La excitación en la terraza es palpable, el aire vibra con el deseo recién liberado y la explícita petición de Marcela enciende aún más la pasión. Sus palabras resuenan en la noche cálida un ruego que Oscar y José reciben con una intensidad renovada.
Oscar, aún con su cuerpo unido al de Marcela, la mira con una lujuria desenfrenada. Su erección se mantiene firme y pulsante, respondiendo al instante al deseo expresado por ella. José, con el semen aún brillando en el rostro y los senos de Marcela, siente una oleada de excitación recorrerlo nuevamente. Su pene, lejos de amainar, se yergue con renovada dureza.
"Quieres más, mi amor?" pregunta Oscar con la voz ronca, sus manos aferrándose con más fuerza a las caderas de Marcela. Ella asiente con vehemencia, sus ojos oscuros brillando con una necesidad apremiante.
Sin perder un instante, Oscar comienza a moverse dentro de ella con una intensidad renovada. Sus embestidas son más profundas y rítmicas, llenando a Marcela con una sensación de plenitud que la hace gemir de placer. José se une al movimiento, sus caderas acompañan las de Oscar, creando una fricción intensa que recorre el cuerpo de Marcela.
Mientras la penetran simultáneamente, Marcela se inclina hacia adelante y toma con su boca el pene erecto de José. Lo rodea con sus labios húmedos, succionando con avidez mientras siente el cuerpo de Oscar moviéndose dentro de ella. El sabor salado del semen reciente se mezcla con el sabor propio de José, creando una mezcla excitante en su boca.
Con sus manos libres, Marcela alcanza el pene de Oscar y lo guía hacia su boca también. Ahora, su boca está ocupada, succionando y lamiendo ambos penes con una maestría instintiva. Siente la dureza palpitante de ambos hombres, la textura de sus venas bajo su lengua, el calor intenso que emana de ellos.
La sensación de tener dos hombres penetrándola al mismo tiempo, mientras sus bocas los complacen, es abrumadora. Un gemido profundo escapa de su garganta, un sonido que mezcla placer y una necesidad insaciable. Su cuerpo se mueve involuntariamente, buscando una mayor profundidad, una mayor intensidad.
Oscar y José responden a su entrega con una pasión desbordante. Sus embestidas se vuelven más salvajes, sus gemidos se mezclan con los de Marcela, creando una sinfonía de deseo en la noche. Sienten la fuerza de succión de su boca, la calidez de su interior, y la excitación los lleva al límite.
El semen de Oscar sigue fluyendo, esta vez directamente en la boca de Marcela, llenándola con su esencia. José también se acerca, eyaculando nuevamente sobre su rostro, sus senos y ahora también dentro de su boca, mezclándose con el fluido de Oscar.
Marcela traga cada gota, saboreando la virilidad de ambos hombres. Sus manos se aferran a sus espaldas, sus uñas se clavan ligeramente en su piel mientras las contracciones de su propio orgasmo la sacuden.
La sensación de estar completamente llena, por dentro y por fuera, la lleva a un estado de éxtasis. Su cuerpo tiembla, su respiración se agita, y un grito de puro placer escapa de sus labios mientras las ondas de su orgasmo la recorren.
Aún jadeante, con el semen caliente corriendo por su rostro, sus senos y goteando de su boca, Marcela mira a Oscar y a José con una sonrisa lasciva. "Más," susurra con los ojos brillantes de deseo. "Quiero sentir sus vergas duras dentro de mí... otra vez..."
La noche continúa, envuelta en el calor de la pasión y la en
trega mutua
