Guía Cereza
Publicado hace 3 semanas Categoría: Lésbicos 637 Vistas
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La semana para Elena, transcurrió mas lenta de lo normal. Siete días interminables que le parecieron años, uno por cada uno. Ansiaba volver a encontrarse con Karina en la habitación de aquél hotel, y su marido ya empezaba a incomodarla con sus preguntas. "¿Y...?, ¿como te fue con tu amiga?". "¿Quién?". "Tu amiga, la de la Universidad". "Aahh... bien, bien". "¿Fuisteis a tomar café?, ¿os divertisteis contando anécdotas?". "Mmmhh... si...". "¿si, que?". "Si, tomamos café y nos contamos montones de cosas". "¿Le hablaste bien de mí?". "Si si". "¿Ella esta casada, tiene hijos, se divorció?". "Nada de nada". "¿Y... es guapa?". "Si". "Entonces esta soltera". "Si". "¿Podrías dejar de responderme con monosílabos Elena?". "Bueno... querido". Después de esta incomoda conversación, Elena fue a encerrarse a su habitación, a rememorar cada instante de los vividos con Karina hacia tan pocos días. Tenía su número, pero le daba miedo llamar y que no le contestara. Le había dicho que esa semana estaría muy ocupada. Prefirió enviarle un mensaje de whatsapp. Escribió y borró interminables veces hasta enviarle una palabras sencillas. "Te extraño Karina, quiero volver a verte, besos". Presionó Enviar y se volvió a recostar, a seguir rememorando aquella tarde en la habitación 69 del hotel alojamiento del que no recordaba el nombre. Cerraba los ojos, y sentía que volvía a trasladarse a esa habitación, que Karina la esperaba parada junto a la cama con el conjunto de ropa interior, que se desnudaba ante ella, que ella, Elena, se acostaba en la cama y Karina se ponía encima de ella, se arrodillaba sobre su vientre y se movía y se tocaba todo su torso desnuda. A esa altura, Elena ya estaba lo suficientemente excitada como para meter su mano bajo las bragas y masturbarse, como Karina le había enseñado. Eso a la vez le recordaba que Karina le había dicho que le faltaba mucho por enseñarle, y entonces se preguntaba: ¿Qué le enseñaría en el próximo encuentro?. Una tarde, ya habían pasado seis días y medio, su marido estaba trabajando, y Elena recibió un mensaje de "KAR69". Todavía no lo había leído y casi se pone a saltar de la alegría. "Hola, hermosa Elena, yo también te extraño, no puedo esperar a verte, el sábado estaré libre sin compromisos, bueno, mi único compromiso eres tú, nos vemos en el hotel, no recuerdo cómo se llamaba, a la misma hora, ¿te parece?, llámame en cuanto leas esto, extraño oír tu voz, besos, guapísima". Inmediatamente, Elena buscó el número de Karina en su agenda y lo marcó, el tono de llamada sonó tres veces antes de que le atendiera. "¿Siii?. "Hola Karina, soy Elena, ¿como has estado?". "¡Elena!, que gusto volver a escucharte... pues bien, ¿y tu que tal estas?". "Mas o menos, te extraño mucho". "Sí, lo sé, lo he leído del mensaje que me mandaste". "Sí, gracias por responder". "No hay de que". "Entonces... ¿nos vemos el sábado?". "Sí, ya sabes, misma hora y mismo lugar". "Vale...". "Y llevaré un par de cosillas para... divertirnos". "Mmhh... ¿qué cosillas si se puede saber Karina?". "Ya verás... bueno, me tengo que ir, ando apuradísima para una reunión de trabajo, ¿me llamas luego?". "Claro, será un placer". "Ok, chao guapa, Pórtate bien". "Y tu también". "Yo siempre me porto bien... chao". Karina fue quién cortó la llamada. Elena la oyó muy apurada, pero le alegró el día haber escuchado su voz aunque fuera por menos de 30 segundos. Anduvo con una sonrisa de oreja a oreja, y caminó por la casa diciendo a viva voz, "¡Gracias a Dios que es viernes!". La mañana del sábado, Elena se levantó de la cama de un salto y preparó el desayuno para ella y su esposo. "¿A qué se debe esto?", le preguntó su esposo masticando un sándwich de mermelada de frambuesa. "Nada, simplemente me dieron ganas de prepararte algo rico". "¿Es por tu amiga, verdad?, te pone de buen humor". "Sí, de MUY buen humor", exclamó Elena mientras le servía el chocolate con leche caliente. Por fin se hicieron las dos de la tarde, terminaron de almorzar, y su esposo antes de irse con unos amigos, dejó a Elena en el parque del centro donde supuestamente, Karina iría a buscar a Elena. Y despidiéndose con un beso, su marido volvió arrancar el coche y se marchó. Elena esperó a que doblara la otra esquina. Una vez desapareció de su vista, pidió un taxi y puso rumbo al hotel de las afuera de la ciudad. Una vez llegó, literalmente corrió hacia la entrada del hotel. Apenas puso un pie dentro, la recepcionista le echó un ojo, sonrió sutilmente a modo de saludo y le dijo, "La esperan arriba, señora", volviendo a clavar sus ojos en una revista. A Elena, el trayecto del ascensor desde la planta baja hasta el 5° piso le pareció eterno. Cuando se abrieron las puertas, salió corriendo del ascensor y fue directa hacia la puerta con el número 69. Esta vez la abrió directamente, sin pararse delante en seco. Y allí estaba ella... "¡Karina!". Karina pegó un salto. Estaba de espaldas parada ante las cortinas grises que tapaban la vista de la carretera, con un conjunto de ropa interior negro, y se había alisado el pelo. "¡Ah, Elena!, ¿por qué gritas así, mujer?, casi me matas del susto". "Disculpa, es que yo...". "Ya sé, ya sé...". Karina avanzó lentamente hacia Elena, desfilando cual modelo de pasarela, y rodeó su cuello con sus brazos. "¿Me extrañaste Elena". "Uff... no sabes cuánto Karina". Elena la besó sin vueltas, mucho más apasionada que la vez anterior, feliz de volver a estar junto a su joven amante. Apoyó sus manos en las caderas de Karina, pegándola a ella, y Karina la besaba dulcemente, apaciguando su ansiedad. "Estás preciosa". "Gracias". "Me gusta tu camisa". Karina se apartó un poco para admirar la camisa blanca con estampado de cebra, pero todo en blanco, apenas notándose las líneas de las rayas. "¿Te gusta?, mi marido me la regalo para mi cumpleaños". "¡Vaya, un hombre con buen gusto!, esto no se ve todos los días, tuviste suerte". "Mejor suerte tuve de conocerte a ti Karina". "¡Ya, ya, no me hagas sonrojar Elena!". En efecto, las mejillas de Karina se pusieron rosadas al instante. "A ver... hazme una vueltita, como hacen las modelos". Elena se giró lentamente, mientras Karina sostenía su mano en el aire y la miraba de arriba a abajo, clavando sus ojos en su culo, y luego en su escote. "Te verías mucho más guapa sin toda esa ropa puesta Elena". "Y tu también Karina...". "Vale, pero tú primero". Karina no le dio tiempo a responder. Desabotonó su camisa, botón por botón, la hizo caer hacia atrás y se agachó para ponerla encima de la cama. "No me gustaría arruinar tu regalo de cumpleaños". "Tú no podrías arruinar...". Elena había echado una mirada a la cama, y lo que vio la dejó con la boca abierta. Un consolador naranja, otro consolador rosado, uno transparente y curvo, y otro incrustado en un arnés. Volvió a clavar sus ojos en los de Karina con expresión de, "¿qué significa todo eso?". "¡Oh!, supongo que no querías avanzar tan rápido, discúlpame". "No, no... me... agradan esos...". "Juguetes". "Sí, juguetes, ¿son... todos son tuyos Karina?". "Sí, en este tiempo que no tuve pareja, fui adquiriendo mi propia colección". "Son... bonitos". "Y grandes, lo sé, a mi me gustan los juguetes grandes y gruesos". "Ok, no necesito que me lo cuentes todo". "Tienes razón, no debería contarte de lo bien que me lo paso con ellos...". Karina cogió las manos de Elena y las llevó a su espalda baja. Las manos de Elena descendieron bruscamente al culo de Karina. Elena la miró con los ojos sugerentes. "¿Eres... sadomasoquista, acaso?". "No, solo me gusta que me den nalgadas suaves". Elena nalgueó suavemente el culo de Karina, una, dos veces, y ante la expresión de goce de Karina, siguió nalgueándolo con cierta ternura maternal. Karina se abrazó a sus pechos, apoyó su cabeza bajo su mentón y ronroneó como una gatita. Elena frotó su espalda con su mano libre, y con la otra siguió haciendo lo suyo con el culo de Karina, que ronroneaba y gemía cada vez más a gusto. "Vale, ¿ya has tenido suficiente?". "Mmm no, sigue, ¿y sabes que...?, lo haces mejor que mi ex...". "Vaya, ¡que honor!, pero hay otras cosas que sé hacer mejor...". Elena comenzó a bajarle las tiras de las bragas, Karina la miró a los ojos y se entendieron con una mirada. Elena se puso de cuclillas para quitarle las bragas y los zapatos con taco alto, Karina se dio la vuelta, poniendo su culo frente al rostro de Elena, quién lo apretujó con sus manos y se lo llenó de besos. Acarició sus nalgas, apretándolas y separándolas, rozando el orificio vaginal con la punta de los dedos. Se puso a lamer el culo de Karina, metiendo su lengua entre sus nalgas, sobándole el ano, despertando gemidos de placer en su joven amante. "Oohh Elena...". Elena no respondía a sus gemidos, solo seguía lamiendo su ano, logrando apenas, penetrarlo con su lengua y sentir lo lubricado que estaba poniéndose. Se puso a frotar el coño de Karina con sus dedos, dándole suaves golpecitos al clítoris, sin dejar de sobar su ano. "Ay, Elena... ooouummhh...". Elena seguía, pasando a lamer el orifico vaginal, apretando las nalgas redondas de Karina, separándolas, metiendo su nariz en su vagina, oliendo el aroma de sus jugos que comenzaban a fluir. Tragaba sus jugos, ya que sabían delicioso, además de oler bien. Ella se movía, cabalgando esa lengua voraz que se movía como una serpiente viscosa dentro de su vagina. "Ay Elena... aahh...". Karina por fin se vino, sus jugos fluyeron como una cascada orgásmica, y Elena los recibió gustosa en el interior de su boca. "¡Ay, mujer!, tu si que has aprendido bien. "Gracias a ti, preciosa". Elena se puso de pie, giró a Karina bruscamente, la abrazó y la besó de un modo voraz, tirándola en la cama, quedando encima de ella, acariciando sus pechos por encima del sujetador. Karina estaba a su merced. Le quitó el sujetador de un tirón, chupó sus pezones sin dejar de acariciarla y frotar su cuerpo contra el suyo, refregando la tela de sus bragas contra su coño húmedo y excitado. Karina suspiraba, Elena parecía dejarla sin aliento. La besaba salvajemente, se iba clamando y la besaba con suavidad, sin dejar de acariciarla por los costados. Karina acariciaba su culo, sus dedos subían arañando su espalda, y volviendo a descender, una y otra vez. Desabrochó su sujetador y lo tiró al suelo, acarició los grandes pechos de Elena, quien se incorporó, dejando que sus pezones rozaran sus labios, y Karina mamó de ellos como una bebé, sosteniéndolos con sus manos, gimiendo y mirando a Elena a los ojos. Volvieron a besarse, y a ciegas, tanteando entre las sábanas, Karina cogió uno de los consoladores, y Elena se apartó de sus labios al ver que lo acercaba a su rostro. "Quiero que me folles con esto Elena". Se lo pasó a Elena, quien lo sostuvo con cara de no saber qué hacer, pero no pensaba preguntar, no era tan ignorante como para no saber lo que se hacía con ese tipo de juguetes sexuales. Se arrastró sobre sus rodillas, hacia atrás, se detuvo ante el coño húmedo, rosado y latente de Karina, quien extendió su mano, frotando su coño. Elena, un poco dubitativa, acercó la punta del consolador a su coño, refregó el clítoris, a lo que Karina suspiró comenzando a sacudirse. "Ya, Elena... follame...". Elena dudó apenas un segundo, que bastó para convencerla de lo que debía hacer. Empezó a penetrar la vagina delicadamente con el consolador, con cierto temor de lastimarla, pero Karina solo gimió largo y fuerte. Elena volvió a introducir el consolador entero, oyendo el choque de los jugos con el juguete sexual, lo cual la excitó e entusiasmó, y ya sin temor, folló a Karina tiernamente con el consolador, viendo cómo ella se sacudía y meneaba las caderas al ritmo de la penetración, gimiendo sin cesar. "Más... más... más fuerte, Elena...". Elena no dudó en obedecer, y movió el consolador rápido y fuertemente, follando a Karina tan duro que la hacía jadear y gritar, lubricando el consolador con sus jugos, permitiendo que la penetrara más profundo. Karina se arqueó, señal de que se venía el orgasmo y la catarata de jugos. Elena solo podía admirar ese espectáculo de placer. Karina fue calmándose, con los ojos cerrados y la boca medio abierta, Elena retiró el consolador, acarició el coño húmedo y lubricado de Karina, y le dio una probadita. "Ya, Elena... basta". Elena apartó su cabeza de en medio de sus piernas, Karina se incorporó, arrodillándose, abrazó a Elena y la besó. Ella también la abrazó, y Karina logró liberar uno de sus brazos para coger el otro consolador, el rosado, y deslizarlo por entre medio de los dos cuerpos, hasta las bragas de Elena. Allí la frotó un poco para que ella se percatara, de tan concentrada que estaba besando a Karina no se había dado cuenta de nada. Abrió los ojos, ya que los tenía cerrados, miró abajo y echó a reír al ver esa imitación de pene rosado. "¿Te gusta?", "Si, si, se ve muy simpático", bromeo. "Le gusta hacer amigos, ¿puedes presentarle a tu coño?". Elena se quitó las bragas entre risas y movimientos torpes, por fin las tiró al suelo sin dejar de reír, se recostó a lo ancho de la cama, y Karina se acurrucó a su lado, poniendo la cabeza del consolador en sus labios. Elena lo besó y lo chupó un poco, Karina frotó sus pezones con la punta del juguete, lo arrastró por la línea de su abdomen, y se detuvo en su vagina. Refregó un poco los labios vaginales, llegando a estimular el clítoris, y Elena la besó. Apartó sus labios de los de Karina, cuando ella, violentamente, introdujo el consolador completo en su vagina. Elena, abrió la boca, dejando escapar un suspiro largo y ahogado. Echó la cabeza hacia atrás y Karina la sostuvo de la espalda, folĺándola velozmente con el consolador, que avanzaba más a medida que Elena se lubricaba. "Ahh Karina... dios mío... ooohhh...". "Relájate, así...". "Aaahhh...". Karina folló a Elena largo rato con el consolador, cada vez más aprisionado por los músculos vaginales que lo apretaban y soltaban con una fuerza pasmosa. Besaba su cuello y manoseaba sus pechos y pezones con su mano libre. Elena se vino con un largo y agudo grito orgásmico, Karina retiró el consolador y agachó la cabeza para probar los jugos de Elena, quien presionó su cabeza para mantenerla allí, hasta que Karina casi la deja seca, y volvió a incorporarse para ponerse de cuatro, enseñándole su culo a Elena, quien se lo nalgueó y lo besó. "Coge ese". Karina le indicó con su cabeza el consolador curvo y transparente. Elena lo cogió con una sonrisa pícara en el rostro. "¿Este te lo has metido antes ya por el ano?". "Sí, y no sabes que bien se siente". "Pues tu vas a saberlo, no yo". Y sin decir más, Elena introdujo el consolador en el ano de Karina, follándola suavemente, ya que ahí sí le preocupaba lastimarla. Karina gimió y movió su culo al ritmo del consolador, con una sonrisa de goce dibujada en su rostro, apoyando su cabeza en una pila de tres almohadones. Elena le besaba el culo, se lo lamía y lo nalgueba, viendo cómo se volvía a llenar de jugos el ano de su joven amante, quien no paraba de gemir ni de sonreír. Pasados unos cuantos minutos, Karina dijo ya basta, y Elena le hizo caso. Karina se puso de pie ante la cama, cogió el arnés con el consolador y se ajustó las correas de látex a las caderas. Elena la observo maravillada y excitada con solo ver ese consolador naranja, más grande y grueso que el anterior, que apuntaba hacia ella. "Ven aquí, Elena". Elena se puso delante de Karina, separadas por el consolador. "Arrodíllate". Elena se arrodilló sin quitarle los ojos de encima a los de Karina. Ella sostuvo el consolador con una mano y se lo refregó en la nariz. Elena rió. "Chúpalo, cariño". Elena tenía bastante experiencia practicándole sexo oral a su esposo, por lo que eso no fue un gran desafío, aunque sí un gran placer. La textura del consolador era de látex suave al tacto con sus labios y lengua, ella gemía tanto como Karina excitándose al verla manipular ese falso miembro masculino con excelente maestría. "¡Vaya, Elena!, tu esposo no puede quejarse de ti". "No... no puede...". Dijo Elena sin dejar de chupar el consolador. "Ponte en cuatro, guapa, que te voy a castigar por ser tan perra". Elena se puso en cuatro al borde de la cama en un abrir y cerrar de ojos. Karina le pegó una fuerte nalgada. "¡Ahh, qué mala eres!". "Voy a ser bien malota contigo". Diciendo esto, y sosteniendo el consolador, Karina lo introdujo de una por detrás en la vagina de Elena, la folló suave e incansablemente, apoyando las manos en sus caderas, oyendo a Elena gemir sin cesar. "Ahh, Karina... oohh que rico". "¿Quieres que pare zorra?". "¡No, no!, ni se te ocurra... sigue, sigue...". "No... no voy a detenerme hasta que tu me lo pidas". Gimió Elena, y se abandonó para quedar a merced de Karina hasta que decidiera dar por terminado esa follada lésbica. Realmente, Elena no quería pedirle a Karina que parara, porque sabía que sino, estando las dos tan exhaustas, el encuentro terminaría allí y tendría que regresar a su vida rutinaria. Pasaron varios minutos hasta que Karina se cansó de follar a Elena con esa juguete. "Ya está Elena, me cansé". "No...", gimió Elena por lo bajo, mientras Karina retira el consolador y se acostaba panza arriba, con los pechos y el coño al aire. "No... puedo... más... quedé... ¡exhausta!". "Pues yo no lo estoy, así que por favor, sigamos". "No, no...". "Anda... enséñame más Karina". "La próxima". "No puedo esperar otra semana. Karina se incorporó apoyándose sobre sus manos. "¿Acaso te has vuelto ninfómana Elena?". "No, simplemente es que... lo paso muy bien contigo". "¿Te has enamorado de mí?". Elena dudó si decir que sí o que no, por la expresión de Karina. "Eehhmm... no". "Vale... ¿y por que dudaste?". "Porque... porqueee si". "Vale, dejemoslo así, descansemos y luego te llevo hasta tu casa". "¿Me lo dices en serio?, ¿y si te ve mi esposo?". "Dile que soy una vieja amiga de la universidad". "Es la mentira que le he estado diciendo". Las dos mujeres se abrazaron y se echaron a dormir una siesta de dos horas. Karina se despertó primero, y levantó a Elena sacudiéndola y golpeándola con los almohadones. Se vistieron y Karina la llevo hasta su casa en su coche. "¿Quieres pasar?". "No, mejor no, me pondría nerviosa delante de tu esposo". "Pero él no es guapo". "¿Y por que te casaste con él?". "Porque cocina bien". "Hombre que tiene buen gusto para la ropa y cocina bien, tienes suerte de tenerlo". "Gracias". "De todas formas ni pienso cambiarme a tu bando". "Bueno... gracias por traerme y por la tarde que me has hecho pasar Karina, adiós". "Nos vemos pronto, preciosa". Elena esperó a que el coche de Karina se alejará un par de calles y entro en su casa. Su esposo salió a recibirla. "Hola amor, quién te trajo?". "Eehh... mi amiga". "¿La de la universidad?". "La misma". "La hubieras invitado a cenar con nosotros". "Andaba apurada, amor, tenía que irse". "Vale, pero para la próxima la invitas.

Continuara...

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