Esta historia ocurrió cuando tenía apenas 18 años, soy una chica alta, de piel trigueña y de contextura delgada. Debo contarles que mi niñez la viví en un pueblo pequeño de mi país y allí desarrollé el gusto por usar prendas femeninas, este fetiche lo realizo desde cuando tenía 11 años. Para ese entonces vivía en casa de mi abuela, y con nosotros también vivía una prima un año mayor que yo. Mi prima en el inicio de su adolescencia empezó a utilizar prendas muy sexys y obviamente yo también empecé a la par con ella, solo que me colocaba cuanta prenda ella compraba y jugaba en la intimidad. Al cumplir mi mayoría de edad viajé a Bogotá con el propósito de realizar mis estudios universitarios, sin embargo, no fue tan fácil iniciar y tuve que emplearme en varios oficios, fueron momentos realmente complejos. Después de unos 6 meses de vivir en la ciudad me vinculé a trabajar como vigilante en una empresa de seguridad, en los inicios era algo monótono el trabajo dado que no tenía experiencia en el área, con el pasar del tiempo me fui cogiendo confianza. Para realizar mi trabajo me asignaron como puesto de trabajo un colegio ubicado en la localidad de Barrios Unidos, era un lugar tranquilo y muy especial para mí del cual tengo grandes recuerdos. Estando en el colegio empecé a usar prendas debajo de mi uniforme de trabajo y era genial; el disfrutar la suavidad de las medias y las tangas debajo de mi pantalón de macho me hacía tener unas calenturas muy ricas y cada vez incrementaba mi deseo por estar con un hombre, confieso que nunca había tenido la posibilidad de ser mujer. Tenía una gran ventaja que tenía la posibilidad de acceder a un armario en el cual podía guardar toda mi ropita, la cual disfrutaba sobre todo cuando tenía que hacer turno en las noches, eran noches mágicas las que viví allí vestida de niña y prestando el servicio. La calentura me llevó a buscar un chico, estaba completamente decidida. Voy a contarles como conocí a quien llamaré “Jorge”, todo ocurrió en un bus de transporte público cuando iba de regreso a casa. Esa tarde decidí dejarme unas medias de malla debajo de mi pantalón de chico y vaya que me gustaba, por supuesto fui descubierto por un señor ya mayor. Me encontraba en una de las sillas traseras del bus cuando me percaté que este señor me miraba como mucha curiosidad y me sonreía, yo me sentí un poco asustada pues era la primera vez que alguien me veía usando prendas de mujer. Jorge un señor de 53 años, bastante apuesto y muy caballeroso estaba decidido a entablar una conversación conmigo, sin dudarlo después de cruzar varias miradas decidió cambiarse a la silla de al lado y me saludó, yo un poco tímida y con la voz temblorosa atiné a decirle “hola”, él por supuesto me dijo que porqué estaba nerviosa a lo que tuve que decirle que era algo nuevo. Jorge olía delicioso y estaba muy cerca de mí, fue todo un caballero y estuvo siempre generando confianza durante la conversación. Ya me encontraba próxima a llegar a casa y le di mi número de teléfono a mi galán, me bajé y él se quedó muy contento.
Al día siguiente me llamó Jorge y estuvimos hablando por varias horas, de ahí logramos concretar un encuentro en el colegio donde trabajaba. El día llegó, esa semana tenía turno en la noche y por tanto decidí llegar un poco antes y así aprovechar a vestirme bien linda para recibir a mi invitado. Me había depilado en casa y procedí a vestirme con tacones color rosa, medias para liguero de malla, brasier, hilito y encima me coloqué un vestidito color negro con transparencias muy cortito, me maquillé y mi coloqué mi peluca. A eso de las 7 p.m me llama Jorge y me dice que está a una cuadra del lugar, eso fue algo terrible para mi fue vivir muchas emociones encontradas, era una mezcla entre miedo y alegría porque por fin iba a poder disfrutar de un macho en todo su esplendor, lo que siempre había soñado. Procedí a abrir la puerta muerta del miedo y el me miró de arriba abajo sorprendido y gustoso, no espero ni un minuto y se me abalanzó y me dio un fuerte beso en mi boca a lo cual no tuve más que responder, como pude cerré la puerta y disfruté de unos besos muy apasionados, nuestras lenguas se cruzaban lentamente y se me cortaba la respiración, fue algo mágico, besos iban y venía, me acariciaba la cara, me apretaba por la cintura, se pegaba muy fuerte contra mí y se podía sentir una enorme erección, ese hombre estaba a mil, no podíamos ni hablar de la emoción lo único que hacíamos era disfrutar de ese momento mágico, ahí pasamos un largo tiempo, él me tocaba las nalgas, acariciaba mis tangas, yo por supuesto también estaba en una calentura que no podía parar, recuerdo que me llamaban por el radio y tuve que esperar y tomar aire para poder contestar a mi jefe sin que fuera a sospechar algo, realmente estaba muy excitada.
Luego de que atendí mis obligaciones laborales regresé a atender a mi hombre, él desabrochó su pantalón y bajó su boxer, ¡wauuuuu! vaya sorpresa ese hombre estaba muy bien, tenía un pene de unos 16 cm bien depilado y estaba muy mojado, procedí a tomarlo con mi mano y a masajearlo por un buen rato, luego me pidió que se lo besara y sin más me arrodillé y ahí estaba yo probando mi primera verga. Fue un poco extraño, pero sin igual, estaba cumpliendo mi sueño, lo chupé bien rico, lo acariciaba, masajeaba sus testículos, mi hombre estaba a mil, después de 30 minutos aproximadamente me pidió que quería clavarme, me puso en 4 y empezó a dilatar mi ano con su lengua era espectacular esa sensación, no podía resistir más me tenía temblando de emoción tuve que pedirle ¡clavame yaaaaa!…. Él gustoso tomó mis caderas y empezó a penetrarme, era hermoso estar así, me sentía en la gloria, sentir como este hombre me estaba taladrando, me emocionaba mucho sentir como estaba gozando, apretaba mis nalgas con fuerza, me trataba como a una putita. Luego cambiamos de posición, él se sentó en una silla y yo me coloqué arriba mirándolo a él, estaba con el brasier puesto, las medias y los tacones, me sentía morir era toda una dama complacida por su macho. Nos besábamos apasionadamente y yo cabalgaba su hermosa verga, no podíamos de la calentura, el me pajeaba y disfrutábamos a reventar. Después de unos minutos en esa posición estaba a punto de venirme, mi chico me pajeaba con gran fuerza y me besaba fuerte, me pidió que me viniera a lo que accedí y eché mi leche en su abdomen, estaba exhausta, mi pene brincaba de la calentura y por su puesto no dejaba de cabalgar, mi chico dijo que se vendría, empecé a moverme con gran fuerza sobre su verga y ¡pummmm!….. sentí como esos chorros de leche caliente eran disparados en mi interior, era una sensación espectacular, mi ano hervía de placer y de toda la leche que Jorgito derramo dentro de mí, era de ensueño. Descansamos un poco y me organicé el vestuario y mi maquillaje, después de 2 horas lo llevé a un salón de clase y le propuse que sería su maestra, mi chico se emocionó y volvió a tener una erección, empecé a mamar su verga lentamente, se sentía ese sabor a semen delicioso eso me puso muy caliente, mi chico me tomó en el escritorio del maestro y me puso en 4 para volverme a clavar, yo no lo podía creer era muy emocionante saber que estaba siendo clavada en ese salón de clase y de esa forma como si fuese la profesora del aula, era genial. Me clavó por unos cinco minutos y ya estaba a punto de no aguantar, echó toda su leche sobre mis piernas y las nalgas, me dejó completamente empapada, mis medias estaban muy húmedas por la leche que caía, finalizamos con un gran beso en la boca.
Fue una velada maravillosa, ya eran aproximadamente las 10:30 p.m, él se organizó y se marchó de regreso a casa. Después de eso nos volvimos a ver varias veces en el colegio y repetimos las faenas. Con el pasar del tiempo me convertí en su amante oficial ya que Jorge era un hombre casado, la relación duró aproximadamente 3 años. Nunca más nos volvimos a ver porque se fue de la ciudad.