Guía Cereza
por: sw.negrito Publicado hace 2 semanas Categoría: Tríos 520 Vistas
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La noche había caído sobre Medellín, tiñendo de sombras y luces cálidas las calles del centro. Jorge ajustó su chaqueta mientras caminaba hacia el lugar acordado, un apartamento discreto en un edificio antiguo, pero bien conservado. Era su primera vez en una situación como esta, y aunque los nervios jugaban con su mente, la emoción por lo desconocido lo impulsaba a seguir adelante.

Al llegar, encontró la puerta entreabierta, como una invitación silenciosa. Al cruzarla, se encontró con Elena, radiante en un vestido negro que resaltaba su elegancia natural. Su sonrisa era un refugio familiar en medio de la incertidumbre.

—Justo a tiempo —dijo ella, cerrando la puerta tras él—. Pedro está en la sala. Te espera con una copa.

Jorge respiró hondo y siguió a Elena. La sala estaba iluminada con luces cálidas y decorada con un estilo sobrio pero acogedor. Pedro, un hombre de estatura media, cabello canoso y una actitud que irradiaba confianza, se levantó para recibirlo. Vestía un blazer oscuro y unos jeans, una mezcla de formalidad y comodidad que parecía reflejar su personalidad.

—Jorge, es un placer conocerte —dijo Pedro, estrechándole la mano con firmeza, pero sin pretensiones—. Elena me ha hablado mucho de ti.

La conversación fluyó sorprendentemente bien desde el principio. Hablaron de temas triviales, como deportes y música, pero poco a poco, las palabras empezaron a ganar profundidad. Pedro tenía una forma natural de desarmar tensiones con su sentido del humor, mientras Elena observaba desde un lado, con una copa de vino en la mano y una mirada que combinaba picardía y complicidad.

A medida que avanzaba la noche, la atmósfera cambió gradualmente. Pedro, siempre atento, tomó la iniciativa de abordar el motivo real del encuentro.

—Elena y yo valoramos mucho la honestidad en todo esto —dijo mientras rellenaba las copas—. Para nosotros, el respeto es clave. Queremos que te sientas cómodo en cada paso que demos.

Jorge asintió, sintiendo cómo sus nervios se desvanecían ante la claridad y la apertura de Pedro. Elena se acercó a Jorge, sentándose a su lado en el sofá. Sus dedos rozaron suavemente su brazo, como un recordatorio de la conexión que habían compartido antes.

—¿Te sientes listo para explorar esto con nosotros? —preguntó Elena, con un tono que era más una invitación que una presión.

Jorge miró a ambos, dejando que las palabras vinieran desde su honestidad.

—La verdad, esto es nuevo para mí, pero me intriga la forma en que ustedes lo manejan. Siento que puedo confiar en ustedes.

Con ese intercambio, las barreras se deshicieron. Elena se inclinó hacia Jorge, besándolo con la misma pasión que habían compartido en la cabina, mientras Pedro observaba con una mezcla de interés y deseo contenido. Después de unos minutos, Pedro se unió al momento, acercándose a Elena y tomando su mano, marcando el inicio de una dinámica en la que las energías fluían entre los tres.

El apartamento, que al principio parecía un lugar común, se transformó en un espacio de descubrimiento. La química entre ellos era natural, casi como si cada uno supiera instintivamente cuál era su papel en este intrincado juego de confianza y deseo.

El reloj avanzaba implacable, y Jorge, consciente del tiempo, notó que la hora límite para tomar el último bus estaba cerca. Aunque la conexión entre ellos era profunda, el compromiso con la realidad cotidiana lo llamó de vuelta.

—No quiero irme, pero si no salgo ahora, me quedo varado —dijo con una sonrisa mezcla de disculpa y agradecimiento.

Pedro y Elena rieron suavemente, entendiendo la situación. Lo acompañaron hasta la puerta, despidiéndose con un abrazo que sellaba la promesa de futuros encuentros.

—Esto es solo el comienzo, Jorge —dijo Pedro, con una palmada en su hombro—. La próxima vez, no te preocupes por el bus. Nos encargaremos de que sea una noche completa.

Mientras Jorge caminaba hacia la parada de buses, su mente era un torbellino de emociones y sensaciones. Había cruzado un límite, pero lo había hecho en sus propios términos, con personas que le inspiraban confianza. Sabía que esa noche sería solo la primera de muchas que le esperarían en un mundo lleno de nuevas posibilidades.

Fin.

Nota: Este fue el comienzo de la vida sexual de Jorge que durante estos años incluye tríos HMH, intercambios de pareja, sexo grupal, etc.

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