Guía Cereza
Publicado hace 1 semana Categoría: Bisexuales 504 Vistas
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En un chat de adultos, Conocí a un hombre que al comienzo parecía alguien más entre muchos, pero que un tiempo después, al hablar y conocernos un poco, logró impactarme demasiado, al punto de sentirme tremendamente atraído o mejor, atraída por él, su actitud de macho y su pasión por feminizarme exaltando eróticamente cada parte de mi cuerpo, hicieron que lo deseara con locura y que prácticamente me enamorara de él.

Después de casi un mes de conversar y excitarnos virtualmente, por fin se dio la oportunidad de conocernos personalmente, nos citamos en un centro comercial cerca a una zona de moteles, la razón era evidente, aunque por fuera yo iba vestido como un hombre normal, bajo esa ropa vestía como toda una puta y no solo era la ropa, yo me sentía como una zorrita que va a tener su primera experiencia sexual con un verdadero macho.

Aunque ya nos habíamos conocido por fotos, vernos personalmente fue algo impactante, a penas si pudimos disimular el loco deseo de devorarnos como puta y macho, fue difícil aparentar normalidad, luego de tomar algo en una cafetería, el fua a buscar un motel donde pudiéramos entrar sin problemas, un rato después, me escribió dándome la ubicación, me pidió que lo esperara en la habitación y me preparara para recibirlo, aunque las piernas me temblaban mientras me dirigía al sitio, mi deseo de llegar ya era muy intenso, ya en la recepción, un chico de unos 25 años me indicó donde estaba la habitación, lo note un poco nervioso y sus miradas me inquietaban, total no le di importancia y entre al cuarto, era bonito aunque pequeño, la cama era grande y estaba perfumada, mi nerviosismo aumentaba a cada instante, sabía que allí me entregaría a ese hombre que me volvía loca de deseo sexual, comencé a alistarme, quitando mi ropa de hombre que para nada lucía bien en ese momento, en cambio lo que traía debajo de ella …… uuummm, esa si que me quedaba justo a mi medida y me hacía lucir como lo que en realidad yo era, medias de malla con liguero y tanga blancas, un top semi transparente que dejaba ver mis pezones erectos por la excitación del momento, me apliqué un labial rojo y use una peluca de cabello dorado (como a él le gustaba) que caía suavemente sobre mis hombros, me aplique un perfume de mi esposa que me encanta, luego de tomar aire profundamente, le escribí un mensaje a mi macho diciéndole que estaba lista, al instante, abrió la puerta, yo me escondí atrás de ella y le dije que cerrara los ojos, el lo hizo y así, me acosté bocarriba en la cama temblando como una flor en un ventarrón, le dije, acércate y abre los ojos, el lo hizo, su cara se sorpresa me encantó, solo me dijo, amor estas muy linda, preciosa, no imaginé ni remotamente que te pondrías tan bella, tan putita para mí, se abalanzó sobre la cama y me acaricio por todo lado, me encanta tu perfume, dijo con voz tenue, creo que los dos estábamos muy nerviosos y a la vez muy excitados, tomándonos de la mano, nos pusimos de pie, no fue necesario decir nada, nos miramos y al momento, impulsivamente el me besó mientras sus manos se aferraban a mis nalgas, un par de minutos después, comencé a desnudarlo lentamente, mis manos y mis labios recorrían cada poro de su piel, nos invadía una magia suprema que en ese momento, solo nosotros podíamos entenderla, en su momento, sus fotos desnudo me excitaron mucho, pero tenerlo así frente a mí, fue algo alucinante, su sola presencia, anuló por completo cualquier rasgo de masculinidad en mí, ni siquiera mi verguita se inquietó, se veía como lo que en realidad era, un clítoris grande, pero mis sentidos, desbordaban de sensualidad y deseo sexual, mi piel al tacto de sus manos se erizaba, nos acariciábamos suavemente, como queriendo degustar cada centímetro de nuestros cuerpos, su verga completamente erecta, era una visión que perturbaba mis sentidos y enardecía mi cuerpo, nos abrazamos como dos amantes que solo desean devorarse sin tregua, nos acariciamos muy eróticamente, siendo imposible disimular el enorme deseo de poseernos, por unos segundos, nos miramos a los ojos y comprendimos que las palabras sobraban en esos momentos, nos besamos apasionadamente, mientras nuestras manos buscaban cada rincón erótico alcanzable en nuestros cuerpos, las mías como era lógico, encontraron su maravilloso miembro viril, acariciándolo desenfrenadamente como el más preciado tesoro, las suyas, estrujaron mis nalgas masajeándolas y apretándolas con lujurioso deseo, gemidos profundos salían de nuestras gargantas, la tibieza de nuestros cuerpos, era una infinita motivación al placer sexual, sin poder controlar mis deseos, mis labios y manos iniciaron un sensual recorrido desde su cuello, me sentía fascinada de poder por fin, tener entre mis brazos a ese macho que tanto logró excitarme en nuestras conversaciones, consentirlo y estimularlo era mi prioridad, pasar por su pecho, llegar a su abdomen y sentir esa estremecedora cercanía a su verga, era algo que a penas si podía controlar, llegar a su miembro fue mi logro sublime, estaba tan ansiosa de complacerlo, que mi mente no atinaba como iniciar, sentí su olor a hombre, vi frente a mi rostro, ese maravilloso espectáculo de su verga palpitante de lujuria, mis manos temblorosas la acariciaron tímidamente, su cuerpo se estremeció con fuerza, sus manos acariciaron mi cabeza y sutilmente, dirigió su verga hasta mi boca, rozando con suavidad la cabeza en mis labios, sentí el sabor de su lubricación, mi lengua recorrió delicadamente ese glande rosado e increíblemente suave, unos cuponcitos temblorosos, dieron inicio a una desaforada mamada, su verga en mi boca me volvió loca de deseo y placer, no sé cómo, pero a pesar de su tamaño logré que llegara hasta mi garganta, haciendo que su placer también fuera inmenso, muchas veces fantaseé con hacerle eso, pero ahora, era una completa locura incontrolable mamar su verga, el tiempo pareció detenerse y solo un placer casi incomprensible inundaba nuestros seres, consentir su maravilloso miembro, era la única prioridad para mí, nada más allá de eso existía, fue tan intensa la estimulación que mis manos y boca le daban, que en un instante me retiró enérgicamente, pues estuvo a un segundo de eyacular en mi boca.

De nuevo abrazados, nos besamos sintiendo que flotábamos al infinito, mientras yo acariciaba sus hombros y espalda, las suyas de nuevo buscaron mis nalgas para estimular mi cálido agujerito, sentí que me derretía en sus brazos, mi hombre me estaba llevando a un clímax jamás soñado, me pidió que me parara mirando hacia la cama y colocara mis codos sobre ella, al sentir su boca entre mis nalgas y su lengua húmeda recorrer cada poro entre ellas, estuve al borde del colapso sensorial, el sabía cuanto me excitaban las nalgadas y no vaciló en hacerme sentir sus manos de macho en ellas, brindándome así ese tan codiciado placer, lentamente, uno de sus dedos violó mi intimidad brindándome un electrizante placer, de nuevo, mis piernas temblaban descontroladamente, dándole a entender que era el mi dueño y señor y que yo, su putita sumisa, estaba allí para su total placer y complacencia.

Cada instante que pasaba, el me demostraba cuanto me deseaba y yo no podía hacer nada diferente a corresponderle con tanta o mayor intensidad, acostada bocarriba, recibí su masculina humanidad sobre mí, separó mis piernas y acomodándose entre ellas, frotó mi clítoris con su férrea verga mientras besaba mil cuello, sus manos acariciaban mi pecho, haciendo de mis pezones un travieso juguete para sus dedos, mis brazos querían fundir su ser con el mío, mis piernas rodearon su cintura y con un susurro que estremeció mi cuerpo y llegó a mi alma me dijo, ahora te haré mía, justo en ese momento, su verga divina presionó mi agujerito suave pero firmemente, un profundo gemido salió de mi garganta, seguido de un grito de dolor, al sentir su verga terminar con mi etapa de hombre y mostrarme el verdadero propósito de mi existencia, ser una mujer con un clítoris grande y muy ardiente, fascinada por los machos morbosos y lujuriosos.

Sentirme poseída por ese macho maravilloso que era capaz de eclipsar mis sentidos, era algo fuera de mi comprensión, me sentía absolutamente mujer, su mujer, no había nada en mi que no tuviera como único propósito satisfacerlo por completo, me entregue en sus brazos a su irreprimible pasión hasta sentirlo totalmente dentro de mí, arañando mis entrañas y ratificando mi inmodificable condición femenina sumisa.

Mi cuerpo se amoldó a su cuerpo, mis sentidos se hicieron uno con los suyos, nos amamos desaforadamente hasta perdernos en el infinito universo del placer sexual, su semilla explotó dentro de mi una y otra vez, marcándome como su absoluta propiedad, brindándome un placer que de ninguna manera fui capaz de describir, pero sí de disfrutar hasta el delirio, mi cuerpo solo deseaba ser su objeto de placer y el sin duda, estaba dispuesto a usarlo como su fogosa e impetuosa sexualidad se lo indicara.

Sin importar donde se diera, cada encuentro nuestro era una orgía descontrolada, nuestras fantasías se hacían cada vez mas explícitas aumentando nuestro placer y alimentando nuestro desaforado deseo sexual, un día, mientras lo esperaba en el cuarto de un motel vestida como toda una puta, con una lencería preciosa que me regaló para esa ocasión, llegó de repente con otro hombre, muy atractivo y caballeroso, todo un semental,  mi sorpresa fue enorme, pero no dije nada, solo me dispuse a complacer a mi macho, pues era algo que él había deseado desde que hablamos las primeras veces, el universo de nuestra sexualidad se abrió a nuevas posibilidades, mi hombre me compartió con otro, mostrándome que mi voluntad, no tenía ni quería resistirse de forma alguna a sus deseos, fui la mujer de ambos, los amé como toda una hembra y para nuestro placer, ese tercero formó parte de nuestra ya alocada vida sexual, … vendrían más? ……….. 

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