
Compartir en:
Capítulo 2: Feminización
Lo que relato en estos capítulos, es una pequeña parte de mi historia, un resumen contando lo más relevante de las situaciones que hicieron parte de este proceso para identificarme como Karo, cuando tengo intimidad conmigo misma.
Ya con quizás 11 años, entro en esta etapa de pre-adolescencia, mi cuerpo y me mente cambiaban, trataba de estar solo para ver porno y disfrutar por completo. Podría decir que al conocer el porno, me volví casi adicto y por ende adicto a la paja. Buscaba la manera de siempre verlo, me masturbaba pensando en mis compañeras del colegio e imaginándome mil cosas y situaciones con ellas.
Dentro de este mundo del porno siempre me gusto la categoría de lencería o ligueros, siempre he amado esto, ver como las medias llegan solo hasta la pierna sujetada a una cinturilla, y que quede al descubierto el culo con una tanga diminuta, es realmente excitante. Y es allí donde empieza esta curiosidad, querer verme y sentirme igual de sexy que estas chicas que veía en estos videos me llevó a probar ropa interior de mujer. Tangas, hilos, cacheteros, con todo me sentía genial, sexy y provocativa. Pero esto me parecía muy poco, así que empecé a buscar entre las cosas de mis hermanas, faldas, blusas, tops, bicicleteros, tacones y al usar esto sentía divina, vi que me quedaba muy bien la ropa de mujer. Cada vez era más frecuente y momento que me quedaba solo, momento que aprovechaba para feminizarme. Trataba siempre de verme lo más niña posible pero a la vez lo más puta que pudiera. Estar súper excitado, con la verga súper dura, con una tanga metida entre el culo, una minifalda la cual me subía bien hasta la cintura para que se me viera parte del culo, y una blusa un poco abierta en el pecho, recuerdo sentirme toda una perra. Pasaban poco a poco los años, y cada vez me gustaba mas la feminización, tenía ya aproximadamente unos 13 años y de tanta excitación, tanto porno y tanta feminización, quise experimentar mas. Empezaba a tocar mi culo con mas frecuencia, a humedecerlo con saliva para tratar de dilatarlo y poder meter mis dedos, pero realmente nunca sentí una sensación de placer con esto, en alguna de estas situaciones, encontré un aceite johnson’s y aprovechando que estaba solo en casa, me empecé a vestir y a prepararme para ser toda una mujercita, recuerdo que me puse una minifalda a cuadros tipo colegiala que hacía ver muy bien mis piernas, una tanga color azul y una blusa que me quedaba ajustada al cuerpo. Empecé a ver porno, cada vez me iba excitando más, mi verga se ponía dura. Empecé a ponerme aceite en mi culo para poder dilatarlo, al empezar a meter mis dedos sentí que debía tener algo más firme para meterme, empecé a buscar objetos que se parecieran a una verga y que claramente no me hicieran daño, encontré un cepillo para el cabello, el mango de este era grueso y tenía la punta redondeada, le puse aceite y poco a poco me lo fui introduciendo en el culo, con cuidado para no sentir dolor, pero a la vez con excitación e imaginándome que me estaban culeando. La sensación era rara, no me gustaba del todo pero sentía placer. A lo que me iba metiendo el cepillo y estimulando mi culo, me iba masturbando, mis manos resbalaban muy bien sobre la verga gracias al aceite, me sentía toda una puta, hasta que no aguante más y explote. Recuerdo que me vine a chorros, me acosté rápidamente para que el semen cayera en mi abdomen, pero de la fuerza y excitación que tenía, el semen llegó a mi cuello y cara, se fue resbalando por mi pómulo hasta que llegó a mi boca y mientras saboreaba ese primer chorro de semen llegó el segundo. Tener la cara llena de mi propio semen, me hizo sentir diferente, me hizo sentir delicioso o bueno en este caso deliciosa, porque en este momento era toda una niñita. Y así empezó mi feminización, con la libido al tope, con imaginación, lujuria y muchísima perversión. Pero esto era solo el inicio de un camino largo para llegar a lo que hoy es Karo.