Guía Cereza
por: juanbi24 Publicado hace 1 semana Categoría: Gay 2K Vistas
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Esto ocurrió cuando tenía 20 años. Para ponerlos en contexto, siempre me han gustado muchos las mujeres; sin embargo, llevaba años fantaseando con un pene. Nunca me he sentido atraído por hombres, aún así deseaba mucho hacer mamar una buena verga y que me penetraran.

Intenté por meses a través de plataformas de chat y sitios de citas cumplir esta fantasía, pero fue difícil. Para mí el tema de la discreción es importante y no quería exponerme a encontrarme con algún conocido. También la seguridad, no quería pasar por una mala experiencia en ese sentido.

La oportunidad perfecta fue entonces mientras me encontraba de viaje. Una noche, como tantas anteriormente, ingresé a una plataforma de chat con la determinación de hacer realidad mi fantasía. Las complicaciones típicas iban surgiendo (distancia, lugar, edad, etc). Luego de un par de horas pude entablar una conversación con otro hombre al que llamaremos Alberto. Alberto tenía 40 años y esa diferencia de edad me excitaba aún más y evidentemente a él también. Fui muy sincero desde el principio manifestándole que no tenía nada de experiencia y que requería a alguien paciente que quisiera enseñarme. Rápidamente me dijo que le gustaba mucho enseñarle a jóvenes, así que todo fluía perfectamente. Empezamos a cuadrar detalles para encontrarnos el día siguiente (ya se había hecho tarde) y nos vimos un momento la cara por cámara para estar ambos un poco más tranquilos y romper el hielo. Esa noche me hice una paja deliciosa imaginando todo lo que quería que pasara.

Al otro día en la mañana empecé a arreglarme para el encuentro. Estaba demasiado nervioso pero a la vez demasiado decidido. Le escribí un mensaje a Alberto para confirmar que todo seguía en pie, a lo cual el confirmó. Nos encontraríamos en una estación de metro cerca a su casa.

Llegué finalmente al lugar de encuentro donde Alberto me esperaba puntualmente. Nos saludamos cordialmente de mano y empezamos a caminar a su apartamento. En el camino estaba visiblemente nervioso, pero Alberto rompía el hielo con conversaciones sobre otros temas, lo que me fue relajando. Llegamos a su apartamento, fuimos directamente a la habitación. Él cerró la puerta y mis nervios se volvieron inmediatamente excitación.

Se acercó para besarme el cuello e irme quitando la ropa. Yo hice lo mismo con la suya. Una vez estábamos en bóxer, mandé sin ninguna espera mi mano a su verga. Se sentía gruesa y grande. Me puse de rodillas, le quité los bóxer y me la metí en la boca mirándolo a los ojos como si fuera una actriz porno. Disfrutaba mucho tener el pene en mi boca. Alberto me interrumpió después de unos segundos y me subió a la cama, él tenía otro plan.

Terminó de quitarme la ropa interior, y me acostó boca arriba. Empezó a pasar su lengua por mi pecho, bajó al abdomen, mientras con su mano me masturbaba lentamente. Mi verga estaba durísima y mojada, de vez en cuando me tocaba la punta y se llevaba mis fluidos a su boca. De un momento a otro, me giró y quedé boca abajo, empezó a morder mi nalga y a darme palmadas. Mi excitación crecía cada vez más. Siguió recorriendo su lengua hasta que llegó a mi ano, y empezó a hacerme un delicioso beso negro mientras yo gemía de placer disfrutándolo. Nunca pensé que fuera tan rico y lo disfruté mucho.

Nuevamente me giró en la cama y ubicó su pene cerca a mi cara, haciendo un 69 de lado. Empecé a mamar disfrutando cada centímetro de su pene, mientras tanto, él alternaba entre mi verga, mis huevos y la zona perianal. En un momento cogió un lubricante, me lo aplicó en el ano( se sentía un frío delicioso) y empezó a meterme un dedo. Se sentía incómodo y doloroso a veces, pero aguantaba disfrutando esa verga en mi boca.

Alberto paró y me preguntó si quería intentar penetración, a lo cual accedí de una poniéndome en cuatro, arqueando mi espalda para que mi culo quedara elevado como toda una perra que me estaba sintiendo. Me puso más lubricante y jugaba con su dedo mientras con su boca seguía mordiendo, lamiendo y dándome palmadas en la nalga. Se puso el condón y me metió la punta. No pude soportar el dolor y me quité de inmediato. Él con toda la paciencia, me sugirió que era mejor en otra posición, para lo cual me giró y subió mis piernas sobre sus hombros. Esta vez entró mucho más fácil, pero el dolor y la incomodidad eran enormes. Sin embargo, aguanté por toda la excitación que tenía, no queria parar. Con el tiempo empecé a acostumbrarme a esa sensación extraña y al dolor, mientras Alberto me penetraba en un ritmo suave y constante. A los minutos empezó a incrementar el ritmo y gemir cada vez más fuerte, hasta que escuché un gemido profundo que solo significaba que había eyaculado.

Segundos después, sacó su pene suavemente, y volví aa sentir algo muy raro. Creí que había cagado accidentalmente, pero era la sensación del condón abandonando mi ano. Alberto se quitó el condón y empezó a masturbarme para levantar mi erección, una vez lo consiguió, empezó a mamar mi verga de una manera deliciosa, estaba tan excitado que me vine muy rápidamente y a grandes cantidades sobre mi pecho.

Alberto me limpió rápidamente y me ofreció su baño para terminar de limpiarme bien. Una vez salí del baño, empezamos a vestirnos, sin la mínima intención por parte de ambos de un arrunche o una intimidad similar. Nos despedimos de nuevo con un cordial apretón de manos y salí de su apartamento.

Salí con la fiel creencia de que había cumplido una fantasía y que con eso ya era suficiente y no lo volvería a a intentar. El paso del tiempo me demostró que estaba equivocado, y les seguiré contando esas experiencias en los siguientes relatos.

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🍒 Pregunta Cereza

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  • hace 2 días
    Y te quedo gustando.
  • hace 1 semana
    Pero siempre el temor, miedo, remordimiento me hacen hechar para atrás de tener esa primera vez.
  • hace 1 semana
    Que delicia de relato, se me paro y así mismo mi culito reaccionó queriendo su primera vez así.

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