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Desde mucho tiempo atrás y en razón al gusto por leer relatos eróticos de todo tipo incluidos los bisexuales, de manera tajante y en ese entonces rechazaba cualquier posibilidad de relacionarme con un hombre..a veces en baños públicos de reojo trataba con disimulo de mirar el pene de los manes pero solo por el ego de saberme satisfecho con mi dotación. Una tarde en un trasporte público en Bogotá (una buseta atestada) me encontraba sentado en la banca de atrás y hacia como un solecito agradable, tuve una erección muy visible que se me marcó en el pantalón. Con algo de disimulo de vez en cuando pasaba mi mano sobre mi pene que parecía querer salirse..al lado iba un señor algo mayor y como con aspecto de ser un trabajador. Este tipo pronto notó mi erección y empezó como a ponerse nervioso y a moverse. Sentía que me observaba con insistencia y miraba con descaro mis partes. Cuando me llegó el momento de bajarme, (iba al lado de la ventana) le pedí permiso para pasar Pero curiosamente también se levantó como con la intención de bajarse. Avanzó adelante y yo le seguía. Por un fuerte frenado terminé empujándolo y con algo de intención arrimé mi pene hacia sus nalgas. Inmediatamente el mandó la mano atrás y no me cogió el pene sino me lo sobó con suavidad. Era algo ya real así que descendimos de la buseta y me hizo un ofrecimiento económico para que lo acompañará. Obviamente lo rechacé y le hablé con dureza. El tipo de fue como asustado tal vez como intimidado por mi corpulencia ya que desde muy joven hago pesas. .mi vida continuaba normalmente. Las viejas y la rumba llenaban mis expectativas pero seguía sintiendo curiosidad y algo de morbo por descubrir algo más que el sexo con mujeres. Entonces leía en el tiempo la sección de avisos eróticos y me entró curiosidad por uno en Chapinero que ofrecía masajes de 30.000 pesos hechos por chicos. Me pareció que un masaje practicado sobre mi cuerpo por un chico joven estaría bien como forma de explorar algo más. Era solo eso un masaje y nada más. Estaba seguro. Tanto que no fui capaz de acudir al sitio en mi sano juicio. Se me aceleraba el corazón y me sudaban las manos. Solo pasaba en mi carro por el frente asegurándome de la ubicación del sitio y seguía derecho, más adelante me arrepentía y así lo que sucedía era aumentar el morbo subir la livido, y aumentar mis expectativas. No fui capaz , algo interno me recordaba mi heterosexualidad. Sin embargo ví otro aviso donde anunciaban cine para adultos en reservados. Me llené de valor y una tarde acudí al sitio. Se trataba de una casa Vetusta camuflada entre negocios de ferreterías que le daban la discrecionalidad necesaria. Timbré y me abrieron desde el segundo piso. Subí las escaleras con seguridad y le cancelé a un tipo algo así como 15.000 pesos. Me indicó la sala de proyeccion que en vez de puertas tenía unas cortinas. La pequeña sala estaba en semi penumbra y en televisor grande proyectaba una película porno. La protagonista era una actriz italiana conocida como la cicciolina. Me senté y me relajé. La erección no se hizo esperar y cuando al fin mi vista se acomodó a la oscuridad, pude ver las personas que estaban a mi alrededor: la mayoría por no decir todas tenían sus vergas afuera y se las acariciaban a veces unos a otros. El ambiente era fuertemente erótico y también opté por sacar lo mío y hacerme una deliciosa paja que disfrute mucho. Algunos minutos después abandoné el sitio algo aliviado. Esa noche mi mente revivió esos instantes y tuve un sueño placentero.. de manera posterior iré relatando las otras experiencias vividas en aquellos años en la Bogotá de los maravillosos noventas..