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No recuerdo su nombre pero era de esos maduros que tanto me gustan, sensuales, con buena verga y divertidos.
Me gusta ser una mujer caliente, hablar sin misterio y decir lo que me gusta que me hagan, con él fue así, le podemos decir Pedro, era un hombre casado, empresario y dueño de su propio tiempo. Después de muchas veces saliendo a tomar algo y a que me clavara con su rica verga tome la decisión de ser una puta caliente.
Un día de semana me recogió y de manera inmediata me dijo para dónde iba con tantas cosas, pues tenía un bolso un poco grande y le dije que se dejara sorprender, pues la verdad en el bolso tenía ropa diminuta con la que no podía salir a la calle. Me monté al carro y lo primero que hizo Pedro fue meterme la mano en la cuca, decía que le gustaba saber que se iba a comer una cuca joven y jugosa.
Después de mojarme en el camino y decirle que quería que me diera verga duro, llegamos al motel, subimos, nos tiramos en la cama y de manera inmediata se hizo encima de mi tocándome como si fuera una perrita en celo, me besaba con desespero y yo solo gemia porque tenía la cuca mojada y palpitando con ganas de verga.
Pedro se quitó la ropa, y yo empecé a mamarle esa verga sin parar porque la verdad me encantan las vergas, después de dejarlo caliente le dije que me esperara, tenía que ir al baño, al entrar al baño me quité la ropa que tenía y me puse una faldita diminita, unas medias veladas negras y un top trasparente junto con labial rojo.
Le dije que cerrara los ojos, que se cogiera la verga y que disfrutara de lo que venía, salí y le puse mi cuca en su cara, cuando abrió los ojos me cogia el cuerpo y empecé a bailar sensualmente, me le ponía encima, me iba quitando la poca ropa que tenía al ritmo de la música hasta quedar completamente desnuda.
Me fui gateando hasta él y me levantó de los brazos y me tiró a la cama diciéndome que las perritas calientes tenían su recompensa, me escupió en la cuca y me empezó a dar lengua, yo no podía dejar de gritar y por cada grito me daba más duro, hasta que entre dientes le suplicaba que necesitaba su verga y solo me la pasaba por la entrada de la cuca, no quería ser niña mimada pero quería verga dura.
Me tomo del pelo y me puso en cuatro, me dió un lengüetazo y me empezó a clavar sin remordimiento, me daba muy duro y me pegaba en el culo con muchas ganas, después de un rato le di la espalda y me senté en su verga, sentía como pasaba su dedo por el culo y me decía dale puta, mueve ese culo como me gusta.
Yo no podía aguantarme más las ganas de gemir duro y sentir como salían mis jugos, puso mis piernas en sus hombros y me clavó sin piedad, diciéndome tomate me leche putita y saco su verga y dejó caer su leche en mis tetas y un poquito en mi boca. Quería más clavo entonces empecé a besarle la verga con calma, gatear en el suelo, bailarle sensual, tocarme la cuca y decirle lo puta que era, hasta que se paró, me puso contra una pared y me empezó a clavar hasta que sintió como salían todos mis jugos.
Descansamos un rato, me puse ropa más cubierta y salí como niña buena, aunque por dentro sea una perrita en celo.