Guía Cereza
Publicado hace 3 meses Categoría: Gay 1K Vistas
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Hola a todos, mi nombre es Leonardo y hoy vengo a compartirles una pequeña historia que me ocurrió hace un par de años.

Para los que no han leído mis anteriores historias, me describo un poco: En la actualidad tengo 30 años y esta historia ocurrió cuando tenía 27. Soy un chico alto (1.82 mts), 75-80kg, blanco trigueño, barbado, masculino, pene de 19 cms enjaulado en castidad, y un culito blanco bien tragoncito, jeje. Empecé mi vida sexual como un activo dominante, y las circunstancias de la vida me llevaron a cambiar y terminar siendo un pasivo sumiso insaciable.

Hace un tiempo mediante una aplicación conocí a un hombre al que le gustaba el exhibicionismo y rápidamente nos agradamos por sus descabelladas y morbosas ideas hasta el punto en que nos conocimos en persona y cogimos en varias ocasiones. Él era un hombre maduro de unos 45 años, alto, robusto, pecho muy peludo, activo y con un pene de unos 19-20 cm con testículos grandes como los de un toro.

Poco después de que nuestra amistad floreciera, él me invitaba a hacer parte de sus exhibicionismos y aunque solía negarme siempre por miedo un día me pudo más la calentura y acepté sus propuestas. A él le gustaba ir en su carro a varios sitios de la ciudad principalmente en las noches a masturbarse para que algunas personas lo vean. Llegué a estar con él en 4 de esas ocasiones. En una de ellas él se parqueo en una zona del centro donde habían varios vagabundos y con las puertas del carro abiertas me puso a chupársela mientras algunos de los habitantes de calle nos veían. En otra ocasión estuvimos en un parque a eso de las 2 am y mientras él estaba sentado en una banca yo se lo chupaba y pasó un jovencito en claro estado de drogadicción y mi amigo lo invitó a sentarse y le ofreció un cigarrillo. Hacía frío y después de una larga charla el chico aceptó que se lo chupara. Fue una experiencia agradable.

Pero la que deseo contar el día de hoy es una que tuvimos en una zona de bodegas comerciales. Esa noche salimos a dar un paseo en su auto y al ver esa zona mi amigo decidió parar. Él se bajó, dio una vuelta para inspeccionar el lugar y me pidió bajarme y acompañarlo. En ese momento empezó a besarme contra una pared y a manosearme por todas partes. Yo aproveché e hice lo mismo. Estuvimos así un buen rato pero todo estaba en completa soledad, así que mi amigo insistió en volver al auto y buscar un lugar un poco más público. Los nervios me invadieron pero terminé aceptando. Después de unos minutos llegamos a otro lugar que estaba al lado de una carretera principal y pasaban algunos carros y motos. Era cerca de las 2 am y esta vez mi amigo me pidió bajarme del auto y darle la vuelta hasta su asiento para chupárselo mientras él seguía sentado en el asiento. Allí, me pidió bajarme el pantalón para que se me viera el culo y eso atrajera a algún mirón. Le obedecí y mientras le chupaba la verga con deseo, podía escuchar como detrás de mí pasaban algunas motos y pitaban al ver lo que hacíamos. Esa sensación me puso aún más caliente y seguí mamando como ternerito recién nacido.

Después de un rato chupando como desesperado, no nos dimos cuenta que por el camino en el que estábamos parqueados venía una moto en silencio que resultó ser de un policía. Cuando llegó se bajó de la moto e hizo notar su presencia y de inmediato del susto me subí los pantalones mientras me ponía de pie. Aquel hombre con actitud seria nos miró y nos trató de indecentes, alegando que nos iba a llevar a la estación por realizar actos obscenos en lugares públicos. Yo estaba aterrado y con el corazón en la mano. Mi amigo se bajó del carro al escucharlo y con una voz amable intentó calmarlo un poco alegando que veníamos viajando de lejos y solo estábamos liberando un poco de tensión. Por la forma en la que hablaba me hizo pensar que no era la primera vez que un policía lo atrapaba, aunque no me haya contado nada al respecto. Sin embargo al policía pareció no importarle nada de lo que dijo y procedió a sacar el radio para llamar a una patrulla pero mi amigo le insistió en que nos dejara ir y que ya habíamos aprendido la lección. El policía se vio reacio y mi amigo insistió de nuevo pero esta vez ofreciéndole un incentivo, le dijo que si no nos llevaba me ofrecería a mí para que le diera la mejor mamada de su vida, y hasta incluso me podía penetrar si quería.

Por un lado me sentí asustado de que el policía se molestara aún más, y por otro me sentí halagado que mi amigo alabara mis habilidades orales. El caso es que al escucharlo decir eso, sentí que debía apoyar a mi amigo para intentar salir de esa y mi instinto solo me hizo arrodillarme en el acto, como insinuándole que se sacara la verga para poder hacer mi trabajo, pero pude ver algo de desprecio y repudio en su mirada. Él de inmediato dio un paso atrás y se negó alegando que no era un maricón, a lo que mi amigo le insistió que aquí ninguno lo era. Que solo éramos hombres que se ayudaban a satisfacer sus necesidades como una hermandad, haciendo énfasis en que nadie se iba a enterar de lo que allí iba a pasar y para terminar de convencerlo, sacó un par de billetes de su cartera y le dijo que el que más saldría ganando sería él.

Después de unos instantes que me parecieron eternos, el policía por fin habló con algo de duda en su voz, y nos dejó claro que apenas termináramos nos debíamos ir y no regresar por esa zona. Accedimos y él señaló un lugar a unos 20 o 30 metros y nos dijo que parqueáramos la camioneta allí. Él nos siguió con la moto. Allí donde parqueamos no habían luces y la luz de la luna se veía opacada por la sombra de una bodega de varios pisos. Cuando el policía llegó con nosotros, mi amigo se bajó del asiento y se lo ofreció al policía. Le dijo que se sentara y se relajara. El policía sacó la pistola y la puso junto al parabrisas mientras mi amigo le acariciaba el bulto por encima del pantalón. No tardó mucho en ponerse duro y por los sonidos que oía estaba intentando desabrocharle el cinturón para bajarle los pantalones.

En ese momento escuché la voz de mi amigo que me dejaba vía libre y me decía que ahora era mi turno de hacer magia. Entre lo poco que se veía me acerqué al policía sobre el asiento y con las manos extendidas me agarré la verga. Estaba dura y mientras la sentía en mis manos me fui acercando poco a poco. Lo primero que hice fue inhalar su aroma a macho. Era una mezcla entre sudor y perfume. Un almizcle perfecto. Mis dedos recorrieron desde la base hasta la punta y mi boca se detuvo en la punta para besarla y luego pasar mi lengua por cada centímetro de su miembro. No sabía exactamente cuánto medía pero por mi experiencia pude calcular unos 16 o 17 cm. Era de ese tipo de vergas que el glande es pequeño, el tronco irregular yendo delgado desde la punta y engrosándose hasta llegar a la base. Sentí con la cara el peso de sus testículos y no eran tan grandes como los de mi amigo. Y así comencé a darle la mejor mamada que ese hombre pudiera desear. Apenas podía escuchar los gemidos de placer que liberaba, y mi amigo no se quedó atrás. Aprovechó mientras se lo mamaba al policía para bajarle el pantalón y manosearme el agujero. Podía sentir sus dedos hurgando y adentrándose y eso me puso más caliente. Con mi lengua lamía todo el glande y e intentaba meterla por el meato urinario (el agujerito por donde sale el semen y la orina) y él se retorcía de placer. Mi amigo no se aguantó más y comenzó a penetrarme salvajemente a pelo como tanto le gustaba. (Para ese momento yo ya tomaba PrEp y cogía a pelo). Incluso yo que en ese momento llevaba puesta una jaula de castidad metálica sobre mi pene, podía sentir lo mucho que estaba goteando.

Después de unos minutos siendo embestido mientras chupaba, mi amigo le dijo al poli si quería probar mi "vagina", le dijo que ya la había abierto para él pero el policía se negó y dijo que se quería correr mientras se la chupaba, así que mi amigo continuó penetrándome sin piedad mientras usaba mis habilidades orales para hacer correr a ese hombre. No tardó mucho en correrse y cuando lo hizo, me tomó con fuerza por el cabello hundiéndome la cara en lo más profundo de su entrepierna. Sentí varios chorros calientes de esperma inundándome la boca hasta la garganta y me los tragué con orgullo. Siempre he amado el sabor del semen y el saber que hice eyacular a un valiente uniformado me hizo sentir orgulloso de mi mismo. Sus espasmos fueron intensos hasta que me soltó la cabeza y cayó recostado sobre el asiento. Yo aproveché para limpiar cualquier resto que quedara mientras mi amigo empezaba a correrse en mi interior tras escuchar los gemidos de placer del policía. Mi amigo me dejó bien preñado y cuando la sacó, pude sentir el chorro de semen que me escurría por la pierna.

Mi amigo se subió el pantalón y se sentó sobre una roca cercana. El policía seguía sobre el asiento recuperándose, y en mi caso al llevar la jaula puesta no pude correrme, pero eso no importaba, al igual que ellos sentí el mismo desgaste físico como si me hubiera corrido, de hecho, con la poca luz que había pude ver el piso debajo de mí manchado con todo el líquido preseminal que liberé. Puede que para muchos suene raro, pero no me importó no haberme corrido, porque al usar la jaula por tanto tiempo mi cuerpo se acostumbró a sentir placer por el culo y el ver el buen trabajo que hice para satisfacer al policía y a mi amigo me llenó de un intenso placer casi orgásmico.

Al cabo de unos minutos, el policía se recuperó y se bajó del asiento subiéndose los calzoncillos y pantalones arreglándose. Aprovechó para sacar su cartera y guardarse los billetes que mi amigo le dio y cuando terminó se fue hacia la moto y nos dijo con voz muy seria que nos fuéramos de inmediato. En ese momento él había salido de la sombra que proyectaba la bodega y bajo la luz de la luna pude ver bien su rostro sin el casco. Era un hombre bastante atractivo que aparentaba unos 50 años. Mi amigo le contestó que en un minutos nos íbamos y él asintió con la cabeza. Se puso el casco de la moto, la encendió y se fue sin decir ni un "gracias por la mamada y la plata". Pero bueno, por lo menos no nos llevó a la comisaría, eso sí que hubiera sido vergonzoso.

Sin poder creer lo que había pasado, me subí a la camioneta y nos dispusimos a irnos. Y otra de las ventajas de usar jaulas de castidad, es que me mantienen todo el tiempo caliente, por lo que aún quería más y empecé a acariciar a mi amigo mientras conducía. A él le gustó y no tardó mucho en ponerse duro de nuevo. Me gustaba jugar a que tenía en mi mano la palanca de cambios y él reía diciendo que la palanca estaba algo sucia y necesitaba limpieza, así que mientras él conducía yo me incliné para chupársela durante el camino a casa. Cuando estuvimos cerca del lugar donde vivo, él se parqueó junto a un parque para que yo terminara con la mamada y no tardó mucho en suceder. Mi amigo se corrió dentro de mi boca en abundancia y yo me tragué hasta la última gota. Fue interesante porque pude notar cómo el semen de ambos hombres era tan diferente. El del policía era un poco más espeso y amargo, mientras que el de mi amigo se sentía más líquido pero con un toque dulce.

Después de que mi amigo se recuperara y yo eructara un poco por el banquete de leche que me había dado, me acercó hasta el edificio donde vivía y se despidió con un beso de lengua. Yo me bajé mientras él me decía que nos veíamos luego. Cuando entré, saludé al portero que es bastante guapo, y que por cierto, también tengo una historia con otro portero que me cogió en el sótano del edificio y tal vez la cuente en otra historia. Me subí al ascensor, entré en casa, y solo de recordar lo que había pasado me volví a excitar, así que pasé directo al baño, puse al llenar el jacuzzi y me traje un par de juguetes. Y mientras estaba allí disfrutando del agua caliente, empecé a cabalgar un consolador negro de 20 cm que tenía y para sorpresa de nadie, entró como si nada. Así que cerré los ojos y seguí cabalgando recordando el momento hasta que no sé cuánto tiempo pasó empecé a tener un orgasmo anal y terminé eyaculando dentro de la jaula y pude ver el semen que comenzaba a flotar sobre el agua. Fue tan intenso que me quedaron temblando las piernas y tuve que esperar un momento para recuperarme y levantarme. Después de eso, me puse la bata y me acosté sobre la cama hasta quedar inconsciente por el cansancio, cosa que no tardó mucho en suceder.

Y bueno, así fue como ocurrió esa pequeña historia. Traté de ser lo más breve posible para no alargarlo mucho. He hecho cruising varias veces, pero nada fue tan aterrador como esa experiencia, aunque por suerte todo salió bien. El sexo tiene gran poder de convencimiento y es muy difícil negarse.

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