Hola soy Leti nuevamente les vengo a contar que con mi marido habíamos acudido a un recital de una banda tributo a los Redondos
La banda tocaba en el galpón en Hurlinghan un lugar bastante chico , nos quedamos muy
sorprendidos cuando al llegar en la puerta había una fila enorme de gente esperando para entrar.
Era evidente que el lugar iba a estar repleto, si es que alcanzabamos a entrar todos.
Tanto mi esposo como yo no
imaginamos que el ambiente estaría tan denso adentro.
Mi marido me insistía para irnos debido a lo lleno y caluroso que estaba el lugar yo le decía quedate tranquilo,
vinimos a divertirnos.
Estábamos atrás de todo, casi en el fondo del salón. Todos tan apretados que podía olerse la humanidad, y el calor se cortaba con un cuchillo.
Yo vestida acorde
a las circunstancias, ya que llevaba una remera de la banda pintada a mano y unas calzas negras brillosas que me resaltan mi cola.
Luego de esperar un largo rato el recital comenzó con los gritos
del líder del grupo que saltó al
escenario para goce de todos los
que allí nos congregabamos y que
cantaban a coro y saltaban al ritmo de la batería. Los organizadores, a pesar
de que no cabía un alma, no paraban de hacer entrar más y más gente, y cada vez estábamos más apretados.
De vez en cuando podía notar como a mis espaldas alguno pasaba tocándome la
cola casualmente, pero lejos de decirle algo a mi esposo intenté concentrarme en el recital y disfrutar dentro de lo
posible. El calor era sofocante y
apenas se podía respirar entre la
gente.Para colmo noté que unos flacos que acababan de ingresar se colocaron detrás de
nosotros y los tres estaban sin remeras , con unos músculos terribles
Los chicos me miraban la cola me dí cuenta, uno de ellos me
ofreció un trago de su vaso de
cerveza, que con una forzada sonrisa rechacé. Mi esposo estaba a mi lado y no me soltaba la mano, pero era
ajeno a lo que pasaba detrás de
nosotros. La música volvió a sonar, y
cuando comenzaba a adaptarme al ruido sentí que alguien se me
acercaba al oído:
-¡Qué flor de culo que tenés reina -
yo me hice la desentendida, no quería problemas. Pero él insistió.
-Digo que estás muy buena.
Volví a hacerme la sorda y dejar pasar aquellos comentarios como si no fueran hacia mí. Pero como aquél morocho no tenía bastante con solo
decírmelo, sino que también me
agarró una nalga por encima de
la calza y la apretó fuerte con la mano entera. Yo di un saltó y mi esposo lo notó:
-¿Que te pasa?
-Nada, nada -respondí.
Porqué carajo nos habíamos metido en aquél lugar me preguntaba? y
porque no nos habíamos marchado al llegar al ver tanta gente?
La mano del flaco volvió al
ataque, como pude me puse de
costado Volvió a
comentarme al oído:
-Que lindo sería cogerte corazón!! y meterte mi pija hasta el fondo.
Mientras mi marido cogoteaba tratando de ver al escenario
-Decíselo a tu novio si querés, así
aprenderá como se coge una culona como vos- insistió el morocho grandote.
Volví la mirada hacia adelante, más asustada que otra cosa. Imaginaba
que cuando mi esposo se diera cuentade todo, aquello podía terminar en algo muy desagradable para nosotros,
pues los chicos eran tres con unos físicos grandotes pintas de gimnasio y dispuestos
a pelear si la ocasión se les
presentaba.
-¿ el culito lo tenés virgen? -otra
vez hice oídos sordos.
-Me gustaría metértela por el culito, y
que veas como entra una verga de verdad.
Sus palabras eran cada vez más zarpadas y estás estaban empezando a tener cierto efecto en mí. Yo trataba de
distraerme con el recital y
olvidarme de todo, pero el flaco
continuaba una y otra vez. No
conforme con lo hecho, me tomó de
las nalgas con ambas manos,
apretujándolas y manoseándolas a su
gusto. Con una desfachatez
seguramente potenciada por el
alcohol. Yo ya no entendía muy bien
que pasaba dentro de mí, pero lejos
de rechazar a aquel extraño sentía
cierta sensación de gusto por sus
palabras... por su atrevimiento... por
sus caricias.
- Que linda debes tener la concha bien
mojada ¿ó me equivoco?
Mi esposo me miraba de vez en cuando
y me sonreía, ajeno totalmente a la
situación. Si tú supieras, pensaba yo.
El morocho seguía en lo suyo, y pronto
se apretujó contra mi cuerpo. Podía
notar su bulto a través de mi calza
sus manos fueron subiendo de mi
culo, pasaron por mi cintura y
subiendo comenzó a delinear mi
espaldas y tocar por los costados mis
pechos. Empujó metiendo las manos
de a poco, tratando de no hacerlo tan
evidente, hasta llegar a tomar mis
pechos por arriba del corpiño una en cada mano. Yo estaba
dura, quieta, inmóvil y sin reacción.
Mientras aquél desconocido
manoseaba mis tetas, jugaba con
los pezones por debajo de la remera. Su manoseo estaba brindándome un
enorme placer, aunque intentaba
negármelo.
Intentaba sin mucho convencimiento
separarme de aquél extraño, pero se
estaba complicando sin que mi marido notará lo que estaba ocurriendo
El muchacho volvió al ataque
susurrándome cosas al oído.
-Lo que le pasa a tu novio es que no
se le para, por eso te tiene
desatendida. Lo que vos necesitas es
una buena verga. Tendrías que ver que
buena pija dura tengo para vos.
Yo tragaba saliva y no hice
caso, tratando de que la cosa no
terminara en pelea. Ya no sabía que
hacer, si le comentaba a mi esposo se armaba flor de quilombo, si me
callaba estaba resignándome a lo que
me hiciera lo que quisiera aquél desconocido. Era
mejor no hacer caso, así se calmaba
un poco. Pero la cosa siguió, otra vez
mis pechos fueron agarrados por sus
manos mientras seguía susurrándome
al oído.
-Verás que cogida te voy a pegar.
No me quedó otra que pedirle a mi esposo que nos fuéramos del lugar.
-espera un poco amor-contestó-
Cuando terminen nos vamos,
¿Querés?.
Estaba metida en un buen lío, del que
seguro no saldría ilesa. Hice oídos
sordos nuevamente, tratando de no
hacer caso a lo que me dijera el flaco. Pero él insistía una y otra
vez. Se lo notaba caliente y con muchas ganas de cogerme
-Me gustas mucho reina ,tengo la
verga como una piedra por tu culpa ,Vas a ver que
cogida te voy a pegar.
Entre sus frases y su manoseo
insistente a mis pechos por sobre la tela del corpiño, sin saber que
aquello me producía un gran placer. Ya
no podía evitar sentir calentura, y eso
me estaba trastornando bastante,
disfrutar de un manoseo indiscreto de
un desconocido.
-Vaya tetas que tenés, corazón. Casi no
me entran en las manos. Así me
gustan, grandes como las tuyas...
mmm, vaya que lindos pezones.
Cerré los ojos, pues lo estaba
disfrutando realmente. Los latidos de
mi corazón se aceleraban y mi
bombacha comenzaba a
humedeserce, no podía evitarlo. Por
un lado deseaba que todo aquello
terminara, pero por otro lado deseaba
que no tuviera fin. Tan lleno de gente
estaba aquel lugar que nadie se
percataba del manoseo al que estaba
siendo sometida. Mi esposo con el
cogote en alto trataba de ver el
escenario, mientras yo sólo escuchaba
la música. De vez en cuando le
apretaba la mano, ya que no podía
tenerme casi en pié debido a las
caricias que me estaba
proporcionando aquél extraño. Las
manos de aquél pibe volvieron a mi
culo y siguieron con un manoseo insesante sin importarle realmente
nada. Pero más allá llegó su
atrevimiento cuando una de sus
manos se introdujo por debajo de mi calza, y comenzó a acariciar la parte
interna de mis muslos. Cuando sentí
sus manos pidiendo permiso entre
mis piernas, se me escapó un suspiro.
-Mmm, que hermosa piel suave que tenés, Vas a ver que bien lo vamos a
pasar -volvió a susurrarme el morocho
De pronto lo noté metiendo un dedo
entre mi bombacha, pensaba que se
disponía a masturbarme pero mucha
fue la sorpresa al notar que lo que
trataba era de bajármela, tirando
hacia abajo. Yo intentaba moverme
para separarme de él, pero lo hacía
con movimientos no muy descarados
para que mi marido no se percatara de
nada, y terminara peleando.
-Déjame quedarme con tu bombacha, al menos tendré un recuerdo
tuyo -me decía, mientras seguía
intentando bajármelas. Yo me resistía
y me la sostenía como podía, por
encima de la calza, con la única mano
que tenía libre.
-Déjame quedarme con tu bombacha corazón, al menos tendré un recuerdo
tuyo -me decía, mientras seguía
intentando bajármelas. Yo me resistía El flaco seguía en su intento cada vez con más
fuerza, mientras sus amigos parecían
divertirse con la situación. Yo estaba
bastante asustada, aunque al mismo
tiempo esa situación me provocaba
cierto placer, me odiaba a mi misma
por eso, pero era inevitable. En su
insistencia tiró bruscamente, llegando
a rasgar la tela. Eso pareció gustarle,
así que en vista de que bajarla le
resultaría difícil, comenzó a intentar
arrancarla. Tiraba una y otra vez hacia
él, y mi bombacha iba rajándose cada
vez más, las costuras iban cediendo y
ya se metían entres mis labios, rozándome el clítoris,quedando prácticamente una
tira abrazada a mi cintura y pasando
entres mis piernas. Un último tirón
bastó para arrancarla por completo.
Con mis movimientos mi esposo volvió
a percatarse de algo, pero no entendía
muy bien que pasaba.
-¿Que te pasa? -volvió a preguntarme.
-Nada, nada. Solo me tropecé.
El morocho Hdp había conseguido su
objetivo, y después de olerla
descaradamente se la pasó a sus
amigos que también la olieton.
Su mano
volvió a meterse entre mis piernas, metiéndome un dedo en la concha .
-Mmm, que linda conchita que tenés -yo
cerraba los ojos. Aquella sensación me
tenía confundida, parecía todo un
sueño, pero era real, demasiado real
como para poder evitarlo.
-Mi amor, por favor, vámonos -le
supliqué a mi marido
-Espera un poco, media hora más y
nos vamos.
-Es que tengo mucho calor, y además no me estoy sintiendo bien-a pesar de mi
insistencia, no me hacía caso. Estaba
destinada a caer en las manos de ese macho caliente sin desearlo, ¿o ya
comenzaba a desearlo?.
-¿Tenés calor preciosa? -me
preguntaba el flaco- Yo voy a
apagar ese fuego, vas a ver.
El volvió a insistir,
metiendo su mano entre mis piernas
subió lentamente hasta llegar a mi
concha. Noté como uno de sus dedos
volvió a meterse delicadamente en mi
interior.Mientras
tanto se acercó a mi oído y me dio un
pequeño mordisco en el lóbulo de la
oreja izquierda, tapándose con mi
cabeza de las vista de mi esposo que
seguía atentó al escenario.
-veo que estás caliente, bien
caliente y mojada. Vas a ver que bien
entra mi dedo -y diciendo esto metió
su dedo por completo, sintiendo
seguramente toda mi humedad.
-Esta putita esta re caliente -le decía
a sus amigos, mientras su dedo siguió en mi interior,
inevitable que yo soltara algunos
gemidos, que se perdieron con la
música. La calza ya se me pegaba
por el sudor, el calor del lugar y la
situación me estaba haciendo
transpirar. De vez en cuando miraba
de reojo a mi esposo, pero él seguía
entretenido, mientras un desconocido
me estaba metiendo mano de lo
lindo. El habilidoso dedo de aquél
joven se introducía una y otra vez en
mi concha, proporcionándome un
placer exquisito.
- que conchita tan estrecha.
Ummm, que rica debe estar -me
repetía una y otra vez al oído.
De repente dejó de tocarme, por un
momento creía que todo había
terminado, pero no era así. Lo vi
hablando con sus amigos,
seguramente preparando alguna
maldad. Me asusté mucho cuando sus
amigos se me arrimaron, pensé que el
manoseo se volvería colectivo pero
me equivocaba.,yo estaba totalmente entregada.
Mi novio seguía
mirando delante, sin percatarse de lo
que estaba ocurriendo. De pronto,
aquellos maravillosos dedos volvía mi intimidad, instintivamente
yo abría más mis piernas
había llegado dificultosamente a mi
clítoris y sólo tardó unos segundos
hasta hacerme llegar por primera vez
al orgasmo, intenso y maravilloso.
Tuve que apoyarme en una chica que
había delante mío para no caer, la
joven me miró a la cara y sonrió,
desconociendo también todo lo que
estaba ocurriendo. El flaco sacó sus dedos y volvió a
chuparme la oreja izquierda,
ocultándose de la vista de mi esposo y
al tiempo que me decía:
-Mmm, que concha tan cerradita tenés.
Mirá tengo la
pija dura, no como la de tu novio , en la parte de atrás de calza noté como algo tibio
y húmedo se metía entre mis muslos por arriba de la calza
sin duda era su pene. Bajé mi mano
libre y se la agarré de la punta con la
mano entera, humedeciéndome de su
calentura toda la palma. En un giro
rápido de cabeza la contemplé
sorprendida y excitada, era
grande y gorda tenía un
pija hermosa .
gorda y su glande quedaba expuesto
casi por la mitad. Comencé a jugar con
esa maravilla, desesperada me la
puse entre las piernas y la refregaba sobre mi concha por sobre la calza estaba que
reventaba de la calentura. Nuestros
fluidos se mezclaban por sobre la la licra ¿Qué me estaba pasando?,
no podía parar, estaba desesperada y
excitada, deseando que aquella verga negra y dura
se me metiera dentro. Comencé a
masturbarlo con mi mano derecha,
tratando de ocultarle a mi marido los
movimientos que estaba haciendo.
Durante el trabajo me la restregaba en
la nalga derecha, izquierda y por mi concha. Notaba como
su capullo humedecía mis dedos, él
hacía movimientos hacia atrás y hacia
delante para favorecer la maniobra.
Yo no aguantaba más, y parecía que él
tampoco.
-Quiero metértela, quiero cogerte, vas
a ver como entra mi verga caliente en
ese jugoso agujerito. La posición casi
no lo permitía, ya que los dos
estábamos de pié y yo tampoco podía
inclinarme mucho hacia adelante, pues
no había espacio y podía resultar
sospechoso para mi esposo en cambio
necesitaba que me cogiera, lo
necesitaba realmente. Seguimos
jugando, yo con mi mano abrazaba su
verga y humedecía mi mano en su
glande para luego recorrerla y lubricar
su tronco, él me mordía en el cuello y
apretaba su pelvis contra mi culo, el
contacto de su piel contra la mía era
impresionante. Nuestras respiraciones
iban en aumento y nuestro gusto
también. Acercándose a mi oído,
suplicaba:
-Te la tengo que meter, te tengo que
coger ya, aunque sea lo último que
haga en mi vida -eso me calentaba
aún más y necesitaba inventar alguna
excusa creíble para poder retirarme..le dije a mi esposo que me estaba por desmayar que me faltaba el aire y sin pensarlo enfile para la salida mi marido me siguió detrás hasta que por fin logramos salir del lugar