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Tamara y Yo decidimos salir a ver el partido de Colombia vs Argentina en la zona Rosa, del barrio El Retiro, sofisticado, alternativo, lleno de vida y múltiples bares. Allí nos encontraríamos, presumiblemente, con algunos amigos, con toda la convicción de gritar el gol decisivo a favor de Colombia.
Disfruté todo el ritual de Tamara para vestirse, con sus arriesgados looks, que definen su estilo, y causan estragos; hechizado por sus bellas y voluptuosas formas, que la hace más provocativa, muslos torneados, senos grandes y firmes, caderas prominentes, piel bronceada, además de poseer otros elementos eróticos muy discretos: tono de voz intimista, timbre sensual, mirada displicente, seriedad altiva, movimientos felinos... La ansiedad invadió mi cuerpo, como me ocurría siempre que vislumbraba la posibilidad de una aventura sexual.
Ella también me lanzo piropos: arreglándome el cuello de mi gabardina, y echándome del perfume Boss Bottled que me había regalado, me robaba un beso y dijo “ Tú haces mi mundo más bonito”. Me creí James Bond, o mejor dicho, Daniel Craig.
Decidimos llamar a un DiDi por prevención de no tener que conducir embriagado. Y a tiempo, pues ya se empezaba a llenar cada sitio.
Iniciamos la tarde noche degustando Tamara un French Martini, y Yo un Ron a la roca, que disparo los sentidos, como debía ser. Le dije al oído, a manera de broma, que, con un traguito, estoy bien; con dos, me pongo sabroso; con tres, soy muy cariñoso, pero que, con cuatro, no sé qué hacer. Para animar el ambiente, que, en pocos minutos ya parecíamos estar en el Estadio Monumental de Buenos Aires. Llegaron tres amigos mutuos, con otros conocidos de ellos, y ya éramos más de 10 cantando no, gritando, el tan popular felices los cuatro. Mientras seguíamos tomando, ocasionalmente giraba la cabeza para asegurarme de que José Antonio no llegara aun.
Y me apresure a comentarle a Tamara que, aunque nunca me callo, guardo un par de secretos, quien, con mirada sutil, invitaba a desnudar el alma.
El primero, que hace varios días hable con José Antonio de manera privada sobre el encuentro sexual que tuvieron ustedes, y te confieso que mi intención era intimidante. Tamara, sorprendida, mostraba cara de curiosidad y angustia. ¿Pero…entonces…? Tranquila: nos comportamos a la altura de la situación. La personalidad, actitud amistosa y nobleza de José desarmó mi furia de Perseo. Entendimos el contexto de esa situación, te salvamos de cualquier culpabilidad. Pero fui más allá y le conté también de mis pensamientos profanos y lujurioso que me llevo a replicar lo que hicieron ese día, y el pleno disfrute que tuvimos. Note molestia en ella, pero a la vez unas pupilas dilatadas, tocándose el pelo y acomodándose su ropa, que en mi interior pensé “no está aquí, sigue en esa cama”.
El segundo secreto, que en la confianza que nos tenemos me atrevo a confesarte, es que hubo otro encuentro entre José Antonio y Yo. Sin entrar en detalles, pero lo cierto es que hubo un incidente en esa primera ocasión, donde ambos nos mostramos nuestras vergas, como demostración de hombría, poder, y en mi caso, de explicarme en mi orgullo herido, que te atrajo ese día de infidelidad. Y el efecto fue totalmente diferente para los dos. Lejos de cerrar ese capitulo en nuestras vidas, no se vengaba a través del olvido cupido de mí. Y como vengo a desgarrarme el alma, te digo que fuimos más allá, fuimos a una residencia en Chapinero. Por no ofenderte, no quiero dar detalles del encuentro, solo comentarte que tenías razón, confirme que significa llegar al cielo.
Di por perdida nuestra relación, pero para mi asombro, en vez de exigir o estrellarme una copa de celos, le dio por reír. Lucas, me dijo, no mato por celos.
Justo en ese momento, vi a Tamara desviar la mirada de hechizo; a la vez que sentí a mis espaldas una silueta que se acercaba y me ponía la mano en mi hombro, que embriagaba con un aroma idéntica a mi perfume. Se acerco igualmente a Tamara y le tiro dos besos, uno por mejilla. La llegada de José Antonio paso a segundo plano ante la algarabía de un primer Gooollllllllllll de Colombiaaaaaaaaaaaaaaaa.
Llamé al camarero con la mano, dejando que José A. ordenara en cuanto llegó. En ese momento se acercaron a la mesa Ricardo y Alfredo, dos buenos amigos, que generó un ambiente de distensión, riza, y apuestas por quien ganaría el partido.
¿Quieres bailar? Le pregunte a Tamara. Claro. La tome de la mano y caminamos juntos. Nos colocamos en el centro de la oscuridad. La abracé por la cintura y ella acomodó sus manos alrededor de mi cuello. Me acerqué a su rostro hasta que la distancia que nos separaba se redujo al mínimo. Nuestros pies se movían lentamente y el halo magnético del uno se había fusionado con el del otro, produciendo una reacción más que excitante. No se necesitaba hablar mucho; nuestros cuerpos exhalaban una química poderosa. Rocé con mis labios sus labios cálidos. Apreté mi boca contra la suya para hallar la enloquecedora humedad de su lengua. Fue un beso impetuoso. La abracé fuertemente y acaricié su espalda. Sentí el deseo de entregarme por completo al movimiento sensual.
Respiraba rápidamente y estaba encendida de un leve rubor. Le dije, casi de susurro, ¿me perdonas? No te ofendas, amor; confía en mí... Te prometo que sólo haremos lo que tú quieras. No respondió ni una palabra. El corazón me latía a mil por hora; la cabeza me daba vueltas.
Regresamos al grupo, y fue ocasión para acercarnos mas los tres.
Fue ella quien de manera directa le dijo a José Antonio delante de mí: lo sé todo. ¿Quieren hacer un trio? Y el dijo ¿ Qué es exactamente lo que tratas de decirme?. Eso, que Yo soy la que invito. Nos miramos los dos, sin apenas que decir, mientras un ruido estruendoso nos interrumpió. Perdía Colombia 3 -1.
Vamos, dije, que el partido apenas inicia. (continuará)
