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Hola a todos, soy Leo. He estado algo desaparecido últimamente y ha sido debido a todo el trabajo que he tenido. Después de aquel maravilloso fin de semana con el daddy maduro del relato anterior, no he tenido sexo y bueno, los que me conocen sabrán que para mí eso es un crimen. Así que vengo a contarles la historia que me ocurrió ayer con un mendigo.
Para quienes no me conocen o no han leído mis relatos les pondré en contexto, tengo 30 años, mido 1.82mts, 80kg, contextura atlética, barbado, atractivo, masculino, de rol pasivo (hace años fui activo pero después de probar la verga no la quise dejar), uso jaula de castidad en mi pene para demostrar mi sumisión ante los hombres, y soy amante del buen sexo con una mente muy abierta a casi todo tipo de proposiciones.
Como comenté antes, estas últimas semanas he estado bastante ocupado con trabajo, ya que con mi padre tenemos un par de negocios, y entre ellos, una finca en la que se cultivan frutas, se crían peces y se mantienen animales como gallinas, vacas, terneros, patos, cabras, etc. La finca se encuentra en una zona veredal bastante aislada, pero cuenta con todo lo necesario. Es difícil llegar allí debido a tantos caminos rurales que hay por la zona, pero cuenta con cámaras de seguridad e iluminación para evitar cualquier tipo de problema. En el centro de la finca se ubica una casa grande de dos pisos. El primer piso se encuentra dividido en dos partes, en la primera se almacena equipo y herramientas de uso diario entre otras cosas, y en la segunda mitad vive un matrimonio de un hombre y una mujer de unos 60 años que llevan tiempo viviendo allí y sirviendo como los cuidadores del lugar. El segundo piso era un poco más pequeño que el primero, pero contaba con tres habitaciones, una de ellas con baño privado y el otro baño de uso compartido. Una sala bastante amplia y una cocina pequeña, junto con unas escaleras para ir a la azotea, donde hay un pequeño cuarto de lavado y poco más. Allí es donde mi padre y yo nos solemos quedar cuando vamos allí y es independiente, nadie más que nosotros podemos subir allí.
Normalmente mi padre es quien se encarga de ir a la finca, pero en esta ocasión se encontraba muy ocupado y me pidió el favor de ir para llevar el pago de los trabajadores, entre algunos otros suministros. El plan era ir, entregar eso y devolverme, pero el destino y la lujuria tenían otras intenciones para mí. Estando en la ciudad tomé la camioneta y fui a realizar todas las compras necesarias de una lista, y a eso de las 2 pm partí hacia la finca llegando allí cerca de las 4 pm. Estando en el lugar, un par de hombres me ayudaron a descargar las cosas del carro y tras charlar con los cuidadores, subí al segundo piso para preparar la documentación para realizar los pagos. Media hora después bajé y les cancelé a cada uno su dinero. Eran cerca de diez trabajadores, que por cierto, dos de ellos eran bastante atractivos y mi mente pervertida comenzó a fantasear con ellos. Llevaba un par de semanas sin tener sexo y el verano me estaba matando. Al terminar con todos mis asuntos pensé que sería el momento de irme, pero los cuidadores se me acercaron para pedirme un favor. Me dijeron que esa noche su nieta que estaba cumpliendo años y los habían invitado para celebrarlo, pero como no podían dejar la finca sola no podían ir y me preguntaron si podía quedarme para que ellos pudieron asistir. Al principio pensé en negarme pero terminé accediendo (y qué bueno que lo hice). Incluso accedí a llevarlos en la camioneta a su destino, que estaba a unos 20 minutos en carro y cerca de una hora a pie. Cuando dejaron todo listo en la finca los llevé y regresé rápidamente. Por suerte siempre llevo una mochila con ropa y otras cosas en mi auto en caso de tener que quedarme en algún lugar. Cuando llegué tomé una ducha y pensé que sería una noche tranquila ideal para descansar y liberarme del estrés de las últimas semanas. Por un momento lamenté que en mi mochila no tuviera un consolador para divertirme un rato con placer anal, pero parece que solo sería una noche de descanso.
Tras bañarme decidí no cambiarme por ahora y permanecer desnudo solo con mi jaula que no me podía quitar por no tener la llave cerca. En la nevera no habían muchas cosas debido a que no solemos quedarnos allí, pero por suerte entre las cosas que iba a llevar a casa habían naranjas, limones, mandarinas, quesos, así que preparé algo improvisado con las cosas que habían en la cocina. Tras cenar me recosté en el mueble de la sala a ver videos en mi teléfono, pero me aburrí poco después porque allí la señal no es muy buena. Eran cerca de las 6.30 pm y me dormí durante unos minutos. Unos gritos me despertaron, miré el teléfono y eran las 7 pm. Me acerqué a la ventana y era un hombre en la entrada de la finca. Tapándome con la cortina le hice señas que me esperara un momento. Como aún no había sacado la ropa de la mochila me puse rápidamente la ropa con la que había llegado ignorando los calzoncillos, solo la bermuda, la camiseta y los tenis. A los dos minutos salí y caminé hasta la entrada de la finca. Allí había un hombre de mi edad, aunque después supe que tenía 25 años. Cuando llegué me saludó y noté en su acento que era venezolano. Al principio lo miré un poco con duda, pero él se presentó rápidamente y me dijo que estaba de paso y que se encontraba algo perdido y desde el día de ayer no comía nada, pidiéndome de forma amable y casi suplicante que le regalara algo de comer. Al principio desconfié un poco, pero mi padre siempre dice que hay que ayudar a los demás siempre que podamos, así que le abrí y lo invité a entrar. Durante el trayecto hasta la casa no habló pero en mi mente seguía un poco desconfiado, así que por si acaso, le hablé un poco de la finca recalcando el hecho de que habían cámaras de seguridad en caso de que fuera algún tipo de ladrón o algo. Al llegar a la casa le pedí esperar allí y subí al segundo piso donde bajé con un plato de comida. Por suerte había preparado varios sánduches con las cosas que había pensando en comer los restantes antes de salir en la mañana.
Le ofrecí los tres sánduches que quedaban junto con una bebida de naranja con mandarina y comenzó a comer con ganas. Allí bajo la luz pude apreciarlo un poco mejor. Era un hombre atractivo con barba descuidada, de test casi morena, manos grandes, ojos oscuros y cabello corto. Mientras comía le hice un par de preguntas y me dijo que llevaba cinco años en Colombia con su mujer y una hija, pero que le costaba mucho encontrar trabajo, y últimamente no estaba bien con su esposa y que por una pelea que tuvieron se fue de la casa y desde entonces lleva una semana yendo de finca en finca realizando cualquier trabajo que le salga. Mientras hablaba continué observándolo y parecía ser cierto lo que decía, su ropa estaba sucia y desprendía un ligero olor a sudor, que más que asquearme me excitó un poco y mi mente comenzó a volar. Para cuando calmé mis pensamientos él había terminado de comer. Me agradeció por la comida y me preguntó si podía lavar su camisa ya que estaba llena de tierra y sudor. Le dije que sin problema y lo guie hasta un lavadero que usan los trabajadores para lavar sus cosas o ropa. Se quitó la camisa y pude apreciar un torso con abdominales marcados, y un grueso vello desde su estómago hasta su zona pélvica y la imagen de eso me volvió a excitar de sobremanera. Cuando terminó colgó la camisa y dijo que con el viento que hacía se secaría en un par de minutos. En eso comenzó a hacerme un par de preguntas sobre si era el dueño del lugar, y las cosas que se hacían en la finca. Incluso me preguntó si tenía algún trabajo para ofrecerle, y tras decirle que mi padre solo contrata a personas conocidas desistió de seguir intentando. También me preguntó si tenía algo que pudiera regalarle ya sea comida, ropa o dinero. En ese momento algo se activó dentro de mí. Muchos pensamientos pasaron por mi mente y la lujuria se apoderó de mis palabras.
Le dije con una mirada seria que tenía algunas cosas que podría darle, pero que en esta vida nada es gratis. Él no dijo nada y una mirada de confusión lo invadió. Respondió que no tenía nada para darme alegando que lo único que tenía era su bolso con algunas cositas, y le insistí que sí tenía algo que yo quería, y con mi mirada guie la suya hasta su entrepierna haciéndole un pequeño gesto con la lengua. Él hizo una asociación de ideas y entendió a qué me refería. Con la mano se agarró el bulto y mirándome a los ojos dijo que no estaba seguro. Le pregunté abiertamente si había estado con un hombre alguna vez y me dijo que antes de conocer a la esposa un amigo que tenía resultó ser maricón y le había chupado la verga, pero rápidamente dijo que a él le gustaban las mujeres. Le pregunté con voz calmada si le había gustado la mamada que le hizo su amigo, y dijo que estuvo bien. Le conteste que entonces no tenía nada qué perder. Tras meditarlo un momento me pregunta que entonces él que gana. Respondí que tenía una muda de ropa para darle, cosas de comida (tomates, queso, plátanos, papas, yuca, naranjas, mandarinas), y que, dependiendo que cómo se portara le daría algo de dinero, aunque no sería mucho porque había comprado cosas y pagado a los trabajadores. Intentó alegar preguntando qué tendría que hacer, pero luego él mismo impuso lo que no haría como que no se dejaba clavar ni chupar verga. Lo dejé más tranquilo cuando le aclaré que él sería el macho y yo la hembra, que iba a ser su perra y que podía hacer conmigo lo que quisiera, diciéndoselo de la forma más pervertida posible esperando excitarlo un poco para que se animara.
Después de meditarlo un momento accedió, le dije que fuéramos al segundo piso y me siguió dejando su camisa colgada afuera. En el salón se quedó de pie mirándome, sus ojos brillaban como los de un cachorro inocente que estaba a punto de ser la presa de un depredador. Me acerqué delicadamente a él y puse mi mano sobre su pecho. Giré la cabeza hacia su cara y le dije de frente que tenía un cuerpo muy bonito y acerqué mis labios a los suyos. Al principio intentó esquivar mi beso pero cedió. Lo seguí besando al tiempo que mis manos recorrían su pecho y luego su espalda abrazándolo y pegando su cuerpo contra el mío. Una de mis manos pasó por su bulto y no me sorprendí al sentir que estaba duro. Por el contrario, me ofendería si no lo estuviera, jaja. Al terminar con los besos, mi boca se dirigió a sus pezones y empecé a lamerlos, chuparlos y morderlos suavemente mientras su mano presionaban contra mi cabeza al tiempo que liberaba pequeños gemidos. Después de su boca, sus pezones, ahora era turno de sus axilas. Le hice levantar uno de sus brazos y se me hizo agua la boca al ver su axila cubierta de un vello negro y espeso. Inhalé fuertemente su olor y a pesar de estar sucio y sudado, su olor era fuerte pero para nada desagradable. Mi lengua se abrió paso lamiendo cada rincón y cada vello. Sabía salado como el resto de su cuerpo sudado. Después de un momento pasé a la otra axila y fue éxtasis puro, un olor a macho de verdad como me gustan.
Tras terminar con sus axilas, me puse de rodillas frente a su bulto y suavemente fui bajando su short desgastado dejando ver un calzoncillo que asumo fue blanco alguna vez pero ahora se veía gris, y muy sucio con restos de orina marcados. La tela que lo cubría era incapaz de contener la erección que tenía y la cabeza se salía apuntando al cielo con orgullo. Le quité los zapatos y lo ayudé a quitarse por completo el short y luego los calzoncillos quedando completamente desnudo. Su pene era algo digno de admirar. Como es muy común aquí, el color de su miembro era más oscuro que el resto de su cuerpo, y si él era casi moreno, su pene era casi negro pero con una cabeza circundada y de un color rosa intenso. La combinación entre esos dos colores era maravillosa. Sus testículos no eran tan grandes pero se notaba que estaban cargados. Los tomé con mis manos y sentí su peso. Le pregunté cuánto llevaba sin correrse y me dijo que casi dos semanas desde la última vez que estuvo con su mujer. Eso explicaba lo pesados que se sentían. Como alguien experto en miembros viriles estaba casi seguro que su miembro debía medir unos 19 cm y tenían un grosor medio. Pasé mi cara frente a su pene e inhalé el dulce aroma de la virilidad. No me aguanté más y restregué mi cara entre sus bolas oliéndolas a la par que las lamía y metía en mi boca. Lo escuché soltar un par de gemidos de placer. Acto seguido, agarré con mi mano su verga y la apunté hacia mi cara. La punta de mi lengua hizo contacto con la punta de su cabeza la cual comenzó a liberar pequeñas gotas de líquido preseminal. Poco a poco aquel monstruo negro se abrió paso en mi boca hasta mi garganta y mi lengua recorría todas sus dimensiones. Su sabor era como el de todas las vergas, magnífico, pero esta en especial se encontraba aderezada por el sudor de días sin bañarse y eso le dio un sabor único, un sabor del cuál no podía tener suficiente.
Llevado por la desesperación, hundí su verga hasta mi garganta una y otra vez mientras mi nariz se hundía en la gran mata de pello púbico que tenía inhalando por completo su esencia. Él seguía liberando gemidos de placer que iban aumentando en volumen, y cuando sintió la confianza suficiente agarró mi cabeza con sus dos manos y empezó a embestir mi boca con fuerza violándome la garganta por completo. Estoy seguro que debió gustarle demasiado porque al minuto gritó que se iba a correr embistiendo mi cabeza con mucha más fuerza hasta casi ahogarme con tanto semen. No sé exactamente cuántos chorros liberó pero dentro de mi boca pude sentir varios latigazos calientes de su esperma. Me tragué sin saborear lo que más pude y cuando perdió fuerzas la fui sacando poco a poco sin desperdiciar ni una gota de su leche. Debo agregar que su semilla no era la mejor que había probado pero ni de cerca era la peor. Si tuviera que clasificar su sabor en base a todos los que he probado, le daría un 6 de 10. Sí, como se imaginarán me considero un experto catador de leche masculina.
Cuando su verga salió por completo limpia de mi boca, él se retiró y cayó sobre el sofá mientras temblaba un poco y jadeada por aire. Aproveché para lamer los restos de semen de mi cara y ponerme de pie. Después de un minuto o dos, me miró y dijo que nunca se lo habían mamado de esa forma tan intensa. Que su mujer muy rara vez se la chupaba y cuando lo hacía era muy delicada. Le respondí diciéndole que los maricones sabemos perfectamente cómo complacer a un hombre y no va a haber ningún punto de comparación a la mamada de una mujer. Tras esto, preguntó que ahora qué, y le dije que eso había sido solo un pasabocas y que el plato fuerte estaba por servirse. Al verlo oírme decir eso, pude ver en su expresión dos emociones. Por un lado, excitación de saber qué tanto placer podría darle, pero por otro lado, la inseguridad y el cansancio que tenía tras sus últimos días. Lo que habíamos hecho hace un momento había sido muy intenso y desgastante para él, así que pensé que tal vez no podría con mi ritmo, por ello decidí ir un poco más lento. En lugar de montarme sobre él para ponerlo duro y cabalgarlo, decidí enviarlo al baño a tomarse una ducha para que se relajara un poco al mismo tiempo que se limpiara el cuerpo. Ya había tenido suficiente con probar su cuerpo sudado. Ahora quería probarlo completamente limpio.
Lo guie hacia el baño y tras casi una media hora salió como un hombre diferente. Con su cara ahora limpia y rasurada se veía incluso más guapo (y ya le digo que a mí me encantan barbados), pero al afeitarse se quitó un par de años de encima viéndose como un jovencito jovial de 25 años. Cuando me vio, yo ya estaba desnudo sobre el sofá, acostado boca abajo para que al ver mi bonito culo redondo se excitara un poco. Cuando se acercó pude ver mejor su pene dormido. Este hombre era un grower. (Para los que no saben, un grower es un pene que en estado flácido se ve pequeño y al erectarse aumenta considerablemente su tamaño, mientras que un shower es un pene grande en estado flácido y al erectarse no aumenta mucho su volumen). Y por si se lo preguntan, yo también era un grower en mis tiempos de activo, y como dato curioso mi padre es shower.
Cuando estuvo frente a mí, me fui levantando del sofá poco a poco para que pudiera ver mi cuerpo. Al estar desnudo frente a él, quien también estaba desnudo. Me preguntó por lo que tenía en mi pene. Le contesté diciendo que era una jaula de castidad, y la tenía puesta para demostrarle a los hombres que yo soy la hembra, que no necesito usar mi pene porque mi culo es mi principal órgano sexual, y que en una relación entre dos hombres, solo debe haber una verga dura, y claramente es la del activo, en este caso, la suya. Al parecer eso lo encendió un poco y su miembro comenzó a cobrar vida. Lo acaricié un poco con mi mano a la par que nos veíamos cara a cara y le planté un beso con lengua. Cuando sentí su verga completamente dura en mi mano, lo guie hasta la habitación sin soltarle en un momento, como si él fuera mi perrito y su verga fuera la correa. Frente a la cama, lo empujé suavemente y me monté sobre él. Lo besé intensamente y repetí lo que hice antes, lamí su pecho hasta llegar a su estómago y luego lamí sus axilas, pero esta vez ignoré su miembro y fui directo a sus pies, los cuales ahora que estaban limpios se veían tan apetitosos. Tomé sus pies con suavidad y lentamente fui lamiendo sus dedos metiéndolos en mi boca uno por uno. Primero un pie y luego el otro. A él le gustó y con su mano tomó su miembro y empezó a masturbarse suavemente. "¿Nunca te habían hecho esto?", le dije. Respondió con un claro no. Luego le pregunté si le gustaba y dijo que mucho. Le dejé claro que así es como yo trataba a los hombres, los adoraba y hacía sentir como reyes y dioses, y con esas palabras sentí que se puso aún más duro. Me respondió diciéndome que era una perra y que así le gustaban las perras. Tras lamer sus pies y sentir sus piernas peludas, empecé a subir hacia su verga. Él apartó su mano y dejó que la mía la agarrara empezando a masturbarlo suavemente tanto con mi mano como con mi boca. Con mi otra mano agarré sus bolas y le dije: "Ya no pesan tanto como antes, pero aún así pesan un poco. Me temo que voy a tener que drenarlas hasta dejarlas secas." Y él solo respondía con un sí, como si estuviera en un trance.
Se lo chupé durante unos minutos, teniendo cuidado de no sobre-estimularlo ya que no quería que se corriera aún. Cuando pensé que era suficiente me puse de pie y lo ayudé a hacer lo mismo. Me subí a la cama y me puse a cuatro patas para que pudiera apreciar mi culo de primera mano. Le dije que teníamos un problema ya que no traía lubricante, así que iba a tener que lubricarme a la antigua, con babitas. Sentí que se le hizo agua la boca cuando se lo dije, pero contestó que igual él tampoco tenía condones. Le respondí en broma que no se preocupara por eso ya que no había riesgo de quedar preñada y se rio suavemente. Pero al no decir nada le reafirmé que no era necesario ya que tomaba unos medicamentos que evitaban contraer e infectar con enfermedades a otras personas, y que gracias a eso podía coger a pelo lo cual era más rico. Oír eso lo calmó y rápidamente se posicionó detrás de mi culo y comenzó a jugar con sus dedos. Los llenó de saliva y empezó a frotarlos por mi agujero. Para ese momento llevaba varias semanas sin ser penetrado, así que podría decirse que había vuelto a ser virgen (ok, no jaja), pero por suerte sus dedos no tuvieron mucho problema para entrar, y aunque al principio se sentía reacio a chuparme el culo, bastó unos minutos de juego con sus dedos para sentir su áspera barbilla entre mis nalgas. Su lengua entraba y salía de mi agujero y se sentía muy bien. Luego empezó a meter la lengua y los dedos y mi cuerpo ya sabía cómo manejarse hasta que metió varios dedos. En ese momento ya no aguanté más y le supliqué que me clavara ya.
Se puso en posición y su verga apuntó a mi agujero, pero no la metió. Primero comenzó a frotarla entre mis nalgas y con su voz más gruesa y autoritaria empezó a jugar conmigo, haciéndome decirle lo mucho que quería sentirlo dentro de mí, y que era una perrita en celo que necesitaba a un macho como él, lo cual me encantó porque me gusta que los hombres con los que estoy lleguen a ese punto de autoridad y sepan dominarme como tanto encanta. Tras seguirle el juego por un rato, él no se aguantó más y empezó a empujar la cabeza, la cual dolió un poco no voy a mentir, pero rápidamente el dolor desapareció y se volvió placer puro a medida que iba entrando cada centímetro de su virilidad. Cuando estuvo toda dentro, me agarró las nalgas con fuerza y empezó a cacheteármelas, reafirmando su autoridad y poder. Me hizo chillar un poco con sus golpes y empezó el mete y saca, primero lento y fue aumentando el ritmo. Sus embestidas se sentían fantásticas y claramente él estaba encantando. Estuvimos un par de minutos así hasta que cambiamos de posición. Lo hice acostarse sobre la cama y me monté en su verga al tiempo que entrelazaba mis manos con las suyas, en esa posición nos miramos a la cara mientras empecé a cabalgarlo. Él cerro los ojos y solo su boca se movía al liberar gemidos de éxtasis. Hice mi mejor esfuerzo cabalgando y cuando me sentía cansado él me apoyaba embistiéndome con sus caderas. Mientras lo montaba mi penecito enjaulado no dejaba de gotear líquido preseminal sobre su estómago peludo, lo cual notó y liberó una de sus manos, recogiendo el líquido con sus dedos y luego pasándomelo por la cara. Lamí lo que pude y lamí sus dedos. Eso le generó placer y disfruté hacerlo.
Unos minutos después volvimos a cambiar de posición, ahora yo estaba boca arriba sobre la cama, con mis piernas sobre sus hombros y mi agujero totalmente expuesto para su miembro. Pero antes de metérmela, jugó con mi penecito enjaulado. La cabeza de su verga golpeó contra mis bolas haciéndome gemir de dolor y placer. Eso le gustó y lo hizo por un rato. Frotó su pene contra mi jaula y se jactó de ser el verdadero hombre entre los dos. Por esa razón amo usar jaulas, hace que los activos tengan más confianza en sí mismos y en su tamaño. Cuando se apiadó de mí, apuntó a mi agujero y la metió lentamente. En esa pose él controlaba todo, y cada vez que me la metía veía mi cara de completo placer al sentirlo dentro. Tenía la luz de la habitación encendida sobre nosotros, y las ventanas estaban cerradas por lo que el calor de nuestros cuerpos inundó el cuarto y comenzó a asfixiarnos. Él me embestía con fuerza mientras sudaba enormemente. Las gotas de sudor de su frente atravesaban su cara hasta caer sobre mi pecho y estómago. Pero no solo eso, sino que me estaba apuñalando la próstata tan rico que una cantidad de orina se me salió sin que pudiera controlarlo. Literalmente me mié mientras me clavaba y es de las mejores sensaciones que puede experimentar un pasivo. Normalmente suelo beber mucha agua antes de tener sexo para mearme sin intención mientras me penetran, pero esta vez no había sido preparado, fue espontáneo y casual, y eso le da aún más mérito, aunque en parte también era porque llevaba tiempo sin sexo y mi cuerpo lo necesitaba con urgencia.
Al ver que me meaba mientras me clavaba dibujó una sonrisa perversa en su cara mientras decía cosas como "Ufff, la perrita se mió de lo rico que le estoy dando verga", o "qué hembra más rica resultaste ser" y de mis favoritas: "¿La perrita quiere que la deje preñada con mi leche de macho?", apenas podía asentir con la cabeza mientras de mi boca salían gemidos de intenso placer. "Bueno mami, le voy a dejar esa cuquita llena de mis hijos. Vamos, dime que quieres que te embarace esa panochita." Mi respuesta fue un sí rotundo entre-cortado por la fuerte penetración que me estaba dando. Además de mis gritos y sus jadeos, el mayor sonido en la habitación eran sus caderas chocando contra mis nalgas como si de aplausos se tratase. Sabía que él estaba a punto de llegar al clímax y yo lo estaba experimentando en ese momento. Sentí un inmenso placer brotar de mi interior y mis piernas temblaban como gelatina y aunque no me vi, estoy seguro que mis ojos se pusieron en blanco. De mi pene enjaulado comenzó a brotar un espeso semen blanco que junto con la orina y sudor se deslizó hacia un lado, al tiempo que el venezolano liberaba gritos guturales asegurando que me iba a llenar de leche hasta que lo hizo. Sus últimas embestidas fueron bestiales, y en la última me abrazó mientras terminaba de liberar en mi interior la leche que le quedaba.
Nos quedamos pegados durante un minuto o dos, ambos tratando de recobrar la compostura. Su pene se volvió flácido y pequeño, y al retirarse de mí un pequeño río de semen empezó a brotar de mi culo. Él cayó a mi lado sobre la cama recuperándose. Estábamos uno al lado del otro. Nuestras caras a unos centímetros, con la poca fuerza que teníamos nos miramos y nos dimos un beso dulce pero tierno. Le pregunté con la respiración entrecortada si le había gustado y su respuesta fue un "¿tú qué crees?".
Unos minutos más tarde nos levantamos. Las sábanas blancas tenían manchas de sudor, orina y semen. Mientras las quité, él se metió al baño y escuché que estaba orinando. Cuando terminé de quitar las sábanas el ruido de la ducha ahogó el silencio. La puerta del baño estaba abierta y me uní a él. No se sorprendió y me hizo espacio. El agua empapó nuestros cuerpos pero ninguno dijo palabra alguna. Nos bañamos juntos como si de dos amigos de toda la vida se tratasen. El nivel de confianza y complicidad era impresionante. Por estas cosas amo tanto el sexo, le da a dos desconocidos la oportunidad de compenetrarse a un nivel único. Y si es entre dos amigos y conocidos mejor aún. Al terminar de bañarnos nos secamos y me ayudó a poner las nuevas sábanas para la cama. Al terminar me dijo: "Espero que eso haya sido suficiente para darme lo que prometiste", y como hombre de palabra que soy, asentí mientras en tono burlón le dije que fue suficiente, pero que siempre se puede ir por más, a lo que él me miró sorprendido al tiempo que dijo: "Eres una perrita insaciable, lo que necesitas es un batallón de manes para quedar satisfecha", a lo que me reí fuertemente y pensé para mis adentros (Si supieras...).
Tras eso fui por mi mochila y saqué el pantalón, una camiseta tipo polo, y unos boxers y se los di, pero le dije que a cambio él tendría que darme sus calzoncillos rotos y sucios. Trato que aceptó gustoso. Miré mi teléfono y eran casi las diez de la noche. Me puse la ropa que tenía y le pedí acompañarme hasta el carro para separar la comida que le iba a dar, traje un bulto y echó un poco de todo, lo suficiente que pudiera cargar. Él fue por la camisa que tenía colgada y que ahora estaba seca y se la puso. De mi cartera saqué un billete de 100k y se lo di, no me quedaba más efectivo y no me iba a poner a pasarle dinero por Nequi. Le pregunté a dónde iría y me dijo que seguiría por el camino hasta encontrar un lugar para pasar la noche, y como me dio algo de pena le ofrecí quedarse en la habitación donde culiamos y él aceptó. Obviamente aún sentía algo de desconfianza así que lo dejé en la habitación y le cerré desde afuera para que no pudiera salir, así me evitaba cualquier sorpresa. Le dije que lo levantaría a las 5am para que se fuera ya que a eso de las 5.30-6.00 am empiezan a llegar los trabajadores, y los vivientes dijeron que llegarían un poco más tarde. Él aceptó y me agradeció. Y así me fui a dormir a la habitación de mi padre y estaba tan cansado que me quedé dormido de inmediato.
A las 5 am sonó mi teléfono y me levanté, abrí la habitación de aquel hombre y aún seguía dormido. Y no sé si fue a propósito o si siempre lo hace, pero estaba completamente desnudo. Verlo así me excitó y sentí ganas de volver a culiar, pero por desgracia no era el momento. No quería que algún trabajador llegara y me vieran sacando a un hombre desconocido. Tardé un poco en despertarlo pero lo conseguí. Se vistió con la ropa nueva que le di, y que le quedó bien, ya que éramos de la misma talla. Guardó su ropa vieja (exceptuando los calzoncillos rotos) en su bolso y tomó el bulto con las cosas que le di. Lo acompañé hasta la entrada de la finca y le abrí el portón. Le pregunté por curiosidad sobre cuál sería su destino y me dijo que no estaba seguro. No le había ido muy bien por esa zona y se sentía perdido. Pensó que tal vez era hora de regresar con su mujer y su hija. Le di algunas indicaciones sobre cómo llegar a la vía principal, y le dije que si quería regresar a la ciudad, me esperara por el camino y en unas dos horas saldría y lo llevaría. Me dijo que lo pensaría y me agradeció por todo, aunque como suelo hacer, me hice el humilde y le agradecí a él por tan espectacular culiada, solo para aumentarle el ego. Después de todo, a todos los hombres les gusta que les digan ese tipo de cosas para hacerlos sentir bien consigo mismos. Se despidió y siguió su camino.
Regresé a la cama a dormir una hora más. Poco después escuché ruidos y eran los trabajadores llegando. Cuando me levanté, tomé una ducha recordando la noche anterior y lo bien que lo pasé. Me vestí con la misma ropa que traía el día anterior, ya que regalé la que traía de repuesto, y lavé las sábanas para dejarlas secando en la azotea, en una zona techada para que no se dañen para cuando mi padre o yo regresemos a la finca.
A las 6.30 am bajé y saludé a algunos de los trabajadores, incluyendo los dos lindos trabajadores del día anterior, donde descubrí que eran hermanos, o bueno, medio hermanos ya que tienen diferente apellido, pero me servirá de inspiración para cuando esté solito jugando con mis dildos. No creo tener tanta suerte para algún día hacer algo con ambos. En fin, el viviente llegó a las 7 am y antes de irme me dio dos platos de pastel y de lechona de la fiesta para mi padre y para mí. Le agradecí y partí rumbo a la ciudad con la esperanza de encontrarme con mi mendigo por el camino, y para mi suerte después de conducir 20 minutos allí estaba él en un cruce sentado en una roca. Se subió junto con su bolso, el bulto de cosas que le di, y una bolsa cosas que le dieron en otra finca, y emprendimos camino.
Durante el trayecto hablamos un poco más para conocernos, en especial me habló sobre su familia, sus trabajos y todo ese asunto. Como probablemente no había desayunado le regalé mi trozo de pastel y lechona y la devoró gustoso. Cuando pasamos frente a un motel (al que ya he ido un par de veces) me dolió no poder entrar, pero tampoco quería abusar. Más adelante cuando pasamos por una zona no muy agradable me pidió dejarlo allí. Dijo que vivía a un par de calles y no quería que lo vieran llegar en una camioneta. Antes de bajarse me dio un beso de lengua y me agradeció por todo. Me quedé allí estacionado un rato hasta que lo vi desaparecer entre las calles. Y así, retomé mi camino a casa en solitario. Al llegar a casa desempaqué las cosas que traje de la finca. Mi padre estaba allí y me preguntó por qué traje más poco de lo habitual, pero le respondí diciendo que en el camino vi una familia en desgracia y sentí pena y les obsequié algunas cosas. No me dijo nada porque él hubiera hecho lo mismo. Fue la mejor excusa que pude inventar, no le iba a decir que lo usé como pago de una culiada, jeje.
Ah, y si les quedó la duda, el "mendigo" quedó grabado en las cámaras de seguridad, pero solo mi padre y yo tenemos acceso, y mi padre no las revisa nunca, así que nadie se enteró de nada.
Bueno, eso era todo. Normalmente cuando me siento a escribir una de mis experiencias no planeo que sean tan largas, pero al escribir cada detalle siento como si lo viviera de nuevo y eso me gusta.
Agradezco a los que lo leyeron completo, y si dejan algún comentario lo apreciaría mucho.