Guía Cereza
Publicado hace 1 mes Categoría: Fantasías 700 Vistas
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Hola soy Leti nuevamente les vengo a contar que con mi marido habíamos acudido a un recital de una banda tributo a los Redondos 

La banda tocaba en el galpón en Hurlinghan un lugar bastante chico , nos quedamos muy

sorprendidos cuando al llegar en la puerta había una fila enorme de gente esperando para entrar.

Era evidente que el lugar iba a estar repleto, si es que alcanzabamos a entrar todos.

Tanto mi esposo como yo no

imaginamos que el ambiente estaría tan denso adentro.

Mi marido me insistía para irnos debido a lo lleno y caluroso que estaba el lugar yo le decía quedate tranquilo,

vinimos a divertirnos.

Estábamos atrás de todo, casi en el fondo del salón. Todos tan apretados que podía olerse la humanidad, y el calor se cortaba con un cuchillo. 

Yo vestida acorde

a las circunstancias, ya que llevaba una remera de la banda pintada a mano y unas calzas negras brillosas que me resaltan mi cola.

Luego de esperar un largo rato el recital comenzó con los gritos

del líder del grupo que saltó al

escenario para goce de todos los

que allí nos congregabamos y que

cantaban a coro y saltaban al ritmo de la batería. Los organizadores, a pesar

de que no cabía un alma, no paraban de hacer entrar más y más gente, y cada vez estábamos más apretados.

De vez en cuando podía notar como a mis espaldas alguno pasaba tocándome la

cola casualmente, pero lejos de decirle algo a mi esposo intenté concentrarme en el recital y disfrutar dentro de lo

posible. El calor era sofocante y

apenas se podía respirar entre la

gente.Para colmo noté que unos flacos que acababan de ingresar se colocaron detrás de

nosotros y los tres estaban sin remeras , con unos músculos terribles 

Los chicos me miraban la cola me dí cuenta, uno de ellos me

ofreció un trago de su vaso de

cerveza, que con una forzada sonrisa rechacé. Mi esposo estaba a mi lado y no me soltaba la mano, pero era

ajeno a lo que pasaba detrás de

nosotros. La música volvió a sonar, y

cuando comenzaba a adaptarme al ruido sentí que alguien se me

acercaba al oído:

-¡Qué flor de culo que tenés reina -

yo me hice la desentendida, no quería problemas. Pero él insistió.

-Digo que estás muy buena.

Volví a hacerme la sorda y dejar pasar aquellos comentarios como si no fueran hacia mí. Pero como aquél morocho no tenía bastante con solo

decírmelo, sino que también me

agarró una nalga por encima de

la calza y la apretó fuerte con la mano entera. Yo di un saltó y mi esposo lo notó:

-¿Que te pasa?

-Nada, nada -respondí.

Porqué carajo nos habíamos metido en aquél lugar me preguntaba? y

porque no nos habíamos marchado al llegar al ver tanta gente?

La mano del flaco volvió al

ataque, como pude me puse de

costado Volvió a

comentarme al oído:

-Que lindo sería cogerte corazón!! y meterte mi pija hasta el fondo.

Mientras mi marido cogoteaba tratando de ver al escenario 

-Decíselo a tu novio si querés, así

aprenderá como se coge una culona como vos- insistió el morocho grandote.

Volví la mirada hacia adelante, más asustada que otra cosa. Imaginaba

que cuando mi esposo se diera cuentade todo, aquello podía terminar en algo muy desagradable para nosotros,

pues los chicos eran tres con unos físicos grandotes pintas de gimnasio y dispuestos

a pelear si la ocasión se les

presentaba.

-¿ el culito lo tenés virgen? -otra

vez hice oídos sordos.

-Me gustaría metértela por el culito, y

que veas como entra una verga de verdad.

Sus palabras eran cada vez más zarpadas y estás estaban empezando a tener cierto efecto en mí. Yo trataba de

distraerme con el recital y

olvidarme de todo, pero el flaco 

continuaba una y otra vez. No

conforme con lo hecho, me tomó de

las nalgas con ambas manos,

apretujándolas y manoseándolas a su

gusto. Con una desfachatez

seguramente potenciada por el

alcohol. Yo ya no entendía muy bien

que pasaba dentro de mí, pero lejos

de rechazar a aquel extraño sentía

cierta sensación de gusto por sus

palabras... por su atrevimiento... por

sus caricias.

- Que linda debes tener la concha bien

mojada ¿ó me equivoco?

Mi esposo me miraba de vez en cuando

y me sonreía, ajeno totalmente a la

situación. Si tú supieras, pensaba yo.

El morocho seguía en lo suyo, y pronto

se apretujó contra mi cuerpo. Podía

notar su bulto a través de mi calza 

sus manos fueron subiendo de mi

culo, pasaron por mi cintura y

subiendo comenzó a delinear mi

espaldas y tocar por los costados mis

pechos. Empujó metiendo las manos

de a poco, tratando de no hacerlo tan

evidente, hasta llegar a tomar mis

pechos por arriba del corpiño una en cada mano. Yo estaba

dura, quieta, inmóvil y sin reacción.

Mientras aquél desconocido

manoseaba mis tetas, jugaba con

los pezones por debajo de la remera. Su manoseo estaba brindándome un

enorme placer, aunque intentaba

negármelo.

Intentaba sin mucho convencimiento

separarme de aquél extraño, pero se

estaba complicando sin que mi marido notará lo que estaba ocurriendo 

El muchacho volvió al ataque

susurrándome cosas al oído.

-Lo que le pasa a tu novio es que no

se le para, por eso te tiene

desatendida. Lo que vos necesitas es

una buena verga. Tendrías que ver que

buena pija dura tengo para vos.

Yo tragaba saliva y no hice

caso, tratando de que la cosa no

terminara en pelea. Ya no sabía que

hacer, si le comentaba a mi esposo se armaba flor de quilombo, si me

callaba estaba resignándome a lo que

me hiciera lo que quisiera aquél desconocido. Era

mejor no hacer caso, así se calmaba

un poco. Pero la cosa siguió, otra vez

mis pechos fueron agarrados por sus

manos mientras seguía susurrándome

al oído.

-Verás que cogida te voy a pegar. 

No me quedó otra que pedirle a mi esposo que nos fuéramos del lugar.

-espera un poco amor-contestó-

Cuando terminen nos vamos,

¿Querés?.

Estaba metida en un buen lío, del que

seguro no saldría ilesa. Hice oídos

sordos nuevamente, tratando de no

hacer caso a lo que me dijera el flaco. Pero él insistía una y otra

vez. Se lo notaba caliente y con muchas ganas de cogerme 

-Me gustas mucho reina ,tengo la

verga como una piedra por tu culpa ,Vas a ver que

cogida te voy a pegar.

Entre sus frases y su manoseo

insistente a mis pechos por sobre la tela del corpiño, sin saber que

aquello me producía un gran placer. Ya

no podía evitar sentir calentura, y eso

me estaba trastornando bastante,

disfrutar de un manoseo indiscreto de

un desconocido.

-Vaya tetas que tenés, corazón. Casi no

me entran en las manos. Así me

gustan, grandes como las tuyas...

mmm, vaya que lindos pezones.

Cerré los ojos, pues lo estaba

disfrutando realmente. Los latidos de

mi corazón se aceleraban y mi

bombacha comenzaba a

humedeserce, no podía evitarlo. Por

un lado deseaba que todo aquello

terminara, pero por otro lado deseaba

que no tuviera fin. Tan lleno de gente

estaba aquel lugar que nadie se

percataba del manoseo al que estaba

siendo sometida. Mi esposo con el

cogote en alto trataba de ver el

escenario, mientras yo sólo escuchaba

la música. De vez en cuando le

apretaba la mano, ya que no podía

tenerme casi en pié debido a las

caricias que me estaba

proporcionando aquél extraño. Las

manos de aquél pibe volvieron a mi

culo y siguieron con un manoseo insesante sin importarle realmente

nada. Pero más allá llegó su

atrevimiento cuando una de sus

manos se introdujo por debajo de mi calza, y comenzó a acariciar la parte

interna de mis muslos. Cuando sentí

sus manos pidiendo permiso entre

mis piernas, se me escapó un suspiro.

-Mmm, que hermosa piel suave que tenés, Vas a ver que bien lo vamos a

pasar -volvió a susurrarme el morocho 

De pronto lo noté metiendo un dedo

entre mi bombacha, pensaba que se

disponía a masturbarme pero mucha

fue la sorpresa al notar que lo que

trataba era de bajármela, tirando

hacia abajo. Yo intentaba moverme

para separarme de él, pero lo hacía

con movimientos no muy descarados

para que mi marido no se percatara de

nada, y terminara peleando.

-Déjame quedarme con tu bombacha, al menos tendré un recuerdo

tuyo -me decía, mientras seguía

intentando bajármelas. Yo me resistía

y me la sostenía como podía, por

encima de la calza, con la única mano

que tenía libre.

-Déjame quedarme con tu bombacha corazón, al menos tendré un recuerdo

tuyo -me decía, mientras seguía

intentando bajármelas. Yo me resistía El flaco seguía en su intento cada vez con más

fuerza, mientras sus amigos parecían

divertirse con la situación. Yo estaba

bastante asustada, aunque al mismo

tiempo esa situación me provocaba

cierto placer, me odiaba a mi misma

por eso, pero era inevitable. En su

insistencia tiró bruscamente, llegando

a rasgar la tela. Eso pareció gustarle,

así que en vista de que bajarla le

resultaría difícil, comenzó a intentar

arrancarla. Tiraba una y otra vez hacia

él, y mi bombacha iba rajándose cada

vez más, las costuras iban cediendo y

ya se metían entres mis labios, rozándome el clítoris,quedando prácticamente una

tira abrazada a mi cintura y pasando

entres mis piernas. Un último tirón

bastó para arrancarla por completo.

Con mis movimientos mi esposo volvió

a percatarse de algo, pero no entendía

muy bien que pasaba.

-¿Que te pasa? -volvió a preguntarme.

-Nada, nada. Solo me tropecé.

El morocho Hdp había conseguido su

objetivo, y después de olerla

descaradamente se la pasó a sus

amigos que también la olieton.

 Su mano

volvió a meterse entre mis piernas, metiéndome un dedo en la concha .

-Mmm, que linda conchita que tenés -yo

cerraba los ojos. Aquella sensación me

tenía confundida, parecía todo un

sueño, pero era real, demasiado real

como para poder evitarlo.

-Mi amor, por favor, vámonos -le

supliqué a mi marido 

-Espera un poco, media hora más y

nos vamos.

-Es que tengo mucho calor, y además no me estoy sintiendo bien-a pesar de mi

insistencia, no me hacía caso. Estaba

destinada a caer en las manos de ese macho caliente sin desearlo, ¿o ya

comenzaba a desearlo?.

-¿Tenés calor preciosa? -me

preguntaba el flaco- Yo voy a

apagar ese fuego, vas a ver.

El volvió a insistir,

metiendo su mano entre mis piernas

subió lentamente hasta llegar a mi

concha. Noté como uno de sus dedos

volvió a meterse delicadamente en mi 

interior.Mientras

tanto se acercó a mi oído y me dio un

pequeño mordisco en el lóbulo de la

oreja izquierda, tapándose con mi

cabeza de las vista de mi esposo que

seguía atentó al escenario.

-veo que estás caliente, bien

caliente y mojada. Vas a ver que bien

entra mi dedo -y diciendo esto metió

su dedo por completo, sintiendo

seguramente toda mi humedad.

-Esta putita esta re caliente -le decía

a sus amigos, mientras su dedo siguió en mi interior, 

inevitable que yo soltara algunos

gemidos, que se perdieron con la

música. La calza ya se me pegaba

por el sudor, el calor del lugar y la

situación me estaba haciendo

transpirar. De vez en cuando miraba

de reojo a mi esposo, pero él seguía

entretenido, mientras un desconocido

me estaba metiendo mano de lo

lindo. El habilidoso dedo de aquél

joven se introducía una y otra vez en

mi concha, proporcionándome un

placer exquisito.

- que conchita tan estrecha.

Ummm, que rica debe estar -me

repetía una y otra vez al oído.

De repente dejó de tocarme, por un

momento creía que todo había

terminado, pero no era así. Lo vi

hablando con sus amigos,

seguramente preparando alguna

maldad. Me asusté mucho cuando sus

amigos se me arrimaron, pensé que el

manoseo se volvería colectivo pero

me equivocaba.,yo estaba totalmente entregada.

Mi novio seguía

mirando delante, sin percatarse de lo

que estaba ocurriendo. De pronto,

aquellos maravillosos dedos volvía mi intimidad, instintivamente

yo abría más mis piernas 

había llegado dificultosamente a mi

clítoris y sólo tardó unos segundos

hasta hacerme llegar por primera vez

al orgasmo, intenso y maravilloso.

Tuve que apoyarme en una chica que

había delante mío para no caer, la

joven me miró a la cara y sonrió,

desconociendo también todo lo que

estaba ocurriendo. El flaco sacó sus dedos y volvió a

chuparme la oreja izquierda,

ocultándose de la vista de mi esposo y

al tiempo que me decía:

-Mmm, que concha tan cerradita tenés.

Mirá tengo la

pija dura, no como la de tu novio , en la parte de atrás de calza noté como algo tibio

y húmedo se metía entre mis muslos por arriba de la calza

sin duda era su pene. Bajé mi mano

libre y se la agarré de la punta con la

mano entera, humedeciéndome de su

calentura toda la palma. En un giro

rápido de cabeza la contemplé

sorprendida y excitada, era 

grande y gorda tenía un

pija hermosa .

gorda y su glande quedaba expuesto

casi por la mitad. Comencé a jugar con

esa maravilla, desesperada me la

puse entre las piernas y la refregaba sobre mi concha por sobre la calza estaba que

reventaba de la calentura. Nuestros

fluidos se mezclaban por sobre la la licra ¿Qué me estaba pasando?,

no podía parar, estaba desesperada y

excitada, deseando que aquella verga negra y dura 

se me metiera dentro. Comencé a

masturbarlo con mi mano derecha,

tratando de ocultarle a mi marido los

movimientos que estaba haciendo.

Durante el trabajo me la restregaba en

la nalga derecha, izquierda y por mi concha. Notaba como

su capullo humedecía mis dedos, él

hacía movimientos hacia atrás y hacia

delante para favorecer la maniobra.

Yo no aguantaba más, y parecía que él

tampoco.

-Quiero metértela, quiero cogerte, vas

a ver como entra mi verga caliente en

ese jugoso agujerito. La posición casi

no lo permitía, ya que los dos

estábamos de pié y yo tampoco podía

inclinarme mucho hacia adelante, pues

no había espacio y podía resultar

sospechoso para mi esposo en cambio

necesitaba que me cogiera, lo

necesitaba realmente. Seguimos

jugando, yo con mi mano abrazaba su

verga y humedecía mi mano en su

glande para luego recorrerla y lubricar

su tronco, él me mordía en el cuello y

apretaba su pelvis contra mi culo, el

contacto de su piel contra la mía era

impresionante. Nuestras respiraciones

iban en aumento y nuestro gusto

también. Acercándose a mi oído,

suplicaba:

-Te la tengo que meter, te tengo que

coger ya, aunque sea lo último que

haga en mi vida -eso me calentaba

aún más y necesitaba inventar alguna

excusa creíble para poder retirarme..le dije a mi esposo que me estaba por desmayar que me faltaba el aire y sin pensarlo enfile para la salida mi marido me siguió detrás hasta que por fin logramos salir del lugar

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