Guía Cereza
Publicado hace 3 meses Categoría: Hetero: Infidelidad 1K Vistas
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Esto sucedió hace dos años, cuando aún tenía una relación estable con Tamara, mi amiga de la universidad. Bonita, sensual, y ama el sexo con locura. Y llevaba trabajando en un restaurante de comida rápida hacia algún tiempo, para costear sus estudios. Como en esa etapa convivíamos en un apto alquilado, algo alejado del sitio, siempre que podía la pasaba a recoger en mi moto.  Un ambiente juvenil, sobre todo, de migrantes venecos.


Dia 1: Una tarde que fui, en horario no costumbrado, me sorprendió su actitud tan cercana con uno de los colegas, y fue el quien le dijo: tu amigo esta ahí. José Antonio, que es su nombre, muy cortes me saludo. Note como se sonrojo, pero no le di mayor importancia. No obstante, me quedo esa intriga.


Dia 3: Tres días después, llego más temprano de lo previsto a casa, pero note la línea de su labios, frías, como un beso de pecado, su pelo endrino algo descuidado. Sospeché que estaba jodiendo con su colega. Deje que se relajara, se duchara, pero al rato, sin alterarme, me atreví y se lo pregunté. Sé sorprendió un poco, inicialmente lo negó, pero finalmente admitió que lo había hecho, que debíamos ser francos como siempre, porque nuestra relación se sostenía por la confianza.

Me contó todo, en detalles. Que la tentación la dominó cuando Joe Antonio, en la confianza generada por el roce cotidiano, se acercó por detrás, con discreción, pero con erección de su abultado miembro varonil. Hubo de inmediato complicidad, y aun cuando él le expreso con la mirada su deseo, se contuvo por respeto a mí.  

Media hora después, fue Tamara quien se determinó y le dijo: vamos.


La pasión, los detalles, la imaginación calaron en mí: me sentí celoso, pero también excitado. No reclame nada (no podía, por autoconciencia, pues alguna que otra vez había tenido sexo con una colega de trabajo, en la oficina, ella casada, con hijos, conocía al esposo, pero nunca dije nada).

Nos dejamos llevar por la lujuria, y solo le pedí hacer exactamente lo mismo que con él. Y así fue. Fue extremadamente bueno, pero todo cambio en mí. Atrajo pensamientos extraños en mi cabeza que nunca había tenido. Comencé a pensar en su verga y pelotas, en una rara combinación de imaginación, fantasía y realidad simulada, a partir de lo que Tamara describió. Me considero heterosexual, pero no podía dejar de pensar …


Dia 7: Llegue a las 5 al restaurante, ella tranquila, ocupada, feliz en su ámbito laboral. El, inicialmente esquivo, serio, respetuoso. Me acerque y le extendí la mano. Se sonrojo. Hay que decirlo, humilde, varonil, hombre. Unas breves palabras protocolares, solo le dije: tenemos que hablar.  

Se lo pensó un segundo y se mostró de acuerdo.

(continuara, si algunos quieren saber que paso después) y no es Las mil y una noche.  

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