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Un Encuentro en la Finca de Felidia
Estaba en Felidia, un corregimiento rural de Cali, por motivos laborales, revisando redes de sistemas en una finca. El aire fresco y el sonido de la naturaleza creaban un ambiente perfecto para concentrarse. Mientras trabajaba, noté a una pareja de norteamericanos que se alojaban en la misma finca. Ella, llamada Tiffany, era una mujer extremadamente sexy con facciones nórdicas; su cabello rubio y lacio caía sobre sus hombros y su figura esculpida resaltaba en un top ajustado y shorts cortos.
Al acercarme, el esposo me preguntó: "Do you speak English?" Asentí con una sonrisa, y comenzamos a charlar. La comunicación fluyó sin problemas, y pronto Tiffany se unió a la conversación. Con un acento encantador y su español rudimentario, me dijo entre risas: "Mi hombre es cornudo, disfruta de mí". Sus palabras estaban cargadas de insinuación.
Tiffany parecía emocionada de saber que hablaba inglés. "Me encanta que hables mi idioma", dijo con una sonrisa traviesa. "Los latinos son muy calientes", añadió, mientras sus ojos brillaban con picardía. La tensión en el aire era palpable. Mientras conversábamos, Tiffany se acercó más a mí, tocando mi brazo con suavidad. La química entre nosotros crecía con cada palabra.
Andrés observaba con una sonrisa cómplice, disfrutando del momento. Decidimos salir a explorar los alrededores de la finca, y mientras caminábamos por los senderos naturales, Tiffany se mantenía cerca de mí, susurrando comentarios coquetos sobre la belleza del paisaje y lo emocionante que era conocer a alguien como yo.
Pronto nos encontramos en un rincón apartado del jardín. Allí, bajo el sol brillante y rodeados de naturaleza, Tiffany me miró fijamente y me dijo: "¿Por qué no disfrutamos un poco más?". Sin pensarlo dos veces, la atracción nos llevó a besarnos apasionadamente. Andrés nos observaba desde la distancia con una expresión satisfecha.
La tarde se convirtió en una experiencia inolvidable; exploramos nuestros deseos en un ambiente cargado de sensualidad y complicidad. La conexión que compartimos fue intensa y liberadora.
Al caer la noche, regresamos a la finca. Tiffany sonrió mientras me decía que había disfrutado mucho de nuestra aventura. Antes de despedirse, sacó su teléfono y me pasó su número de WhatsApp: "Así podemos seguir hablando", dijo con una mirada traviesa que prometía más encuentros.
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