Compartir en:
Ella es una amiga que de solo verla me excita, mide más o menos 1.55, es de piel blanca, ojos expresivos, rasgos delicados, labios chicos; su cabello es castaño, es de contextura delgada y senos pequeños; tiene unas nalgas y unas piernas espectaculares, cada movimiento que hacía al caminar por la oficina y su alrededores no pasaba desapercibido para ningún hombre, y menos para mí, esa mujer me inspiraba de todas las maneras posibles.
Con ella hablamos de todo, todos los temas son buenos. Disfruto mucho hablando de sexo con ella, me cuenta cómo le gustan los hombres tanto física como sexualmente. Yo no sabía cómo explicarle mi fascinación por el exhibicionismo y el deseo por mirar y morbosear a otros; al contarle sobre mis gustos se sorprendía sin juzgar, nunca dijo nada, aunque su mirada siempre me indicaba que a ella también le gustaban los temas de conversación. Ella es toda una morbosa como yo.
En todas las conversaciones le decía como me encantaba la ropa interior y lo mucho que disfruto que me modelen … poder disfrutar la ropa y los cuerpos.
Un día después de salir de la oficina salimos a tomar un trago, me dijo que mis fantasías y las conversaciones le habían dado mucha curiosidad, y me propuso ir a otro lugar para ser mi modelo por una noche.
Al llegar al motel escogido por ella, y después de la primera copa de vino, mis nervios me hacían poner de la cara de todos los colores, estaba rojo de la pena. No sabía qué hacer. Ella en la tranquilidad que la caracteriza, tomó la iniciativa y fue a tomar un baño; me dijo espéreme que ya salgo vestida para ti. Salió en ropa interior de color negro, con un brasier de encaje que dejaba ver entre la tela como se le marcaba los pezones excitados, y una tanga estilo cachetero que se tragaba entre sus hermosas nalgas, me acerque a ella y la besé, subí sus manos a mi cuello, la tome por las piernas y la levante contra la pared; los besos eran intensos, besaba su pecho y ella me jalaba del cabello.
Ella me paró y me dijo que me calmara, que ella me quería modelar y excitar, de tal manera que no me adelantara a los momentos. Al ritmo de la música baila con su ropa interior; yo me deleitaba con su cuerpo. Estaba muy excitado y empecé a tocarme, ella me miraba con deseo y mi deseo se notaba en mi excitación y en mi cara; lentamente se acercó a mí y comenzó a rosar su vagina contra la notoria erección que se marcaba en mi bóxer negro. Al verme muy excitado me dijo “Muéstrame lo que haces”, me levanté y la puse al borde de la cama, bajé sus tangas y su sexo estaba tan mojado y excitado, que el clítoris estaba hinchado de placer. Empecé a chuparla suave y despacio, sus gemidos fueron saliendo mientras yo movía mi lengua en su clítoris y la penetraba con mis dedos … los gemidos aumentaban, succionaba su clítoris mientras en mis dedos estaba todo su sexo y su lubricación; metí mis dedos en su boca y el ver como los chupaba me excitó mucho más, comencé a jugar con ella, a rosarla a masturbarla mientras ella me pedía que la penetrara, lo hice, su vagina se sentía caliente y mojada; estábamos perdidos en el placer, le di una palmadas en la nalga y sacó un hermoso gemido.
No podía de la excitación, sentía que me iba a venir, no aguantaba tanto placer. Ella me dijo en medio del calor “quiero verte venir, vente en mi cuerpo”. Así, me senté en sus piernas y me empecé a masturbar mientras ella me miraba con morbo y tocaba sus tetas. Me vine en su cuerpo, todo mi semen estaba en su piel. Fue mi modelo erótica por una noche. ¡Que noche!