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La Crisálida
La crisálida: el preámbulo a la formación de la oruga durante la metamorfosis hasta liberarse como mariposa. Es una cápsula suspendida de un péndulo: fuerte y firme. Podría aplicar para otros seres.
Mañana luminosa a través del azul violáceo en la ventana, sitio cómplice de tantas pasiones lujuriosas y pervertidas. Hoy escribiendo una más en las pieles a través de las carnes.
El hombre llegó al mismo tiempo que ella con la curiosidad cada uno respecto al otro, esa vibra punzante que sentía Harry entre sus manos con el impulso de cometer otro crimen moral. Noir la más tranquila, a ella le gustaban estas lides mientras el negro manejaba un perfil bajo, casi humilde en su aspecto como una bestia escondida en la sombra esperando el momento de dar el salto.
-Jose, simplemente.
No parecía que fuera a ocurrir algo extraordinario; a pesar del bagaje de cada uno en asuntos sexuales: libertinaje su escuela, el cuadrilátero del coito les había enseñado más que cualquier sexólogo con su kamasutra.
Suele demorar un poco en encender el switch de las pasiones en estos casos y fue después que Jose al ducharse apareció en toalla al estilo swinger en tanto Noir esperaba en tangas con sus espléndidas tetas blancas al aire para entrar en el asunto después de un par de vinos; atmósfera de jazz y penumbra. La quiescencia de la crisálida se alteraba; calzón lejos, especie de 69, le encantó chupársela mientras ella con su mano despertaba el péndulo que motivado por la femenina mano curiosa fue creciendo gruesa y oscuramente. Se alzaba aquello que Noir esperaba sumergir entre sus muslos carnosos, los mismos que Harry sintió temblar muchas veces abatidos por un cunnilingus largo y sentido.
Del oral a ella seguido por el bombeo con los dedos arrancandole sentidos gemidos de hembra encelada pasaron al cambio de roles.
-Ahora me toca a mi
Posterior a los recorridos con aceite a través del masculino cuerpo en la zona genital y sin perderse en lejanos lugares ella tomó la pesada verga en su mano con una mueca de asombro para Harry, el voyeurista observador del trago en la mano.
Como en una novela de Kafka se daba una metamorfosis a través de la cual la crisálida se desvanecía para dar paso a un ser arácnido cuyos largos dedos pasaban del cuerpo de Noir a la textura de la sábana en tanto ella luchaba por atrapar entre sus labios el oscuro miembro dando sonoros chupones con esa boca golosa entrenada en las mamadas….
-”será que le cabe?” preguntó poniéndole el condón, no bajó totalmente pero ajustó.
Ahora el gran culo de Noir subía y bajaba atrapando a la fuerza el inmenso miembro de su víctima entre su resbaladizo canal vaginal, se lo quería follar a como diera lugar para lo cual convirtieron la cama en el más maravilloso invento de la humanidad: a la mierda la rueda, el computador o el internet: su universo animal era este, mutado en la nave sonora y telúrica de una lucha a muerte por el éxtasis en la que el pulpo alargaba sus tentáculos atrapándola al vaivén ondulante del más grande de ellos dentro de la almeja hambrienta e implacable ante su enorme presa.
El claroscuro de las pieles ofrecía un espectáculo excitante por el agite del obsceno hecho registrado desde los lentes expectantes que los exploraban con morbo en tanto Jose se deslizaba liberándose del coño para soltarse entre las piernas situándose atrás, la hembra en cuatro desafiando ser partida, el macho clavándosela toda mientras aplicaba la fórmula de tres superficiales por una profunda, la eficaz, la que te permitía bombear conservando la erección mientras variabas el ángulo; pura técnica aplicada entre los sagrados mandatos del placer. El misil bombardeaba bajo el trasero de Noir haciéndose cada vez más fuerte sin soltar a la víctima, suya total al estilo del pulpo extraterrestre creado por Amat Escalante en su película La Región salvaje. Ella se mostraba cada vez más zorra, su astucia folladora entregada a la bestia de tres piernas que balanceaba su ardor de mujer sobre el péndulo adictivo haciendo doler el fondo y que a la vez no la dejaba soltar porque la complacía entre aullidos y jadeos que antes Harry no escuchó a pesar de tantas folladas.
El blues con sus azules luces de intimidad iluminaba la total posesión del mítico octopussy vulgaris rehusándose a soltarla, bandido con aspecto de lama oscuro muy calmado cuando en verdad era un súcubo sobre ella enterrando completo su monstruo de ébano cuyo balanceo de bolas hacía sonar las nalgas haciéndola seductoramente puta, legendariamente meretriz a la que se culiaba tal como los tres querían , un alud de metidas y sacadas dentro de un volcán perfumando la alcoba con olor a sexo a través de un tiempo eterno por lo cuál Harry debió reclamar:
-Tiempo cumplido
A pesar de los “si” y “qué rico” de Noir aferrándose al clavo justiciero fue clara la decisión. Cabeza de pulpo parecía vengarse del inexorable tiempo por su deber de soltarla; aunque fuera más de una hora y sin venirse la sacó de la cama elevándola de un tirón para estocarla con su implacable tentáculo en busca del final. La lúbrica boca inferior se balanceaba impulsada por la pelvis en su afán de vencer al sátiro, esa hendidura que Harry conocía por fuera y por dentro, ahora entregada al duro molusco con el objetivo lascivo de verla gozar abriendo así puertas hacia otra dimensión del placer mientras palpitaba en su interior Jen, la imaginó allí con ellos aunque no iba a estar ahora ni después, lo más seguro.
Jose remataba la faena retirando el condón y derramando el chorro sobre el vientre de Noir, misión cumplida, mujer extasiada pero con tarea todavía pendiente. Ahora Harry cobraría lo suyo .
-Adiós monstruo, un caballero, un tipazo.
.- Harry Haller