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Nos conocimos desde muy jóvenes, y después de muchos años, ya casado con familia, nos volvimos a encontrar, el gusto del uno por el otro nunca dejo de estar presente y al momento de volvernos a ver se multiplicó.
Ella, atendía en su consultorio, bata blanca ajusta, con una figura torneada como silos años la hubieran perfeccionado, con la misma mirada pícara seductora, de esas que sabes que puedes entrar pero solamente con su visto bueno pero que al estar adentro el mundo se te voltea.
Siempre la deseé, siempre nos miramos y ese encuentro después de mucho años fue el comienzo de muchos encuentros llenos de calor, humedad y pasión. Ella me lo dijo, directo y sin tapujos, ya que nos volvimos a encontrar no nos vamos a dejar...
Fue en uno de tantos viajes de trabajo a su ciudad en los que, como fuera, ajustaba las cosas para quedarme por lo menos una noche, hablábamos y todo que arreglado, nos veíamos en la noche a eso de las 5 pm y al otro día desde las 8 am... los día anteriores al viaje se llenaban de llamadas y mensajes en los que nos contábamos las ganas que nos teníamos, casi que hacíamos todo los previos en esas comunicaciones de forma que al vernos ya estábamos calientes.
Ella merece merece una descripción aparte, algo más de 170 cm, delgada, ojos muy oscuros igual que su largo y alborotado pelo, muslos grandes y fuertes, nalgas que se te salen de las manos, redondas y muy suaves, senos perfectos de los que te caben en la mano con pezones que se levantan y endurecen para ser chupados y halados, su mirada siempre atrevida, labios delgados que acompañan una boca dispuesta a lamer, chupar, succionar y tragar todo lo que desee, siempre depilada, con olor a sexo hasta detrás de sus orejas, tan flexible que puede poner sus piernas detrás de su cabeza o envolverte con ellas mientras la penetras, siempre húmeda y caliente, con un si para todo...
Encontrarnos era lo más caliente que había, no veíamos el momento de llegar a la habitación del hotel en el que yo me quedaba para desbordarnos en besos, manoseos, caricias...
Recuerdo de esa vez su ropa interior blanca de encajes, cuando puse mi mano entre sus piernas esos calzones estaban mojados y sentía como esa misma humedad se desbordaba por su entrepierna, me dijo que quería que la penetrara lo más pronto posible, declaración que me hizo volar en el deseo y que mi pene se quisiera salir de mi ropa interior, me hacía falta contar que además es muy hábil con sus manos y boca... quitó con velocidad mi ropa, toda mi ropa y halaba mi verga caliente y palpitante hacia su boca, en la que se la metió toda, chupaba, lamía, sentía su lengua dar vueltas con mi verga entre su boca, su saliva se desbordaba y escurría por mis piernas....cuando siente que estoy a punto de reventar se detiene, me mira y cambia de lugar para que me haga sobre ella, abre sus piernas en un perfecto spagat en el que veo su rosada y húmeda vagina, toma mi verga, la ubica en posición y me empuja hacia ella, siento como entro, suave, realmente suave, algunos me darán la razón a esa increíble sensación de penetran como una seda, caliente, mojada, profunda, y así una y otra vez, aumentando la fuerza, la profundidad, con nuestra miradas en contacto, con cada golpe, con cada embestida, la respiración aumenta, mi sudor la lava y ella lo disfruta, siento sus manos en mis brazos, espalda, me agarra las nalgas para aumentar el rito, para hacerlo más profundo, nos besamos, la saliva se desborda, nada más importa, los vidrios de la habitación del hotel se empañan y seguimos, no quiero terminar, pero en ese ritmo es casi imposible, ella me mira, me conoce, y sabe que estoy cerca de llegar y ahí me hace saber, "llega en mi boca, dámelo, quiero tragarme todo de ti", la idea me explota la cabeza y aumento la intensidad hasta que faltando muy poco saco mi verga, ella se mueve muy rápido, la toma con sus manos y recibe con su lengua, frota y chupa hasta que con un agudo gemido eyaculo en su boca... veo luces, la cabeza me da vueltas, siento como succiona y sigue frotando hasta que exhalo ese último aliento en el que todo queda ahí....
Es eso, un parte de lo que puedo contar, de muchos encuentros con ella...