El mismo día que recibí su mensaje, pero en la tarde, me comentó que su papá y ella alquilaron una finca para pasar con la familia un fin de semana antes de volver a E.E.U.U.
Dicho esto, me dijo que le gustaría mucho que la acompañase, y yo acepté.
Cuando vino por mí a mi casa, sentí la tentación de abalanzarme sobre ella, pero me aguanté.
Nos montamos en el bus que ella y su papá contrataron para transportar a todos juntos, por supuesto, en la parte de atrás (aunque lastimosamente, también con una prima suya). Cuando íbamos pasando por los túneles de las carreteras, aproveché la oscuridad para darle un beso en los labios, a lo que ella, que siempre fue muy tímida, reaccionó supremamente avergonzada. Eso me motivó a ser más maldadosa.
Una vez en la finca, había que cambiarnos. Yo, con el recuerdo del morbo que me provocó verla tan apenada, estaba decidida a hacerla sonrojar de nuevo. Me quité la ropa y me quedé en ropa interior, pero, como estábamos con su prima, no podía ser muy evidente. Mirándola a ella y dándole la espalda a su prima, fingí acomodarme el brassier para que ella viera la sombra de mis aureolas, lo que evidentemente funcionó. Le pedí que sostuviera una toalla para cubrirme mientras me quitaba la ropa interior para ponerme el bikini, y me moví de todas las formas posibles para que, por un segundo, viera mis tetas. Podía notar su cara de antojo, pero no era el momento.
Más tarde, su prima tuvo que ir con su tío a una tienda, y ahí fue donde aprovechamos para ir al cuarto que estaba asignado a las tres. La desnudé rápidamente, tenía ganas de verla desnuda desde por la mañana. Me quedé observando sus tetas, y luego comencé a pasarle mis yemas muy suavemente por todo el seno, pasándolas con suprema suavidad por sus pezones, cada vez más erectos. Luego comencé a pasar los dedos por su pubis, y me sentí en confianza para abrirle las piernas y ver el plato fuerte: una hermosa vulva, tan llena de humedad que no pude contenerme más, necesitaba probarla.
Llevé mi boca a su entrepierna. Aunque estaba ansiosa, no quería que fuera una mala experiencia para ella, por lo que comencé besándole el pubis y los labios mayores. Luego, con más confianza, procedí a acercarme a la entrada de su vagina, donde le pasé la lengua para que quedara un delicioso hilo de lubricación qué conectaba su vagina con mi boca. No podía creer lo delicioso que sabía. Su textura, su aroma... Todo era perfecto. Allí fue donde descubrí que todo este tiempo, mi comida favorita había estado oculta.
Lamí alrededor de sus labios carnosos, restregué mi cara contra ellos, Lamí el capuchón de su clítoris, y todo esto mientras veía cómo le crecía, hasta que me fui directo a lamerlo en círculos. Su imagen retorciéndose me llenaba de un placer inigualable. Sus mejillas extremadamente rositas, su cuerpo sudado... Me quitó de golpe y me dijo que necesitaba probarme, para lo que se abalanzó sobre mi vagina toda mojada y comenzó a chuparla y lamerla. Pero ya era tiempo de irnos, llevábamos mucho tiempo encerradas y comenzaba a ser sospechoso. Efectivamente, nos tocaron la puerta. Nos vestimos en cuestión de segundos y yo regué un juego de dominó en la cama para disimular.
"¿No se van a meter a la piscina? Métanse, se pusieron el vestido de baño para nada" - nos dijo su papá amistosamente. Nosotras nos reímos, pues entre tanto sudor y fluídos vaginales, el vestido de baño parecía una prenda bastante indicada para la ocasión.
Tuvimos que ir para no levantar sospechas y, una vez en la piscina, al verla, yo solo podía pensar en sus caras de hace un momento. Estaba ansiosa por seguir comiéndomela toda.
Por fin llegó la noche. Su prima se durmió en una cama y nosotras dos en la otra. Una vez nos cobijamos, no pasaron ni dos minutos antes de que ella comenzara a tocarme las tetas. No pudo aguantar mucho por fuera, así que metió su mano por mi blusa para sentir mi piel directamente y, sin ningún tipo de pudor ni vergüenza, me empezó a acariciar directamente los pezones. Yo me estaba excitando cada vez más, y ella fue directo a introducir un dedo en mi vagina. Yo tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano para aguantar las ganas de gemir. Introdujo otro dedo y para mí fue inevitable comenzar a arañar su espalda. Estaba desesperada. "Vamos a los baños, necesito que te vengas en mi boca". - me dijo. Yo obedecí.
Una vez en el baño, me quité las prendas inferiores y levanté una pierna para que mi vulva quedara expuesta... Para que su boca la encontrara fácil. Y así fue, me la comió entera. Ponía mi vulva entera en su húmeda boca y me metía los dedos. Yo me quería morir. Al final no pude aguantar, le chorreé la boquita con un líquido transparente, similar a la orina, y aunque me dio un poco de vergüenza, la besé y le dije que me encantaba. Ella me dijo que nunca le había dejado de gustar, y que me fuera con ella a Nueva York, ahora que el destino nos volvía a juntar.
Pasamos las siguientes tres semanas cogiendo delicioso casi todos los días, pero mi vida está en Medellín. Aún así, es una mujer que siempre llevaré en mi corazón (y en mis recuerdos más eróticos).