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Capítulo 4: Tres Elefantes
Durante las prácticas de universidad, tuve muchísimo tiempo para ser una perrita, me vestía casi todos los días. Trabajaba de 8am a 5 pm, y no saben lo que ansiaba salir del trabajo para llegar a mi apartamento a vestirme, no tenía mucha ropa de mujer, una par de medias liguero, una falda, un brasier, algunas tangas y algo de maquillaje. Pero durante este tiempo, obtuve un elemento muy importante para verme como una mujer, y eran unas extensiones de cabello largo color castaño, no recuerdo bien es como las conseguí. Pero lo que si recuerdo, es que en estas tardes, casi noches, llegaba directamente a vestirme con muchas ansias y emoción. Me colocaba mi tanga mirándome al espejo como una mujer seduciéndose a sí misma, unas medias liguero y un top, todo color negro. Me gustaba primero verme con estas 3 prendas, admirarme mientras me maquillaba un poco y me colocaba las extensiones de pelo, quiero recalcar que siempre he tenido mi cabello medianamente largo, entonces dichas extensiones me quedaban muy bien. Cuando ya estaba lista, por último me colocaba la falda, y me iba a disfrutar al balcón de mi apartamento, con una cerveza y cigarrillos, aprovechaba que era un décimo piso y tenía toda la vista sobre la Av. Boyacá pasando la 153, por ende no tenía vecinos cercanos al frente. Me encantaba salir al balcón como mujercita, y pensar que quizás alguien de lejos en la calle me alcanzara a ver, me hacía sentir deseada.
Pero el vestirme así todos los días me fue aburriendo un poco. Busqué conjuntos que me hicieran ver linda, sexy, habían miles y eran hermosos, en estas búsquedas encontré un lugar que conocía y que sabía que podía llegar a ser discreto, así que me fui a cedritos al centro comercial Los 3 elefantes. Allí empecé a buscar, a mirar ropa interior, conjuntos y al estar en esta sección una de las trabajadoras pasa junto a mi, me mira mal y me dice “degenerado”. Vaya pena que sentí en ese momento, no sabía qué hacer, me acaloré, sude, realmente me intimidó mucho, la volteé a mirar haciéndome el que no había escuchado nada y seguí en lo mío, pero ya en mi cabeza no estaba concentrada en buscar lo que quería, estaba pensando en que más podría hacer esta señora. Seguí mirando rápidamente decidiendo que iba a llevar, y cuando ya estaba a punto de irme sin nada, vi un conjunto color negro que traía una cinturilla con tirantes y un top algo transparente. Lo tomé, me acerqué a la caja de pagos con tan mala suerte que la cajera era la misma estúpida que me había dicho degenerado. Tome aire y pase sin pena, pero con muchas ganas de responderle si me decía algo nuevamente, como era de esperarse me atendió mal pero sin decirme palabra alguna. No me importó lo que había pasado, ya tenía lo que había ido a buscar. Al llegar al apartamento destape el conjunto, estaba emocionada, todo el camino me imaginé modelándolo , pero tuve una pequeña sorpresa, la perra de la cajera no quito el pin de seguridad que traen estos conjuntos, pero no me deje amargar, como pude y sin dañar el conjunto lo logré quitar.
Esta fue la primera prenda femenina que compré, la primera prenda que no tomé tomé de alguien más, la primera de muchas. Aún la tengo, en perfectas condiciones, y me sigue quedando igual de sexy como la primera vez.