Guía Cereza

De activo dominante a pasivo sumiso enjaulado en castidad, parte #2

por: Chastityboy Publicado hace 2 días Categoría: Gay 351 Vistas
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¡Hola a todos, soy Leonardo y volví por aquí para contar otra parte de mi larga historia! Recibí muy buena aceptación y varios mensajes por la primera, así que decidí relatar algunas cosas que sucedieron después.
Para los que aún no han leído la primera parte, aquí se las dejo en el siguiente link para que entiendan mejor el contexto:https://guiacereza.com/experiencias/post/70874/de-activo-dominante-a-pasivo-sumiso-enjaulado-en-castidad-parte-1Después de haber sido sometido y usado como una perra en celo por aquel maduro, no sabía bien como sentirme. Pasaron varios meses y trataba de seguir mi rutina con regularidad, trabajando en las mañanas, cogiendo de vez en cuando en las tardes y yendo al gimnasio o pasando tiempo con mis amigos en las noches. Sí, leyeron bien, seguí cogiendo después de todo eso, pero en mi rutina como activo dominante. En mi mente no podía asimilar lo que había pasado y una parte de mí quería olvidarlo, y para ello, necesitaba cogerme a más chicos. Entre más duro me los cogiera mejor. Sin embargo, en medio de esas cogidas, al ver la cara de intenso placer que les estaba provocando solo podía pensar en cómo se debió haber visto mi cara mientras el maduro me tenía sometido y me excitaba tanto que no tardaba mucho en correrme de manera explosiva.Pero a pesar de todo eso, en lo bien que se sintió sentir su verga en lo más profundo de mis entrañas, cada vez que estaba en la ducha intentaba pasar mis manos por mi culo, acariciándolo y tratando de meter un dedo... me sentía muy incómodo. Sin importar la forma en que lo hacía, el resultado era el mismo, no me gustaba. Incluso llegué a estar con algunos chicos que eran versátiles y estos al intentar tocarme el culo provocaban que me volviera un tanto agresivo y los detenía en seco. Antes de toda esa historia con el maduro, mi culo era algo sagrado que no debía ser tocado ni profanado. Y parte de mí quería regresar a ello.Las semanas pasaron y sentía que volvía a ser yo y que esa experiencia había quedado enterrada en lo más profundo de mi mente. Pero nunca imaginé que volvería a repetir algo como eso dentro de poco.Verán, como mencioné antes, vivía en un pequeño pueblito cerca a la ciudad, y durante esa época, la mala situación por la que pasaba Venezuela provocó que muchos emigraran a Colombia, y entre ellos, los dos hombres que clavarían un puñal más (o sus vergas) en mi camino hacia el rol de pasivo y mi sumisión total.Estaba iniciando el mes de diciembre, lo que significaba que estábamos en medio del caluroso verano. El pueblito en el que vivía era atravesado por un costado por un río, y aunque seguro piensan que estaría lleno de personas disfrutando de un baño refrescante, se equivocan. El 80% del área del río era contaminado por residuos del matadero, así que irse a bañar allí era un tanto desagradable y por ello esa zona era desértica. La parte buena del río estaba ubicada antes del matadero y había un lugar diseñado para el disfrute de la gente. Pero esa historia transcurre en esa zona desértica, una zona que siempre tuvo mala fama debido a que decían que la gente viciosa, consumidores de marihuana iban a allí a consumir, lo cual era cierto, y debido a esto, la alcaldía municipal construyó un vallado por toda la zona para restringir el acceso a la base del río, ya que esa zona limitaba con canchas públicas, un coliseo y una pista de atletismo donde niños iban a jugar y practicar deportes y no querían que se vieran tentados de alguna manera por drogadictos o peor.Así que una tarde que no tenía nada que hacer, fui a esta pista a trotar un rato. Como los estudiantes ya habían salido a vacaciones, el lugar estaría solo y por eso decidí aprovechar. Cuando llegué, di un par de vueltas pero no se veía nadie en las cercanías, y con cada vuelta, me quedaba viendo un camino que se dirigía hacia el río que era cortado por una valla metálica medio caída. Al inspeccionar a detalle la zona y asegurarme de que nadie me estuviera viendo, decidí acercarme al camino y tratar de pasar por la vaya, lo cual logré sin mucho problema. Al estar del otro lado, podía escuchar el ruido del río a unos 15 o 20 metros, y un camino que conducía por el borde de la valla y que se encontraba separado del otro lado por un espeso bosque de bambú. Realmente no tenía ninguna intención sexual al adentrarme a ese lugar, simplemente quería tomar un poco de aire fresco y sentarme un rato a la orilla del río en silencio, pero lo que me encontré fue algo mucho mejor.
Al adentrarme un poco en el camino, pude ver a lo lejos a dos hombres que sacaban arena del río con una pala. Esto no era nada raro ya que la arena del río suele ser muy buena para usar en la construcción. Estos hombres la sacaban y amontonaban y luego la metían dentro de sacos, los cuales vendían posteriormente para poder ganar algo de dinero. Es un trabajo humilde y honesto. Bueno, retomando, allí estaban los dos, uno de ellos se veía de mi edad (20 años), pero luego supe que tenía 24, y el otro era más mayor con 45 años. Ambos estaban únicamente en pantaloneta, lo cual era obvio ya que estaban en un río paleando arena. El chico tenía un cuerpo trabajado, con unos abdominales casi cincelados aunque no era muy atractivo de cara. Por el contrario, el mayor tenía un rostro atractivo con una espesa barba, pero con un cuerpo un poco más descuidado teniendo una panza algo prominente. Los dos eran de tes morena clara, mulatos podría decirse. Me quedé un rato oculto entre ambos matorrales observándolos. Por un lado, no quería que notaran mi presencia en caso de que no fueran buenas personas e intentaran robarme o algo por el estilo, aunque lo único que llevaba era mi teléfono.Ambos hombres se iban turnando para palear, y cuando fue el turno del mayor, el chico se metió entre los matorrales y lo perdí de vista. Después de un rato allí sentado, escuché un ruido detrás de mí y era el chico que me acababa de atrapar espiándolos. Venía sosteniendo unos sacos y supe el por qué se había ido. Me asusté un poco cuando empezó a hablarme con su acento venezolano que casi no entendía. Podía decirse que de cada 10 palabras solo entendía dos o tres. El chico gritó llamando al mayor quien rápidamente se acercó. A ese hombre se le entendía un poco mejor y me preguntó qué hacía ahí, ya que esa zona no era de acceso público, a lo que me limité respondiendo que solo quería dar un paseo por la naturaleza. Sin embargo, ambos me miraron y me invitaron a ir con ellos a la orilla del río donde estaban paleando. Allí, ellos se relajaron un poco y el chico comenzó a palear nuevamente mientras el otro se sentaba sobre una roca y sacaba de un pequeño bolso un porro de marihuana, el cual encendió delante de mí y tras fumar e exhalar el humo, me lo ofreció. Lo acepté para no generar incomodidad y le di una probada leve. Nunca he sido muy fan de las drogas, y aunque las he probado, no es algo que me atraiga hacer por mi cuenta. Al relajarse un poco la situación aproveché para hacerles algunas preguntas. Me dijeron que eran Venezolanos y que se habían venido buscando una mejor vida, pero que en muchos lugares los habían rechazado y no se solían quedar mucho tiempo en un mismo sitio.También me dijo que eran familia, el mayor siendo el tío del chico. Es decir, eran tío y sobrino. Y debo aclarar que en ese momento en mi mente no estaba la idea de algo sexual. Solo estaba pasando el rato en un lugar agradable. Al rato de estar hablando de un poco de todo, volvieron a cambiar de puesto y el chico se sentó a mi lado a fumar del porro y seguir charlando. Ya había pasado más de media hora desde que estaba allí sentado con ellos hablando y me sentía bastante cómodo. Después de un rato, el chico empezó a decir que llevaba tiempo sin comerse a una mujer, a lo que ambos empezaron a hablar mencionando a varias con las que estuvieron. Me contaron que en otro pueblo donde estuvieron, un día fueron a un festival y se habían terminado cogiendo juntos a una señora que estaba muy borracha. La habían llevado al campamento donde se estaban quedando y que le dieron por todo lado. Así que pregunté curiosamente si le habían dado por el culo y el joven dijo que sí, que se resistió al principio pero como la tenían entre ambos no se pudo mover y le dieron sin piedad. Pero que por miedo de que ella después los buscara se terminaron yendo de ese lugar. Y se rieron como locos cuando recordaron que al chico le quedó la verga toda cagada cuando se la sacó.Luego de eso el chico comenzó a hacerme preguntas sobre mi última vez, y me dijo que un chico tan lindo como yo (tanto de cara como de cuerpo) debía coger muy seguido. A lo que le respondí que sí, contándole varias anécdotas (obviamente sin decir que me cogía hombres en lugar de mujeres). Les aclaré que me gustaba darle por el culo a las mujeres para evitar que quedaran preñadas, ya que no estaba interesado en tener hijos por accidente. Y mientras narraba varias de mis historias, no podía evitar mirar la pantaloneta del chico que empezaba a ponerse como carpa de circo, algo que él claramente notó. Pero en ese momento llegó el tío quien estaba sudando y jadeando de lo cansado que era palear. Se sentó y vio la carpa de su sobrino y me dijo que no le hiciera caso, que su sobrino se ponía parolo hasta con el toque del viento. En eso, el tío se soba la entrepierna y pude notar que debajo no tenía calzoncillos. Me sentí un poco excitado y le dije de forma atrevida si a él también se le paraba con cualquier cosa, y me dijo que si le gustaba lo que veía, no había quién se la bajara.Después de reírnos un poco, el chico comenzó a acariciarse por encima de la pantaloneta diciendo que si tuviera a una perra en ese momento la dejaría preñada. A lo que el tío rápidamente respondió que lo único que va a dejar preñado es su mano, porque se ha dado cuenta que todas las noches se mata a pajas cuando él se queda dormido. El chico se sonrojó y me miró, y yo solo me reí un poco. Pero el tío siguió hablando y le dijo que si se quería hacer la paja que aprovechara ahora y se ordeñara para que en la noche por fin lo deje dormir. El imaginar esa situación del chico masturbándose como enfermo mientras su tío duerme a su lado me puso bastante caliente y me puse duro. Por cierto, olvidé mencionar que ellos me dijeron que se estaban quedando en un "campamento" no muy lejos de allí, y cuando digo campamento me refiero a un lugar súper improvisado por un par de tablas como muros, dos colchones, un par de bolsos con ropa y unas ollas para cocinar.Yo iba vestido con una pantaloneta corta y una camiseta apretada al cuerpo. Pero cuando me imaginé la escena del chico masturbándose, me excité bastante, y aunque sí llevaba calzoncillos, se me notaba la erección. Cosa que el tío se dio cuenta y dijo en tono burlón, bueno, ya van dos que se pusieron duros, me va a tocar a mí también ponerme duro para no quedar en vergüenza ante los jóvenes. Y sin ningún tipo de pudor, se levantó y de golpe se bajó la pantaloneta. Efectivamente, no traía calzoncillos y parecía que un enorme elefante había liberado su trompa. Estaba medio dura y era enorme, y mucho más oscura que su tono de piel, con una mata de vello púbico por todos lados. Se volvió a sentar y empezó a tocarse hasta que se puso duro en unos segundos. Al ver eso el chico hizo lo mismo y se quitó la pantaloneta sin levantarse, aunque él ya estaba duro. Su verga era casi tan clara como su tono de piel, pero con la diferencia de que estaba completamente rasurada y era mucho más delgada. Era un contraste genial, el tío la tenía oscura, gorda, cabezona y peluda, y el chico la tenía clara, delgada, cabeza en punta y afeitada. Tras eso, ambos me ordenaron con la mirada que hiciera lo mismo y con la calentura del momento, lo hice sin pensarlo. Me bajé la pantaloneta hasta la altura de los tobillos, como llevaba tenis puestos no me la podía quitar del todo, y me senté en medio de ellos. Ambos pasaron uno de sus brazos sobre mis hombros y comenzamos a masturbarnos. Mi verga era blanca, con un tronco venoso, una cabeza rosada y una pelvis y huevos con el vello recortado. Nunca me ha gustado afeitarme por completo porque cuando comienzan a crecer los pelitos me empiezan a picar.
Después de unos dos o tres minutos masturbándonos lentamente, el tío retira su brazo de mi hombro y me agarra la verga con fuerza, diciendo que hay que masturbarse duro como los hombres, y al hacerlo, me hizo tan fuerte que solté un pequeño quejido de dolor. El sobrino se rio un poco, y le dijo a su tío que no fuera tan brusco. Acto seguido, el chico estiró la mano y me agarró la verga cuando el tío la soltó. Él me masturbó rápido pero suave, lo cual se sintió un poco mejor. Tras eso, varias gotas de precum me salieron y el tío pasó su dedo para recogerlas y probarlas. Luego hice un gesto de agrado y dijo que sabía dulce. También dijo que quería ver cómo yo los masturbaba a ambos, y al estar al medio, podía usar mis dos manos para agarrar sus dos vergas. Esto no era algo que me desagradara, ya que años atrás tenía un amigo con quien nos hacíamos pajas cruzadas. Es algo que se conoce como morbo entre activos, así que tocar otra verga no me quitaba la "hombría", sí lo sé, es lamentable la forma en la que pensaba en ese entonces.
Comencé a masturbarlos pasando del tronco hasta la cabeza y volviendo en movimientos repetitivos y al hacerlo podía sentir como las dos bestias se calmaban y se recostaban un poco. Les estaba gustando tanto que empezaron a gotear precum, mientras mi verga hacía lo mismo aunque nadie la estuviera tocando. Fue justo en ese momento que algo despertó en ellos lo que me hizo asustarme. El tío con total confianza, puso su mano en mi cuello haciendo fuerza para tumbarme y que se la chupara. En ese instante reaccioné un poco molesto diciéndole que no iba a hacer eso, y el tipo me agarró con las dos manos y su voz pasó de ser suave y agradable a ser ruda. Me dijo que se la iba a chupar sino quería que me diera una paliza, ellos eran dos y yo no podría ganarles, y aunque me asustó ese cambio de actitud, me sentí un poco excitado y mi verga palpitante claramente no ayudó. El tío me levantó de mi lugar y me dejó con la cara frente a su verga. Me ordenó que abriera la boca y comenzara a chupar y me advirtió que si se la mordía o intentaba algo me dejaría inconsciente de un golpe. Así que hice lo que me pidió y abrí la boca tan grande como pude, su verga al ser tan gruesa costaba para entrar y en algunos momentos sentía que se me iba a desencajar la mandíbula.
Chupé tanto como pude, usando la lengua para lamer el tronco y la cabeza, y al hacerlo, pude sentir un ligero sabor salado y a orina. Pero por raro que pareciera, no me desagradaba nada el sabor. En el relato anterior mencioné que chupar verga era como chupar goma, algo insípido y sin sabor, pero aquel hombre maduro tenía un delicioso sabor, y este hombre al que ahora se la estaba chupando tenía un sabor completamente diferente, pero que de igual forma me gustaba. Era como si cada verga tuviera un sabor propio y en ese instante me pregunté cómo sabría la de su sobrino. Esta vez volví a chupar pero no por miedo, sino por gusto, me esforcé en dar una mamada digna y con las manos comencé a masajear los testículos de la misma forma que me gusta que me los masajeen cuando me la chupan. Podía escuchar al tío gemir de placer mientras decía lo buena puta que era. Y aunque no lo veía, también escuchaba al sobrino masturbándose mientras veía la escena. Después de unos minutos, el chico habló y le dijo al tío que ahora era su turno. Este accedió y con sus manos giró mi cara hacia él. Pero en lugar de hacer fuerza para llevar mi cuerpo hasta él, yo mismo lo guie con suavidad para probarlo.
La verga del sobrino fue mucho más fácil de chupar que la del tío. Al ser delgada entraba sin problema, pero a él le gustaba agarrarme la cabeza y enterrarme la verga hasta lo profundo de la garganta. Cuando lo hizo la primera vez me tomó desprevenido y comencé a toser. Después volvió a hacerlo y pude aguantar las embestidas. El chico se puso de pie y con mi cabeza en sus manos empezó a violarme la boca sin compasión. Al estar ahí arrodillado mamando, el tío aprovechó para quitarme con suavidad los tenis, y así poder quitarme por completo la pantaloneta, enseñándole un culazo blanco, marcado, redondo y con algo de vello, el cual admiró durante un rato.
Mientras me ahogaba con la verga del sobrino, el tío empezó a manosearme las nalgas, dándole palmadas y abriéndolas con las manos. Juro que una parte de mí quería salir corriendo antes que tener que volver a pasar por lo que pasó con el hombre maduro, pero otra parte quería que lo hiciera para ver si podía volver a sentir ese inmenso placer que el maduro me dio.El tío acercó la cara a mi agujero y escupió, luego con su dedo usó las babas para meterme el dedo y solté un gemido. El chico se dio cuenta y me acarició el cabello diciendo que me relajara. Acto seguido me sacó la verga de la cara y fue hasta el bolsito donde sacó otro porro para fumar. Después de un minuto donde fumaba y yo gemía por los dedos del tío, me puso el porro en la boca pidiendo que fumara para relajarme un poco más, y extrañamente funcionó, me relajé un poco y sus dedos se empezaron a sentir bien.
Después de un rato, cuando el tío ya me había abierto el ano lo suficiente para intentar la penetración, el sobrino lo paró en seco diciéndole que lo dejara a él ir primero, ya que como el tío la tenía tan gruesa, cuando me la sacara me quedaría el hueco abierto y él no sentiría tanto placer. Bueno, no puedo contra esa lógica. Además, como su verga es delgada, me prepararía mejor para cuando el tío fuera a entrar. Un poco molesto, el tío accedió. El chico sacó un paquete de varios condones del bolsito y se puso uno. Yo seguí a cuatro patas sobre la arena que habían sacado del río nervioso de lo que iba a venir. Pensaba que como el chico fue tan considerado pidiendo clavarme primero, lo haría de forma suave. Vaya, qué equivocado estaba. El hijo de puta puso la cabeza en la entrada de mi ano y con un poco de saliva me la metió hasta el fondo de golpe. Lo único que pude hacer fue tirar el cuerpo hacia adelante y pegar un grito que se escucharía a kilómetros, aunque por suerte (o desgracia), el sonido del río ocultó el grito. Mis piernas temblaron y caí sobre la arena, y el sobrino con su verga ensartada en mi culito cayó detrás de mí, y sin sacarla empezó a moverse hasta comenzar a penetrarme sin piedad. Y aunque dolía bastante, también se sentía placentero. Sus embestidas eran constantes lo cual transmitía oleadas de placer por mi cuerpo. Había momentos en los que lo sacaba por completo, admiraba mi agujero y la volvía a meter de golpe. En esos instantes podía sentir una pequeña parte de lo que sentí con el maduro, esa sensación de vacío cuando me sacaba la verga y luego como me volvía a llenar, solo que a una menor escala, pero tal vez era porque su verga no era tan grande o gruesa como la que me había desvirgado. Por cierto, sé que no lo dije, y aunque nunca se la medí a ambos, la verga del chico debía medir unos 21 o 22 cm, pero al ser delgada no aparentaba gran cosa, y la del tío era de unos 16-17cm pero casi tan gruesa como la del hombre maduro que me desfloró.
Retomando, el chico me dio sin descanso por varios minutos, luego cuando se cansó, pidió relevo de su tío, y éste me ayudó a levantarme del suelo. Estaba todo embarrado y lleno de arena. Incluso tenía arena en la verga que se había pegado por todo el precum que estaba soltando. Recuerdo que en todo momento, nunca dije ni nada, solo gemidos (aunque eso no cuenta como palabras). Me dejé llevar por ellos y lo que sea que quisieran hacerme. Era raro, porque siempre fui un hombre de carácter fuerte, no me dejaba doblegar de nadie hasta que apareció ese hombre maduro, después de eso, casi que parecía que cualquier ahora podía hacerme lo mismo. Era tan humillante, pero de alguna manera, increíblemente excitante.
El tío me acercó hasta una roca larga y me recostó boca arriba sobre ella. Separándome las piernas y apoyándolas en sus hombros. Al ver mi agujero empezó a soltar palabras obscenas mientras se ponía el condón y me miraba con lujuria. Y a diferencia de su sobrino, él comenzó penetrándome suavemente. Al principio grité un poco porque era más gruesa, pero él siguió empujando hasta que entró y se quedó quieto unos instantes. Después la sacó por completo y sí, sentía esa sensación de vacío que rápidamente fue llenada con su trompa de elefante. Parecía que mis expresiones de entre dolor y placer le divertían porque empezó a embestir con fuerza. Mientras gemía como perra en celo, el sobrino se acercó a mi cara y me restregó la verga por toda la cara. Pude sentir el peso de sus bolas y su olor a macho. Instintivamente abrí la boca para lamerlas y después de unos segundos, me metió la verga para empezar a violarme la boca. Y sólo en ese momento, cuando tenía una verga taladrándome el culo y otra violándome la garganta, me sentí pleno. El placer me inundó y sentí algo en mi pene que no pude ver. Luego escuché decir al tío: "Mira sobrino, parece que la perra me mió de lo rico que le estamos dando.". Y el chico respondía: "Sí, tío, eso no es un hombre, es solo una perra más, dos huecos para llenarlos de verga. Pero eso me acaba de dar una idea." De pronto, el chico me sacó la verga y haciendo algo de fuerza, salió un pequeño chorro que aumentó de potencia y me bañó la cara mientras ordenaba que abriera la boca. Resultó que el bastardo se estaba meando en mi cara y lo único que pude hacer fue abrir la boca para recibir su lluvia dorada. No sabía qué hacer, si tragarla o escupirla, aunque si hacía lo segundo seguro me golpearía o algo, así que me la tragué y no me desagradó el sabor, de hecho, volvía a abrir para probar más pero ya no había. El chico se dio cuenta y dijo que al terminar me darían más para hidratarme.
Al ver la escena el tío me embistió con todas sus fuerzas hasta que estuvo a punto de correrse, y antes de hacerlo sacó la verga de mi culo quitando rápidamente el condón y soltando toda su carga que salió disparada sobre mi verga y mi estómago. Pude sentir varios chorros calientes cayendo sobre mi cuerpo y mezclándose con algunos restos de líquido preseminal y orina producto de mi verga. En eso, el tío se retira y al no tener donde apoyar las piernas comencé a bajarlas, a lo que el sobrino se acercó rápidamente volviendo a levantarlas mientras se ponía otro condón y me decía que aún no terminaba y me la volvió a meter de golpe, solo que esta vez no sentí dolor sino un placer intenso. El tío se acercó por el lado de mi cara y me ordenó que le limpiara la verga. Me la metí a la boca y me tragué los restos de semen. Sabía un poco amargo, pero no me desagradó. Cuando estuvo limpia el tío se retiró de mi cara mientras observaba la señora culiada que me estaba pegando su sobrino. Y cuando el sobrino estaba al límite, me sacó la verga del culo y rápidamente se quitó el condón mientras se acercaba a mi cara, en ese momento, el tío me agarró la verga y empezó a masturbarla de manera ruda, por lo que sentí varias punzadas de dolor ya que jalaba el prepucio más de lo permitido, pero a pesar de eso lo agradecía porque estaba tan duro que quería correrme de inmediato. Mientras el tío me masturbaba, el sobrino me ponía la verga en la cara mientras apuntaba listo para soltar la carga. Sin que me lo pidiera abrí la boca y de inmediato sentí el primer chorro de su semen entrando y él decía: "Aquí va la leche, perra". Varios chorros entraron en mi boca y uno me dio en el ojo, y en ese momento otros chorros me cayeron sobre la cara, pero no venían del sobrino sino de mi propia verga que había explotado como un volcán en erupción. Fue un orgasmo tan intenso que los chorros me llenaron la cara y me tragué los que ya tenía en la boca. El chico usó los dedos para juntar el semen restante de mi cara y guiarlo hasta la boca para tragarlo. Al final no quedó nada. El sobrino acercó la verga a mi boca y se la dejé limpia.
Luego ambos se alejaron un poco y se volvieron a poner la pantaloneta sentándose sobre las rocas mientras jadeaban de lo bien que la habían pasado. Yo aún estando acostado sobre la roca intenté darme la vuelta y al bajarme sentí que las piernas no me obedecían. Caí sobre la arena y me tomó unos segundos recomponerme. Cuando me levanté los miré y me sonrieron. El chico se levantó y me alcanzó mis cosas para vestirme. El tío me puso la mano en el hombro y me dijo que había sido una buena perra. Que hace mucho no se corría de esa forma. Sonreí de forma vergonzosa y nos quedamos en silencio durante un par de minutos. Ya casi atardecía, hasta que el chico se levantó y le ordenó a su tío que se apurara si querían terminar antes de que oscureciera. El tío hizo un gesto de cansancio pero al final se levantó. Me quedé un rato ahí sentado mirándolos trabajar, el chico sacaba arena del río con la pala mientras su tío iba echando la que estaba en la orilla dentro de varios sacos. Cuando retomé el aliento y la fuerza me puse de pie con la intención de irme en silencio, pero lo notaron y se acercaron a mí. Me dijeron que esperaban que no dijera nada de lo que pasó o los podría meter en problemas. Obviamente no iba a decir que dos hombres me pegaron una señora culiada en el río. Algo como eso dejaría mi reputación por el suelo y me sacaría del armario. Les dije que tranquilos y cuando me disponía a irme me dijeron que si quería podía volver mañana. A lo que el tío dijo que mañana no porque debían ir a cargar los sacos de arena, y dijo que pasado mañana, pero después de las 5 pm. Que si quería me podían llevar a su "campamento" y pasar un buen rato. Literalmente pude sentir que se me puso dura de nuevo solo escuchar eso. Les dije que sí sin dudarlo y me fui.
Me dolía un poco caminar, pero salí por la valla de forma discreta y me dirigí a casa. Ya allí, entre directo al baño y vi algunos moretones que comenzaron a formarse por la situación tan ruda. Me metí en la ducha y me toqué el culo sorprendido de lo fácil que entraron varios dedos y esta vez se sintió bien hacerlo. Así que tomé una ducha rápida y me encerré en mi habitación. Puse la toalla sobre la cama y me acosté encima. Me intenté abrir de piernas y cuando me froté los dedos contra el ano, mi verga se puso dura como el acero. Aprovechando, usé una mano para masturbarme mientras con la otra seguía frotando y metiendo los dedos. Se sentía tan bien que no tardé mucho en volver a correrme. Aunque esta vez no salió tanta leche ni fue tan explosivo. Estaba tan cansado que me quedé dormido casi de inmediato recordando el momento. Solo sé que me desperté a media noche con hambre, fui a la cocina y preparé algo y al regresar a la habitación volví a recordar lo que había pasado y me tuve que volver a masturbar.
Y bueno, eso fue todo por ahora. Si les interesa saber lo que pasó después con ese par lo haré en otra parte. A día de hoy aún me pregunto qué habría sido de ellos.
Gracias por tomarse el tiempo de leer, y si se masturbaron mientras lo hacían, mejor aún. (Aunque desearía estar ahí con ustedes para tragarme sus leches, jeje)
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