Tras encontrarnos en internet y cuadrar el encuentro, llegué a su casa. Un saludo cordial y hacia su habitación.
Simplemente nos desnudamos y empezamos a besarnos. Yo me acosté sobre su cuerpo y empecé a bajar hacia su verga escondida en el boxer.
Era grande, sabía que era grande pero no imaginé que tanto, así que lo bese y mame su verga que empezó a crecer. Lami sus bolas y el hizo que lamiera su culo, eso le excitaba tanto que pronto su pene estaba duro y grande. Recuerdo que no cambia en mi boca pero me gustaba mamarlo, lo lamía como un helado y me atrevía a tratarlo hasta que sentir que me ahogaba, que me atragantaba.
Le pedí un condón y lo puse en su enorme falo, mientras lo humedecia con saliva. Otra poco de saliva puse en mi culo y empecé a tantearlo. Era enorme y dolía, empecé suave, poco a poco me sentaba en esa verga y dolía, recuerdo que gemia.
Él me daba tiempo, sabía que era enorme, pero eso no me detuvo. Me senté cada vez con más fuerza y claro que me dolió. Lo saqué y tome aire mientras le decía que era enorme.
Cuándo por fin estaba dilatado me senté y dolió menos y empecé a disfrutar su verga dura, grande y erecta.
Poco a poco empecé a cabalgar, me gustaba y cuando preste atención su pene delicioso entraba y salía completo de mí, fue en ese momento en qué cambio de posición. Tomo la iniciativa y me puso en cuatro. Justo en ese momento me penetraba con fuerza, sin piedad ni contemplación. Yo solo gemía de placer, lanzaba gritos silenciosos de quién quiere que su macho lo poseea.
Pronto noto que lo disfrutaba, parece que eso lo excitaba más porque me clavaba con cierta placentera violencia. Sentía como toda su deliciosa verga grande bombeaba mi culo, que en ese momento era de él. Yo sentía que le pertenecía y me excitaba esa sensación, al punto que cuando sacaba ese enorme falo, me sentía vacío.
De pronto estaba yo boca arriba con las piernas encima de sus hombros y me besaba, mientras volvía a penetrarme con fuerza. En ese momento le dije que quería que fuera mi macho, mi hombre. Yo quería complacerlo. Pude sentir las gotas de sudor de él que caían en mi cara y solo me dijo, ante mis gemidos placenteros que le rogaban para que no parará, que me gustaba su verga, que deseaba su leche, sus besos y que quería que fuera mi macho: "Ya veremos".
Decidió parar. Encendió la luz y tomo su teléfono, mientras se quitó el condón. Yo no entendía que pasaba, ni porque paraba. Empecé a besarlo, a chupar sus pezones, su oechi y a mamar su verga.
Entonces se levantó y me tomó de las caderas, mientras me acomode en cuatro. Sabía lo que quería, por lo que me penetró a pelo. Su enorme verga estába dentro de mí. Él sabía que quería que lo hiciera, por lo que apenas y alcance a pronunciar: "Preñame".
Me penetraban con fuerza, podía sentir su enorme punto de quiebre de quien no va a parar hasta llenarme de leche. Así que ocurrió, sus endemoniadas bombeadas se hicieron más intensas y alargadas. Fue entonces cuando me abrazó mientras me inundaba con su orgasmo, mismo punto en que yo me venía. No quería que lo sacará. Yo le pertenecía y eso me gustaba.