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Capítulo 1: Un juego de niños
Contar mi historia me parece divertido, me libera de ciertas cosas que quisiera compartir mas seguido, incluso me parece morboso el hecho de que todos van a saber cómo inicie en todo esto del travestismo y cómo poco a poco me fui convirtiendo en Karo. Todo lo que lean acá es real, lo que pasó y como sucedió.
Desde muy niño, me gusto la ropa de mujer, los vestidos, las medias veladas, los tacones, la ropa interior etc… y siempre me imagine usándola. Crecí con dos hermanas mayores, entonces tenia toda la facilidad de tener ropa de mujer a la mano. Recuerdo muy pequeño, quizás de unos 4 o 5 años, despertarme una mañana y ver una medias veladas en uno de los cajones del vestier y no dude en colocármelas, como pude, sin saber si tenían un derecho o un revés. El material de estas medias me encantó, se sentían suaves, aunque claramente me quedaban enormes. Miles de recuerdos pasan en mi mente de aquellos momentos que me hicieron tener un gusto por lo femenino. Tuve situaciones y actos de muy pequeño que me gustaron, aunque para esta época y la edad que tenia no eran adecuadas.
Uno de aquellos recuerdos es estar en casa de uno de mis “amigos” del barrio o de la cuadra, lo voy a llamar “S”, claramente no diré sus nombre reales. El ya estaba experimentando la masturbación, cosa que yo aun no entendía. Teníamos aproximadamente entre 7 y 10 años. Me empezó a contar las sensaciones que sentía y lo que sucedía si uno se estimulaba el pene de cierta manera, todo esto de manera chistosa y tímida, esto despierta en mi una curiosidad de sentir lo mismo y ver con mis propios ojos lo que pasaba. Pasaron algunos días para volvernos a ver, estábamos jugando nuevamente en su casa y volvió a surgir el tema, y en medio de la conversación me insinuó que quería mostrarme, lo cual no me negué.
Fuimos a su habitación nos sentamos en su cama, se quitó el pantalón y empezó a estimularse, quizás como supongo ya había visto en algunos videos eróticos o algo similar. Poco a poco se fue viendo un cambio en su pene, se agrandó un poco, se empezó a humedecer, goteaba, veía en su cara placer, mientras se masturbaba me miraba queriéndome decir algo, pero dentro de mi inocencia no pasó pensamiento alguno para hacer algo. Llegó el momento que me dice inténtalo, claramente yo tenía una curiosidad enorme y no dudé. Me baje el pantalón a la altura de las rodillas y empiezo a estimularme, no veo algún cambio en mi, no sentía nada, no pasaba nada. Paré y pensé, esto no funciona en mí y simplemente lo dejé ahí. Pero allí no acabó todo, el por ayudar a que yo sintiera lo mismo me empezó a tocar y pues realmente no me molestó, pero seguía sin pasar nada, en este momento me sentó en la cama y empezó a besarme el pene, un tipo de oral muy inocente que por alguna razón no me hacía sentir incómodo. Deje que lo hiciera y veía en su cara satisfacción, pasado algunos minutos se acuesta en la cama y me dice has lo mismo. Me toma de la cabeza, y me dirige hacia su pene, lo empiezo a probar, a lamer, realmente no fue mucho tiempo y no fue nada efusivo, pero ¿podría decir que fue mi primera experiencia gay? Todo esto pasó muy rápido y desde entonces no volvió a pasar nada con el, no se volvió a tocar el tema, simplemente nos veíamos para jugar y quizás eso que pasó, lo asimilamos como un simple juego de niños.
Después de esto pasaron algunos meses o años, no recuerdo bien, para que pasara algo similar con otro amigo del barrio, a él lo llamaré “R”, estábamos en casa de sus abuelos jugando, armando castillos con los cojines de la sala, o inventando armas con herramientas para creernos soldados. Cansados de todo esto subimos a dibujar o ver TV, distraernos con algo más, y de un momento para otro, no sé qué pasó ni por qué surgió, pero empezamos a tocarnos, al tiempo casi que con desespero, nos gustaba, sentíamos placer, tanto así que alcanzamos a darnos un pequeño beso o más bien un pico. Al momento escuchamos ruido, una persona venía, una voz nos interrumpe “niños que hacen” rápidamente dejamos todo y seguimos normal. Era la abuela de mi amigo, que dentro mi, siempre he pesando que esa señora nos vio.
Duramente mucho tiempo pensé y me imaginé que a este amigo “R” le había pasado algo similar con “S”, que habían tenido una situación similar a la que yo pasé con él.
Contar todo esto me emociona, mientras escribo esto mi corazón late rápidamente y me excita pensar que estas cosas pasaron. Claramente no todos estos pequeños encuentros fueron con niños, dentro de mi historia también hay niñas vecinas con las cuales pasaron cosas. “L” ella al igual que nosotros compartía el morbo de pensar en cosas sexuales siendo tan solo unos niños. Con ella muchas veces jugábamos al famoso “ Papá y mamá” poco a poco el juego se desviaba y entraba la excitación, se despertaba una libido en unos niños de tan solo 5 o 6 años. De repente nos dábamos besitos, le tocaba la cola, la vagina, me desesperaba con ella, en muchas ocasiones la lamia, le besaba el culo por encima de sus bicicleteros, recuerdo que cuando lo hacíamos que no fueron muchas veces, ella movía su culo como si fuera una bailarina erótica, era riquísimo. Y me excita pensar que hacía lo mismo con “R” pues los 3 éramos muy amigos en ese entonces. Pero todo esto quedó allí, en la niñez, en juegos, en inocencia. Pues fuimos creciendo y con “S” poco hablábamos, con “L” que era la chica no nos entendíamos, hasta nos caíamos un poco mal, pero igual nos hablábamos de vez en cuando. Con “R” las cosas fueron distintas, fuimos muy amigos, éramos mejores amigos, pero todo en la “normalidad”.