Guía Cereza
Publicado hace 2 semanas Categoría: Lésbicos 537 Vistas
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Hoy he visto la fotografía más pornográfica de Kira. De todas las fotos que se ha tomado ella mientras tiene sexo, ésta es la más provocativa, la más excitante que he visto. Se trata de una imagen selfie en la que ella aparece desnuda y esbozando una sonrisa muy sensual. Los hermosos senos de ella se notan opulentos y redondos, mientras su boca permanece un poquito abierta, matizando en su rostro una divertida expresión de asombro.

Y es justo entre sus piernas, en medio de su vagina pulcramente depilada, donde se encuentra lo más impresionante de esta fotografía. Porque es ahí, en su vagina, donde dos penes se hunden a la vez. La penetración de uno de esos penes deja sobreentender que existe un hombre bajo ella. El segundo hombre se encuentra de pie.

Kira capturó esa imagen desde un ángulo en el que no se percibe con facilidad al hombre que la está cargando. Lo mucho que alcanza a percibirse de dicho amante es un poco de su abdomen. Ver a mi amiga en esa posición, con ambos penes penetrándola, me causó una deliciosa conmoción. La felicidad de su rostro era total.

Era una selfie estupenda, donde incluso era posible apreciar sus hermosas axilas depiladas, dado que sus brazos permanecían estirados hacia el cielo para sostener la cámara. Kira me ha dejado ver esa imagen directamente desde su teléfono, tras reunirme con ella esta tarde en su propio apartamento. Las dos estábamos sentadas en el amplio sofá color rojo de la sala de televisión.

—¿Y cómo se siente vivir una penetración doble en la vagina?—le pregunté.

—Ha sido realmente excitante—me contestó—. Aunque no es la primera vez que me penetran de esa manera.

—Pero… ¿cómo se siente? ¿Las penetradas son profundas?

—No tanto. Pero la emoción de saber que tienes dos penes en tu vagina es lo que más placer y excitación proporciona al momento.

Mi amiga me explicó que las penetradas fueron constantes. Los dos hombres lograron establecer un ritmo sincronizado, ya que muy pronto descubrieron lo necesario que era preservar ese ritmo para proporcionarle un gran placer a ella. Kira me comentó que al principio, era muy común que el pene de ambos se zafara de su vagina. Así que cuando establecieron ese ritmo pausado, todo cambió.

Realmente la vida sexual de Kira es muy envidiable y fantástica. A veces tengo la impresión de que la razón de ser de la vida de ella, su sola y mismísima existencia no es otra cosa que un poema que exalta al máximo el amor y el sexo. Me explico: la vocación firme que ella tiene por vivir su sexualidad define un estilo de vida que reafirma lo hermoso que es la búsqueda del placer y el amor a través de la desnudez.

Dentro de su círculo de amistades, tanto femeninas como masculinas, su presencia es como un orgasmo. Quizá en los tiempos más remotos de la humanidad ella haya sido Hera, la mitológica diosa griega del amor. Incluso para ella misma, la Vida no podría ser entendida ni asimilada sin la enorme satisfacción que propone el sexo.

—¿Te gustaría tener a dos hombres penetrándote de la misma manera?—me preguntó ella.

—Sí. No le veo nada de malo. Realmente te ves muy hermosa en esta imagen. Y tener esos dos penes en tu vagina, además de la felicidad que expresa tu rostro, logra que esta foto sea muy fascinante. Es la fotografía más pornográfica que me has mostrado hasta ahora.

—Oh, ¡gracias por lo de hermosa, mi amor!

Como estábamos juntas en ese sofá, Kira aprovechó para acercar su boca a la mía y darme un beso. Fue un gesto de amor muy coqueto. No es realmente la primera vez que lo hace conmigo, ni con nuestras amigas, ni con sus amantes. La práctica de ese tipo de besos se ve tan linda en ella… es tan… natural. Por ejemplo, cuando llega el momento de despedirnos después de una reunión entre amigas en su apartamento, ella no duda en darnos un beso directo en la boca de cada una con la misma sensualidad y cariño.

Lo que ocurre con Kira, es que su gran sensualidad está muy relacionada con su tremenda belleza. Ella es una mujer de piel blanca, pelo negro y una estatura que no es ni muy alta ni muy baja. Lo mismo habría que decir de sus senos, que no son ni muy grandes ni muy pequeños. Sus senos, al igual que sus caderas, son acordes a su figura atlética; una figura muy sexy, fruto de su gran vocación por ejercitarse en el gimnasio.

Toda la belleza de esta mujer se complementa con una personalidad divertida, muy carismática y alegre. Los ojos de Kira siempre brillan con una felicidad radiante, lo que se ve potenciado por esa sonrisa en la que sus labios rojos se presentan tan provocadores. Su rostro posee siempre una felicidad divina, como si fuese una auténtica santa, radiante de armonía y perfección.

Sé que no estoy exagerando con esta descripción sobre ella. Es lo que realmente siento por ella. Kira afirma que esa belleza radiante que siempre la acompaña es solo fruto del gran estilo de vida que posee y su entrega por el buen sexo. Afirma que es el sexo lo que le proporciona ese magnetismo, esa energía que puede transformarse en una magia capaz de seducir a cualquier corazón.

Recuerdo que unas semanas después de haber empezado nuestra amistad, ella me reveló lo que ella denomina como su gran secreto:

—Mi gran secreto—dijo—, es combinar el buen sexo con mi actividad en el gimnasio. Así me mantengo ejercitada y con un buen nivel de energía para no dejarme vulnerar por la fuerza sexual de mis amantes.

—Oye, amor, pero ¿cómo le haces para no desgastarte?—le pregunté—. Yo soy de las que mezclo sexo con ejercicio y al cabo de unos días necesito hacer una pausa.

—Es cuestión de no presionarse y tomarle gusto a lo que haces. Si vas a trotar una sola hora al día y lo disfrutas al máximo, entonces esa energía no se transformará en estrés.

—Tal vez sea eso en lo que fallo. Mi cuerpo asume el cansancio como estrés.

—Lo mismo me ocurre con el sexo. Me entrego al goce, siendo consciente de que estoy llenando mi cuerpo de alegría.

El día que sostuvimos esa conversación estábamos sentadas en el mismo sofá en el que nos encontrábamos hoy. Aunque en esa ocasión nos encontrábamos acostadas, porque en realidad aquel mueble es un sofá cama. En aquel cómodo mueble nos besaríamos y nos compartiríamos gestos de cariño, antes de decidirnos a entregarnos aún más al sexo en la cama de su habitación.

Recuerdo que esa tarde vivimos un sexo oral en posición 69 que fue bastante cómodo para ambas y nos mantuvo muy entretenidas. Y es que no fue un 69 tradicional. Fue un 69 donde dos vibradores se hicieron cargo de penetrar y complementar los besos que recibían nuestras vaginas. Yo usé el consolador con vibración de color verde claro y ella utilizó el de color azul.

Ambos objetos poseían el mismo diseño y funcionalidad, así que a la hora de darnos placer mutuo no existía mucha diferencia. El asunto es que a medida que besaba su vagina y frotaba mi lengua por su clítoris, también utilizaba el grosor del vibrador para penetrarla. Kira me ofrecía el mismo placer, hundiendo ese vibrador con mucho cariño.

—Me encanta escucharte gemir, Tatiana—dijo en cierto momento de ese encuentro—. Creo que llevabas días sin tener sexo.

—Pues has acertado—le respondí—. ¿Acaso eres adivina?

—No. Pero si me considero una experta en el sexo. Por tus gemidos y el comportamiento de tu vagina puedo reconocer que te hacía falta sexo.

—Okey. Por favor hunde ese vibrador un poco más.

Con toda seguridad fue el movimiento semicircular que realizaba yo con mis caderas lo que me delató. Yo movía mis nalgas y esa zona de mi cuerpo de esa manera, como una alternativa para aprovechar el efecto del vibrador en mi vagina. Me era fácil mantener ese movimiento porque precisamente era yo la que me encontraba acostada en la cama.

Kira imitaría más tarde ese mismo movimiento de mis caderas cuando decidimos cambiar de posición. El cambio de posiciones fue muy necesario para que nos sintiéramos cómodas. Por cierto que al realizar ese cambio de posición, mi actividad con el vibrador verde claro fue más intensa y mi amante comenzó a tener gemidos más intensos.

Lo bueno de vivir ese 69 es que realmente nos entusiasmó, permitiendo que el amor y el placer fluyeran con naturalidad. Incluso, en cierto momento nos dimos una pausa y las dos nos sentamos en la cama para compartir besos y caricias. Cuando el deseo de retomar nuestra actividad se reinició, continuamos gozando con total confort.

En esta ocasión, yo volví a ubicarme recostada en la cama, con mi cabeza hundida sobre las dos almohadas, lo que facilitaba que mi boca estuviese más próxima a la vagina de Kira. Al final de este encuentro fue ella quien me derrotó de placer. La prueba que confirmó que la energía sexual de ella me sobrepasó, fue el charco de fluido vaginal que se derramó sobre las sábanas.

—Qué hermoso—exclamó Kira con entusiasmo—. Te has orinado de placer mientras te hundo este vibrador.

—Amor, es que es imposible no sentir tanta satisfacción con la estimulación que me has dado.

—Tú sabes que es con gusto. Pero esto no termina aún. Todavía falto yo.

Al final, Kira concluyó por sí misma aquel ritual de amor. Y es que realmente estaba agotada y ella lo comprendió. Así que se acostó a mi lado, sintiéndose orgullosa de la fatiga y el placer que palpitaba en mi rostro. Al entender que en ese momento solo tenía vocación para respirar profundamente y descansar, ella decidió masturbarse por sí sola.

Y cuando digo que decidió masturbarse por sí sola, me refiero a que no usó ninguno de los vibradores. Simplemente decidió sentarse y recostar su espalda contra la cabecera de la cama, abrió sus piernas dejando sus pies en contacto con la cama y empezó a frotarse. Su satisfacción era notable cuando cerraba sus ojos para concentrarse en su labor.

—Qué lindo es verte masturbarte de esa manera—le dije.

—Siempre será divertido ver a alguien masturbarse en frente de uno. O bueno, cuando ocurre en intimidad.

—Sí, porque sería muy distinto si lo hace algún depravado en público.

Era un día miércoles. Esa tarde, el impulsó que nos llevó a desnudarnos y tener sexo aconteció de manera impremeditada. Como dije, las dos estábamos acostadas en el sofá-cama. Veíamos una película de esas de acción en las que explota todo y hay persecuciones veloces en automóviles. Recuerdo que para que el momento fuese más agradable, Kira me regaló un pote mediano de helado sabor a fresa. Por su parte, ella eligió un pote del mismo tamaño, pero sabor a vainilla.

Lo romántico de ver esa película juntas, es que las dos comenzamos a compartir el helado. Pero no me refiero a que intercambiáramos los potes, sino que ella usaba su cuchara para darme en mi boca. Yo correspondía el gesto con el mismo amor e inocencia. Era muy delicioso compartir el helado de esa manera.

Más tarde, cuando la película acabó, Kira comenzó a hacer zapping. Uno a uno los canales fueron pasando, en busca de algún contenido distinto por ver. Cuando ya empezaba a aburrirse de no encontrar nada llamativo, estuvo tentada a usar el control para entrar a Netflix. Sin embargo, tras pasar por dos o tres canales más de televisión, llegó precisamente al canal de BrazzersTv.

En el rostro de Kira apareció una de esas sonrisitas divertidas al reconocer que precisamente en pantalla estaban transmitiendo una escena lésbica. Yo tampoco pude evitar que una expresión curiosa y alegre se apropiara de mi cara. En la escena se podían ver a tres actrices porno. Dos de ellas estaban besando de manera simultánea la vagina y el culo de la tercera.

—Esto me recuerda la última vez que nos acostamos con Mónica—dijo Kira.

—Yo alcancé a recordar lo mismo querida—contesté—. Era ella la que se encontraba así, en cuatro. Tú estabas bajo ella, recostada en la cama, besándole su panochita linda. Y yo estaba besándole el culo.

—Exactamente, querida. Esta actriz que está ahí no la reconozco. Pero esta hermosa, es voluptuosa y está bastante madura.

—Tiene unas lindas tetas, eso no podemos negarlo.

A medida que continuamos viendo la escena, la excitación no pudo evitarse. Las dos entramos en un estado de trance que fue tornándose cada vez más delicioso al ritmo en que transcurría la acción de aquellas mujeres. La soledad en la que permanecíamos en aquel apartamento aportó de manera muy discreta a que dicha sensación se estimulará.

Entonces, cuando la escena llegó a su fin, Kira me miró a los ojos. Durante un segundo nos miramos a los ojos, develándonos mutuamente que estábamos pensando lo mismo. Nos tomamos de la mano y como dos novias enamoradas nos dirigimos hacia su habitación. Todo lo demás fue dejarnos llevar por el deseo y la creatividad. Nos amamos sin miedo alguno, cediendo a los caprichos de cada una

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