Guía Cereza

Cogiendo con el camionero activo en el hotel de la central de abastos

Publicado hace 1 mes Categoría: Gay 2K Vistas
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Hola a todos, soy yo, Leo de nuevo. Esta vez vengo a contarles una historia que me ocurrió hace unos meses en un hotel con un conductor de camión que conocí hace un tiempo por Grindr.

Si no han leído mis anteriores relatos, les daré un breve resumen sobre mí: Actualmente tengo treinta años, mido 1.82mts, 75kgs, blanco, barbado, atlético, velludo en algunas zonas como el culo y las piernas. Verga de 18cms aunque ahora enjaulada en castidad. De joven fui un chico activo muy dominante que adoraba someter a las perras, pero con el tiempo me fui volviendo versátil y dejándome someter por otros hombres dominantes hasta terminar en la actualidad como un pasivo sumiso insaciable. Ya saben lo que dicen, activo que prueba verga deja de serlo. Pero es entendible, la verga es una adicción, cuando la pruebas no hay forma de dejarla.

Hace un año me encontraba cerca de la central de abastos de mi ciudad por unos asuntos laborales, era eso de medio día y cuando estaba a punto de irme, me dio curiosidad ver qué hombres habían por la zona y decidí abrir la aplicación de Grindr. En ella vi perfiles poco o nada interesantes, excepto por uno, se hacía llamar "de paso" y estaba a unos 300 metros de distancia. Su perfil decía que tenía 45 años, de rol activo y que buscaba encuentros casuales. Le envié un tap sin esperar una respuesta y al minuto respondió al tap e inició la conversación con un "hola". Después de unos minutos hablando me dijo que estaba de paso en el hotel que había en la central de abastos y que se acababa de levantar. Tras ver su foto y él la mía, me envió una foto-verga preguntándome si quería pasar un buen rato, y como ya me conocen, no fue difícil convencerme.

Rápidamente caminé hasta el hotel que estaba a bastante cerca y tras una corta charla con la recepcionista subí hasta su habitación. Al tocar, él me abrió y estaba casi desnudo. La única pieza de ropa que usaba eran unos calzoncillos que se veían algo sucios. Se veía incluso mejor que en la foto. Medía 1.70mts, de complexión robusta, una barba poblada, un rostro atractivo que denotaba cansancio, y cabello corto que empezaba a denotar una calvicie temprana. Su piel era trigueña con algunas partes más oscuras debido al sol, y una gruesa mata de vello le cubría casi todo el abdomen. Sus brazos también eran peludos, era como ver un oso o un gorila, cosa que me encanta ya que no hay nada más masculino en un hombre que esté cubierto de vello. Sus piernas se notaban gruesas, eran peludas y terminaban en unos pies muy bonitos con unas uñas muy bien cuidadas. Y por supuesto, la parte más importante, notaba un bulto generoso bajo esos calzoncillos. Su voz era gruesa y demandante, con un acento paisa bastante agradable al oído. Al verme sonrió y me hizo un cumplido por mi aspecto, cosa que agradecí y se lo devolví porque me había gustado mucho, a lo que él replicó negando que no era para tanto. Tras eso corrí hacia él para besarlo y nos fundimos en un beso intenso que nos calentó a ambos. Su lengua invadía mi boca y mi garganta. Era un gran besador, aunque yo no me quedaba atrás.

Cuando me soltó me desnudé rápidamente. La ropa voló por la pequeña habitación y él hizo una pequeña sonrisa perversa al verme totalmente desnudo y con la jaula de castidad que llevaba puesta. Puede decirse que eso lo encendió aún más, pues su calzoncillo estaba a punto de rasgarse. Pensé que me iba a preguntar por la jaula como lo hacen muchos pero no lo hizo. Me tomó por la cadera y me tiró sobre la cama. Se quitó los calzoncillos liberando su verga y fue algo muy agradable de ver. Era un pene moreno, más oscuro que el resto de su cuerpo, la pelvis estaba cubierta de vello negro y espeso, su miembro parecía una morcilla totalmente dura, pero no apuntaba al cielo sino que tenía una inclinación curveada hacia abajo. Estaba circuncidado, cosa que no es común por esta zona, y la cabeza de su verga era de un morado intenso. Su tamaño estaba bastante bien, medía 18 cms, con un grosor considerable y unos testículos que colgaban como dos mangos peludos.

Aquel hermoso hombre peludo se abalanzó sobre mí besándome y manoseándome en el proceso. Mis manos lo envolvieron y acariciaron su espalda que para sorpresa de nadie, también estaba peluda. Después de un rato empezó a bajar por mi cuerpo y se concentró en mis pezones rosados, los cuales primero lamió y luego mordió suavemente haciéndome soltar pequeños gemidos de placer. Bajó por mi estómago besándome hasta llegar a mi pene enjaulado. Allí, me agarró con fuerza las bolas dejándome sin aliento mientras decía lo afortunado que era de haber encontrado otro putito sumiso. No era la primera vez que estaba con un chico que usaba la jaula y era algo que le encantaba. Siguió haciendo fuerza mientras apretaba aún más mis bolas y la sensación de dolor y placer mezclados con el sentirme así de dominado me volvía loco. Luego me soltó y poniéndose de rodillas acercó su verga dura a mis bolas y empezó a darle golpecitos con el glande, cosa que se sintió demasiado bien. Sonreía perversamente al verme quejar de placer y dolor. Después de un momento se tiró sobre la cama con los brazos levantados sobre su cabeza y no tuvo que decir nada, me levanté y comencé a adorarlo. Lo besé en la boca nuevamente y fui lamiendo cada parte de su cuerpo. Al tener los brazos levantados pude lamer sus axilas las cuales estaban sudadas y desprendían un olor embriagador, luego pasé por sus pezones peludos y me colgué a chuparlos mientras imaginaba que era un niño siendo amamantado por aquel gorila de vez en cuando tragándome alguno de sus pelos por accidente. Seguí bajando hasta lamer su estómago y pasé de largo ignorando su pene. Mis manos frotaban sus piernas peludas mientras mi lengua seguía bajando hasta llegar a sus hermosos pies. Me metí cada uno de ellos a la boca y los lamí con pasión. Eso le gustó tanto que los empujó para meterme todos los dedos a la vez provocándome unas pequeñas arcadas, pero pude con ellas. Luego volví a subir por su cuerpo hasta el premio mayor, una verga que desprendía el aroma de la masculinidad y virilidad mezclado con el líquido preseminal que no dejaba de gotear y restos de orina. 

Al tener su verga frente a mí no pude hacer nada más que dejarme llevar por mis más bajos instintos y adorarla como se merecía. Inhalé su aroma y esencia, restregué mi cara por sus bolas sintiendo su peso y chupándolas una por una como si fueran dos huevos peludos, y por último, lamí su verga desde la base hasta el glande y luego pasó hasta el fondo de mi garganta. Mi lengua intentaba entrar por su uretra y eso lo llenaba de placer. Mi mamada era rápida e intensa, tanto así que sólo podía escuchar sus gemidos de placer. Tras estar un buen rato en esa posición, él me frenó en seco diciendo que aún no se quería correr. Se levantó de la cama y me hizo acostarme de nuevo, pero esta vez boca abajo. Mi culo quedó expuesto en la mitad de la cama y él se subió para apreciarlo. Puso su cara en mis nalgas y sentí su barba picándome la piel. Su lengua empezó a lamer el exterior peludo de mi ano y poco a poco comenzó a introducirse en mí. Se sentía increíble, pero lo fue aún más cuando sus dedos comenzaron a abrirse camino, primero uno, luego otro, los iba intercalando con su lengua hasta que estuve tan lubricado que empecé a suplicar que me metiera la verga. Acto seguido se puso de pie y me haló por los pies hasta casi caerme de la cama. Me dio la vuelta y diligentemente se sentó en mi cara. No podía ver nada, estaba oscuro y lleno de pelos. Lo único que podía hacer era explorar la zona con mi lengua. Podía escuchar el ritmo de su masturbación mientras mi lengua se introducía en su culo. Su sabor era distinto, estaba sudado, pero no me desagradó en absoluto, por otro lado, quería más.

Después de unos minutos, él ya estaba completamente duro y me levantó con fuerza subiéndome de nuevo a la cama y poniéndome a cuatro patas. Se acercó a la mesa de noche y de su cartera empezó a sacar algo, un condón y un sobre de lubricante. Me preguntó si quería con condón o a pelo y le respondí lo segundo provocándole una sonrisa lujuriosa. Él guardó el condón y destapó el sobre aplicándose lubricante sobre su pene y usando el restante sobre mi ano. Se posicionó rápidamente detrás de mí y comenzó a frotar la cabeza contra mi ano que no opuso ninguna resistencia. Pujé para abrirme y darle la bienvenida y su verga entró sin problema dirigiéndose hasta el fondo de mis entrañas provocándome un fuerte gemido de placer. Unos segundos después comenzó a bombearme el culo con fuerza. Él gemía y yo también. Sentirlo dentro de mí se sentía muy bien. El principal sonido de la habitación era su pelvis y testículos chocando contra mis nalgas. Al ser medio día, el lugar era bastante caluroso y la habitación no contaba con aire acondicionado. Sólo había una de las ventanas abiertas pero no era suficiente. El sudor corría por nuestros cuerpos empapando la cama. Unos minutos luego cambiamos de posición. Él se sentó en el borde de la cama y yo lo hice sobre él dándole la espalda. Empecé a cabalgarlo como bien sé hacer y eso le encantó. Me decía cosas como que era una perra hambrienta de verga con su acento paisa y eso me encendía aún más. Sentía sus manos sobre mis nalgas dándoles pequeñas cachetadas, hasta que me agarró por el abdomen y se tiró hacia atrás sobre la cama. En esa posición puse mis piernas sobre sus muslos y él empezó a penetrarme salvajemente. Me entraba toda la verga mientras él me lamía y besaba la parte trasera de las orejas. Su verga se salió un par de veces pero la logró meter nuevamente. Luego, con un impulso me giró hacia un lado y quedamos en la posición de cucharita. Me penetró suavemente mientras sus manos me acariciaban los pezones y él me seguía lamiendo el lóbulo de la oreja. De vez en cuando recuperaba algo de fuerza y me levantaba la pierna penetrándome con furia. Cuando sentí que se cansó, me safé de él y me puse de pie, me acerqué hasta el ventanal cerrado y corrí las cortinas dejando que la habitación quedara completamente iluminada por el sol que daba directo. Me apoyé sobre el ventanal y con mi culo lo invité a venir a penetrarme.

Rápidamente él se posicionó detrás de mí y empezó a embestirme nuevamente. Mi cara quedó aplastada contra el vidrio y podía ver a la gente que pasaba por la calle como si fueran hormigas esperando que alguno de ellos mirara hacia el hotel y nos viera copulando en la ventana. Por desgracia creo que nadie se dio cuenta. Tras unos minutos de sus embestidas, ambos estábamos completamente sudados, y él me jaló nuevamente hacia la cama, haciéndome caer boca arriba y levantando mis piernas. Mis pies quedaron frente a su cara y los chupó mientras me metía la verga suavemente. Pocos hombres me han chupado los dedos de los pies y es algo que me gusta bastante. Después de chuparlos él se posicionó aún más sobre mí y sólo podía aferrarme a su espalda. Las gotas de sudor le caían de su cara hacia mi pecho y puedo decir que hubo momentos en esas gotas cayeron en mi boca y sentí su sabor salado. Sabor que luego fue mezclado con sus besos de lengua. La culiada había durado mucho, y sabía que no le quedaba mucho aguante, así que empecé a apretar aún más el culo y esa sensación lo llevó al clímax. Empezó a decirme que se iba a correr y de inmediato le dije que me preñara el culo. Le dije que quería tener a sus hijos, y sólo bastó con eso para escucharlo soltar un grito primitivo de forma gutural para saber que estaba explotando en mis entrañas. Su cara se puso muy roja y por un segundo me asusté de que se le subiera la presión, pero acto seguido salió de mi interior y cayó casi desmayado sobre la cama, luchando por respirar. En ese momento me toqué por encima de la jaula y sobre mi estómago había un líquido espeso. Supuse que me había corrido un par de gotas junto a todo el líquido preseminal que me había escurrido durante la cogida. Me tomé un minuto para apreciar a ese vello hombre y al ver su pecho peludo me tumbé sobre él apoyando la cabeza allí, pero al hacerlo noté que todo ese vello estaba bañado en sudor y tenía un olor embriagador. Me quedé unos minutos allí mientras el escaso viento entraba por la ventana.

Cuando recuperó el aliento se levantó, se paseó por la ventana observando el lugar y luego se dirigió hacia el baño extendiéndome la mano como una invitación. Fui con él de la mano y cuando lo vi que estaba a punto de orinar sobre el retrete lo detuve en seco y le pedí que me meara. Fui hasta la ducha y me senté en el suelo invitándolo a mearme. Eso le gustó mucho y liberó un fuerte chorro de orina muy amarilla que salpicó por todo el cuerpo. Se sentía cálida pero muy diferente al calor que hacía. Incluso yo mismo también me oriné encima dentro de la jaula. Probé unas gotas pero se sentían muy saladas y preferí que me bañara con ella antes que tragármela. La ducha quedó pintada de amarillo y cuando terminó, me acerqué a su verga para probar los últimos restos de su orina. Pero él se puso duro de nuevo y comencé a hacerle una mamada. Intenté hacer que fuera rápida debido a que su pene aún seguía sensible y eso le causaba incomodidad, pero gracias a toda mi experiencia como mamador certificado, hice que se corriera en un par de minutos soltando un par de chorros directo a mi garganta. Me lo tragué todo mientras él apoyaba sus manos sobre mi cabeza. Su semen tenía un toque dulce y al mismo tiempo salado. No era ni de cerca el mejor semen que había probado, pero no estaba nada mal.

Después de eso me puse de pie y él abrió la llave de la ducha, llevándose consigo todos los restos de orina de mi cuerpo y de las baldosas del baño. Nos dimos un merecido baño usando generoso shampóo y jabón en nuestros cuerpos. Lo ayudé a lavar su pecho peludo, y él hizo lo mismo con mi culo aprovechando para meterme los dedos indiscriminadamente. Al salir, nos secamos y nos quedamos un rato desnudos sobre la cama charlando. Me hizo preguntas sobre de dónde era y yo hice lo mismo. Terminé descubriendo que estaba de paso porque trabajaba como conductor de camión que trae alimentos y que se iría en la noche cuando lo cargaran de mercancía. Su vida era así, ir de ciudad en ciudad llevando mercancía y en sus ratos de descanso buscaba putitos para cogerse a pesar de que tenía esposa pero según él llevaban años sin coger y sabía que le ponía los cachos, cosa que él también hacía con ella. Después de una media hora hablando él vio la hora y dijo que debía salir a comer algo y yo al revisar mi teléfono supe que también debía irme. Ambos nos vestimos y bajamos hasta la entrada del hotel. Allí me despedí de él de manera muy formal, y él hizo lo mismo, pero cuando me di la vuelta, él me hizo detenerme y me pidió mi número personal. Dijo que le había gustado tanto coger conmigo que pensaba que tal vez podíamos hacerlo en otra ocasión cuando regresara a la ciudad. Le di mi número y cada quién se fue por su lado.

Después de aquella vez él me empezó a hablar por WhatsApp charlando un poco de todo, desde nuestras vidas hasta de cosas sexuales, fantasías y fetiches. Me agradaba y yo a él. Mes y medio después él regresó por la ciudad y tuvimos un segundo encuentro en el hotel. Después de eso hubo un tercero pero pasó en un hotel temático que conozco después de haber ido a un sauna local. Pero el más interesante encuentro ocurrió hace exactamente 6 meses donde hicimos un viaje en una tractomula que él estaba manejando, y como ya se imaginarán, fue un viaje muy divertido. Pero esa ya es otra historia y la contaré en otro relato.

Espero que les haya gustado la historia. En un principio quería contar toda mi historia con él, pero sentí que ya sería muy larga y por eso sólo dejé nuestro primer encuentro.

Saludos.

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