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En aquel entonces mi rutina era la misma, trabajaba en las mañanas, cogía en las tardes dos o tres veces por semana, y en las noches entrenaba en el gimnasio o pasaba tiempo con mis amigos. Era una vida simple pero agradable. No estoy seguro, pero creo que puedo afirmar que para cuando cumplí los 19 años ya me había cogido a más de 50 hombres. Ah, y debo mencionar que en ese momento de mi vida no había salido del closet y todos mis encuentros eran en secreto. A mi padre y amigos les decía que tenía una novia en la ciudad para justificar mis ausencias.
Unos meses después de cumplir los 19 años, tenía ganas de probar algo nuevo, algo diferente, y en una aplicación contacté con un chico de 20 años que tenía una relación con un hombre mayor de 45 años. Al principio no me atrajo la idea pero me supo convencer. Lo que el chico quería era que yo me lo cogiera mientras su novio (el hombre maduro) nos veía y se masturbaba. Al principio no estaba seguro, pero la calentura me ganó y acepté. Ellos me dieron la dirección de un motel y la hora a la que debía ir. Llegué allí puntual y entré. Era un motel muy bonito ya que era de cabañas privadas en una zona de muchos árboles, ideal para encuentros discretos.
Al tocar la puerta de la cabaña el chico abrió y al verme me saludó con un abrazo invitándome a entrar. Era incluso más guapo que en las fotos que vi en la aplicación. Llevaba puesto solo una toalla y tenía el caballo mojado, así que era claro que acababa de ducharse. Su rostro era angelical y atractivo, con unos ojos verdes profundos y un cabello castaño que terminaba en pequeños rizos. Su cuerpo era delgado y un poco más bajo que el mío.
La cabaña estaba conformada por un espacio para una sala de estar, con muebles para sentarse a charlar y realizar los juegos previos, una habitación para una cama grande con un tv, aire acondicionado y un mini-bar, y un baño lo suficientemente grande para tener un jacuzzi en el que podrían estar hasta 4 personas. Al entrar, seguí al chico hasta la sala y me senté en el sofá. El parecía estar divertido, y por mi parte me sentía un poco nervioso. No era algo que me solía pasar, pero esta vez era diferente, el que hubiera un tercero involucrado me hacía sentir incómodo.
Intenté preguntarle al chico por su novio, pero este me dijo que se estaba duchando y nos acompañaría más tarde. En eso, el chico se sienta junto a mí y comienza a besarme. Eso fue suficiente para encenderme. El chico besaba como un experto, y yo no me quedaba atrás. Después de unos minutos de besos intensos con lengua hasta la garganta, él comenzó a quitarme la camiseta y bajarme los pantalones cortos hasta quedar en calzoncillos. Allí, comenzamos a besarnos nuevamente mientras él tocaba mi pecho y mi paquete. Luego comenzó a bajar chupándome los pezones con deseo. Levantó mis brazos y olfateó mis axilas un poco sudadas. Siguió bajando hasta mi estómago y al lamerlo sentí un escalofrío por todo el cuerpo. Ignoró mi paquete duro con los calzoncillos y bajó hasta mis pies. Me quitó los calcetines y chupó cada dedo como si su vida dependiera de ello. En ese momento solo podía mirar al techo y relajarme mientras él seguía con su labor. Después de unos minutos, comenzó a subir y olfateó mi pene a través del calzoncillo y comenzó a retirarlo lentamente. Cuando lo hizo, mi verga salió disparada y rebotó, cosa que le dio gracia y sin pensarlo dos veces comenzó a chuparla. Primero las bolas, luego la base hasta llegar a la cabeza, la cual ya había comenzado a gotear precum.
Pasaron varios minutos y el chico seguía chupándome la verga, se notaba que era experto en eso. Estaba disfrutando tanto que había olvidado que había otra persona involucrada en eso, y cuando lo recordé, miré a los alrededores pero no había rastros del hombre maduro y por alguna razón sentí un alivio. En mi mente pensé que no estaría muy feliz de que tuviera a su lindo noviecito con mi verga hasta la garganta. Después de un rato, el chico comenzó a tragarse toda mi verga y tomé su cabeza para que pudiera con toda. El pobre casi se ahoga, sus ojos se pusieron rojos y comenzó a toser, pero su mirada seguía siendo la misma, llena de una lujuria incontrolable.
Tras sonreírme, se levantó y se quitó la toalla, y me sorprendí un poco al ver que llevaba puesto algo sobre el pene. En aquel entonces no sabía bien lo que era y le pregunté por ello de forma instintiva. Me dijo que era una jaula de castidad que le puso su novio, y al preguntarle el por qué, me dijo que eso le ayudaba a ser un mejor sumiso, que lo hacía enfocar en lo que realmente importaba, su agujero del culo. Al ver lo pequeña que era la jaula pensé que al no tener espacio para que el pene creciera una erección debía ser dolorosa, pero me abstuve de decir nada. No le presté más importancia, y luego él se puso a cuatro patas sobre el sofá, invitándome a usar su agujero.
Su culo era algo hermoso, tenía las nalgas redonditas para ser tan delgado, y eran blancas sin ningún tipo de vello, de hecho, el chico era totalmente lampiño, y en el centro de esas hermosas nalgas había un pequeño agujero rosadito que contrastaba muy bien con el blanco de sus nalgas. Cuando me acerqué, comenzó a pujar y se me hizo agua la boca, tanto así que enterré la cara en aquel agujerito, lamiéndolo como si llevara días sin comer y ese fuera el primer bocado que me llevaba a la boca en mucho tiempo. Estuve varios minutos, perdí la cuenta, metiendo mi lengua y alternando con mis dedos. Su agujero se volvía cada vez más flexible y logró recibir mi lengua con uno de mis dedos, luego dos y tres. El chico no paraba de retorcerse y su ano estaba muy baboso y pulsante, listo para una brutal cogida, de hecho, se notaba que lo pedía a gritos.
Durante el tiempo que le chupé el culo mi verga estuvo goteando sin parar, y traté de no tocarme para no correrme antes de tiempo, pero el momento había llegado y era turno de pegarle una buena clavada. Iba a buscar un condón en mis pantalones cortos, pero vi que en la mesa habían varios, así que tomé uno y me lo puse. En esa época de mi vida cogía solo con condón. Acto seguido, sin más dilatación, introduje mi verga en aquel agujero, la cual entró como si estuviera en mantequilla derretida. La sensación fue increíble, y me sorprendió que entrara toda de golpe. Normalmente me tocaba meterla por partes. Eso me indicó que el chico era insaciable y estaba acostumbrando a la verga.
Fueron varios minutos embistiendo su culo sin compasión al tiempo que le daba nalgadas. El chico solo gemía de placer, y esos gemidos tan adorables me encendían aún más. Cuando dejé de darle nalgadas lo tomé por el pelo y soltó un pequeño grito. Eso hizo que le fallaran las rodillas y cayera de lleno sobre el sofá, conmigo encima. Pero eso no me detuvo, seguí bombeándolo mientras besaba y lamía su oreja preguntándole suavemente si le estaba gustando, cosa que aseguró con sus gemidos. Después de un rato me cansé de esa posición y me levanté, para sentarme en el sillón, y con las manos lo guía para que se sentara sobre mi verga. Cuando se empaló solito, lo abracé fuerte y volvimos a besarnos. Tras el apasionado beso comenzó a cabalgar y se sintió increíble.
Mientras cabalgaba veía como la jaula de castidad que llevaba puesta rebotaba sobre mi vientre y goteaba líquido preseminal sin parar y con mis manos apreté sus pequeños lo que lo hizo gemir aún más fuerte y con su cara buscó la mía para volverme a besar. En ese momento tomé el peso de su cuerpo y lo giré para cambiar de posición y seguir embistiéndolo. Sus piernas ahora estaba sobre mis hombros y podía ver su linda carita retorciéndose de placer. A pesar de tener encendido el aire acondicionado, estaba sudando como cerdo y gotas de sudor caían sobre el chico como si estuviera lloviendo. Era sin duda una de las cogidas más intensas que había tenido. El clímax estaba cerca y podía sentirlo. El chico también estaba al límite y pude ver cómo salía semen a través de los barrotes de su jaula mientras gemía descontroladamente. El saber que le estaba provocando un orgasmo anal me hizo explotar. Solté un fuerte gruñido como si fuera un animal y seguí embistiendo para vaciar por completo mis bolas. Nuestras respiraciones eran fuertes e intensas, y cuando por fin intenté retirarme, saqué la verga de su agujero y vi que la leche le escurría, y en ese momento me di cuenta que el condón se había roto ante aquel cogida. Pero no me preocupé, de hecho, esa situación solo me produjo bastante morbo. Luego de eso caí en el otro sillón, totalmente exhausto y pidiendo unos minutos para recomponerme. El chico no dijo nada y quedó tirando en el sillón sin aliento.
No sé cuánto tiempo pasó, pero cuando logré recomponerme, frente a mí se encontraba sentado su novio, aquel hombre maduro por el que me preguntaba su ausencia durante la cogida. Aquel hombre me miraba con una mirada seria e inexpresiva. Por lo que pude ver, era un hombre corpulento, con poco cabello sobre la cabeza y una barba de candado de color gris. Era de piel mulata y unos ojos negros con una nariz ganchuda. Llevaba puesta una camisilla blanca sin mangas y se notaba que tenía las axilas y el pecho muy peludos ya que sobresalían bastante. Estaba descanso y con una pantaloneta muy corta que dejaba notar un bulto prominente y luego descubrí que no llevaba ropa interior.
Cuando vio que me incorporé en el asiento, decidió hablar."Veo que la pasaste muy bien con mi lindo juguete. Pude escuchar sus dulces gemidos desde la ducha."Mientras hablaba, miró al chico que parecía tomar una siesta sobre el sofá."Gracias por complacerlo. Hoy es su cumpleaños y quería que pasara un buen rato." Su voz se sentía muy grave y demandante. Le dije que había sido un placer, y estaba dispuesto a levantarme para vestirme pensando que eso había sido todo. Pero él se levantó antes de que pudiera hacer algo y me dijo que por favor permaneciera sentado un momento.
Tras eso, fue al mini-bar y sacó una jarra con una bebida de color rosa, acercó tres vasos y los llenó. Me ofreció uno, el cual agarré. Él se quedó con uno, y el tercer vaso lo puso sobre la mesa para cuando el chico despertara pudiera beber un poco. La bebida era dulce y sabía bien, pero no me recordaba a nada que hubiese probado antes. Sabía que era de alguna fruta, pero era imposible saber de cuál exactamente.
El hombre bebió todo el vaso y me preguntó si quería más, a lo que me negué, y le pregunté de qué era la bebida. Me contestó diciendo que era un extracto de una fruta afrodisiaca mezclado con otros ingredientes, y que era perfecta para recuperar las energías y aumentar el lívido. Cuando lo dijo, supe que la cosa aún no había terminado, y me excité al mismo tiempo que me preocupé un poco. Me sentía perdido y no sabía cuánto tiempo había pasado desde que llegué, ya que se sentía como horas, y debía reportarme con mi padre. El lugar no tenía relojes y mi teléfono estaba en mis pantalones al otro lado de la habitación.
El hombre se levantó y caminó hacia la habitación donde trajo una pequeña caja de madera que tenía un par de porros de marihuana. Él tomó uno y lo encendió, se volteó hacia mí y me ofreció uno, pero le dije que mejor me compartiera del suyo. Fumar marihuana no era algo nuevo para mí, pero no era mucho de drogas. Aunque esta situación parecía algo especial. El hombre maduro se sentó a mi lado y por primera vez sentí lo enorme que era. Yo soy alto, pero aquel hombre debía medir unos 1.90mts, sin mencionar que su cuerpo era robusto y una mezcla entre musculado y con algo de panza. Inhaló una fuerte bocanada y me ofreció el porro, de hecho, me soltó todo el humo en la cara y pasó uno de sus brazos sobre mi cuello y empezamos a hablar.
Al principio me hizo preguntas básicas, como con quién vivía, qué edad tenía, qué estudiaba o trabajaba, etc. Pero luego esas preguntas fueron escalando hasta volverse más sexuales y excitándome un poco. Mientras el chico dormía en el sofá como un ángel, el hombre me mantenía abrazado y podía sentir el fuerte aroma de su axila, el cual me embriagaba, y ciertamente, esa bebida afrodisiaca tampoco lo hacía. Él me susurraba cosas al oído que le gustaba hacerle al chico y todo eso me tenía duro, y él lo sabía. Me sentía como si fuera una mosca y él una planta atrapamoscas que estaba lista para comerme en cualquier momento. Me tenía en la palma de su mano. Sus dedos pasaban por mis rodillas, mi pecho, mis labios, y sentía como si un toque eléctrico recorriera todo mi cuerpo.
En medio de toda la conversación y el manoseo por su parte, me preguntó si era virgen, e instintivamente respondí que no, diciéndole que ya me había cogido a muchos chicos como a su novio, para luego caer en cuenta que no me preguntaba por eso. Tímidamente le contesté que sí, que no me atraía la idea de ser penetrado, y él aprovechó para seguir charlando del tema y darme "consejos" para recibir una penetración satisfactoria, calentándome hasta tal punto que me fue imposible negarme cuando dijo que me quería estrenar.
Honestamente, cuando recuerdo ese momento, siempre atribuyo a que acepté debido a que me sentía drogado por el afrodisiaco y por la marihuana, pero realmente una parte de mí quería probar aunque fuera una pequeña parte de todo el placer que yo les daba a los chicos que me cogía. El verlos rogar por más despertaba una parte de mí que no sabía que tenía.
Tras aceptar su propuesta, con el corazón que se me salía del pecho, se levantó y me tomó por la mano para que lo siguiera al jacuzzi, el cual ya estaba preparado como si lo hubiera planeado desde un principio. Él se quitó la pantaloneta corta que era elástica y un enorme bulto rebotó. Estaba dormida, pero aún así se veía enorme.
El jacuzzi tenía forma de corazón y ocupaba casi todo el baño. La luz estaba apagada y lo poco que se veía era debido a la luz del suelo del jacuzzi, la cual iba cambiando de colores y dando esa atmósfera de pasión y relajación. El hombre se sentó en los escalones, quedando parte de su cuerpo sumergido y me pidió hacer lo mismo, pero sobre su cuerpo. Al hacerlo, mi espalda chocó contra su pecho y él me abrazó, podía sentir su aliento contra mi oreja y me excité mucho. Mi verga estaba bajo el agua y al ponerse dura la cabeza lograba sobresalir del agua. Aquel hombre maduro giró un poco mi cabeza y me besó apasionadamente, metiendo su lengua en boca y sorprendiéndome de lo enorme que era.
Durante un rato solo nos quedamos ahí tumbados en el agua. Me sentí tan relajado de estar sobre él. Y poco a poco y con movimientos lentos fui permitiendo que él comenzara a manosear mi cuerpo. Podía sentir sus manos pasando por mis piernas peludas y la forma en la que masajeaba mi culo también peludo. Con sumo cuidado se fue acercando cada vez más hacia mi pequeño y virginal agujero, con cuidado de no alertarme para salir de ese éxtasis que estaba sintiendo. En un momento, su boca comenzó a besarme mientras aprovechó para ponerse algo de crema e intentar entrar en mi agujero. Cuando lo sentí, fue como si despertara por un segundo de aquel sueño, pero tenía su lengua dentro de mi boca y no podía decir nada. La mano que él tenía libre la usaba para acariciar mi pecho con movimientos relajantes y poco a poco volví a ceder. Él siguió insistiendo en mi ano hasta que logró entrar su dedo. Me sentía violado, era una sensación extraña e incómoda, pero mi verga seguía tan dura como una roca. Quería levantarme e irme de allí, pero no encontraba las fuerzas ni las ganas para hacerlo. Solo quería dejarme llevar. El siguió con su labor y otro dedo comenzó a entrar y la sensación se intensificó. Me susurró que no me preocupara y que lo disfrutara.
Acto seguido, comenzó a levantarse y me pidió ponerme a cuatro patas. Lo hice de forma nerviosa. Él se acercó a una esquina y de un pequeño maletín sacó varios objetos. Uno de ellos era una bomba de lavado. No pude ver lo que hacía pero imaginaba que lubricaba la punta de la bomba para introducírmela y estuve en lo correcto. Sentí cómo se abría paso y liberaba agua tibia del jacuzzi en mis entrañas. Después de unos segundos la sacó y repitió el proceso varias veces pidiéndome pujar para expulsar el agua. Después de unos minutos lo escuché decir que ya estaba completamente limpio y que iba a comenzar lo bueno.
Él se levantó y fumó un poco más de marihuana y me dejó el resto para fumar. Mientras lo hacía, sentí su barba rozando contra mis nalgas y una sensación me recorrió todo el cuerpo. Era su lengua áspera y enorme que estaba pidiendo permiso para entrar, y como la marihuana y el afrodisiaco me tenían tan caliente lo único que podía hacer era comenzar a pujar para dejarla entrar. En cuestión de instantes su lengua entró de golpe y se sintió muy bien. Se tomó su tiempo para lamer e ir alternando sus dedos en mi agujero. Dolía un poco, pero la sensación era extraña, no estaba seguro de si me gustaba o la odiaba. Lo único que sé, es que al igual que lo hizo su noviecito cuando le chupé el culo, el mío estaba igual o más baboso que el suyo y rogando por ser usado.
Me preparé mentalmente para ser penetrado por ese mastodonte de hombre, pero no fue así. Me pidió darme la vuelta y se sentó en el borde de la cama. Me dijo que me acercara y me pusiera de rodillas. Me sentí muy confundido, pensé que me iba a penetrar y mi culo lo deseaba. Él se abrió de piernas mostrando una verga medio dormida. Me quedé mirándola atónito cuando dijo: "Para desvirgarte, primero tienes que ayudarme a ponerla dura. Créeme, te va a gustar".
Solo una vez en el pasado había chupado una verga y no me había gustado. Recuerdo que esa vez me tragué un pelo y sentí sabor a orina y decidí que eso no me gustaba, sin mencionar que la textura de la verga me parecía como chupar goma, algo bastante desabrido y sin sabor.
El hombre maduro tomó mi cabeza y la estampó contra su entrepierna. Pude sentir el olor a sudor y virilidad que exhudaba de ahí. Me recordó al olor de su axila y decidí darle una oportunidad. Cabe decir, que en todo momento yo nunca perdí la erección, goteaba y goteaba precum como nunca antes.Sus testículos parecían dos bolas de tenis, grandes, gordas y peludas. El sentir su peso en mi cara me excitó bastante y probé a metérmelas a la boca, pero solo me cupo una de ellas. Su pene era grande en estado flácido y en erección lo era aún más.
Aquí en mi país, los penes con circuncisión son muy raros de ver, es algo que sólo se hace cuando es médicamente necesario. Y el suyo era así, era el primero que veía que no tenía prepucio. Su cabeza era enorme y morada, como el hongo más grande que hubiera visto nunca. A ciencia cierta podría decir que medía 20 cm igual que la mía, pero la diferencia era que la suya era el doble de gruesa, lo que la hacía monstruosamente aterradora y hermosa al mismo tiempo. En mi mente no pensaba en cómo iba esa cosa a entrar por mi culo.
Abrí la boca y comencé a lamer... y me sorprendió. Su sabor era agradable y aunque la textura de goma seguía siendo la misma, me gustó. Y solo bastaron unos segundos para transformarme y convertirme en un chupavergas profesional. Sabía bien qué no debía hacer para darle gusto al activo, después de todo, era lo mismo que no me gustaba que me hicieran a mí, como rozar los dientes, por ejemplo. Con la boca chupaba la cabeza mientras que con una mano masturbaba la parte baja del tronco y la otra mano acariciaba los pesados huevos peludos. Era un enorme gusto hacerlo y en ese momento solo me dejé llevar por la lujuria.
Los minutos pasaron y yo seguía mamando esa verga como un ternero recién nacido que busca ser alimentado. A pesar de eso, en mi mente no había pensado en qué iba a hacer cuando se corriera. ¿Me iba a tragar el semen? ¿O se iba a detener antes de hacerlo?. Por suerte, no tuve que pensar mucho en eso ya que él me detuvo y dijo que estaba listo.
La hora de la verdad había llegado. Me dejé guiar por su cuerpo y me acosté boca arriba en la cama con las piernas abiertas. Estaba temblando un poco de miedo, pero al mismo tiempo me excitaba el saber que me tenían de la forma en la que yo tuve a muchos poco antes de empalarlos con mi verga.El hombre trajo crema y la untó por todo mi agujero metiendo uno de sus dedos para lubricarme internamente. Eso se sintió bien.
Cuando se posicionó entre mis piernas, él las acarició sintiendo los vellos y eso me tranquilizó un poco. Vio que mi verga seguía dura y la tocó agarrándola y soltándola para que se estrellara contra mi estómago con fuerza. Eso pareció hacerle gracia y luego la tomó y con el dedo extrajo un poco del líquido preseminal y se lo llevó a la boca, lamiéndose los labios. Me sonrió y dijo: "Prepárate."
En el momento en que sentí la cabeza de su verga haciendo presión por entrar en mi agujerito sentí que se me iba a salir el corazón del pecho. Incluso me replanteé todo y por un microsegundo quise levantarme y salir corriendo de allí. Él aseguró mis piernas contra su pecho y siguió empujando. Entre más fuerza hacía para que entrara yo comenzaba a sentir un fuerte dolor que se abría paso en mí. Era como si me estuvieran partiendo en dos y quería que terminara. Pero él, con la mayor tranquilidad del mundo dijo: "Entre más aprietes más te va a doler, relájate un poco y puja para que pueda entrar. Créeme, cuando esté adentro, no vas a querer que te la saque por nada del mundo, jeje."
Y tenía razón, sabía que no tenía escapatoria a estas alturas, así que me aguanté el dolor y pujé con todas mis fuerzas. Sentí como si me estuviera cagando, pero pronto asocié que esa sensación no es de la mierda, sino de cualquier cosa que entre o salga por ahí. Después de casi un minuto de sufrimiento la cabeza entró, y con un plop lo hizo casi la totalidad del tronco. Paró durante unos segundos y siguió insistiendo poco a poco. Mientras me tenía ensartado, sacó otro de los objetos, uno que era una pequeña botella. La destapó y me dijo que la pusiera en una de mis fosas nasales e inhalara y luego hiciera lo mismo con la otra. No sabía lo que era ni tampoco pregunté, solo obedecí. Al hacerlo, sentí un calor que recorrió todo mi cuerpo y el dolor comenzó a desvanecerse. En ese instante, él empujó con fuerza lo que faltaba para meterla toda y pude sentir sus bolas de toro contra mis nalgas.
Ese fue uno de esos momentos en los que quisieras congelar el tiempo y que todo fuera eterno. Tenía razón, cuando tuve toda su verga adentro me sentí en paz, me sentí lleno. Por cierto, no lo dije antes, pero el hombre maduro me la metió a pelo, sin condón, y de lo excitado que estaba no me di cuenta. Supongo que había asumido que lo había hecho, pero no fue así. Bueno, retomando, la peor parte vino cuando me sacó la verga de un solo golpe. No sé cómo describirlo bien, pero fue como si me arrancase una parte del cuerpo, sentí un enorme vacío dentro de mí que necesitaba ser llenado con urgencia, y de hecho, tiene sentido. Por suerte el gemido que solté y la cara que le hice fueron suficiente para que entendiera que quería que me la volviera a meter y así lo hizo. Solté un fuerte gemido cuando entró toda de golpe hasta sentir el choque de su pelvis y bolas contra mis nalgas. Y solo ahí, en ese momento, mi destino cambió para siempre.
¿Alguna vez les han dicho que activo que prueba la verga deja de serlo? Pues bien, es totalmente cierto. Esa sensación de ser empalado y llenado con la carne dura y caliente de otro hombre no tiene igual. Apenas podía asimilarlo cuando comenzaba a sacarla de nuevo y volverla a meter de golpe. Con solo un par de embestidas, mi culo se adaptó a su tamaño y me entraba y salía sin problema, cosa que me sorprendía que fuera posible. Y así, esa bestia en celo comenzó a embestirme con fuerza. Solo podía gemir de satisfacción y un poquito de dolor cuando me la enterraba hasta el fondo. El dolor pasó de mas a menos hasta desaparecer por completo.
Aquel hombre tenía tanta fuerza que logró levantar mi peso sin sacarme la verga y con sus brazos me levantó y bajó para que me ensartara solito. Después de uno o dos minutos se dio la vuelta conmigo encima y se tiró sobre la cama. Allí, totalmente ensartado en su verga pude estirar un poco las piernas y él me tomó de las manos y supe que debía cabalgarlo. Me temblaban las piernas pero empecé a hacerlo suave y se sentía muy bien, pero entre más fuerte lo hacía mejor se sentía. Mi verga dura y goteante le llenaba el estómago con precum en cada salto, y cuando me empecé a cansar, él me tomó y flexionando las piernas comenzó a penetrarme fuertemente. Era como un taladro taladrando mi culo sin piedad. Apenas podía soltar un gemido cuando ya estaba sintiendo la nueva oleada de placer de la siguiente embestida. Estando en esa posición, su verga apuñalaba mi vejiga y eso hizo que un pequeño chorro de orina saliera salpicándolo, lo que le sacó una sonrisa tierna que luego se transformó en algo más pervertido.
Cuando se cansó, me abrazó y me dio la vuelta tumbándome en la cama juntando su pecho contra mi espalda y luego me inclinó para penetrarme en la posición de cucharita mientras me lamía la oreja y me decía susurraba cosas sucias. En medio del placer que sentía escuché algunas frases como: "Eres una buena perra", o "Esto es lo que te hacía falta, un buen macho como yo...", "¿No pensaste que podías cogerte a mi noviecito gratis o sí...?"... Yo no respondía, solo asentía gimiendo como una perra. Y solo en ese momento pude reflexionar. Yo, un macho que se había cogido a decenas de hombres, haciéndolos suplicar por mi verga y que los coja duro, y ahora estoy aquí, en la misma posición que todas mis víctimas, con el culo lleno de verga totalmente roto, gimiendo como una zorra, y rogando porque este momento nunca termine.
Pero todo siempre termina en algún momento. Mientras me embestía estando en cucharita, me tomó con fuerza y se posicionó sobre mí, quedando mi pecho contra la sábana de la cama y él sobre mí, metiéndome la verga hasta el fondo, mientras mi verga quedaba presionada contra el colchón y sentía que se partía de lo dura que estaba. Estando así, él empezó a embestir con más fuerza y supe que estaba a punto de correrse... y yo también. Sé que no me había tocado en ningún momento, pero mis entrañas me decían que estaba por explotar de tanto placer, y así fue. Honestamente no sé si nos corrimos al tiempo, solo sé que pude sentir varias explosiones de placer recorriéndome. Aquel hombre toro bestia en celo vació sus bolas en mi culo, dejándome totalmente preñado e inundado de su semen, y con la poca fuerza que le quedó, se hizo a un lado cayendo boca arriba sobre la cama, mientras mi culo escurría con su leche.
Estábamos tirados sobre la cama sin podernos mover, cuando se quitó de encima fue como si me quitaran un peso de encima, de forma literal y metafórica. No sabía qué hacer, ni qué pensar, mi mente estaba en blanco, sentía paz, y mi cuerpo no respondía. Cuando tuve la suficiente fuerza para darme la vuelta, vi al chico parado en una esquina viéndonos de forma graciosa. Tras lograr levantarme, el maduro hizo lo mismo y vio al chico al que le dijo que había ganado la apuesta. No entendía de qué hablaban ni lo dijeron, pero podía asumir que se trataba de mí y si me dejaba coger por el maduro.
Después de eso, el chico se tiró sobre el maduro y se comenzaron a besar mientras los observaba sin aliento sobre la cama. El maduro me miró mientras abrazaba a su noviecito y me dijo que fuera al baño para limpiarme todo el semen que me dejó cuando me preñó. Cuando lo dijo, entendí que me había cogido a pelo y me empecé a preocupar un poco, pero él me tranquilizó diciendo que una primera vez debería ser siempre a pelo para que entendiera lo bien que se siente sentir una verga, y que no me preocupara porque él y su noviecito se cuidaban mucho y estaban libres de cualquier ETS.
Con las pocas fuerzas que me quedaban, fui al baño para tomar una ducha y al pujar, me dolía el culo y pude ver todo el semen que me escurría. No podía creer que fuera tanto. Después fui por mi ropa y me vestí. Ellos hicieron lo mismo, dijeron que ya se tenían que ir porque iban a llegar tarde a un compromiso.
Sin decir mucho, cuando estaba listo, me despedí de forma simple y me acerqué a la puerta para salir, pero el maduro me llamó y me dijo que le diera mi número, el cual le di sin dudarlo, y aunque le pedí el suyo de vuelta, me contestó diciendo que en algún momento me llamaría. Llamada que llegó un año después, por cierto, pero esa es otra historia.
Al salir, me temblaban las piernas y me sentía algo mareado, aunque el aire que soplaba a través de los árboles era reconfortante. Al mirar el cielo, estaba claro que era de noche, y al mirar la hora, vi que habían pasado más de 5 horas desde que llegué. No pensé que hubiese pasado tanto tiempo, pero así fue.Caminé hasta una zona del motel donde se podían parquear las motos y me fui. Durante el camino, tuve que parar varias veces porque la sensación de mareo y dolor en el culo para sentarme era demasiado, y tras poco más de una hora de viaje hasta mi casa (normalmente era de media hora), llegué y del cansancio que tenía, pasé directo a mi habitación y me quedé dormido en un instante.
Al despertar, me dolía el culo e iba tarde para el trabajo, por lo que me vestí rápido y salí. Durante la mañana estuve pensando en todo lo que pasó el día anterior y no me lo creía. Todo el día tuve que hacer esfuerzos de más para que no notaran el terrible dolor que sentía en el culo al sentarme. Tenía que estar siempre parado para que no lo notaran.
En fin, esa fue mi historia. Sé que fue un poco larga, pero traté de describir los detalles lo mejor que recuerdo. Aunque eso fue solo el principio de mi camino hacia la sumisión y aceptación de mi rol como pasivo.Si escribiera toda ahora creo que sería tan largo como un libro y seguro pocos o nadie querría tomarse el tiempo de leer.
En todo caso, agradezco a quienes se hayan tomado la molestia de leer, y tal vez luego o en unos días me anime a escribir otra parte.
Gracias.