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Capítulo 3: ¡Unas Medias!
No pretendo enfocarme en mis relaciones personales, pero sí contar lo que pasó, lo que despertó en mi, y como ayudaron estas relaciones a mi lado femenino.
Durante toda esta etapa de pre-adolescencia y entrando a la adolescencia la feminización fue siendo cada vez menor, las salidas con los amigos del colegio, empezar a salir con chicas, empezar toda esta vida social de todo joven creyéndose adulto, todo esto me fue distrayendo de ser una mujercita. Tuve mi primera novia a los 16 años, era una mujer muy linda, ojos azules, rubia, caderas anchas, delgada, una mamacita. La libido real se despertó, la timidez y pena de la primera vez, se fusionó con la perversión que traía desde hace mucho tiempo. Con ella éramos muy activos sexualmente, cada vez que teníamos oportunidad teníamos sexo. Con esto pensé que eso de vestirme de niña había sido solo una etapa de exploración y excitación, y qué había encontrado la manera de satisfacer esas necesidades sexuales, y así dure lo que duró la relación, 3 años, 3 años de vestirme muy poco, de dejar a la mujercita que llevaba adentro oculta y encerrada. Esta relación se va acabando, una vez entro a la universidad, pasa el tiempo y conozco a varias mujeres con las que tuve pequeños romances a eso que le llamamos “cuentos”, pero estando ya en 4º semestre, me empiezo a acercar a una compañera que había conocido en semestres anteriores, pero que poco hablábamos, una mujer 2 años mayor que yo. Tuvimos buen feeling, en los planes que compartíamos la pasábamos muy bien, y empezamos una relación.
Ella era muy diferente, independiente, mucho más madura, rebelde, y muy, pero muy sexy. Al igual que yo le gustaba mucho el sexo, le encantaba mamar, el sexo con ella era realmente bueno, nos entendíamos muy bien. Y con ella, así como así, vuelve a despertar ese instinto femenino que había dejado a un lado. ¿Por qué volvió a despertar? No lo sé, pero despertó con fuerza. Empecé nuevamente a vestirme, y esta vez conté con mucha suerte, ya que estando en el apartamento de una de mis hermanas, que claramente para este tiempo ya se habían independizado, encontré una lencería muy linda. Era un corsé que cubría desde el pecho hasta un poco más abajo del abdomen, color negro semitransparente, y unos tirantes que terminaban en una especie de ligas que podía ajustar para que apretaran las piernas. Encontrar esto fue lo más, ya que como lo conté en el capítulo anterior, era como mi debilidad y aparte de esto me era difícil comprarlo. Pero le hacía falta algo, lo veía incompleto. ¡Unas medias! Eso era lo que le faltaba, unas medias tipo liguero que completara ese outfit sexy que quería desde hace años. Me tomé el tiempo de buscar en donde las podía conseguir de manera discreta, en este tiempo no existían las apps de envío ni nada de eso, con decir que el celular que tenía era un BlackBerry que era el celular de moda en ese entonces. Pero las tenía que conseguir si o sí, deje la pena a un lado y me fui al lugar más concurrido que podía haber, al Carrefour de la 170, conocido hoy como Jumbo. Entrar a la sección de mujer a buscar medias, me dio mucha pena, pero la mujercita dentro de mí me dio impulso, escojo las medias que quería de miles de estilos que hay, revise la talla, doy una vuelta por el lugar, tomo algo más para disimular, pago y salgo del lugar, estaba que me moría de la pena y justo en ese momento me doy cuenta que cometo el error mas tonto, las medias son cafés y no negras. Tome nuevamente aire y me dirijo al área de cambios donde habían 4 mujeres a decir que me cambiaran unas medias tipo liguero. La pena fue casi que incontrolable, sentí que me puse rojo, me acaloré, esto puede sonar muy bobo, pero no fue fácil para mí. Una de las chicas me hizo el favor muy rápidamente, le agradezco mucho por qué siento que vio mi incomodidad y fue muy amable. La pena paso, y en mis manos tenía algo para completar ese outfit sexy que me haría sentir toda una zorrita. Al llegar al apartamento, (por cierto, por el tema de la U me había ido a vivir a Bogotá, yo vivía en un municipio al occidente de la ciudad). Al llegar al apto, me comienzo a arreglar para verme linda, me coloco el corsé, las medias, me aplico algo de maquillaje que había tomado de mi novia, ESPECTACULAR me dije a mí misma.
Sentí que estaba empezando una nueva etapa, la feminización y el travestismo se estaban apoderando nuevamente de mí, y me encantaba. Nuevamente me empezaba a vestir más seguido, me tomaba fotos con las poses más provocativas que podía, desafortunadamente de todas estas fotos, solo tengo una que logré recuperar de una cuenta de “twitter” que tuve hace años.
Aparte de vestirme y tener placer conmigo mismo, tenía mucho sexo con mi novia. De muchas conversaciones que tuvimos, una de ellas fue que me encantaba la lencería, de como las mujeres se veían provocativas cuando usaban estas prendas, siempre le dejé en claro que ese era mi gusto y que en ese entonces me encantaría verla a ella así vestida. Tiempo después para una navidad le di un regalo, y era uno de estos trajes que me encantaban, un top, cinturilla, hilo y medias liguero, todo de color blanco. Se veía riquísima, no me quito de la cabeza la imagen de su culo con el hilo blanco y la cinturilla que marcaban muy bien sus caderas, casi que estaba cumpliendo una fantasía, ya se imaginarán cuánto y cómo le di. Siempre me imaginé como se me podría ver ese conjunto a mi, que tan sexy me vería.
Recuerdo una mañana ella tenía que salir a hacer cosas con su mamá, me dijo que me podía quedar en el apartamento sin ningún problema, habían madrugado a un evento, por ende se iban a demorar. Tan pronto veo que ellas salen del edificio, aprovecho el tiempo, me doy una ducha y sin pensarlo dos veces, me pongo el conjunto que le había regalado, se me veía hermoso, pero también aprovecho y me pruebo mucha ropa de ella que siempre me había parecido linda, ropa interior, vestidos, faldas etc. Pero la mujercita interior quería más, quería atreverse un poco más, así que pensando en la mamá de mi novia, que era una mujer muy linda, lo que llaman Milf, tenía unos senos grandes, delgada, buen culo, pensé que debía tener buena ropa en su clóset, ropa sexy. Me dirijo hacia la habitación de ella, y empiezo a buscar entre sus cosas, veo vestidos, faldas, abrigos, nada raro que me llamara la atención, hasta que busqué en su ropa interior, y vaya sorpresa, encontré un conjunto liguero color negro, con bordes violetas, de encaje y semitransparente, una tanga y medias negras, la niñita dentro de mí se emocionó. Claramente me lo probé, me veía lindísima con este conjunto y de paso me coloqué unos tacones que también había encontrado en su habitación, me sentía toda una diva, lo modelaba, me miraba al espejo, caminaba por todo el apartamento creyéndome toda una scort que espera a su cliente. Ya se imaginarán las sensaciones y el placer que sentía. Esa fue la única vez que me vestí en el apartamento de ella. El tiempo fue avanzando y la relación con ella se ponía difícil, ya no nos entendíamos tan bien, peleábamos mucho hasta que decidimos ponerle fin a la relación, duramos hasta un poco después de graduarnos de la universidad.