desvaneciéndome 

lentamente

con las ráfagas retorcidas que roza mi piel.

 

El invierno me recuerda,

pero no de la manera en que desearía.

 

Los días son un susurro,

un eco lejano que no me alcanza,

y yo,

atrapada en este paisaje de hielo,

veo el tiempo escapar de mis manos,

como la nieve que cae, 

sin cesar.

 

Todo es tan frágil,

un suspiro atormentado

en su último esfuerzo,

deshaciéndose antes de volverse real.

 

El sol, otravea, apenas asoma en el horizonte,

pero su luz es débil, 

distante,

inalcanzable como promesas que se rompen

antes de pronunciarlas.

 

En Kreutzberg,

Ahora,

me siento una extraña,

una migrante en mi propia vida,

sin un destino claro,

sin un hogar al que regresar.

 

Las distancias son imposibles,

los recuerdos, 

inalcanzables,

se convierten en pura nostalgia,

envolviendo todo en un vacío que lo devora,

un recordatorio constante

de lo que fue y jamás será.


. . .


Recuerdos de Fuego


Tus manos, 

esas que fueron aire sobre mi piel,

se hunden ahora distantes,

pero las siento aún,

como brasas encendidas bajo mis caderas.

 

No hay nombres para lo que compartimos,

solo susurros entre sombras,

donde cada gemido tuyo era un eco

de todo lo que nunca dijimos.

 

Me recuerdas,

lo sé.

Tu boca, 

húmeda,

dibujaba promesas sobre mis pezones,

y nuestras piernas entrelazadas

se perdían en un abismo sin retorno.

 

Nosotras... éramos más que amantes.

(Estoy segura)

 

La melancolía en un acto de prestidigitación

se convirtió en mi amante fiel

cuando tus dedos trazaron líneas

en los pliegues de mi alma,

como quien escribe un verso eterno en una piel desnuda.

 

Ahora, 

en este vacío blanco,

mi cuerpo busca el calor que dejaste,

pero solo encuentro frío,

el sabor de tus labios desvanecido en mis recuerdos.

 

¿Dónde estás ahora?

El viento trae tu aroma,

la esencia de aquellas noches donde las reglas se rompieron,

y el deseo nos hizo trizas,

pero a la vez, 

nos unió en algo más profundo.

 

No fuiste solo una amante,

fuiste una llama que incendió mis dudas,

una verdad en el centro del caos,

y ahora, 

sin ti,

mi cuerpo se consume en cenizas de lo que fue.


. . .

Huellas Ardientes


Tus labios eran una promesa nunca cumplida,

y cuando tu aliento rozaba mi piel, 

el tiempo desaparecía.

 

Sentía el calor de tus dedos inventando caminos,

huellas invisibles que marcaban el espacio entre mis muslos.

 

La noche nos cubría con su manto,

y entre susurros y jadeos, 

me perdía en ti.


Las curvaturas de tu cuerpa,

toda,

eran suaves montañas

que mis manos ansiosas escalaban,

Te estremecías bajo mis toques, 

en susurro que incendiaba.

 

Tu piel ardía bajo mis caricias,

y en ese instante, 

todo lo demás desaparecía.

 

Los ecos de nuestras risas, 

el sudor compartido,

eran lo único real en un mundo lleno de sombras.

 

Me aferré a tu cuerpo, 

sintiendo la humedad creciente entre nosotras,

en cada movimiento 

y gemido, 

Éram un himno a lo prohibido.

 

Nos unimos en un baile antiguo,

donde el placer y el dolor se entrelazan,

entre nuestras lenguas, 

nuestras cuerpas.

 

Tus manos recorrían mi espalda,

bajando lentamente

hasta perderse en el calor de mis entrañas.

 

Sentía cómo me poseías,

cómo me hacías tuya,

y yo, 

rendida, 

me dejé llevar por el deseo que nos consumía.

 

Nos convertimos en Una,

entre las olas de un océano de placer 

que no conocía fin,

y mientras el mundo afuera seguía su curso,

nosotras nos perdíamos exhaustas: 

Aquí,

allá

y en la eternidad de nuestras cuerpas.

 

No había más que nosotras,

y en ese profético instante , 

supe que lo nuestro no tendría retorno.

 

 


 

gardc-vanC

Soy mujer bisexual

visitas: 52
Categoria: Poesía erótica
Fecha de Publicación: 2024-10-18 06:38:44
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2 Comentarios

¡Oh, Poncho2030! 😘 No tienes idea de lo mucho que me emocionan tu apoyo. La poesía no tiene que ser masiva, ni tampoco tiene que agradar a todos; es una expresión tan íntima, tan cruda y verdadera que solo aquellos que realmente sienten profundamente pueden conectarse con ella. 🖤✨ kisseS

2024-10-21 11:49:18

😚👍

2024-10-18 10:32:16